Están vivas en ella como confianza, como coraje, como humor, como astucia, como denuedo, y actúan retroactivamente en la lejanía de los tiempos. W. Benjamin, Tesis sobre el concepto de historia No desmayemos. Nuestras voces serán escuchadas. La victoria será nuestra. José Revueltas, Prohibido prohibir la revolución1 Hace unos días los trabajadores del Sindicato Unidos […]
Están vivas en ella como confianza, como coraje,
como humor, como astucia, como denuedo, y actúan
retroactivamente en la lejanía de los tiempos.
W. Benjamin, Tesis sobre el concepto de historia
No desmayemos. Nuestras voces serán escuchadas.
La victoria será nuestra.
José Revueltas, Prohibido prohibir la revolución1
Hace unos días los trabajadores del Sindicato Unidos de Honda de México han sido reprimidos por el gobierno, por la patronal y por el sindicato coorporativo pues se han convertido en una ¨lata¨ para todos ellos. Con violencia excesiva tres miembros del Sindicato de Trabajadores Unidos de Honda de México (STUHM) y un compañero solidario, fueron detenidos, mientras volanteaban afuera de la planta de Honda; durante horas los mantuvieron incomunicados, fueron torturados física y psicológicamente. Estos trabajadores llevan años peleando la titularidad del sindicato en contra de la alternativa patronal buscando la democracia al interior de la fábrica. 2Se han ido a paro, los han golpeado, los persiguen. Estos trabajadores requieren de toda nuestra solidaridad. A propósito de esta lucha retomamos una idea sobre la insurgencia obrera en México en los apasionantes años 70.
Entre las décadas de los años 60 y 70 del siglo pasado México vivió un abierto periodo de rupturas y de grandes transformaciones políticas. Ante el autoritarismo del priato surgió una efervescencia sin precedentes en el país que estallaba en las escuelas, en las fábricas, en los barrios y en el campo. Huelgas, rebeliones estudiantiles, tomas de tierra, surgimiento de revistas y de mayor difusión de la teoría marxista mostraban el hartazgo y la búsqueda de liquidar el capitalismo mexicano. La juventud mexicana, como nunca antes en la historia del país estaba ávida de la revolución y de vencer, historias de decisión, de abnegación, de coraje, de sacrificio son parte de una tradición que debemos rescatar y homenajear en cada momento, en particular ahora, en este periodo de aplicación de las reformas más salvajes aprobadas por Enrique Peña Nieto con la vuelta del PRI al gobierno. Esta generación de jóvenes que nutrieron a las organizaciones de izquierda fueron combatidas por el gobierno con harta saña y odio dando como resultado uno de los episodios más obscuros de la historia del país, la llamada Guerra Sucia encabezada por la Dirección Federal de Seguridad y su Brigada Blanca encabezada por Nazar Haro, Francisco Barrios y el CISEN. La infiltración, el espionaje, la desaparición forzada, la lucha contrainsurgente fue una de las características de la llamada ¨transición a la democracia¨ impuesta por el PRI en 1976.3
En estos años una juventud radicalizada ávida de ideas revolucionarias, tras los sucesos de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco y la represión del 10 de junio, el llamado Jueves de Corpus, nutría las filas de organizaciones que se reclamaban revolucionarias. Así surgieron un sin número de organizaciones y grupos que por distintas vías y estrategias políticas buscaron luchar en contra del capitalismo mexicano y el régimen del PRI. Son los años de la guerrilla urbana (la Liga Comunista 23 de Septiembre o al Movimiento Armado Revolucionario por mencionar sólo a dos) o rural (como el caso del Partido de los Pobres de Lucio Cabañas o los llamados ¨Cívicos¨ de Genaro Vazquez)4 y de la emergencia de organizaciones de tipo socialista con ascendencia en algunos sectores obreros como el caso del Partido Revolucionario de los Trabajadores afiliado al Secretariado Unificado de la IV Internacional. 5Esta radicalización llevo incluso al rompimiento de amplios sectores de la militancia juvenil de izquierdas de la tradición comunista en México de tradición estalinista. Muchos de ellos, tanto de la guerrilla, como del PCM o el viejo PRT, al no vislumbrar el cambio de los tiempos se liquidaron en el PRD dejando «huérfana» a las generaciones que siguieron de una alternativa anticapitalista consecuente.
Son los años del surgimiento de la Tendencia Democrática del SUTERM, del movimiento ferrocarrilero y, para nosotros interesante para este texto, de la insurgencia obrera industrial. En ese periodo, sobre todo entre 1970 y 1976, el movimiento obrero industrial que se rebelaba en una verdadera insurgencia obrera que tuvo uno de sus principales lugares de acción el Distrito Federal y la periferia del Estado de México, Monterrey, Veracruz, Chihuahua y otros estados de la república. Los batallones del proletariado industrial servían como uno de los lugares centrales y neurálgicos del clima de politización de la época.
Era clara que esta ruptura había calado hondo incluso entre los intelectuales surgiendo una llamada inteligencia rebelde6 que debatía en sendas revistas de la época la estrategia de la izquierda en el movimiento revolucionario de conjunto. Punto crítico, Cuadernos Políticos en la que escribía Bolivar Echeverría o Coyoacán de Adolfo Gilly, son muestra de este clima intelectual. Sin duda alguna es la época en la que la teoría marxista había alcanzado su punto más avanzado de desarrollo en nuestro país en particular con la obra de José Revueltas poco entendido para su momento. Su tesis, harto polémica para la época, resultaba un gran insulto para la tradición estalinista pues en su Ensayo sobre un proletariado sin cabeza concluía que el proletariado mexicano requería de una nueva organización política revolucionaria con lo que el PCM se veía como una organización que teóricamente y políticamente había fracasado. El proletariado mexicano requería de una «desenajenación» para construir so cabeza. Revueltas enfatiza en ese ensayo: «en México se produce un fenómeno del que difícilmente puede darse un paralelo en ningún otro país del mundo contemporáneo. Este fenómeno consiste en que la conciencia de la clase obrera ha permanecido enajenada a ideologías extrañas a siu clase, y en particular a la ideología democrático burguesa. Su enajenación ha terminado por convertirse en histórica.»7 Su desenajeación comienza en conocer su historia y en la lucha cotidiana.
Esta época es sin dudarlo apasionante. Hasta en la poesía se vivía este ambiente de ruptura y radicalización, los llamados infrarrealistas se han convertido hoy en un gran culto literario debido a la canonización de la obra de Roberto Bolaño en sus muy leídos Detectives salvajes. Este grupo de poetas cuestionaron la tradición literaria de la época encabezada por Octavio Paz.
Hubo un fenómeno menos grandilocuente y menos enjuiciado como rebelde o revolucionario para la época. Es cierto que miles de jóvenes en el país decidieron tomar las armas y afiliarse a la estrategia guerrillera como una forma de canalizar, en una estrategia que consideramos equivocada, su avidez y radicalización política. Eso es un fenómeno incuestionable. Miles de jóvenes unieron su vida al destino trágico de la guerrilla urbana y rural sin embargo, en nuestro país también miles de esos jóvenes decidieron unir su vida a los barrios obreros, al trabajo de organización sindical en los grandes batallones proletarios del centro del país en un trabajo político más gris, más cotidiano y de réditos políticos más tardíos: politizar y solidarizarse con la lucha proletaria del país que en ese momento estaba en un verdadero auge. Aunque derrotada, esta generación, nos aporta algo muy valioso para nuestra época.
El trabajo en el movimiento obrero industrial antes y ahora no es, ni será fácil, al contrario, es todo un reto apasionante en el que los marxistas debemos adquirir aun más experiencia. Sin desmoralización ni impaciencia. Tal vez ese fue el error más grande de los viejos tiempos. Como bien lo señala Nuria Fernandez: «El gran aporte de 68 fue sintetizar y masificar las experiencias. Miles de militantes, cuadros políticos en ciernes, se desplegaron por el país y la sociedad, hicieron crecer y nacer partidos, grupos y grupúsculos, impulsaron frentes de masas, sindicatos independientes, tomas de tierras. Junto a ellos participaban militantes con otros orígenes, con más años de experiencia, pero eran los menos.»8 A pesar de ser los «menos» esta generación aportó en un sentido una enseñanza. Por la negativa se dieron cuenta que el movimiento estudiantil por si sólo carece de una alternativa revolucionaria y de ahí la necesidad de profundizar la lección de unidad obrera estudiantil que se veía como tendencia en Francia de 1968.
Muchos de ellos no dejaron huellas de su intento con lo que se hace dificil escribir un breve historia de los intentos, triste para nosotros de una nueva época. Tal vez Luis K. Fong, años después de esta insurgencia, nos contara mucho de esta experiencia, y uno que otro más intentó escribirla de algún modo. La cuestión estaba, en esta época, en como el marxismo debía fusionarse con la clase trabajadora y agradecemos su relato, con todo y peripecias; «Después de mucho pensarlo, nos dijo que la mejor manera de que nuestro Alacrane (publicación escrita por militantes del PRT en Cd. Juárez) era estar ahí a la brava. Que fuéramos y repartiéramos 200 en la mera puerta de la fábrica, así tejiendo una red» 9
Hay por lo menos tres o cuatro textos literarios que dan cuenta de un fenómeno social de alta envergadura en el país de la época. Doña Eustolia blandió su cuchillo cebollero y El regreso de la verdadera araña de Paco Ignacio Taibo II, El Alacrane de Luis K. Fong, San Ecatepec de los obreros de Jorge Berlarmino Fernandez y Xalostoc de Perez Arce tienen una temática que cruza una preocupación que podríamos decir «leninista» sin darse cuenta, una preocupación que ha conmovido a miles de jóvenes que frustrados por la incapacidad de ser un agente social revolucionario buscaron fusionar el pensamiento marxista con el proletariado en las fábricas a como diera lugar. En estas novelas se problematiza el cómo la militancia juvenil de izquierda marxista quiso fusionarse con la clase obrera industrial del país y de influir al movimiento obrero. Estas novelas o textos evocan por medio de la literatura la intervención de la militancia de izquierdas en las huelgas, paros, cierres, enfrentamientos entre sindicalistas y la patronal, con humor y hasta con cierto patetismo… pues fueron derrotados. Esa literatura nos da cuenta de un fenómeno social de la época que hay que recrear para estos nuevos tiempos: la necesidad de que el marxismo regrese a las fábricas, al proletariado industrial y de las importantes lucha que hubo en la época.
En 1970 un grupo de estudiantes decidieron fundar una Cooperativa de Cine Marginal que, al inicio de sus días, tenía como objetivo proyectar cine y realizar sus propias grabaciones. La tormenta de la insurgencia obrera los llevó a la militancia sindical en una zona importante del proletariado industrial en el D.F y el Estado de México. Según uno de los fundadores: » Durante esta nueva etapa, que va de diciembre del 71 a marzo del 72, la cooperativa realiza más de diez comunicados y termina dos largometrajes, realiza un promedio mínimo de 14 proyecciones debate por semana en el D.F. y en el int- erior del país, y tiene alrededor de treinta trabajos en proceso de edición. Después de esta etapa, la Cooperativa se encuentra con que diariamente hay un conflicto social o político que filmar en el país: se filman algunos pero no es posible filmarlos todos.»10
Sin embargo, al final de los años la dinámica de los acontecimientos los llevó al apoyo de la lucha de los trabajadores en contra del coorporativismo del PRI. Según Jorge Belarmino, personaje que después sería ficcionalizado en un cuento de Taibo II en su Regreso de la verdadera araña, este grupo participó de la organización y lucha de trabajadores de la «Ideal Standard, Laminadora Kreimerman, Gas Metropolitano, Trailmobile, Visa, General Electric, Alumex, Vidriera, Spicer, Kelvinator, y en los numerosos que no se veían desde la calle y eran también muy intensos. A finales de 1971, en el momento en que en el municipio en la Kreimerman, con una nueva razón social, se reiniciaba el intento de crear un sindicato independiente, y la imitaban Talleres Ochoa, Vaciados Industriales, Gas Metropolitano y Trailmobile de México, la República vivía un renacimiento de las luchas de los trabajadores y las trabajadoras.» 11 Taibo II describió al personaje así: «Berlamino danzaba de una huelga en Trailmobile, en los choques de la fábrica de mangueras, en las reuniones con los tanqueros, en el interminable debate sobre si la organización debía construirse más allá de las fábricas y sus derrotas» 12
Esta Insurgencia Obrera llegó a congregar en 5 acciones nacionales a por lo menos 50 mil trabajadores industriales. Según las notas de este autor, 16 mil fueron convocadas en Puebla, mil en Tampico, 10 mil en León, tres mil en Veracruz y a ellas se sumaron locales o regionales del STERM de Galván, la toma de unas 17 secciones de su sindicato por el Movimiento Sindical Ferrocarrilero de Vallejo, y en algunas ciudades la formación de frentes en los cuales la Insurgencia participaba. Una de las huelgas más importantes de la época fue la encabezada por los más de 600 trabajadores del Spicer que en 1975 sostuvieron una huelga de más 120 días que tuvo de «todo» como lucha salvaje de la época. Imaginen que para algunos quienes relatan el acontecimiento en la fábrica hubo un «poder obrero» entre el 11 y 15 de agosto. Ubicada en San Juan Ixhatepec, en La Presa, estado de México, la fábrica Spicer se instaló en enero de 1953 bajo el nombre de «Amarillo, S. A.» En 1959 se llama «Perfect Circle» y en 1967 cambia su razón social a «Spicer, S. A.» Desde un principio se dedicó a fabricar e importar accesorios y partes para vehículos, especialmente ejes de automóviles y camiones, que son su producción fundamental. Su pelea surge por el aumento de la producción por parte de la empresa.
Según un texto de la revista Cuadernos políticos » La semana del 11 al 15 de agosto es llamada por los panegiristas del movimiento la «semana del poder obrero» (sic) porque en ella los trabajadores retrasaban la producción con tortuguismo y realizaban constantes actos de protesta (marchas dentro de la planta, mítines, asambleas). El ambiente era tenso. Fuera de la fábrica, piquetes de la policía del estado de México custodiaban las entradas y salidas. Adentro, los enfrentamientos entre trabajadores de ambos sindicatos pasaban de la violencia verbal a la física. El descontento espontáneo se manifestaba en desordenadas formas de protesta. Cuando los trabajadores recordaban que algunos de sus compañeros seguían despedidos, por ejemplo, comenzaban a gritar «¡reinstalación-reinstalación!» y detenían el trabajo por varios minutos. Algunos supervisores, que no pueden controlar esa situación, renuncian a sus cargos. La producción disminuye, según los obreros, al 10%.»13 Esta lucha terminó en una solución desfavorable a los trabajadores. Lo que es una realidad es que la citada huelga concitó la solidaridad de clase de otros gremios para evitar el esquirolaje: varias secciones sindicales se negaron a suministrar esquiroles para sustituir a los compañeros de Spicer. Entre ellas están las secciones de las plantas de Aceros Ecatepec, Altos Hornos-San Martín y Altos Hornos-Lechería solidarios con la lucha de Spicer. Si bien no existía un poder obrero si existió un abierto cuestionamiento al poder de la patronal en la empresa. Según Paco Taibo II en la semana de más agitación dentro de la fábrica: «El viernes rematarnos la semana del poder obrero con una presión tremenda al tomar la oficina de nóminas Lo hicimos por que en nuestros sobres de raya venía descontada la cuota sindical para ser entregada al Minero, y porque además había un descuento por una defunción fantasma como antes acos- tumbraban los charros. Los tres pinches pesos no nos importaban, lo que nos importaba era que si se nos descontaban se le dieran a nuestro Sindicato y no a los charros. El mitin volvió locos a los de nóminas, pero la empresa resistió. Firmamos sobres bajo protesta, muchos ni los firmamos de recibido. Quizá lo más importante es que obligamos a la empresa a que le pagara a Lucas su semana. Todos los días que lo habíamos metido a huevo se los pagaron. Ahí si doblaron las manitas.»14
Lo que es un hecho a vislumbrar es la falta de un trabajo serio de esta insurgencia obrera pues el de Spicer no fue un movimiento aislado. Podemos ubicarlo dentro de la compleja historia de la insurgencia obrera mexicana que hay que estudiar. Volviendo a esta época a diferencia de la lucha de Spicer los trabajadores de Honda pueden ganar y requieren de toda nuestra solidaridad. De toda ella. Exigimos que no se les persiga y llenaremos de solidaridad esta maravillosa lucha.
Notas:
1 Revueltas, José, México 68 juventud y revolución, ERA, México, 2010, p. 37.
2 http://movimientotrabajadoressocialistas.wordpress.com/2014/02/07/repudiamos-la-represion-a-los-trabajadores-de-honda/
3 Para los métodos del CISEN, la Brigada Blanca y un perfil del perverso Nazar Haro ver el trabajo de Sergio Aguayo, La charola, una historia de los servicios de inteligencia en México, Grijalbo, México, 2001.
4 Para la historia de la guerrilla en México vease, Castellanos, Laura, México armado, ERA, México. 2010.
5 El PRT preciaba de conducir una franja al interior del Sindicato Mexicano de Electricistas en esos años. Trabajo que perdió por su adaptación a la democracia burguesa de la época y por su posterior fraccionamiento y liquidación luego del ascenso del PRD.
6 Iliades, Carlos, La inteligencia rebelde, Océano, México, 2012.
7 Revueltas, José, Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, ERA, México. p. 75.
8 Fernandez, Nuria, Cuadernos Políticos,
9 K. Fong, Luis, Alacrane, Aura Editories, México, 1997.
10 https://www.pitzer.edu/academics/faculty/lerner/wide_angle/21_3/213mendez_s.htm
11 Belarmino, Jorge, San Ecatepec de los obreros, Brigada para leer en libertad, México. 2008.
12 Taibo II, Paco Ignacio, El regreso de la verdadera araña, JM Serie el Volador, México, 1988. p. 33.
13 La huelga de Spicer, Cuadernos Políticos No. 8. ERA, México, Abril Junio. 1976. p. 79.
14 Taibo II, Paco Ignacio, El poder obrero, en Historias de vida y lucha sindical, Fundación Friedrich Ebert, México, 2009. p. 22.
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