El sábado pasado se conoció la noticia del fallecimiento de Andrés Carrasco, médico embriólogo que denunció los efectos devastadores del glifosato y cuestionó duramente el rol de la ciencia en su vínculo con las corporaciones del agronegocio. A lo largo de su fructífera trayectoria, Carrasco presidió el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), […]
El sábado pasado se conoció la noticia del fallecimiento de Andrés Carrasco, médico embriólogo que denunció los efectos devastadores del glifosato y cuestionó duramente el rol de la ciencia en su vínculo con las corporaciones del agronegocio.
A lo largo de su fructífera trayectoria, Carrasco presidió el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), entre 2000 y 2001, y fue un reconocido especialista internacional en biología del desarrollo.
En el año 2009, cuando aún resonaban los ecos del conflicto entre el gobierno nacional y la Mesa de Enlace, publicó en la revista Chemical Research in Toxicology su investigación que denunciaba que el glifosato puede producir malformaciones neuronales, intestinales y cardíacas en los embriones humanos. Según sus propias palabras, «no descubrí nada nuevo. Digo lo mismo que las familias que son fumigadas, sólo que lo confirmé en un laboratorio».
A partir de aquel acontecimiento sobrevino una campaña de desprestigio mediática, política y científica. Abogados de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (CASAFE) lo patotearon en su propio laboratorio en la Facultad de Medicina de la UBA, al tiempo que comenzó a recibir llamadas anónimas amenazantes. El mismo ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, desacreditó su trabajo y dos años más tarde se conoció a través de un cable publicado por Wikileaks que la Embajada de Estados Unidos en Argentina lo había estado investigando por sus publicaciones relacionadas al uso de glifosato.
Por su parte, Carrasco no se dejó intimidar y no paró de recorrer el país transmitiendo los resultados de sus investigaciones y acompañando las diversas luchas contra los efectos de la soja transgénica, sobre todo aquellas vinculadas directamente a la contaminación del mencionado agrotóxico. En 2012, fue un actor importante en el juicio por fumigaciones en barrio Ituzaingó Anexo (Córdoba) que concluyó con la condena a tres años de prisión condicional al productor rural Francisco Parra y al piloto Edgardo Pancello por las fumigaciones.
Ante la noticia de su muerte, el CONICET publicó un comunicado en su página donde consigna que «(…) expresa su pesar por la muerte de Andrés Carrasco, investigador principal del CONICET (…) donde conducía el Laboratorio de Embriología Molecular. (…) A lo largo de su carrera se especializó en embriología molecular, específicamente en el estudio de genes asociados con el desarrollo embrionario de vertebrados».
Se trata del mismo Organismo que en 2013 le negó la promoción de investigador Principal a Superior, último escalafón de la carrera académica. Según consigna en el dictamen, Carrasco no elaboró gran cantidad de publicaciones importantes. «En lo cuantitativo, esconden datos, y en lo cualitativo, ignoran el peso de las contribuciones, su importancia e impacto», había denunciado Carrasco al periódico MU ese mismo año.
A comienzos de 2014, a su vuelta de México del Tribunal Permanente de los Pueblos, le brindó su última entrevista al periodista Darío Aranda, donde sentenció que «los mejores científicos no siempre son los más honestos ciudadanos, dejan de hacer ciencia, silencian la verdad para escalar posiciones en un modelo con consecuencias serias para el pueblo (…) Habría que preguntar ciencia para quién y para qué. ¿Ciencia para Monsanto y para transgénicos y agroquímicos en todo el país? ¿Ciencia para Barrick Gold y perforar toda la Cordillera? ¿Ciencia para fracking y Chevron?».
Fuente: Portal Notas