El regreso de Lavagna al redil oficialista no es una simple cooptación «a lo Borocotó», como sostiene el periodismo vulgar. La diferencia radica, además de la envergadura del acuerdo con un ex ministro de Economía que obtuvo 3 millones de votos en las pasadas elecciones, en que – siguiendo el concepto del marxista Antonio […]
El regreso de Lavagna al redil oficialista no es una simple cooptación «a lo Borocotó», como sostiene el periodismo vulgar. La diferencia radica, además de la envergadura del acuerdo con un ex ministro de Economía que obtuvo 3 millones de votos en las pasadas elecciones, en que – siguiendo el concepto del marxista Antonio Gramsci- tanto Kirchner como Lavagna ya eran fracciones, antes que del PJ que intentan reconstruir, de un mismo partido orgánico; el «partido de los industriales». Decíamos en estas páginas en la pasada campaña electoral :»Kirchner, que surgió como un comisionista provinciano de las privatizaciones petroleras y las multinacionales pesqueras y mineras, intenta ahora afiatar su poder apoyándose mas claramente en el sector predominante del actual esquema económico, esencialmente los industriales exportadores que, aunque mayoritariamente de capital extranjero, están capitaneados en la UIA por la ‘burguesía nacional’ de los Rocca de Techint o los Pagani de Arcor (…) Lavagna que también intenta representarlos y por ello no difiere en nada esencial con la política oficial, no tiene base bajo sus pies hasta tanto se avizore una nueva crisis. En el mismo sentido, la vuelta del ‘partido bonaerense’ de Duhalde y Alfonsín, representantes de los viejos partidos orgánicos de la llamada ‘burguesía productiva’, en un acto de homenaje al padre del desarrollismo Rogelio Frigerio, no tiene más que un carácter por ahora testimonial: el crecimiento económico del dólar alto mantiene a los sectores de los empresarios industriales del lado del gobierno» (La Verdad Obrera 253, 27/10/07). Tanto es así que una de las características del segundo mandato de los Kirchner es la ubicación de gerentes industriales directamente en puestos políticos de gobierno. Las automotrices, la rama «locomotora» del crecimiento industrial de los últimos años, tienen directos representantes como el nuevo embajador de Cristina en Francia, Luis Ureta Sáenz Peña, máximo directivo de la Peugeot o el de Iveco, Fernando Fraguío, como Secretario de Industria. De Río Gallegos a Puerto Madero La discusión que recientemente abrió la oposición sobre el crecimiento en 11 millones del patrimonio personal (declarado) de los Kirchner, de 6 millones al asumir en 2003 a más de 17 millones actualmente, es presentada sólo como un hecho de corrupción. Pero por debajo de esta cuestión de superficie, el hecho responde a razones más «orgánicas». Desde su gobernación en Santa Cruz en tiempos de Menem, se relaciona a Kirchner con empresas de fuerte presencia en la provincia como Gotti Hermanos, Pescafina SA, la financiera Finsud o la constructora Petersen, Thiele & Cruz, ligada a su vez a capitales españoles y a los banqueros Ezkenazi. Su gestión desde la llamada «Rosadita» de Río Gallegos se caracterizó por la concentración de negocios con el Estado de toda una camarilla de empresarios cercanos y el surgimiento de «nuevos ricos» como, entre otros, Lázaro Báez que comenzó con una inmobiliaria y hoy es de las mayores contratistas de la construcción santacruceña, o el conocido caso de su propio chofer, Rudy Ulloa, hoy dueño de un multimedios de radio, TV y hasta un diario de distribución gratuita en la provincia. Dos de esos empresarios amigos han estado en la arena pública por estos días. Uno de ellos, Cristóbal López, dueño del Casino Flotante entre otros (ver contratapa), recibe un fuerte respaldo oficial con la militarización de Puerto Madero contra los piquetes de los trabajadores despedidos (¡Qué cuadro el de «nuestra burguesía nacional»: miles de efectivos de Prefectura para defender el «modelo productivo» …de las mafias capitalistas del juego!!) El otro es nada menos que el comprador del 25% de las acciones de YPF-Repsol, Enrique Ezkenazi, familia que, además de los negocios con el Estado como empresarios de la obra pública, ascendieron meteóricamente a partir de quedarse con el Banco de Santa Cruz privatizado por el gobernador Kirchner bajo el Plan Cavallo. Es decir que estamos en presencia del ascenso de nuevos burgueses fomentados desde el Estado como socios menores de las multinacionales. Este es el carácter de la camarilla dominante en el PJ que Kichner esta rearmando desde sus oficinas de Puerto Madero. El embajador Wayne y el gorilismo pejotista Parece un chiste, pero la preocupación de Alfonsín fue que el pacto Kirchner-Lavagna termine fomentando, como reacción, una ola de «gorilismo rabioso». La sentencia del viejo líder de la UCR se da justo cuando Cristina recibe al embajador norteamericano Earl Wayne (es decir que según Alfonsín el «Braden» actual habría elegido el bando equivocado) y la aceptación de EE.UU. de Timerman como embajador argentino en Washington. La incorporación de Lavagna al partido de gobierno se da en momentos de un nuevo acercamiento con los EE.UU., después del escándalo de la valija del venezolano Antonini Wilson y sobre la base del acuerdo mutuo que la acusación de corrupción recaiga sobre el gobierno de Chávez. Es decir que si bien Lavagna es el que aparece cooptado por el oficialismo, es en realidad el kirchnerismo el que toma parte del programa de Lavagna: el distanciamiento de Venezuela (en lo diplomático, no en los negocios) y el acercamiento al amo del norte. Por su parte Duhalde ha dicho que el regreso de Lavagna al peronismo es «una buena noticia para todos los justicialistas», y no se puede descartar que, ya que su tropa bonaerense se ha pasado con armas y bagajes al oficialismo, termine siendo parte del «nuevo» PJ. ¿O no puede reclamar también él derechos de autor en la «renovación justicialista» dado que el gestor del pacto, Pampuro, fue un hombre de sus filas y militante de Don Manuel Quindimil? Para completar el «transvasamiento generacional», hasta la CGT recuperará posiciones en la estructura partidaria: Hugo Moyano o alguno de los suyos sería representante de la «rama sindical» en el nuevo Consejo Nacional del justicialismo. No hay mejor defensa que un buen ataque Es probable que la crisis que se avizora como consecuencia de la desatada en los EE.UU., y que, tarde o temprano, enlentecerá el crecimiento de la economía nacional, haya decidido al ex -presidente a reunificar las filas y congregar a todas las fracciones (hasta el menemista Puerta y el derechista De Narváez han sido convocados a participar como minorías en el PJ). Es decir, un movimiento que, mientras busca hoy ocupar todo el centro político nacional es, sin embargo, un acuerdo defensivo hacia el futuro. Por un lado, es el intento de reemplazar a los viejos representantes en decadencia de la burguesía nacional y, como no podía ser de otra manera, del definitivo ocaso de sus figuras emblemáticas como Duhalde y Alfonsín, para terminar de cerrar la crisis del régimen de partidos que se arrastra desde el 2001. Pero por otro lado, la reconstrucción del PJ bajo conducción kirchnerista tiene como principal premisa la creación de una contención reforzada ante futuros desbordes en la gestión de Cristina. Cómo se preguntó un editorialista del ultraoficialista Página/12: «¿Usted se imagina qué pasaría si en un momento de turbulencia el PJ emitiera una declaración manifestándose preocupado por la inflación o por el rumbo de la política económica?». La incorporación del economista Lavagna -que venía denunciando como falsos los índices de inflación y pobreza desde su fundación Ecolatina- es, también, una carta que puede ser usada en el futuro, como piloto de tormentas ante una nueva crisis; de la misma forma que De la Rúa terminó recurriendo a Cavallo como ministro ante el agotamiento del régimen de la convertibilidad. La recomposición obrera en curso y la responsabilidad de la izquierda Mientras las expectativas de los trabajadores de recuperar lo perdido con la inflación chocarán contra los techos salariales que buscan imponer en las paritarias, sectores destacados libran duras luchas defensivas antes los ataques conjuntos de las patronales, las direcciones oficiales de los sindicatos y sus patotas, y el Ministerio de Trabajo de los Kirchner. Los esfuerzos que el PTS destina a colaborar con las luchas en curso de la vanguardia obrera, tanto con los jóvenes del Casino como en la textil Mafissa de La Plata o con las obreras despedidas de Fresenius; en la pelea de los trabajadores del ajo en Mendoza como en el enorme triunfo de los obreros de Fate que ganaron la dirección de la seccional del sindicato del neumático en San Fernando, tiene un sentido estratégico: la acumulación de experiencia y organización de esta nueva generación de trabajadores que recién comienza sus primeras batallas en la lucha de clases. El proceso atraviesa importantes desafíos. No afrontarlos sería renunciar a toda lucha seria, ya que sin ellos no sólo no habrá posibilidades de triunfos sino ni siquiera aprendizaje ni una verdadera «escuela de guerra» en preparación de futuros acontecimientos revolucionarios. Llamamos a la izquierda obrera y socialista con la que compartimos la participación en estas luchas a profundizar el camino de la unidad, tanto en cerrar filas en defensa de los delegados y activistas como en preparar, junto a ellos, una herramienta política. Hemos convocado al Partido Obrero así como a las fuerzas con quienes conformamos el Frente de la Izquierda y los Trabajadores por el Socialismo, a debatir la formación de un partido común, sin tener aún una respuesta. Los preparativos que la clase dominante está haciendo desde arriba merecen la más seria reflexión.