Si no le hubieras hecho esa pregunta sería decepcionante, profesionalmente hablando, y sin posibilidad de arreglarlo.
Te lo pregunto también porque los medios, del anticipo que de la entrevista hiciste en La Sexta, solo hablan de lo de la factura del hotel de Sarasola, asunto al que Ayuso no contestó durante la campaña y en cambio ahora sí.
Pero, sobre todo, te lo pregunto porque estoy convencido que la respuesta que Díaz Ayuso le dio a Ana Rosa Quintana el 15 de marzo, aquella de que “si te llaman fascista es que lo estás haciendo bien”, es la más grave normalización del fascismo en la vida política española desde siempre, incluidas las campañas electorales durante la Segunda República.
Es la más grave porque nunca habló del fascismo de esa manera tan normal ningún líder que haya triunfado en unas elecciones importantes.
Es la más grave porque aquella declaración no fue acompañada de ninguna condena al fascismo como sistema político, sobre cuyos crímenes estoy seguro, Gonzo, que no necesitas recibir información.
Es la más grave normalización porque en España ni se han sacado aún de las cunetas y otras fosas las decenas de cadáveres que aún permanecen. Ni se han expropiado los bienes que el fascismo entregó a los suyos, robándolos a punta de pistola a sus legítimos propietarios. Ni se han arreglado tantos crímenes como los que cometieron los gobiernos de la dictadura, y que aún tenemos pendientes.
¿Le has preguntado por todo eso a Díaz Ayuso? ¿Le has dado un cursillo acelerado de fascismo durante la entrevista?
Si le hiciste la pregunta maldita podremos saber también lo que te habrá contestado ella y, si ante lo habitual de los políticos que consiste en esquivar, has contraatacado, con educación, pero sin piedad, hasta conseguir una respuesta de verdad.
Porque, además, Gonzo, sigo estando sorprendido.
¿Había tanta gente llamando fascista a Díaz Ayuso como para que ella colocara esa cuña en hora de máxima audiencia y a los tres días de convocadas las elecciones, es decir, marcando a fuego la campaña?
Yo, Gonzo, lo que si escuchaba era a muchas personas, algunas incluso de derechas, pero informadas y educadas, diciendo que Díaz Ayuso era, probablemente, el caso más claro de “trumpismo” en España.
¿Le has preguntado si no había escuchado a nadie que le llamara “trumpista”?
Lo digo porque Díaz Ayuso, a Ana Rosa, eligió decirle lo de fascista, y de la manera que se lo dijo. Y los periodistas deben preguntar a los políticos lo que les sorprende de sus palabras y de su comportamiento. Y seguro que aquello te sorprendió.
¿Le has preguntado si eligió “fascista” porque Donald Trump y sus violentos habían fracasado en las elecciones recién celebradas, y ella, que se autodenomina “pringada” en la entrevista, no quería aparecer vinculada a ese fracaso?
¿O es que Díaz Ayuso considera que el fascismo español, al que llamaremos franquismo para que duela como tiene que doler, pues fue el peor y más largo de todos los fascismos, fue un periodo de nuestra historia menos desgraciado para los españoles de lo que lo ha sido el “trumpismo” para los americanos de los Estados Unidos?
El problema añadido, Gonzo, y no sé si también se lo has preguntado, o tampoco, es que el alcalde de Madrid, Martínez Almeyda, decidió declarar, a dos días de las urnas, lo de que “seremos fascistas, pero sabemos gobernar”, y a cientos de miles, quizás millones de personas y no solo de Madrid, porque Madrid no es España, no sé si también le has pedido que te explique eso, les vino automáticamente a la cabeza la “fascistada” parlamentaria, es decir, del mismo tipo que las frases de Díaz Ayuso y del alcalde, que Abascal le lanzó a Sánchez, seguro que te acuerdas.
Es cuando dijo aquello de “señor Sánchez, usted preside el peor gobierno de los últimos 80 años”.
Evidentemente porque Abascal, como Martínez Almeyda, y también como Díaz Ayuso mientras ella no condene las frases de ambos dos, y pida perdón por su respuesta con Ana Rosa, prefieren cualquier gobierno fascista lleno de asesinos, que uno democrático con defectos, pero del que siempre podremos librarnos porque tiene los días contados: 365 por 4 años como máximo.
He leído, Gonzo, que no es legal la Gran Cruz del Dos de Mayo concedida por Díaz Ayuso a los 650.000 niños madrileños dos días antes de las elecciones, pues la ley no permite premiaciones colectivas.
¿Se lo has preguntado?
Lo digo porque fíjate el marrón que hay en este momento.
Cualquier partido político que respete la ley, no el PP de la presidenta, debería denunciar ante la Justicia esa decisión política. Y si los tribunales aplican la ley, su letra y su espíritu, dejarán a 650.000 niños sin esa Cruz.
Pero se trata de niños y niñas entre los que hay muchos cuyos padres son votantes del partido político que habría reclamado ante los jueces que se retirara la condecoración. A sus hijos. Porque lo dice la ley.
Pero, al mismo tiempo, si ningún partido decide acudir a los tribunales, muchos de sus votantes se sentirán avergonzados y no volverán a las urnas, pues podrían opinar, desde su libertad de opinión, que Díaz Ayuso es una fascista a quien, en caso de golpe de Estado para restaurar la monarquía, por citar un recuerdo, no le temblaría la mano si tuviera que dar la orden de fusilar a algunos de esos niños que condecoró en 2021 para ganar unas elecciones y que, con el tiempo, se hubieran hecho republicanos y, ganadas unas municipales, habrían conseguido que un tal Felipe VI saliera huyendo de España, tal como hicieron su padre y su bisabuelo.
Habrían conseguido eso, pero no que renuncien a sus intenciones esos ex militares que quieren fusilar a 26 millones, y otros criminales mucho más peligrosos, de los que se ocultan entre nosotros.
Esa condecoración, Gonzo, es una manera de gobernar que sustituye la amenaza de muerte de las dictaduras por un chantaje de la peor especie contra el adversario político, practicado desde las instituciones.
Gonzo, voy terminando.
Solo los periodistas que sois buenos profesionales y valientes, en uso de la libertad de prensa, tenéis la posibilidad de impedir que un fascismo de nuevo cuño, compatible con urnas corrompidas por la financiación ilegal y abusadas desde el poder, consiga triunfar e implantarse sin que lo parezca.
Para evitar este peligro, y hasta que Díaz Ayuso pida perdón, el periodismo debe mantener vivo el aviso de grave peligro.
Para ello, tiene que preguntar, cada hora de cada día, lo que opinan sobre lo del “fascismo y hacer las cosas bien” de Ayuso a todos los políticos, sean del partido que sean, y a todos los opinadores, sea cual sea su “sensibilidad” más acentuada. E incluirlo en los debates.
Díaz Ayuso, la ganadora, lo dijo en la campaña electoral y, aunque queramos olvidarnos, quedará para siempre grabado en alguno de esos lugares ocultos de nosotros mismos que no controlamos, pero que a los fascistas asesinos les servirán para que no sepamos descubrir el momento ni la manera en que están regresando para dominarnos.