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Ingenio Ledesma, la pujante burguesía nacional

Fuentes: Al Dorso

«Donde se cuenta de cómo el viento de arriba disfraza fantasmas de enemigos, disuelve de un plumazo la lucha de clases, y le coloca guirnaldas y bonete al mejor traidor». Link de audio para escuchar: http://www.4shared.com/audio/sj-9pDWo/Editorial_-_Al_Dorso_-_31-07-1.html Carlos Pedro Blaquier, dueño de la empresa azucarera Ledesma , es uno de los representantes de la pujante burguesía […]

«Donde se cuenta de cómo el viento de arriba disfraza fantasmas de enemigos, disuelve de un plumazo la lucha de clases, y le coloca guirnaldas y bonete al mejor traidor».

Link de audio para escuchar: http://www.4shared.com/audio/sj-9pDWo/Editorial_-_Al_Dorso_-_31-07-1.html

Carlos Pedro Blaquier, dueño de la empresa azucarera Ledesma , es uno de los representantes de la pujante burguesía nacional a la que apuesta el gobierno para enfrentar el campo hegemónico de su gran cuco (enemigo), la O-l-i-g-a-r-q-u-í-a t-e-r-r-a-t-e-n-i-e-n-t-e-, ¡bu!

En su encarnizada lucha popular por defender a la pujante burguesía argentina, el kirchnerismo construye hegemonía discursiva de «comunidad nacional», apuntalando a través de sus bufones la retórica doce paganista de la rastrera intelectualidad popular y liberal socialdemócrata.

Este domingo pudimos disfrutar de una emocionante realidad, la burguesía nacional se alista detrás del proyecto popular del Kirchnerismo. Carlos Pedro Blaquier, dueño del Ingenio Ledesma, ha manifestado sin ruborizarse que apoya este Gobierno debido a su férrea defensa de la industria nacional. Sin inmutarse, y en tono alegre y simpático, este empresario ha brindado su total apoyo a la gestión administrativa.

Empresario «exitoso», filósofo, historiador y escritor, Blaquier ha jurado fidelidad al proyecto de «liberación nacional». Abogado de título, burgués de oficio, hoy disfruta de sus 82 años en una humilde y popular mansión de 17.000 metros cuadrados en San Isidro. «Amante de la navegación», y poseedor de unos 7 modestos barcos tasados en 14 millones de dólares, Pedrito es todo un emblema de tenacidad, virtud y elocuencia de clase. Firme aliado al proyecto nacional del Kirchnerismo, ha sabido sortear las dificultades del mercado argentino logrando que su empresa facture 2.500 millones de pesos anuales. Eso sí, explotando 7.400 fuerzas de trabajo.

El dueño de Ledesma, ingenio ubicado en el pueblo de Gral. San Martín, Provincia de Jujuy, se confiesa «cristinista» porque «pocos gobiernos han defendido tanto a la industria nacional». No sólo ello, haciendo gala de su condición de filósofo, dispara ciertas entretenidas y heroicas frases de octogenario dichoso: «…el que a los 50 sigue siendo izquierdista es un boludo«, «en este país, a todo el que tiene guita lo ataca la zurda».

Carlitos, Pedrito, Blaquier, de oligarca terrateniente a próspero burgués nacional.

¿Y el buen gobierno?

El buen gobierno ha logrado que otros de los sujetos artífice de los mayores logros de nuestra pujante burguesía nacional se enrole en la lucha popular contra la poderosa y temible «O-l-i-g-a-r-q-u-í-a t-e-r-r-a-t-e-n-i-e-n-t-e». ¡Bu! 

Sin importar cuántas desapariciones se cargó el Ingenio Ledesma en el último golpe cívico-militar, ni las deudas privadas del grupo que fueran transferidas al Estado en los años 1981-1985, 2002, el buen gobierno sigue reorganizando sus fuerzas para la gran batalla hegemónica a disputar.

¿Oligarquía terrateniente, o contra hegemonía de la nada?

Como parte vital de la construcción del campo popular, las viejas teorías del viento de arriba imponen relaciones de equivalencias a partir de anclajes ficticios: «O-l-i-g-a-r-q-u-í-a t-e-r-r-a-t-e-n-i-e-n-t-e». ¡Bu! 

¡Autonomismo político!, reclaman a gritos afónicos los pregoneros de tormentas, y los pacientes vendedores de paraguas.

Lo político se independiza de lo económico. El particularismo le gana la batalla al socialismo. Todos somos distintos, sujetos diferentes, que ocupamos posiciones únicas, bellas, inigualables. Este particularismo de la retórica multiculturalista institucional, desvanece de un plumazo los conceptos de capitalismo e imperialismo, burguesía y proletariado. A no hacerse más problema, en definitiva «el tejido social es sólo una construcción discursiva». Nada ata a lo político.

Es la economía, ¡estúpido!

Y así el modo de producción se desvanece, y con él desaparecen los obreros, los trabajadores, la fuerza productiva. Y claro, su contraparte: los personeros del capital, sus custodios, la burguesía, el empresariado, EL ENEMIGO. ¡Bienvenidos a la in-ter-tex-tua-li-dad de los discursos emancipatorios, en la que la pluralidad de dependencia social imperialista se realiza!

El carácter multifacético que presentan las construcciones lingüísticas de lo social, que imponen los buenos gobiernos, han terminado de disolver los conceptos teóricos que dificultan rearmar nuestra praxis colectiva. Y se ha llegado a tal punto de estupidez intelectualoide, que los Blaquier, los Franco Macri, los Pérez Companc, los Bulgheroni, los Techint, los Massuh, han pasado a ser parte de nuestra «patria», de nuestra «razón populista», de nuestra pujante burguesía nacional, aliada incondicional en la lucha con nuestro peor y único enemigo:

O-l-i-g-a-r-q-u-í-a t-e-r-r-a-t-e-n-i-e-n-t-e-, ¡bu!

Es la burguesía, ¡estúpido!, es la burguesía.

(*) Al Dorso es un proyecto comunicacional radial dedicado al análisis y estudio de la deuda externa. Se emite todos los sábadosa las 13hs., por Fm La Tribu 88.7, Capital Federal, Argentina. El proyecto integra un equipo de jóvenes historiadores, sociólogos, locutores, comunicadores sociales y abogados.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.