Detrás de los fuegos artificiales de la propaganda oficial, sigue latiendo la verdadera cara del modelo de acumulación de K.: segmentación de los trabajadores, bajos salarios y la inflación como mecanismo de aumento de ganancias. La lucha de índices, lucha de clases Miceli quiso festejar con pizza y champagne, mientras el mentirosillo INDEC marcaba un […]
Detrás de los fuegos artificiales de la propaganda oficial, sigue latiendo la verdadera cara del modelo de acumulación de K.: segmentación de los trabajadores, bajos salarios y la inflación como mecanismo de aumento de ganancias.
La lucha de índices, lucha de clases
Miceli quiso festejar con pizza y champagne, mientras el mentirosillo INDEC marcaba un triunfo espectacular del populismo en su combate mediático y quijotesco con la inflación: ¡un 0,4%! Un gran triunfo de la clase obrera argentina y la patria grande montonera… Ya se avizora la re-elección del 2007, sin perturbaciones ni grandes sobresaltos… El sueño de Morfeo del pequeño Kirchner y los pingüinos.
El Moloch peronista está aceitado como nunca: de más está decir que el combustible que alimenta esa máquina K es el gasto estatal, como siempre. Los gastos en personal de la administración pública durante enero último crecieron el 25,6% en un año, es decir: contratos, cargos, designaciones, creación de áreas fantasmas, prebendas políticas. Todo ello sin que se hubieran registrado importantes incrementos salariales; eso da cuenta de un aumento en la dotación de «agentes públicos», entre ellos nuestros queridos piqueteros oficialistas, con despacho y chofer. Del mismo modo, las transferencias a las provincias en el mismo período ascendieron un 25,9% con respecto a igual mes de 2005, un medio muy expeditivo de domesticar el voto opositor de las provincias en el Congreso. En este panorama es que el «muchachismo montonero» se entusiasmó con el índice del INDEC…
«Un movimiento obrero segmentado, cada vez más pobre en términos reales, que sigue soportando sobre sus espaldas el peso de la crisis burguesa, ya sea a través del descenso de su nivel de vida que se aproxima a un mínimo estrictamente físico, ya sea financiando los gastos fiscales de la fiesta del pequeño K «
Lo cierto es que las noticias no son tan gratas. Hay novedad en el frente: si bien es cierto que el índice general del INDEC señaló un escaso 0,4%, si se desagrega la composición, vemos que para los sectores populares el panorama sigue igual o peor: la canasta básica de alimentos aumentó un 1,1%, es decir: manteniendo la tendencia del 2005. Pero si desagregamos más la victoria «a lo Pirro» de Kirchner se disuelve en una ignominia a su control de precios peronista: los precios de los alimentos registraron en febrero un alza del 1%, superando el 0,9% de enero, mientras que la canasta básica (si, la que consumen los pobres que laburan) aumentó el 1,1% y de esta manera casi triplicó al incremento que registró el índice de precios al consumidor (IPC).
El circo mediático de K. dio resultados patéticos: un 40% del total de la canasta de precios al consumidor sigue siendo a precios «libres», en el sentido en que no están según acuerdos ni controles ni congelamientos ni administración. Esos siguen subiendo sistemáticamente el 1% por mes con el aval del gobierno, y son claves en el consumo popular. Otro 20% de la canasta del IPC es el bloque donde pegan de lleno los acuerdos de precios (alimentos, bebidas, perfumería, limpieza, útiles escolares): aquí la inflación ha promediado un 0,6% desde que rigen los acuerdos (febrero hasta fue un poquito más). Un 30% es un grupo de precios que, si bien no tiene acuerdos en el sentido estricto, está en monitoreo permanente y pueden tener subsidio o cuasi congelamiento (educación, salud, más transporte público y tarifas). En este segmento estratégico (por sus implicancias electorales), ha subido sólo un 0,3%. Es decir: salvo turismo, ropa (temporalidad) y los cigarrillos, seguimos perdiendo poder de compra en el «País en Serio».
Lo sorpresivo del informe del INDEC es que hubo subas importantes en alimentos que están dentro del acuerdo de precios, que supone que deben mantenerse sin cambios por un año. Por ejemplo, las galletitas dulces subieron 2,5%, los fideos secos 5,9%, las arvejas en lata 2,9%, la mayonesa 3,3% y el café 2,8%. Pero aparte tenemos otras mediciones más independientes y objetivas. Por ejemplo, entidad de Consumidores Libres realiza mensualmente la medición de 38 productos, en supermercados, comparando el último día de cada período. Así, la variación mide punta a punta el mes. «En febrero, el total de la canasta registró un alza del 2,75%», dijo el titular de la asociación, Héctor Polino. El dato marca un alza menor que la registrada por otra asociación de consumidores, Adelco, que había detectado un alza de la canasta del 4,05% entre el 19 de enero y el 27 de febrero. Entre los productos que más subieron, según Consumidores Libres, están la naranja de ombligo, con un 12,3%, la manzana (4,8%), la carne picada (4,6%), el pan común (3,4%), la polenta (2,6%), el durazno en lata (2,5%), el arroz (2,0%) y el asado (1,9%). Entre los que más bajaron se destacan el tomate perita (-7,5%), la papa negra (-7,0%) y el té en saquitos (-4,1%). es decir: la canasta básica de cualquier trabajador argentino. Febrero ha marcado otro descenso más en el nivel de vida de los trabajadores, en especial de aquellos precarios, en negro, los estatales y los jubilados. Ni hablar de las miserables limosnas con que el estado humilla a los trabajadores negados por el capital (desempleados).
¿Trabajadores segmentados, trabajadores divididos?
Néstor Kirchner mencionó en su discurso de apertura en el Congreso, como «un hecho inédito en los últimos cien años de historia económica de nuestro país» los 37 meses consecutivos de crecimiento ininterrumpido. Por esos misterios de la economía populista, un reciente dato del Indec le jugó una mala pasada: el que da cuenta de que el 10% más rico de la población tiene un ingreso 31 veces superior al 10% más pobre. Una estadística que también es récord absoluto en la historia argentina moderna, en los últimos cien años de historia social de nuestro país, y que ya no puede ser ignorada o subestimada como herencia del menemismo. El 43% de los empleados privados que están «en blanco» -casi 2,1 millón de asalariados privilegiados y en baja porcentual- ganó en 2005 en promedio menos de 800 pesos por mes de sueldo bruto. Son trabajadores pobres, un fenómeno típico del posfordismo. Si se descuentan los aportes a la Seguridad Social (jubilación y salud) esos trabajadores tuvieron un ingreso de bolsillo inferior a los 700 pesos, muy por debajo del costo de la canasta de pobreza (que ya está mal calculada). En 2005, esa canasta básica para un matrimonio con dos hijos fue en promedio de 741 pesos mensuales.
En la otra punta de la escala salarial, unos 700.000 trabajadores en blanco -14,5% del total- ganaron durante el año pasado, en promedio, más de 2.000 pesos mensuales. Con esos valores, ese tramo de los asalariados quedó alcanzado por el Impuesto a las Ganancias. Los empleadores están obligados a descontar del sueldo el Impuesto a las Ganancias a los trabajadores solteros sin hijos con un ingreso de bolsillo mensual de más de 1.693 pesos y más de 2.063 pesos los casados con dos hijos.
Todos estos datos surgen del Ministerio de Economía. Fueron divulgados ayer en base a las declaraciones de las empresas ante la Seguridad Social. En total, el año pasado, las empresas privadas declararon contar con 4.846.000 trabajadores, casi medio millón más que el promedio de 2004. Y la remuneración promedio pasó de 1.233 a 1.438 pesos, un 16,6% más, superando la inflación.
Si la comparación se efectúa contra 2001, cuando gobernaba De la Rúa (sí, el que dormía) cuando la remuneración promedio fue de 916 pesos, el alza nominal de los sueldos en blanco asciende al 56,9%, por debajo de la inflación del período que rondó el 70%. Como en economía política nada se pierde, todo se traslada, Kirchner significa un pasaje violento de riqueza del trabajo al capital.
«El 43% de los empleados privados que están «en blanco», son trabajadores pobres, un fenómeno típico del posfordismo. Febrero ha marcado otro descenso más en el nivel de vida de los trabajadores, en especial de aquellos precarios, en negro, los estatales y los jubilados. Ni hablar de las miserables limosnas con que el estado humilla a los trabajadores negados por el capital (desempleados) «
Por actividad, se destacan el sector agropecuario y la construcción -dos rubros con fuerte crecimiento y alta rentabilidad- con la mayor proporción de trabajadores con sueldos bajos.
En el sector rural el 70% de los trabajadores ganó en 2005 menos de 800 pesos de sueldo bruto y en la construcción el 61%. Otro dato es que en el sector agropecuario apenas figuran 8.000 trabajadores con sueldos superiores a los 2.000 pesos y sólo 23.000 en la construcción. ¿Será el crecimiento de la construcción y el papel de «motor» del agro en la mejora de las economías regionales de las que habló Kirchner en su discurso inaugural? Este «motor» es el de la superexplotación y el trabajo precario. Esta es la Argentina «en negro», tolerada y legalizada por Kirchner, un submundo de trabajo con jornadas laborales extensas, precariedad, intermitencia y ninguna protección social ni jurídica.
También el sector de enseñanza, servicios sociales y salud privados, que comprende a más de 600.000 empleados, más de la mitad -56%- gana menos de 800 pesos de sueldo bruto. A ver si mira las estadísticas la ministra montonera Puiggrós, quien hace un par de días declaraba sin sonrojarse con cinismo setentista: «Que el sistema educativo funcione bien. Que los chicos puedan ir a la escuela a aprender y que los docentes se sientan bien con lo que hacen. Que ya no se hable de si la educación funciona o no. Que se hable de las innovaciones que produjimos»…
De los 704.000 trabajadores que ganan más de 2.000 pesos, 395.000 trabajan en empresas de servicios y el resto en fabricantes de bienes. Y dos de cada tres de esos trabajadores de mejores sueldos se desempeña en la Capital o la provincia de Buenos Aires. En Corrientes, Chaco, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, Mendoza, Misiones y Salta más de la mitad de los trabajadores privados ganó el año pasado menos de 800 pesos de sueldo bruto.
Tal el panorama del mercado laboral argentino. Un movimiento obrero segmentado, cada vez más pobre en términos reales, que sigue soportando sobre sus espaldas el peso de la crisis burguesa, ya sea a través del descenso de su nivel de vida que se aproxima a un mínimo estrictamente físico, del deterioro de su salario relativo, de la miserables condiciones de trabajo en negro y precario, ya sea financiando los gastos fiscales de la fiesta del pequeño K.,… etc. Como epitafio bien vale una autoprofecía del propio presidente en su discurso autoelogioso en el Congreso: «como consecuencia de las irresponsables políticas nos quedó un país empobrecido y notoriamente injusto». Nunca mejor dicho…