Washington promovió la acusación del Tribunal Penal Internacional (ICC, su sigla en inglés) al presidente de Sudán Omar al-Bashir por crímenes de guerra en Darfur para justificar la perpetuidad de la explotación occidental de los recursos naturales y de las intervenciones militares en esa rica región. «EEUU es un país oportunista», explicó el embajador sudanés […]
Washington promovió la acusación del Tribunal Penal Internacional (ICC, su sigla en inglés) al presidente de Sudán Omar al-Bashir por crímenes de guerra en Darfur para justificar la perpetuidad de la explotación occidental de los recursos naturales y de las intervenciones militares en esa rica región.
«EEUU es un país oportunista», explicó el embajador sudanés ante la ONU, Abdalmahmood Abdalhaleem Mohamad. «Utiliza a la ICC sin formar parte de la misma». Los soldados de EEUU tienen inmunidad, pero no el presidente de Sudán, dijo. El embajador también desafió a los reporteros acreditados en la ONU mostrándoles innumerables fotografías y películas de Darfur que igualarían la destrucción de vidas humanas y de hogares en Gaza, Iraq y Afganistán. «¿Quién es responsable de estos daños y destrucción?», preguntó.
Al preguntársele por qué Sudán está en la mira, el diplomático sudanés respondió que las naciones occidentales codician las nuevas riquezas petroleras descubiertas en ese país. En términos de exploración petrolífera y suministros de armamentos, las potencias occidentales fueron desplazadas de la región por China, que en los últimos años se convirtió en uno de los aliados políticos, económicos y militares más cercanos de Sudán. Mohamad explicó que EEUU, el Reino Unido y Francia «abrigan el deseo de restablecer sus sueños coloniales en Sudán».
Keith Harmon Snow advirtió (en Dissindentvoice.org): «Es difícil encontrarle sentido a la guerra en Darfur, especialmente cuando la gente lo ve como un «genocidio unilateral» de árabes contra negros que está siendo cometido por el régimen del al-Bashir, pero ésa es la propaganda dominante. La historia real es mucho más extensa, más compleja y gira alrededor… de muy profundas realidades geopolíticas».
Michele Colon (Michelcollon.info) explicó que cuando el imperio británico invadió y colonizó Egipto en 1898, por extensión Sudán se convirtió en una colonia anglo-egipcia. Como en otras colonias africanas, Gran Bretaña aplicó la política de «divide y reinarás». Sudán fue dividido en dos porciones: en el norte mantuvieron el árabe como lengua oficial y el Islam como religión; en el sur fue impuesta la lengua inglesa y los misioneros convirtieron a la gente al cristianismo. No hubo comercio entre las dos áreas. Los británicos importaron minorías griegas y armenias para crear una zona tapón. Gran Bretaña también impuso un sistema económico moderno que podríamos llamar capitalismo. Construyeron una línea de ferrocarril para conectar Egipto y Sudán y otra, para conectar Jartum con Port Sudan. Estas líneas de saqueo fueron utilizadas como un sifón para extraer los recursos naturales de Sudán hacia Gran Bretaña y venderlos en el mercado internacional. Jartum se convirtió en un centro económicamente dinámico de la actividad colonial.
Esta división impuesta a Sudán y la designación de Jartum como su centro económico condujeron a una serie de guerras civiles. Cuando Sudán ganó la independencia en 1956, todavía no existían relaciones entre ambas partes del país. La primera guerra civil fue desatada por la demanda del sur de Sudán de un reparto equitativo del control y la riqueza, que todavía seguía concentrada en Jartum. Cuando Chevron descubrió importantes campos petrolíferos en el sur de Sudán, en 1978, explotó una segunda guerra civil en que el norte de Sudán reclamaba esos ingresos. Las relaciones entre EEUU y Sudán se agriaron mientras los motivos de Chevron en la región entraron en conflicto con los de Omar al-Bashir, el nuevo presidente de Sudán asentado en Jartum.
En este ajuste -señaló Colon-, con el petróleo sudanés deslizándose lejos de los intereses estadounidenses, apareció China, dispuesta a comprar minerales y petróleo crudo de Sudán a precios del mercado internacional. Considerando que África era un coto de caza privado de occidente, China ahora compite por la dominación del rico continente africano.
La agenda occidental para Darfur es escamotearle por detrás a Sudán el control de los recursos naturales, debilitando al gobierno árabe y estableciendo un gobierno más «amistoso» que se acomode a los intereses corporativos de EEUU, Canadá, Europa, Australia e Israel.
Estrategia mediática imperial
El ICC fue utilizado en la estrategia para volcar a la opinión mundial contra al-Bashir y el gobierno de Sudán y, más lejos, para dividir y desestabilizar a la región. La legitimidad del tribunal esta comenzando a cuestionarse mientras se exhibe como una herramienta de la hegemonía occidental.
Siguiendo en los talones a la noticia de los siete cargos de crímenes de guerra contra al-Bashir lanzados por el ICC -una historia vista en su día por TV en todos los hogares estadounidenses- el presidente al-Bashir ordenó la expulsión de diez organizaciones no gubernamentales internacionales (ONGs) que operaban en Darfur bajo la chapa de ayuda humanitaria.
Snow señaló que esta expulsión fue utilizada para darle más fuerza a la demanda pública occidental por una intervención militar. «Los lectores de noticias de las grandes cadenas de TV hablaron de ultraje moral y se quejaron de que ‘cientos de miles de refugiados inocentes ahora serían objeto de un sufrimiento masivo sin asistencia’, en oposición al sufrimiento asistido que enfrentaron previamente. Pero nunca preguntaron, con alguna seriedad y honestidad ¿por qué? y ¿cómo? esas personas comenzaron a convertirse en desplazadas y refugiados. Ninguno preguntó por todo el dinero, inteligencia compartida, fabricación de acuerdos y la colaboración de agencias militares privadas o gubernamentales [entre ellas muchas ONGs «humanitarias»]».
Lo que no se divulga en la prensa de habla inglesa es que EEUU acababa de intensificar su guerra en desarrollo por el control de Sudán. Hay fuerzas especiales de EEUU en tierras de la región, y las grandes preguntas son: 1) ¿cuántas masacres están siendo cometidas por el poder de fuego de las fuerzas de EEUU y atribuidas a al-Bashir y al gobierno de Sudán?; y 2) ¿quién financia, arma y entrena a los rebeldes insurrectos?
Colon concluyó que mientras la estrategia occidental consiste en magnificar conflictos regionales a fin de movilizar a la opinión pública internacional y desestabilizar al régimen sudanés, «la verdad es que si Jartum llegara a levantar una alianza con China, EEUU no mencionaría más a Darfur».
Fuentes: Inter Press Service, 9 de marzo de 2009, «Aren’t There War Crimes in The US? Legitimacy of Global Court Questioned Over Sudan», por Thalif Deen; Dissindentvoice.org, Black Star News y San Francisco Bay View, 6 de marzo de 2009, «Africom’s Covert War in Sudan», por Keith Harmon Snow; y Michelcollon.info, 1 de abril de 2009, «The Darfur crisis: blood, hunger and oil»por Mohamed Hassan, entrevistado por Grégoire Lalieu y Michel Collon. Estudiante investigador: Curtis Harrison Evaluador académico: Keith Gouveia J.D., Sonoma State University
Fuente original: http://www.argenpress.info/2009/10/proyecto-censurado-corte-penal.html
Traducción: Ernesto Carmona (especial para ARGENPRESS.info)