El origen de la red de Internet tiene sus inicios en 1969, cuando cuatro universidades de los Estados Unidos y un conglomerado de instituciones entre las que se encontraba el Departamento de Defensa deciden poner en práctica un sistema de comunicación que interrelacionara todos sus ordenadores, formando lo que sería una red para el intercambio […]
El origen de la red de Internet tiene sus inicios en 1969, cuando cuatro universidades de los Estados Unidos y un conglomerado de instituciones entre las que se encontraba el Departamento de Defensa deciden poner en práctica un sistema de comunicación que interrelacionara todos sus ordenadores, formando lo que sería una red para el intercambio de información. Internet fue concebida por tanto para facilitar la conectividad entre las primeras computadoras del ámbito académico y por el interés inmediato en el campo militar, estratégico y de gobierno.
En 1983 el Pentágono convierte esta red en un espacio público y comienza a tomar la forma que actualmente tiene. Aparecen nuevos estándares de comunicación, nuevos protocolos de conexión, nuevos programas informáticos… y un número de usuarios que aumenta de forma vertiginosa de año en año. Desde entonces hasta ahora internet no ha dejado de crecer y tanto empresas, organizaciones sociales, instituciones públicas y particulares, entre otros, han ido dotando de contenidos la red. Aparecen y se generalizan servicios comerciales y de facturación de todo tipo. De hecho internet se convierte en el vehículo de la publicidad por excelencia.
Aunque en una primera etapa la red es un espacio desregulado por parte de los gobiernos y no cuenta con una administración centralizada, poco a poco esto comienza a cambiar y tanto los contenidos, la información, como el control se tornan más restrictivos, dificultando fundamentalmente un uso ‘no comercial’. De este modo la mercantilización de internet ha derivado básicamente hacia la triple función de anunciar, vender y vigilar.
Muchas páginas que eran de libre acceso se tornan en sitios de pago, proliferan las suscripciones y pierde peso el sector académico a favor de las empresas que van apareciendo en la red con el objetivo de usar esta herramienta para aumentar su cuota de mercado y sus beneficios. Los gobiernos por su parte comienzan a establecer legislaciones para controlar y limitar usos y contenidos en la red. Ello va minando la libertad inicial y las posibilidades de internet como herramienta para el cambio social.
La red, de la misma forma que es un frente más de propagación del consumo y dominación, en tanto que mayormente sirve y fue creada para satisfacer necesidades del sistema capitalista en sus distintos niveles, también es un frente más de lucha. Esto es algo que el sistema lo tiene perfectamente claro.
Al mismo tiempo, internet se ha convertido en víctima y partícipe de conflictos de intereses políticos. La guerra en Afganistán puso de moda los ataques cibernéticos a los sitios públicos, el bloqueo a páginas de cadenas de televisión, radio o noticias, el intento de desarticulación de redes sociales y otros muchos actos de sabotaje, principalmente contra disidentes a la globalización neoliberal.
Medios de propaganda y medios de comunicación
Las grandes empresas mediáticas también han puesto sus ojos y sus contenidos en internet. Grandes corporaciones que hace tiempo dejaron de ser medios de prensa y se convirtieron en vastos imperios comerciales donde se entrecruzan inversores, empresas anunciantes, financieras, tecnológicas, etc. Ellos son los dueños de la información que recibimos.
El hecho de que estas empresas basen sus beneficios no tanto en las ventas sino en los ingresos por publicidad propició que, al menos en un primer momento, ofrecieran sus noticias en internet de manera gratuita.
Sin embargo, y como se exponía anteriormente, muchas de ellas han ido abandonando este proceder y no sólo cobran por la publicidad soportada sino que además lo hacen también a los lectores. Otros, como fue el caso del portal de noticias que tenía la cadena CNN en español, han dejado de prestar sus servicios al no alcanzar el umbral de beneficios que probablemente se habían marcado.
En cualquier caso, la labor de los grandes medios se encuentra limitada fundamentalmente por dos condicionantes: los intereses de los dueños últimos de estas empresas (y por ende de los intereses estructurales del sistema capitalista) y las servidumbres hacia las empresas anunciantes. Devienen entonces en prisioneros de la maquinaria propagandística del modo de vida capitalista y de la publicidad comercial. Meros vehículos para la transmisión de la ideología dominante y herramientas de precisión para la ablación de las conciencias ciudadanas.
Citando a Noam Chomsky y a Edward S. Herman, «los medios de comunicación de masas actúan como sistema de transmisión de mensajes y símbolos para el ciudadano medio. Su función es la de divertir, entretener e informar, así como inculcar a los individuos los valores, creencias y códigos de comportamiento que le harán integrarse en las estructuras institucionales de la sociedad. En un mundo en el que la riqueza está concentrada y en el que existen grandes conflictos de intereses de clase, el cumplimiento de tal papel requiere una propaganda sistemática» (Los guardianes de la libertad).
Se percibe entonces que estos medios de propaganda se han ido apartando de su objetivo social, el acceso a la información como bien de uso público, y en lugar de relacionarse con los ciudadanos de forma activa, abierta y participativa, los han marginado hacia el campo del consumo. Y todo ello ocurre sin que exista interferencia alguna por parte de los poderes públicos y, lo que es peor, sin ningún control ciudadano. Como ha dicho Ignacio Ramonet, los medios hace tiempo que ya no son, ni pretenden ser, un cuarto poder en el sentido de tener como objetivo cívico vigilar el funcionamiento de los otros tres poderes para perfeccionar el sistema político.
La sociedad sin embargo no ha permanecido impasible, y ha comenzado a cuestionar la credibilidad de este modelo periodístico. La tendencia se está haciendo cada vez más perceptible, sobre todo en los últimos meses y se va generalizando, entre la ciudadanía global, la impresión de que las noticias que proporcionan estas empresas no son de fiar.
En abril del 2004 la Universidad de Columbia confirmó esta tesis. El informe académico «The state of the news media 2004», emitido por el Proyecto para la Excelencia del Periodismo, afirmaba a lo largo de 500 páginas que el periodismo estadounidense del siglo XXI se encuentra en un estado lamentable «del que solo parecen salvarse los medios alternativos, aquellos que operan en internet y las cabeceras en comunidades como la hispana». Dentro del mismo informe se citaba que la circulación de la prensa escrita había caído un 11% desde 1990 y el rating o sintonía de noticieros de TV abierta se había reducido en un 34% durante el mismo periodo. «La razón más importante, a la hora de explicar la decadencia de los medios, se encuentra más bien en la pérdida creciente de su credibilidad política». Otro dato a tener en cuenta es el porcentaje de los ciudadanos estadounidenses que valoran positivamente la profesionalidad de los medios de comunicación. Entre 1985 y 2002, este índice cayó del 72% al 49%.
Mas no es éste el único estudio que apunta en esa dirección. Según los datos del Pew Research Center, el organismo de mayor prestigio en investigación de medios en Estados Unidos, el porcentaje de ciudadanos que confía en la objetividad de los periodistas ha descendido del 62%, en 1987, al 38%, durante la campaña electoral norteamericana de noviembre del 2004.
Hoy, los contenidos de la ‘industria periodística’ apuestan por la frivolidad, el chismorreo y la superficialidad. Más bien impera la ‘calidad cero’, con una oferta desmedida de contravalores opuestos a la ética periodística más elemental -en detrimento de la verdad-, llegándose a ‘fabricar’ noticias que jamás existieron. Ejemplo paradigmático ha sido la intensa campaña de catequización para legitimar la masacre y posterior invasión en Iraq, amparándose en los informes que confirmaban la existencia de ingentes depósitos de armas de destrucción masiva en manos de Sadam Hussein.
Según teorías de la información muy aceptadas en la actualidad, los grandes medios de prensa realizan un proceso ‘deformativo’ de la realidad que consiste en descontextualizar un acontecimiento -apartarlo del contexto en el que se ha producido- para posteriormente recontextualizarlo en la forma ‘noticia’. Esta doble intervención es lo que se denomina la «construcción social de la realidad».
La tarea y el fin último de los medios comerciales, defensores del sistema económico dominante, es convertir la ‘noticia’ en una mercancía lista para ser vendida. Un artículo elaborado y manufacturado con el que operar sobre la conciencia de los lectores o televidentes y eje sobre el que construir corrientes de opinión que luego usarán tertulianos y especialistas de la comunicación. Estas afirmaciones, confeccionadas y vertidas por los grandes medios de propaganda, serán presentadas bajo el disfraz del término ‘opinión pública’. Es este un proceso vertical, en el que desde las altas esferas del poder económico y político se trata de imponer una forma y una concepción manipulada y venal de la realidad.
En el otro extremo se sitúa el proceso de la ‘información’, un mecanismo que se pone en marcha de modo cotidiano, y que sirve fundamentalmente para relacionar a las organizaciones populares y a los individuos entre sí. Es decir, a la sociedad consigo misma. En este caso, los denominados medios alternativos sirven de cauce para que ese intercambio comunicacional fluya de manera horizontal y por la base de la sociedad. Dicho de otra manera, la actividad informativa permite el diálogo entre las partes, genera una verdadera conciencia social y sirve para enfrentar y contrarrestar la avalancha diaria de ‘noticias’ que generan los centros de propaganda.
Estos crecen verticalmente, engullendo otros medios y monopolizando el mercado de la prensa. El resultado es un empobrecimiento y una homogeneización de las noticias, un discurso acrítico y la desconexión entre lo presentado y la realidad. Los medios alternativos, por el contrario, crecen horizontalmente, mediante la coordinación y la interrelación con proyectos similares. El resultado es el aumento de la pluralidad y la diversidad informativa, una cada vez mayor implicación de individuos y organizaciones sociales en el proceso de la comunicación y el enriquecimiento de una conciencia social crítica.
Los pueblos, por su parte, responden con sus propias estrategias y alternativas de comunicación. Creando medios comunitarios que logran recuperar la voz de las gentes, utilizados no para adocenar o fomentar la situación de injusticia establecida, sino para servir a los ciudadanos y reflejar sus propuestas y sus alternativas, sus problemas y las causas que los producen.
Es así como el movimiento ciudadano global trata de recuperar la democracia en los medios de comunicación, y en este camino internet está resultando una herramienta fundamental. Un sistema que ni es un espejismo tecnológico limitado a una elite, ni tampoco una panacea que pueda sustituir a una sociedad organizada ni a la comunicación humana y cercana que aportan los formatos tradicionales.
Hoy se habla de guerra de medios en internet, pero no es más que una parte de la guerra que se vive a nivel global. La polarización entre explotadores y explotados, entre criminales y resistentes es la misma que hay entre los grandes medios de propaganda por un lado y los medios alternativos y comunitarios por otro.
Pascual Serrano y José Daniel Fierro, de Rebelión, escriben: «La información es una guerra, una guerra entre modelos sociales. Entre apologetas de un mundo desigual, injusto, mandado por depravados y auténticos terroristas que imponen a sangre y fuego un modelo económico que condena a muerte a miles de personas en todo el mundo, y los que apostamos por estar al servicio de los grupos, movimientos, intelectuales y luchadores que todos los días se juegan la vida por defender otro modelo de mundo posible».
Por eso la tarea de los medios alternativos debe ser la de ir sustituyendo, poco a poco, a los grandes emporios mediáticos. Se trata de un combate desigual pero en el que se están dando grandes pasos. Los medios comunitarios han demostrado ser toda una alternativa consolidada frente a la desinformación del poder en crisis como el golpe de Estado en Venezuela en 2002, o el alzamiento popular en Bolivia que puso fin a la presidencia de Sánchez de Lozada.
Contrainformación o comunicación alternativa
De un modo aproximado contrainformación o comunicación alternativa, podría ser definida como el proceso que abarca desde el discurso hasta la organización del medio, pasando por las formas sociales en que este se utiliza. Lo ‘alternativo’ no se define tan sólo por la práctica o el desarrollo de determinado proyecto, sino fundamentalmente por su inserción en una perspectiva de enfrentamiento al sistema neoliberal. Esta perspectiva se traduce en un tipo de relación con los lectores, unos métodos de gestión, unas formas de financiación y sobre todo unos contenidos concretos. Lo alternativo se levanta «frente a otra concepción no sólo de la comunicación sino de las relaciones de poder, y de la transmisión de signos e imposición de códigos que esas relaciones permiten vehicular» (Cassigoli).
La actividad de los medios alternativos ha de ponerse a disposición del movimiento social, ofreciéndose como canal de comunicación entre los diferentes grupos y las personas individuales, y creando espacios de «libre expresión» donde quepan las denuncias de las injusticias, la difusión de información antagónica, la coordinación entre organizaciones de diferentes ciudades o barrios, el debate contra el actual sistema hegemónico, las propuestas para un mundo más justo…
Frente al viciado ambiente que generan los grandes medios de propaganda, lo alternativo no sólo aporta otra visión o una sosegada reflexión, además facilita otro tipo de relaciones entre los participantes del proceso de la comunicación, y da la oportunidad de la palabra para cuantos se sienten disidentes al sistema capitalista.
El reto es alcanzar una comunicación y un diálogo horizontal y democrático entre individuos y organizaciones sociales, acercando el derecho a la información a una ciudadanía a la que se le oculta sistemáticamente la verdad. Este derecho no se reduce a permitir a las personas saber lo que deberían pensar o hacer, sino que otorga sentido a sus vidas y forma a sus aspiraciones cuando les facilita la toma de control sobre sus aspiraciones y la posibilidad de ejercerlo con ‘poder’. Es este por tanto, un aspecto fundamental de la comunicación si se quiere adoptar ésta como motor para el cambio social.
Y de aquí se deriva un aspecto importante dentro del campo de la información alternativa, y es el que hace referencia a los contenidos de la agenda informativa. Hablando en términos generales, es necesario que los medios de contrainformación se hagan eco de las noticias de los grandes medios, para aportar argumentos, desenmascarar falsedades o reconducir el proceso de un debate que el poder ha impuesto. Sin embargo, una agenda ‘alternativa’ no se debe limitarse a encadenar estos temas, la contrainformación debe basarse en un discurso propio que no sea únicamente el reverso de las noticias generadas por el poder. Algo que desde luego no es nada sencillo.
En este terreno los medios alternativos presentan una de sus mayores carencias: la poca capacidad para generar información propia, o como dicen Vinelli y Esperón, «construir otro modelo de noticiabilidad en el marco de una perspectiva instrumental». Y aunque existe un enorme potencial, hasta el momento esta posibilidad aún no se ha desarrollado lo necesario. Hago referencia a lo que en la Red de Centros de Medios Independientes (Indymedia) denominan «que cada uno sea un corresponsal» de lo que ve. Es decir, el conjunto de las organizaciones sociales y las personas a título individual han de saber que pueden convertirse en agentes informativos y que con su labor ayudan a nutrir los medios alternativos y acercan sus actividades y sus propuestas a un número creciente de lectores. Suplir con este trabajo la desinformación y la subinformación del discurso oficial dominante ayuda en la toma de conciencia respecto a las luchas del movimiento social y sus contenidos.
Resultado de esta carencia es la falta de conocimiento en lo que podríamos denominar ‘técnicas periodísticas’: saber titular, errores en la redacción, manejo de la información sin excesivo rigor, etc. Los limitados medios técnicos y/o humanos no deberían servir de excusa a la hora de realizar una labor comunicativa que debe ser cumplida de forma veraz y responsable. Una tarea que se vuelve entonces necesaria es la de ‘socializar la producción’ informativa. Llevar a cabo un trabajo en cierto sentido ‘docente’ para ayudar a que los movimientos se apropien de las herramientas de trabajo y busquen sus propias formas de comunicarse. Hace falta gente que se dedique a enseñar, a dar talleres, a liberar energías creadoras en los demás.
Para contar con un caudal informativo propio e importante es necesaria una labor de coordinación y colaboración con el mayor número posible de participantes, además de un trabajo serio y constante. Junto a esto, la pluralidad y la equiparación de oportunidades a la hora de ser publicada una información hacen que los medios alternativos vayan ganando la credibilidad necesaria para que la gente los vea como un referente, tanto en el momento de informarse como a la hora de elegirlos, o incluso privilegiarlos, cuando se trata de hacerles llegar una información que necesita ser difundida. El camino por alcanzar el protagonismo de estos medios debe ser causa común entre todos los que colaboran en la elaboración de este modelo de comunicación.
En algunos círculos se habla de que la contrainformación, sobre todo en internet, debería dejar de depender en gran medida de las grandes firmas en beneficio del fortalecimiento de los escritores más jóvenes o de base, lo que al mismo tiempo favorecería una mayor participación y una mayor horizontalidad en la comunicación. Según esta línea de opinión, desde los medios alternativos se debería organizar la lucha mediática en función de lo que el movimiento social demanda, y no atendiendo exclusivamente al reclamo que conllevan los artículos de reconocidos intelectuales.
En realidad ambas colaboraciones deben tener su sitio en los medios alternativos. Tanto unos como otros, siempre que cuenten con buena capacidad analítica, pueden dar respuesta a las manipulaciones cotidianas del sistema y contribuir en la construcción de un discurso propio de lucha anticapitalista.
En cuanto a los periodistas que trabajan para los medios del poder, es evidente que tienen mínimas posibilidades para cambiar algo desde dentro de los mismos, pero sí pueden participar con su trabajo, conocimiento y acceso a la información en proyectos alternativos.
Medios alternativos digitales y movimiento social
Hay múltiples evidencias sobre el hecho de que los grupos virtuales de contrainformación están alterando los roles tradicionales en la organización de la izquierda, debido principalmente a que la tecnología también participa en el desarrollo de las redes sociales. La articulación de las resistencias, la definición de alternativas y la coordinación en las luchas son resultado de la colaboración y el intercambio de información entre los más diversos lugares del planeta, a partir de la conformación de redes de intercambio o de trabajo.
Como se declara en el sitio de ATTAC Francia, la página de la Asociación es «un centro de recursos y de informaciones, una herramienta de trabajo puesta a disposición de todas y todos [desarrollado con] el aporte y sugerencias de todos los usuarios» de manera que la información se traduzca en acción.
Esto conduce a la perspectiva de qué tipo de participación deben tener los medios alternativos en los procesos sociales. La agencia argentina de noticias RedAcción, ligada a una organización piquetera, opina que «las experiencias de comunicación alternativa deben apuntar a reforzar los procesos organizativos de los sujetos sociales involucrados en la transformación del orden establecido. Es decir, construir un proyecto alternativo de comunicación no es sólo mostrar cómo se organiza el pueblo, sino participar como militantes, aportando desde nuestra praxis para potenciar su organización. La dinámica de la lucha social suele ser contradictoria, con avances y retrocesos, y nuestro colectivo no se halla por fuera de esos movimientos.»
En la misma línea se expresa Sebastián Hacher, de Indymedia Argentina, cuando escribe: «Tenemos que partir de que los medios alternativos solo existen y se desarrollan cuando son necesarios socialmente (…). La suerte de los medios de comunicación alternativos, si estos no son una burocracia, está íntimamente ligada a la de la lucha de clases en general; nacer, morir y resucitar con nuestro pueblo, hacer latir nuestro corazón al ritmo de la realidad de los movimientos es la primer tarea».
Una dificultad recurrente que se les presenta a los medios alternativos digitales es el problema de hacer llegar su mensaje a un amplio sector de la población. Es cierto que la participación social directa en los propios medios de comunicación fortalece los mismos y los hace crecer. Pero no son los colectivos de contrainformación sino las propias organizaciones sociales las que en la mayoría de los casos no han logrado comunicarse con los miles de ciudadanos que están fortaleciendo su conciencia antisistema. Es decir, si aceptamos que estos medios forman parte indisociable de los movimientos populares, serían estos y no aquellos los que deberían romper el cerco comunicativo.
¿Qué ocurre entonces con la supuesta independencia de los medios de comunicación (en este caso alternativos)? ¿Son o deberían ser independientes? Tanto en el caso de los medios alternativos vinculados a organizaciones políticas o sociales, como los que no están adscritos a ninguna de ellas asumen un compromiso ideológico explícito que los hace dependientes de un proyecto de transformación social o instrumentos de ese cambio.
Esa responsabilidad asumida de informar sobre lo que ocurre en los momentos difíciles supone una de las principales tareas de los medios alternativos en el momento actual. «Cuando la información necesita venir desde lo más hondo, cuando hay que hablar sin pelos en la lengua, cuando lo que corren son balas, furia o amor de masas, es cuando los grandes medios de comunicación se vuelven impotentes para hacerlo, y es cuando los medios alternativos tenemos que demostrar todo nuestro potencial. La noticia, para nosotros, es el proceso, y allí es donde ‘pescamos’ los acontecimientos» (Sebastián Hacher).
Internet como espacio de lucha
La realidad tiene flujos y reflujos, y los medios alternativos se mueven inexorablemente al ritmo de esa marea. Pero la tecnología, por una vez, les ha brindado una magnífica oportunidad para actuar desde una base cada vez más amplia y afrontar las próximas crisis mejor preparados. La red de internet ofrece muy buenas posibilidades para los proyectos de contrainformación, pero no es la panacea.
Entre los aspectos positivos que ofrece este soporte se pueden señalar la disponibilidad de acceso casi instantáneo, la diversidad de fuentes de información (muchas de ellas alternativas) y la posibilidad de difusión a muy bajo coste. Por otra parte, el efecto multiplicador de internet es abrumador. Algo que se publica en papel o se emite en radio o televisión, difícilmente se vuelve a reproducir. En cambio en la red, lo que se edita se convierte no sólo en comunicación dirigida al receptor sino también en materia de agencia de prensa que se reproduce por otros medios.
Muchos textos del diario digital Rebelión terminan siendo reproducidos en decenas de lugares y medios. Una entrevista como la realizada por la periodista cubana Rosa Miriam Elizalde a José Saramago (un pronunciamiento que matizaba el artículo «Hasta aquí he llegado», en el que el Premio Nobel criticaba la decisión de la justicia cubana de condenar a muerte a dos secuestradores de un barco en abril del 2002) fue reproducida en más de cincuenta sitios de internet, de los cuales la mitad se editaban en papel. Del mismo modo, esos textos quedan archivados y fáciles de localizar gracias a la tecnología cada vez más perfeccionada de los distintos buscadores a diferencia del papel prensa que se convierte en material desechable 24 horas más tarde de su impresión.
Hace algo más de un año, uno de los buscadores más importantes de internet, Google, puso en marcha Google News en español, un editor de noticias que recoge lo publicado por unos setecientos medios de lengua castellana y que presenta jerarquizado según la hora o según determinados cálculos algorítmicos (número de acceso, número de referencias o enlaces, etc.) por los que sus ordenadores valoran la importancia de un texto. Cálculos que pueden ser discutidos en cuanto a su idoneidad pero que no están sometidos a los criterios manipuladores de los grandes medios de propaganda. Dos días después de haberse iniciado las movilizaciones en Bolivia que acabaron por derrocar al presidente Sánchez de Lozada, y mientras los medios españoles guardaban un sepulcral silencio informativo, Google News destacaba ese levantamiento popular como la noticia más importante y como medio elegido al periódico cubano Granma. La informática demostró más democracia en la selección de las noticias que los medios afines al poder.
Internet está resultando además un territorio virtual prolífico para los autores de izquierda. No hay más que buscar y hacer una comparación entre varias firmas de todo el arco político para comprobar que los intelectuales progresistas cuentan con un mayor número de artículos y una superioridad en cuanto a la cifra de lecturas o accesos a sus textos. La gran mayoría de los pensadores de izquierda están demostrando un apoyo incondicional a los medios alternativos. No sólo en sus trabajos se aprecia su ideario solidario y su implicación por un modelo social más justo. También con su actitud (permitiendo y facilitando la reproducción de sus textos en los medios de contrainformación) dan una lección de dignidad y de coherencia ideológica.
En cuanto a la competencia se puede decir que la red no tiene más fronteras que el idioma. Una página web en castellano compite con cualquier otra de la misma lengua en igualdad de condiciones, independientemente de los medios económicos con los cuente una u otra. Internet ha trastocado en este sentido el orden tradicional basado en divisiones regionales, superioridad financiera o de cualquier otro tipo. Para los medios alternativos esta ventaja inicial les permite codearse con los grandes medios, de hecho existe aún otro atributo que les ayuda aún más, mientras los medios comerciales inundan sus páginas de pago con una publicidad cada día más agresiva, los alternativos no cobran por la información que ofrecen al considerar ésta un bien de uso público. Estas facilidades y el uso creciente que el movimiento social está realizando del conjunto de los medios alternativos están consiguiendo poner cerco a la impunidad que caracteriza a las actuaciones del poder y el silencio cómplice de los grandes medios de propaganda ante situaciones de crisis.
Los medios de contrainformación, fundamentalmente en internet, cuentan con un número muy elevado de personas. Gentes de muchos países y distintas nacionalidades. Los activistas de la comunicación se organizan cada vez mejor y atacan al monopolio de la información corporativa ayudando a multiplicar la coordinación y el intercambio de experiencias entre las distintas y diversas organizaciones sociales anticapitalistas. Esta es la causa, y no otra, de la criminalización creciente a la que se tiene que enfrentar los medios alternativos en internet. Lo que Umberto Eco define como guerrilla semiológica (serie de intervenciones y actuaciones producidas, no desde el sitio de partida del mensaje, sino en el lugar al que llega, induciendo a los usuarios a discutirlo, a criticarlo y a no recibirlo pasivamente) son las formas que se generan para combatir la potencialidad de controlar «el mensaje» y «ejercer influencia sobre la opinión de los usuarios y hasta directamente moldear su conciencia». De esta forma se puede explicar la reacción de los españoles a la campaña de Aznar para inculpar a ETA tras los atentados del 11M y la respuesta del pueblo venezolano ante el golpe de estado que la oligarquía reaccionaria llevó a cabo en el país latinoamericano.
Pero a pesar de estas potencialidades, internet también cuenta con algunas desventajas. Por un lado, las condiciones económicas y tecnológicas necesarias para acceder a la red. Los lectores, o potenciales lectores, tienen que realizar un desembolso importante para contar con un ordenador, el costo que supone conectarse a internet y la carencia de infraestructuras de acceso en muchas zonas del planeta. Además, han de contar con ciertos conocimientos informáticos. Por otra parte, se hace cada vez más necesario estructurar y organizar toda la marea de contenidos que, contenidos en la red, pueden desbordar la capacidad de asimilación del ciudadano. Hay que convertir todo ese maremagno de datos en conocimiento.
Como ya se ha dicho anteriormente, los medios alternativos de comunicación deben mejorar su funcionamiento. No basta con ofrecer una orientación crítica y beligerante. Es necesario alcanzar y mantener la credibilidad y ser constantes en el trabajo, aportando un alto nivel intelectual en los contenidos. Cada día asistimos a casos de burdas mentiras que irresponsablemente se pueden llegar a difundir. Un error que no se debe de cometer para evitar caer en el descrédito en el que se encuentran los grandes medios. Estos por su interés por engañar y manipular, y los medios alternativos por la falta de rigor y seriedad. Las posibilidades de mejoras son numerosas, aunque algunas, hoy por hoy, probablemente no puedan ser abordadas por los medios comunitarios ante la falta de capacidad humana y técnica.
Para concluir conviene llamar la atención sobre la euforia proveniente de la eficacia comunicacional de internet. No faltan las voces que muestran su preocupación por lo que pueda suceder en cualquier momento y que de al traste con este esfuerzo militante. Legislaciones restrictivas, virus informáticos, instauración de precios altos que impidan el acceso mayoritario…
Probablemente no les falte razón. En cualquier caso conviene estar preparado para enfrentarse a cualquiera de estas eventualidades. Es necesario defender con todas las armas este espacio que, nacido de una causalidad, ha terminado siendo un arma muy valiosa contra el pensamiento único. Los intentos de control legal son ya una realidad, los cierres bajo cualquier pretexto también. Internet es un frente que hay que cubrir en la guerra de la comunicación.