El investigador habló sobre temas de salud y las exigencias del laboratorio Pfizer para vender su vacuna.
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M.H.: Hemos asistido a una larga transmisión televisiva desde una Comisión de la Cámara de Diputados donde se hicieron presentes directivos de los distintos laboratorios fabricantes de la vacuna contra el Coronavirus. ¿Tuviste oportunidad de verla?
R.S.: Sí, gran parte.
M.H.: ¿Qué te dejó?
R.S.: Era una reunión convocada por Sergio Massa en carácter de presidente de la Cámara de Diputados y no con todos los diputados, sino con algunos miembros de las comisiones de salud. Más allá de eso, invitaron a todos los laboratorios que tienen algo que ver con la producción de vacunas y su venta a la Argentina.
La estrella el evento fue el laboratorio Pfizer, el único que no ha llegado a un acuerdo con el gobierno nacional. Todos los demás tenían los distintos acuerdos y expusieron distintas cosas pero el punto conflictivo es el caso del laboratorio Pfizer, tanto que la oposición burguesa, Juntos por el Cambio, lo convirtió en un casus belli, una cuestión litigiosa y el gobierno quedó enredado en esa situación, porque a fines del año pasado se hizo una ley a la medida de los reclamos de toda la industria farmacéutica, que es lo que una vez Ginés González García ofuscado con Pfizer dijo “hicimos una ley a su medida y no les parece suficiente”.
Resulta que era una ley a su medida pero que no era suficiente para Pfizer, porque el oficialismo por sus contradicciones internas y para justificar en algo esa agachada, porque fue una claudicación de soberanía tremenda, incluyeron una cláusula, para salvar la cosa, diciendo que los laboratorios quedaban absolutamente indemnes para cualquier juicio salvo que hubiera negligencia, “mala actitud manifiesta o negligencia”. Esa palabra se convirtió en la tormenta, porque los abogados de la casa central de Pfizer en Nueva York dijeron que no se podía aceptar firmar un contrato con un país que no tuviera en su legislación esa salvaguarda para la industria farmacéutica.
Cuando los defensores de Pfizer dicen por qué la Argentina no firma lo que firmaron todos los países, que lo hicieron sin ninguna excepción; porque en nuestro país hay una corriente que expresa con mayor o menor debilidad, cierta resistencia a las políticas internacionales, entonces el oficialismo tuvo que ceder parcialmente e incluyó eso que parecía una cuestión menor pero que luego no resultó así para el laboratorio de la multinacional que lo convirtió en una cuestión clave.
Entonces el gobierno no puede comprarle a Pfizer, no porque no quiere, sino porque este laboratorio no va a venderle a la Argentina si esa ley no se cambia. Porque esa ley abre una mínima e insignificante grieta que posibilita el juicio contra la empresa en caso de que sucedan casos indeseados.
En diciembre del año pasado Bolsonaro hizo una resonante declaración estilo fascistoide, afirmando que Pfizer quería cosas imposibles, que no se hacía cargo de nada y que si te convertías en un yacaré, Pfizer no era responsable. Tres meses después, en marzo, Brasil hizo la ley a medida de lo que la industria farmacéutica pidió, porque esto no es un invento de Pfizer, lo que pasa es que Pfizer cumple a rajatabla lo que han impuesto a todos los gobiernos del mundo en base a los personeros que tienen adentro de los gobiernos. Entonces Bolsonaro nunca más abrió la boca y hoy en día en Brasil, cualquier daño colateral por el uso de la vacuna, el gobierno brasileño paga las indemnizaciones que correspondan y no la empresa multinacional. Lo mismo sucede en Europa. En todos los países.
En Argentina el gobierno peronista tuvo que hacer alguna maniobra, le salió mal porque ahora está embretado, han dado todo tipo de soluciones, por ejemplo, por la reglamentación de la ley que cumple con las exigencias del laboratorio, por vía de cláusulas especiales en los contratos, por vía de reaseguros de distinta naturaleza, pero todos fueron rechazados por la empresa.
La empresa quiere lisa y llanamente que se modifique la ley. Y ya los diputados de Juntos por el Cambio dijeron que están dispuestos a firmar una ley que saque la palabra, hay que sacar la palabra “negligencia” para que así Pfizer y toda la industria farmacéutica quede blindada. Por más juicio que le hagas ellos no ponen un centavo, lo pone el gobierno. Esa es la situación.
Es un problema para el gobierno porque Pfizer es la niña mimada del gobierno norteamericano, con Trump y con Biden, que recibió aproximadamente 2.500 millones de dólares de ese fondo que hizo Trump para la industria farmacéutica, para financiar la investigación y los ensayos clínicos, puso 10.000 millones de dólares, de esos, 4.000 millones fueron asignados a Moderna que era una empresa insignificante, porque utilizaron una tecnología desarrollada por el gobierno norteamericano y se la entregó a esa empresa para que la desarrolle, con tecnología parecida a la que desarrolló Pfizer que recibió menos plata, 2.500 millones. Entre ambas empresas recibieron 6.500 millones de un fondo de 10.000 millones.
Además Pfizer recibió financiamiento por otra vía, que es un subsidio más que otra cosa, de su socio alemán BioNtech que es la empresa asociada a Pfizer para producir la vacuna. Empresa que también recibió una importante suma del gobierno alemán. Entonces, prácticamente desarrollaron la investigación y los ensayos clínicos y la preparación de la vacuna sin poner un centavo.
Además está el compromiso de que los gobiernos le compran la producción y se la pagan y como si eso fuera poco tienen el reaseguro del blindaje judicial, nadie puede hacerles juicio o si les hacen los que financian son los gobiernos compradores de la vacuna, no quienes la producen. Asegurado todo eso, el tema de las vacunas se convirtió en el negocio del milenio. Es el negocio más grande porque es ganancia absoluta del 100% son cifras siderales de ganancia de la “big pharma”.
El otro gran reaseguro de la industria farmacéutica es la patente
Así que asistimos a un episodio donde quedó en evidencia la brutalidad de la industria farmacéutica, porque el otro gran reaseguro es la patente, que impide que cualquiera pueda fabricar la vacuna aunque sepa, entonces ahí tenemos el otro punto conflictivo, hay una necesidad enorme de vacunas en el mundo y se produce al ritmo de las empresas, y las empresas no quieren producir más porque tienen garantizadas las ganancias, entonces por qué van a invertir en producir más vacunas si ya están vendidas las que se tienen que vender. A los 2/3 de la humanidad va a ser difícil venderle al mismo precio que les vendieron a los países europeos y algunos de los latinoamericanos, entonces el negocio está casi cerrado, por eso no hay ningún interés en desarrollar la producción.
Es interesante porque hay dos movimientos que han presentado en la OMC, que rige el tema de las patentes a nivel internacional; hay dos grandes coaliciones, una que se llama “Alianza para medicamentos libres” y otra que encabeza Noam Chomsky (todas están compuestas con personalidades reconocidas) que han presentado firmas y hay infinidad de organizaciones populares de alcance internacional algunas, como Oxfam, Amnesty International, Médicos sin Fronteras, para nombrar a las que más conocemos; y después organizaciones por país que han firmado, por ejemplo, en Argentina firmó la CTA Autónoma, Ademys, Suteba, Amsafe, la Conadu Histórica, etc., los menciono para poner de manifiesto que hay un movimiento y un clamor popular. Por ejemplo, una de estas organizaciones presentó dos millones y medio de firmas que hace muchos meses que las vienen recolectando. Hay un clamor que tiene, por supuesto, el voto en contra de los principales países centrales.
Y en EE UU, fue muy interesante, Joe Biden hizo una declaración altisonante, respondiendo al clamor interno del país en el sentido de liberar las patentes y después no se volvió a hablar del tema. Con lo cual quienes tenemos algunas décadas acumuladas, conocemos que las palabras se las lleva el viento. En algún momento respondiendo a alguna situación interna debe haber tenido la necesidad de hacer alguna declaración pero después han vuelto a poner las cosas en su lugar y todo sigue igual.
Tenemos el cuello de botella que la existencia de las patentes impide que las vacunas se produzcan masivamente, porque está lleno de países que pueden hacerlo. En Argentina hay por lo menos tres laboratorios que están haciendo la vacuna, uno la está haciendo, los otros dos la están “envasando”, por decirlo con una palabra poco propia para los términos de la salud. Pero tienen la capacidad para hacerla. Y así en todo el mundo. Sudáfrica, Brasil, México, Corea, Japón, China, etc., en todo el mundo hay países con capacidades para fabricar la vacuna, no lo hacen porque las patentes lo impiden.
Ese es el tema, es muy interesante porque lo que pasó en el Congreso de la Nación se entronca con lo de la OMC y muestra que hay un clamor popular que no puede expresarse porque los gobiernos no lo hacen, excepto el gobierno indio y el sudafricano que se pusieron a la cabeza de un movimiento donde piden la liberación de las patentes, y entre los firmantes está la Argentina, cosa que muy pocos de nosotros sabe porque nadie lo hace público, es una firma vergonzante, porque si un gobierno firma eso en los hechos tiene que corresponderse y tomar medidas para que las patentes no traben la producción, y acá no solo las patentes la han trabado, todo el tema de la producción de la vacuna Astrazeneca que ya se hicieron en la fábrica de Garín, en la fábrica de Sigman, más de 80 millones de dosis, que si fueran para la Argentina ya hubiéramos vacunado a toda la población.
Igualmente la producción era para toda América Latina, pero una cosa irracional, se hacía la vacuna en Argentina y se la llevaba a México a envasar, falló lo de México, no se sabe muy bien por qué; además otra de las cláusulas que se ha asegurado la industria farmacéutica es que todos los contratos sean secretos, no se puede saber ni el precio ni los plazos, mucho menos la composición.
Decían que no se podía fabricarla y envasarla en Argentina, ahora con la Sputnik se envasa. El mismo Sigman está negociando ya con China para empezar a producir y envasar la Sinofarm. Los hechos demuestran que todo lo que se dice no es verdad y que lo que prima es que la producción de las vacunas está en manos del negocio. Se somete a las leyes generales de todo negocio, lo que se busca es la ganancia. Entonces la fabricación de vacunas no se busca. La vacunación tiene que ser por fuera del negocio, a cargo del Estado y de acuerdo a las necesidades de la población.