Cuestiones de agendas Cuesta comprender a quienes no miramos la política a través del prisma de la inmediatez cómo algunas Organizaciones hacen que sus movimientos se atolondren en detrimento de otros que se postergan o directamente se abandonan. Nos cuesta comprenderlo y nos duele. Hace cerca de un año que los argentinos sabemos de las […]
Cuestiones de agendas
Cuesta comprender a quienes no miramos la política a través del prisma de la inmediatez cómo algunas Organizaciones hacen que sus movimientos se atolondren en detrimento de otros que se postergan o directamente se abandonan. Nos cuesta comprenderlo y nos duele.
Hace cerca de un año que los argentinos sabemos de las intenciones del Genocida Bush de venir a pavonerase a nuestra tierra en el marco de La Cumbre de las Américas. Así nació la Convocatoria No a Bush en la Argentina desde donde costosamente pudimos construir un par de manifestaciones multitudinarias que expresaron en parte el masivo y contundente sentimiento antiimperialista y antiyanki de los argentinos.
Lo que resta ahora es esperar a los primeros días de noviembre para concretar movilizaciones en las principales ciudades del país y en Mar del Plata que es la ciudad que, a expensas de una semi-militarización, recibirá a este bandido.
Lo que aparece como incongruente con las declaraciones de algunos prohombres de nuestra izquierda es la cuestión de tener que esperar a que pasen las elecciones de fines de octubre para recién entonces pensar en qué hacer frente a este insulto. Además de condicionar que el qué hacer previo no vaya a provocar la dilapidación del capital político de sus supuestos votantes. Por eso pese a las provocaciones del presidente, su mujer y su delfín, uno no puede decir que las calles de la Argentina están en pie de guerra contra la provocación que significa la visita de este degenerado. Incluso antes y después de la última marcha de este espacio (9 de septiembre de 2005) que se concretó en Buenos Aires y terminó con empellones contra los cordones policiales, un banco destruido y una pequeña pedrea, algunos candidatos se empeñaron en evitar, denunciar y negar cualquier incidente que empañara su estéril discursito electoralero y parlamentarista, que por otra parte mostrara un sentimiento que ellos no comprenden ni pueden manejar, que es el patriotismo.
La cuestión electoral los atraviesa en lo ideológico y en lo político y no somos pocos los que más de una vez hemos sentido el amargo sabor de la estafa cuando una lucha terminó travestida de acto electoral a expensas de estos señores.
Entre la queja y la acción
Todos sabemos quién es quién en la Argentina.
Es archiconocida la pose banal e histérica de los izquierdistas, tan acostumbrados a su izquierdismo, de reprochar en otros sus limitaciones y debilidades. De endilgarle a otros sus perezas.
Que quienes dicen tener genuinas intenciones de desarrollo de lucha insurreccional y de construcción de unidad de los que luchan no puedan avanzar en estas intenciones no será por culpa de los reformistas que los tienen cautivos de sus encantos sino de ellos mismos que no pueden desembarazarse de semejantes lastres.
Más que elegías y lamentos, nos corresponde a los patriotas asumir la construcción de una unidad combativa y sólida. Esta no puede construirse con celos ni pequeñeces y mucho menos con inconsecuencia.
Si anclamos nuestras agendas a las agendas de los electoraleros, si condicionamos la posibilidad de acuerdos a la salud de nuestras alianzas reivindicativas, entonces no estaremos construyendo la unidad sino simplemente pactando coyunturas fuera de toda concepción estratégica y táctica.
Nosotros seguimos reivindicando la política que se plasmó el 31 de agosto de 2004 y de 2005, seguimos apostando a encontrarnos con compañeros que sean capaces de comprender la necesidad imperiosa de la unidad y de ponerse a construirla genuinamente, despojados de todo cálculo de trascendencia mediática y mucho menos de pérdida de consenso electoral.
La Patria no se construye pidiendo permiso ni disculpas. Se construye con prepotencia militante, con fervor revolucionario, con contundencia y claridad respecto de la definición de nuestros enemigos y de nuestros amigos.
Ahí está Gurian, estudiante, condenado a 18 meses de prisión por emprenderla a golpes contra Francchiotti y su banda al rato de que éstos perpetraran la Masacre de Puente Pueyrredón. La primer condena que emana del régimen es contra el Pueblo.
Ahí quedó Gurian condenado y acompañado por unos cuantos carteles, cadenas de mails, sin movilización en la calle, sin dirigentes que lo acompañaran, sin escandalizar a nadie ni dar vuelta los tribunales como hubiera correspondido.
Habrá primado el cálculo de la inconveniencia, de no agitar anécdotas que nos muestran violentos, no sabemos…, pero lo cierto es que es una bofetada a todos los luchadores y hay responsables de que esta bofetada haya pasado desapercibida.
Los próximos pasos
Claramente del primero al último de los militantes enrolados en Quebracho estaremos azuzando las Resistencia, fogoneándola, preparando el escenario para una manifestación contundente del odio que sentimos los argentinos por los yankis y por Bush.
Los próximos días, mientras desde la pretendida izquierda estarán juntando votos y desde el izquierdismo estarán inmóviles agitando contra la izquierda que los inmoviliza, desde Quebracho estaremos desarrollando todas las acciones necesarias para que al Mundo le quede claro que en Argentina y a pesar de su izquierdas, Bush no es bienvenido.
Toda nuestra acción política hasta noviembre estará orientada a calificar las manifestaciones contra el Genocida. Dependerá de la sensatez que podamos construir marcos de acción que contengan a distintas expresiones populares, sino… no tendremos más remedio, como tantas otras veces, que emprenderla en soledad.
Quebracho es una herramienta política para la lucha, de ninguna manera es un fetiche organizativo para preservarse. Si se nos presentan batallas debemos librarlas no rehuirlas recurrentemente.
Ahí están los que saludan a un francés que harto de la explotación la emprendió con su tractor contra Mc Donalds, ahí los que festejan a los que en Europa demuelen todo lo que signifique «globalización», ahí los que admiran a los antiglobalizadores cuando enfrentan a las policías para manifestarse. Esos estarán recluidos, apagando cualquier atisbo de manifestación violenta, refugiados en el valor ajeno.
Estará bien que las distintas expresiones del mundo se junten a discutir la alternativa política a la globalización, que para nosotros no es otra que el socialismo. Estará bien, cierto, pero será insuficiente si no hay claras, masivas y contundentes manifestaciones de repudio a Bush y a todos los que le hacen la corte, como el gobierno argentino con su canciller (ex)montonero dispuesto a derribar cualquier pobre pájaro que surque el cielo marplatense sin autorización.