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Importante triunfo de la derecha en Argentina y resurgimiento de la ultraderecha

Fuentes: Rebelión / CLAE

La importante ventaja que obtuvo este domingo la coalición opositora de derecha Juntos por el Cambio sobre el oficialista Frente de Todos significó un voto castigo y dejó un mensaje muy claro para el titubeante gobierno de Alberto Fernández, que lo obligará a abandonar el camino de la conciliación con los poderes económicos nacionales, trasnacionales y multilaterales, y trabajar sobre la agenda económica y social para superar la crisis.

Las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) realizadas el domingo último en Argentina fueron comicios internos y no una competencia entre bloques, pero el mensaje del electorado fue claro.

“Algo no habremos hecho bien para que la gente no nos acompañe como esperábamos”, dijo el presidente Alberto Fernández, quien pidió que lo acompañen en las elecciones legislativas de noviembre porque “estamos enfrente a dos modelos de país: un modelo que a todos incluye y un modelo que a millones deja a un costado”, mientras desde todos los sectores de la coalición oficialista se pedían cambios de gabinete de manera urgente, con gente con capacidad de gestión, que mire a los argentinos y no al FMI.

En las primeras elecciones realizadas en Argentina a nivel nacional en el marco de la pandemia de covid-19 la votación fue bastante alta, ya que más de 68% de los habilitados concurrieron a ejercer su derecho al sufragio, cifra cercana al promedio de las PASO legislativas (en 2017 fue del 72 por ciento), teniendo en cuenta que el contexto de Covid presuponía un menor nivel de participación.

El oficialismo perdió en estas primarias en 18 distritos. Además de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, perdió en Chaco, Corrientes, Córdoba, Entre Ríos, Jujuy, La Pampa, Mendoza, Misiones, Neuquén, Salta, Santa Fe, el importante bastión de la provincia de Buenos Aires, y las provincias patagónicas, incluida Santa Cruz, del expresidente Néstor Kirchner.

En cambio retuvo Catamarca, Formosa, La Rioja, San Juan y Tucumán, y contabilizó positivamente los resultados de Santiago del Estero y San Luis, donde ganaron fuerzas aliadas.

Estas PASO también posicionaron una expresión radicalizada de la derecha argentina, en la capital, los “libertarios”, sin una expresión partidaria única, y con el establishment sin reacción a  las peroratas televisivas del candidato de La Libertad Avanza. El electorado capitalino es históricamente conservador, pero los candidatos ultraderechistas lograron uno de cada cuatro votos,  número preocupante para el mantenimiento de las reglas de juego democráticas.

Sin dudas, el oficialismo optó por seguir los dictados de los asesores de imagen de sus candidatos (muchos de ellos desconocidos para la mayoría de los votantes) y subestimó la complejidad del problema económico y su impacto sobre una delicadísima situación social en que vive el país.

Para enfrentar la pandemia, el gobierno buscó alternativas que pusieran dinero en el bolsillo de la gente de menores recursos, pero que fueron insuficientes, sobre todo en la base electoral del propio peronismo. La implementación de programas limitados se combinó con una dilatada recuperación económica e ingresos que siguen por debajo de la inflación. El aumento de precios superará el 50% en 2021, mientras el poder adquisitivo no para de caer desde…¡2016! (con excepción de 2017). 

Durante los dos años de gestión, el equipo económico buscó trabajar sobre un ordenamiento de la macroeconomía, sobre los dictados del Fondo Monetario Internacional (FMI), marcada por la restricción externa, que tensiona sobre el valor del dólar y pone límites al propio crecimiento económico, descuidando la cuestión interna, en severa crisis desde hace ya muchos años. El país tiene un desempleo de dos dígitos y la pobreza alcanza al 45% de la población del llamado “granero del mundo”.  

Los resultados de las PASO para la renovación legislativa colocaron a la alianza Juntos por el Cambio como la gran triunfadora, al imponerse holgadamente, en la sumatoria de los candidatos que disputaban las internas de esa coalición, en distritos clave como Córdoba, Santa Fe, La Pampa, Entre Ríos, Ciudad de Buenos Aires e inclusive la Provincia de Buenos Aires, donde la diferencia a favor de los precandidatos del macrismo alcanzó casi el cinco por ciento.

La sorpresa de la jornada fue el triunfo de Juntos en la provincia de Buenos Aires, principal distrito electoral del país y un tradicional bastión peronista. Allí la coalición derechista obtuvo 38,3% de los apoyos, contra 33,5% del oficialismo, que en la mayor parte de los distritos fue con lista única, por lo que no hubo internas.

Dentro de Juntos, en territorio bonaerense el candidato más votado fue Diego Santilli, del macrismo, quien derrotó al radical Facundo Manes, médico neurólogo que en esta ocasión tuvo su primera incursión en la política, en un intento de renovar y potenciar a la Unión Cívica Radical en la interna del bloque de derecha.

En la ciudad de Buenos Aires el triunfo de Juntos fue aún más contundente. El bloque sacó 48,3% de los votos, y dentro de la interna la ganadora fue la exgobernadora de la provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal, mano derecha del actual jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta.

Vidal obtuvo casi 70% de los votos de los porteños, con lo que dejó muy atrás al liberal Ricardo López Murphy y al radical Adolfo Rubinstein. El segundo sector más votado en la capital fue el Frente de Todos, con 24,58%.

En tercer lugar se ubicó La Libertad Avanza, el sector liderado por el liberal ultraderechista Javier Milei, quien obtuvo 13,64% de los apoyos, con lo que superó sus propias expectativas, ya que desde su entorno se había dicho antes de las elecciones que esperaban sacar alrededor de 10% de los votos.

Al grito de “¡que tiemble la casta política!”, Javier Milei se dirigió a sus simpatizantes enfervorizados. El economista mediático de 50 años dijo además que esta buena votación era el primer paso “para volver a una Argentina potencia”.

Los primeros resultados dan cuenta de la irrupción de un nuevo eje discursivo de la derecha argentina, que va del “terraplanismo” ultraneoliberal de Milei  (13,65%) al decidido negacionismo del ex ministro radical López Murphy (11,32%), y cuya cosecha de votos es considerable, sobre todo en la Ciudad de Buenos Aires. Es decir que uno de cada cuatro porteños optó por candidatos que expresan posiciones que están a la derecha de Cambiemos.

La verdad, en noviembre

La palabra final la tendrán los electores en las generales del próximo 14 de noviembre, en las que se renovarán casi la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado. En las PASO, la derecha agrupada en Juntos por el Cambio obtuvo a nivel de todo el país casi 42% de los votos, contra 31% del Frente de Todos.

En Diputados se renuevan 127 bancas y en el Senado, 24. Más de la mitad de los cargos para la Cámara baja saldrán de cuatro distritos: Buenos Aires (35 diputados), Ciudad de Buenos Aires (13 diputados), Córdoba (9 diputados) y Santa Fe (9 diputados).

Del total de bancas en juego este año, 60 están en poder de Juntos por el Cambio y 51 ocupadas por representantes del Frente de Todos. La proporción se invierte en el Senado. En esa Cámara el Frente de Todos tiene que renovar 15 bancas contra 9 que arriesga Juntos por el Cambio.

Lo cierto es que la derrota electoral se transformará en una crisis política. Sin embargo, no es la primera vez que el peronismo pierde una elección de medio término en los últimos 15 años. Puede haber vida después de la derrota (así pasó en 2009 y 2017). Para eso, el gobierno deberá trabajar con mucha mayor claridad sobre la agenda económica y social, la única primordial con un país con los indicadores actuales.

Obviamente si el Frente de Todos no es el gobierno de la «producción y el trabajo», como prometió Alberto Fernández en la campaña de 2019, es lógico que la gente busque alternativas. El diario progobierno Página 12  recordó que el escritor portugués José Saramago solía decir: «la derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva».

Rubén Armendáriz. Periodista y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)