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Kraft plantó una bandera para toda la clase trabajadora

Fuentes: Rebelión

La gesta obrera de Kraft, en defensa de sus delegados y por la reincorporación de todos los despedidos, atraviesa momentos decisivos. La entrada de los delegados a la planta de Pacheco no sólo fue recibida con entusiasmo por los 2.600 trabajadores que soportan la presencia policial: las imágenes que mostraron por TV al delegado del […]

La gesta obrera de Kraft, en defensa de sus delegados y por la reincorporación de todos los despedidos, atraviesa momentos decisivos. La entrada de los delegados a la planta de Pacheco no sólo fue recibida con entusiasmo por los 2.600 trabajadores que soportan la presencia policial: las imágenes que mostraron por TV al delegado del turno noche, Javier «Poke» Hermosilla, despertaron una enorme simpatía en amplios sectores de la clase trabajadora que siguen con atención este histórico conflicto. Sin embargo, contra el impacto nacional de la acción obrera y la solidaridad popular y estudiantil conspiran la poderosa patronal yanqui, el Ministerio de Trabajo del gobierno y la dirección del sindicato comandado por Daer. Como mostramos en estas páginas hay en curso distintas maniobras con las que tratan de contrarrestar el golpe recibido por casi dos meses de lucha.

La batalla de Terrabusi ya ha plantado una bandera para todo el movimiento obrero. El ataque de la multinacional yanqui no casualmente es tomado como un caso testigo por todas las corporaciones patronales.

Mientras debaten sobre los distintos pronósticos de crecimiento de la economía para el 2010 sostienen, al mismo tiempo, que sin embargo «las cosas no van a estar mejor en términos de empleabilidad» (Revista Fortuna, «El efecto Kraft», 02/10/09). Es decir, que se preparan para producir más con menos trabajadores y para ello, además, necesitan que sean los sindicatos los que contengan los niveles de reclamos salariales por debajo de la inflación real. Como declara el abogado de la Unión Industrial Argentina, Funes de Rioja: «Cuando hay un modelo sindical como el argentino, con sindicatos con personería gremial y determinados ámbitos de protección legal, obviamente lo lógico es pretender que exista una interlocución orgánica. Y cuando digo esto me refiero a que sea a través de la voz del sindicato. (…) Pero si hay sindicatos con personería y con todos los fueros, y hay expresiones sindicales paralelas, la vida de la empresa se hace muy compleja».

 Cómo se lucha por la «libertad sindical»

El «modelo sindical» vigente regimenta desde el Estado, mediante la Ley 23.551, la organización de los sindicatos y establece mecanismos para la permanencia vitalicia de los dirigentes: los burócratas sindicales que manejan los millones de las obras sociales y las cuotas sindicales, digitan las juntas electorales y tratan de impedir la organización de cuerpos de delegados y comisiones internas que los cuestionen. La CGT y sus gremios acaparan el monopolio de la representación sindical ante las patronales y las instituciones estatales.

La CTA se ha demostrado completamente impotente para enfrentar esto. Como acaba de reconocer el propio Hugo Yasky: «Nosotros tuvimos una prueba de ello cuando dejaron cesante al compañero que se había elegido como representante de la CTA en la Ford y no hubo forma de reincorporarlo, pese a todas las acciones que se realizaron. La respuesta de la empresa era la misma que en el caso Kraft: «es una política del grupo en todo el mundo». A confesión de parte, relevo de pruebas: la política que propone la CTA ante el monopolio sindical de la CGT es la afiliación individual a la «central alternativa». ¿Quién iba a defender, como lo hicieron los 2.600 obreros de Terrabusi a sus delegados de base, al representante de la CTA en la Ford, una planta masivamente agremiada en el Smata? Por el contrario, la lucha de Kraft demuestra que es la fuerza de la democracia fabril de un cuerpo de delegados de 40 representantes de todos los sectores y turnos de la planta de Pacheco, lo que puede hacerle frente a las grandes patronales y burócratas sindicales.

Se abre una etapa en que la lucha de Kraft estará planteada en más amplia escala. La defensa de la representación sindical de base en el lugar de trabajo, que no quieren ni los empresarios, ni la burocracia sindical sostenida por el gobierno de los Kirchner, es una causa de primer orden para el 87% de los establecimientos privados del país que no tiene delegados, y donde millones de trabajadores están expuestos al despotismo patronal sin defensa alguna. Por ello, en oposición al masivo desprestigio de la cúpula de los sindicatos, la causa de los delegados de Kraft ganó simpatía popular. Los editorialistas y analistas políticos de las más diversas especies reconocen ahora que lo que usualmente llaman «internas gremiales», es el surgimiento de un movimiento desde abajo de comisiones internas y cuerpos de delegados que deciden según los mandatos de asamblea y cuestionan el «modelo sindical» verticalista y regimentado desde arriba.

¿Por qué atacan a la izquierda clasista?

¿Quién hubiera dicho que el oligarca diario La Nación iba a coincidir con Daer y Moyano, a quienes en el fondo desprecian profundamente, en su acusación de «ultraizquierda» a los delegados de Kraft?

En su editorial del 11 de octubre («Kraft, un caso testigo») La Nación escala en la campaña reaccionaria que intenta descalificar y demonizar a los obreros. El texto directamente insta a a la persecución a los delegados de Kraft por su «ideología radicalizada». En el mismo diario distintas notas destacaron la simpatía de integrantes de la Comisión Interna y delegados de Kraft con nuestro partido, el PTS.

La coincidencia entre los burócratas sindicales afines al gobierno con el reaccionario diario de la oposición de la patronal sojera se encuentra en que, para ellos, los representantes sindicales sólo tienen derecho a existir si son peronistas, radicales o «apolíticos» pero si son de izquierda deberían ser reprimidos. En realidad, con sano instinto de clase patronal, se los ataca porque los delegados de la izquierda clasista son dirigentes que no están dispuestos a venderse y defienden inclaudicablemente los derechos de los trabajadores.

La lucha de Terrabusi ha abierto un proceso que madura en la conciencia de importantes franjas de la clase trabajadora. Se trata de pelear en todas las fábricas y establecimientos para extender las comisiones internas y cuerpos de delegados con absoluta libertad para los partidos que participan de la lucha de la clase obrera. Se trata de dar una pelea para que todos los sectores antiburocráticos se coordinen en la lucha. Pero contra el objetivo común que reúne a empresarios, burócratas y al gobierno, de despolitizar esta experiencia de lucha y organización la pelea también está en el terreno político. En este sentido, los obreros de Zanon y el Sindicato Ceramista de Neuquén han realizado una primera convocatoria pública para este 17 de octubre en el Hotel Bauen de la Capital que propone dar pasos en el reagrupamiento de las organizaciones obreras antiburocráticas, lanzar una corriente político sindical clasista que gane peso en los sindicatos de la CGT y la CTA y abrir el debate sobre la necesidad de impulsar una herramienta política, un partido de la clase obrera basado en sus propias organizaciones de lucha. El PTS se propone colaborar unitariamente en el impulso de esta importante iniciativa por la independencia política de los trabajadores que surge de uno de los bastiones que ha dado la lucha de clases en la Argentina.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor y la autora, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.