Y de repente llegó el silencio. Después de meses calientes, con operaciones políticas y económicas cruzadas, polémicas sin fin, manipulaciones mediáticas a granel y actos para todos los gustos y disgustos, los cinco candidatos presidenciales argentinos cerraron sus campañas para las elecciones del domingo. El viernes llegó el período de veda, de silencio hospital, de reflexión, de angustia, durante el cual está prohibido todo proselitismo.
Estas elecciones son presentadas como las más trascendentales de la historia reciente, donde, según algunas narrativas, está en juego la democracia, la república y hasta la existencia misma de la Nación.
Este discurso tiene un objetivo preciso y es que el ciudadano no se resigne a no elegir de acuerdo a sus convicciones, sino para evitar una supuesta catástrofe, para esquivar el abismo. La ética de la responsabilidad es maniqueamente transformada en la ética de la resignación.
Un total de 35,8 millones de argentinos están convocados a las urnas el domingo 22 para elegir presidente y vicepresidente, además de renovar en parte la composición de las dos cámaras del Congreso.
El escenario es de tercios entre la oficialista Unión por la Patria, la coalición neoliberal Juntos por el Cambio y la ultraderechista La Libertad Avanza. La principal apuesta es a no quedar afuera del balotaje. aunque uno de los tres no participará en la segunda vuelta.
Las más recientes encuestas de intención de voto vaticinan que habrá una segunda vuelta electoral en noviembre para definir en esa instancia quién gobernará el país desde el 10 de diciembre y por un mandato de cuatro años.
De los ocho sondeos hechos en lo que va de octubre, siete proyectan que el candidato libertario Javier Milei será el más votado, seguido por el ministro de Economía, Sergio Massa y por Patricia Bullrich . Para imponerse en primera vuelta un candidato necesita obtener el 45 % de los votos, o bien el 40 % y diez puntos de ventaja sobre el segundo postulante más votado.
La tarea de Massa no es fácil, en un país con una inflación enorme, un hambre creciente, un gobierno fracasado del cual es ministro de Economía: es visto como correponsable de la crisis y con un discurso que no genera confianza y menos aún pasión.
Massa ha logrado encabezar varios de los últimos sondeos publicados antes de la veda del 14 de octubre. La mayoría siguen poniendo a Milei al frente, pero es destacable que Massa haya logrado colocarse allí. También lo es que Bullrich haya desaparecido de las duplas previstas por todas menos una de las encuestadoras en los últimos días.
Además de Milei, Massa y Bullrich, también participarán como candidatos presidenciales Juan Schiaretti (Hacemos por Nuestro País, peronismo disidente) y Myriam Bregman (Frente de Izquierda y los Trabajadores).
El psicoanalista Jorge Alemán, señala que en Milei hay muchos rasgos que estarían presentes en casi todas las ultraderechas como el odio a la representación política, o sea, la política como algo que ya no representa nada
Hay un deseo de comenzar todo nuevamente y, por lo tanto, destruir todo lo anterior, que era más bien propio de las revoluciones, pero ahora adoptarían la forma de lo que Antonio Gramsci llamó «una revolución pasiva», que sería tomar el instrumento revolucionario de un corte absoluto, pero en un sentido inverso, reaccionario, señaló.
Añade que la xenofobia hacia los inmigrantes, se trasladó en el discurso de los “libertarios” argentinos a una especie de xenofobia al interior mismo de la Nación, con respecto a formaciones políticas. El odio de la ultraderecha argentina es el kirchnerismo y eso sí va asumiendo distintos rasgos locales, pero también comparten esa idea de hacer del proyecto político una práctica pasional.
“Podemos sepultar al kirchnerismo”, proclama Javier Milei. Destruir el kirchnerismo es también la meta anunciada por Bullrich. De lo que se trató en todo el armado de estas campañas fue dejar fuera de la contienda a los dos veces presidenta y hoy vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, a través del lawfare e incluso de un intento de magnicidio.
El tiro no salió, pero el mensaje mafioso quedó en la retina de todos los argentinos: podemos matarte a tí, a tus hijos, a tus nietos, cuando queramos.
En el cierre de campaña, la candidata de Juntos por el Cambio logró convocar a todas las patas de la alianza neoliberal -el expresidente Mauricio Macri, el aún jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Horacio Rordíguez Larreta- para sacar músculo camino a una elección impredecible. La intención de unidad fue recuperar los votos que se perdieron a manos de Milei y Massa.
El pasado de Patricia Bullrich fue tema de campaña, y en varias entrevistas se vio en la necesidad de dar explicaciones sobre su actividad política previa al golpe de Estado de 1976. Milei la acusó, sin mencionar pruebas, de haber sido «una montonera tira bombas» que «ha puesto bombas en jardines de infantes», y la llamó «terrorista».
Pero no fue la única vez. Durante el último debate, Milei volvió sobre el tema con acusaciones similares. Sostiene que Bullrich formó parte de Montoneros, una agrupación político-militar peronista. Bullrich presentó una querella contra él por calumnias e injurias, en la que afirma que él hizo esas acusaciones “a sabiendas de la falsedad” para “obtener una ventaja electoral basada en mentiras”.
Se metieron hasta con el Papa
La propuesta de “cortar relaciones con el Vaticano” que formuló el economista Alberto Benegas Lynch durante el cierre de campaña de Javier Milei generó un amplio rechazo entre las autoridades de la Iglesia católica en la Argentina.El arzobispo de Buenos Aires -Jorge García Cueva-, llamó a los católicos a “no dejar el Evangelio en la puerta del cuarto oscuro”.
El arzobispo de La Plata, Gabriel Mestre, calificó las declaraciones del referente libertario de “lamentables, desacertadas” y advirtió que reflejan “una profunda actitud de intolerancia por parte de ese espacio político”. “Cuando alguno o algunos –de norte a sur, de derecha a izquierda– no tienen propuestas consistentes que hacer, se la agarran con los curas”, señaló el obispo de San Francisco, Sergio Buenanueva.
De los cinco candidatos que se presentan, se supone que deben quedar dos para dilucidar quien será el próximo presidente argentino, en la segunda vuelta del 19 de noviembre. Claro, si alguno no logra las diferencia necesaria para evitar el balotaje.
*Periodista y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
Fuente: https://estrategia.la/2023/10/20/argentina-hora-de-reflexion-ante-unas-elecciones-trascendentes/