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Kirchner hace campaña contra los que luchan

Fuentes: Rebelión

Hasta ahora, el presidente Kirchner despotricaba contra el FMI, las privatizadas, decía defender los derechos humanos y se ensañaba contra la vieja política. Pero ahora resurgió otro Kirchner. El que salió a enfrentar violentamente a los que luchan, utilizando los grandes medios para impulsar una campaña mentirosa y sucia en su contra. Con el aval […]

Hasta ahora, el presidente Kirchner despotricaba contra el FMI, las privatizadas, decía defender los derechos humanos y se ensañaba contra la vieja política. Pero ahora resurgió otro Kirchner. El que salió a enfrentar violentamente a los que luchan, utilizando los grandes medios para impulsar una campaña mentirosa y sucia en su contra.

Con el aval del presidente, el Ministro de Salud, Ginés González García, llamó «terroristas» a las enfermeras del Garrahan. Una de ellas, en la asamblea de este lunes, dijo: «En 1975 pasó lo mismo. Yo trabajaba en el Hospital Ferroviario y el gobierno peronista de entonces, también nos tildó de terroristas. Así secuestraron a mi marido. Ahora me avergüenza que otro gobierno del mismo partido, que se dice democrático, haga lo mismo». También Kirchner le dijo «intransigentes» -cuando no reciben aumento desde hace 14 años- y «antidemocráticos», cuando deciden todo en asambleas donde cada uno puede opinar y votar.

A los desocupados que acamparon pacíficamente Plaza de Mayo, sin cortar calles, el gobierno le endilgó que son de «ultraizquierda y le hacen el juego a la derecha». Obviamente, de inmediato Macri, Patti y López Murphy le hicieron coro, saliendo a reclamar que los metan presos y le apliquen el Código Penal. Esa receta ya la vimos. Este gobierno es el que, desde la vuelta de la democracia, más presos políticos tiene, encontrándose hoy, por ejemplo, algunos presos de la Legislatura porteña en huelga de hambre exigiendo su legítima libertad.

Los piqueteros «hacen política», tal la acusación del gobierno. Pero perdón ¿Y el presidente y todo su gabinete qué hacen todos los días sino política al servicio de juntar votitos para octubre? Dos o tres actos de campaña por semana intentando aparecer en los medios hasta cuando plantan un arbolito.

Cristina Fernández de Kirchner, en Rosario, habló de «los que quieren crear cierto clima de violencia antes de las elecciones». El ministro Aníbal Fernández fue aún más lejos, al decir: «Los podemos detener incluso algunos días posteriores a las marchas». Parecería que están promoviendo la caza de brujas, que la policía allane sus casas y los detenga, como ya ocurrió en varias oportunidades. Kirchner hasta llegó a decir que los desocupados «buscarían algún muerto para victimizarse». Dichos que se producen a 38 meses de la masacre del Puente Pueyrredón, donde aún están impunes los autores políticos de los asesinatos de Kosteki y Santillán y la justicia acaba de decidir que no citará a Duhalde, Ruckauf y Atanasof, negándose de esta forma a ir contra la cadena de mandos que ordenó esos crímenes. ¿El presidente quiere decir que esos muertos fueron a propósito, para «hacer política»?

Los dichos del presidente empalmaron con los de otro «gran demócrata»: Raúl Alfonsín, quien apuntó contra los que «usan legítimas demandas para destruir los cimientos de la república democrática» y señaló que las marchas de desocupados «son una conspiración contra la democracia, una tiranía». Justo el hombre de la Obediencia Debida y el Punto Final.

El gobierno que ahora empieza a decir esto, es el mismo que cuenta a los beneficiarios de los planes jefes y jefas de hogar -que ganan $ 150- como ocupados para bajar los índices de la desocupación. Pero sólo los usa para falsear la estadística, no les ofrece trabajo genuino, ni siquiera una mísera recomposición de sus ingresos, que están congelados desde el 2002, mientras la canasta de alimentos aumentó desde entonces un 91%.

¡Señor presidente! Hasta sus falsas estadísticas dicen que hay casi 5 millones de personas con problemas de empleo, «mientras 100.000 personas reciben ingresos iguales a los de otras 20 millones y por cada peso que reciben los más pobres, les toca ocho mil a los más ricos». (Artemio López, Página /12, 20-8).

El gobierno les dice a los que reclaman salarios dignos que «no hay que tirar mucho de la soga». Que hacerlo es terrorismo. Y claro, para un plan económico diseñado para destinar cada vez más recursos a pagar la deuda externa, luchar por aumento es hacer terrorismo. ¿Y el terrorismo social de seguir sumergidos en el hambre y la pobreza, salarios y planes sociales miserables? Por eso los trabajadores del Garrahan son un mal ejemplo. Porque si logran los $ 1.800, tendrán que darle ese aumento a todos los estatales.

La campaña oficial ha hecho eco en muchos que creen que el mal de los males son los trabajadores, desocupados, enfermeros y maestros que pelean por su dignidad. Lo que ocurre es que los trabajadores son los únicos que hacen funcionar las fábricas, los colegios, los hospitales, los servicios públicos y toda la producción del país. Y si hay reclamos, seguramente algo se va a resentir. Pero no queda otra que hacerlo. Porque si no, los empresarios, banqueros, el FMI y los gobiernos de turno ya nos tendrían esclavizados trabajando por dos pesos y llevándose las riquezas y el dinero del país en beneficio de una ínfima minoría parasitaria, mucho más de lo que lo están haciendo ahora. Por eso no hay que dejarse engañar.

Las soluciones no aparecen. Sigue el hambre y la pobreza, la injusticia y la impunidad. Los indultos a los genocidas y las relaciones carnales que se expresarán con la bienvenida que le va a dar Kirchner al presidente Bush en la próxima Cumbre de las Américas.

Por todo esto, discúlpenos señor presidente: los terroristas, intransigentes, provocadores, antidemocráticos y funcionales a la derecha, no son los que luchan por su dignidad. Para encontrarlos, hay que apuntar para otro lado.

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