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La crítica de las cacerolas y la respuesta de la gestión

Fuentes: La Arena

Ignacio Copani llamó «cacerolas de teflón» a las que sonaban en Recoleta, pero usaba una licencia poética. Esas señoras no llevaban a Callao y Santa Fe sus ollas pesadas y caras, sino otras de menor cuantía. De todos modos la canción era buena desde el punto de vista clasista. Aquellas ollas son caras y de […]

Ignacio Copani llamó «cacerolas de teflón» a las que sonaban en Recoleta, pero usaba una licencia poética. Esas señoras no llevaban a Callao y Santa Fe sus ollas pesadas y caras, sino otras de menor cuantía. De todos modos la canción era buena desde el punto de vista clasista. Aquellas ollas son caras y de primera, como la gente etiquetada en encuestas como ABC1.

A diez días del promocionado cacerolazo, aún resuena la polémica, con el alineamiento de quienes están rabiosamente a favor, los que lo rechazan «in límine», y los neutros que no saben y no contestan, otra categoría de los sondeos.

Mauricio Macri, peronistas como José M. de la Sota y socialdemócratas como Hermes Binner, mantuvieron su postura de rescate y glorificación de esas cacerolas. Hugo Moyano se subió a ese colectivo, confirmando que todos lo dejan bien, cuando se trata de cuestionar a Cristina Fernández de Kirchner.

El diario-vocero de la Sociedad Rural y la Bolsa de Comercio no se quedó en la reivindicación de la plaza opositora, dispersa y con cierta heterogeneidad partidaria pero con clara direccionalidad política. Como el gobierno había cuestionado el odio expresado el jueves 13/9, «Gaceta Ganadera» juzgó que el responsable de ese pésimo sentimiento fue… el gobierno.

Desde esas páginas afines a la sojización, se precisó el contenido del cacerolazo, induciendo que su motor habría sido el rechazo a la re-reelección y la reforma constitucional. Tales jugadas no han sido asumidas por la presidenta ni por el Frente para la Victoria, pero los monopolios mediáticos las dan por hechas.

En la crítica a ese presunto objetivo del oficialismo, el matutino desnudó su odio a lo nacional y popular pero también sus temores a la gente más humilde. En uno de sus editoriales contra la posible reforma constitucional, planteó: «millones de argentinos a quienes el kirchnerismo ha otorgado planes sociales constituyen una enorme masa de votantes cautivos del oficialismo al que podrían entregar sus votos para no perder los beneficios que actualmente reciben, temerosos de que un gobierno de otro signo político se los quite».

Si ese fuera el problema, podría tener una rápida solución: que la oposición se comprometa legalmente a respetar los programas sociales vigentes. Quizás eso no alcance, pues los antecedentes antipopulares del PRO y de partidos que ya fueron gobierno no acreditarían solvencia ni tendrían credibilidad.

Sobre la protesta de parte de la clase media, Beatriz Sarlo señaló lúcidamente un límite. «Una vez más, éste es el drama. Detestar al kirchnerismo no produce política. Y hoy, en cualquier lugar del mundo, afirmar la primacía absoluta de los derechos individuales (yo hago lo que quiero con lo mío) es una versión patética y arcaica de lo que se cree liberalismo», escribió en el mismo diario apologista del teflón.

Presupuesto, luces y sombras

El proyecto de Presupuesto 2013 fue presentado por Hernán Lorenzino y comenzará a discutirse este martes en la Comisión de Diputados presidida por Roberto Feletti. Aunque a una parte de los lectores les pueda resultar algo árido las citas de números, en estos casos es imprescindible analizar algunos.

Muchas personas, más aún los caceroleros pro-dólar, habrán prestado atención a la cotización del dólar. Según el ministro de Economía flotará alrededor de 5,10 pesos, un nivel que el gobierno considera apropiado. Seguramente para los que propician devaluaciones, como los grandes empresarios y exportadores, ese precio de la divisa les parecerá muy escaso.

El proyecto es tranquilizador en cuanto pauta que la economía crecerá al menos el 3,4 por ciento. Se dirá que es un aumento menor al de los últimos años, lo que es cierto, pero para el PEN hay que tomar nota del clima adverso de la economía mundial, por razones obvias.

Aún con ese marco internacional adverso, el presupuesto 2013 plantea aumentar casi el 25 por ciento en el gasto público, en particular en obras públicas en todo el país. Como todo lo que tenga que ver con la economía y la política se presta a dobles o triples interpretaciones, esa suba del gasto del Estado es un dato interesante en tiempos de contracción y crisis, pero es cuestionado por la oposición mediática y política.

Para ese sector se trata lisa y llanamente de una maniobra electoralista K para atrapar a gobernadores e intendentes, y jugar en mejores condiciones «el partido» de 2013. Aunque no lo digan, la oposición preferiría recortar el gasto público, como alguna vez lo confesó el jefe del PRO.

Según los objetivos defendidos por el ministro de Economía, de un déficit financiero de 35.000 millones de pesos estimado para 2012, se pasará a un superávit de mil millones en 2013. Así lo declaró a Página/12, donde fundamentó que tal milagro será posible gracias a «una estructura tributaria progresiva». En realidad hoy esa estructura dista bastante de esa cualidad, esto es, que los que más tienen más tributen. Y muchas voces se alzan reclamando que se impulse de una buena vez una reforma de ese signo, teniendo en cuenta los privilegios de sectores exentos de la renta financiera, minera, etc.

Este debate ya se está planteando en las provincias que padecen ajustes derivados de la crisis. En Buenos Aires y Santa Fe se comenzó con una actualización del inmobiliario rural, pese a los bramidos de la Sociedad Rural. El tema fue puesto sobre el tapete en Córdoba, por protestas de estatales y jubilados.

Si hay tantas estrecheces, no se entiende una partida de 7.967 millones de dólares del Fondo de Desendeudamiento (Fondea) para el pago de deuda externa. Mejor reservarlos para fines sociales y un blindaje ante la crisis.

Con pedidos no alcanza

La presidenta recibe muchas críticas de sus detractores por ser «cerrada y soberbia» pero hay casos donde, por el contrario, peca de ingenuidad y benevolencia.

En el Subte de Buenos Aires, desde principios de año CFK insiste en que el intendente Macri se haga cargo del servicio. Y el resultado es que se choca contra una pared. El ingeniero ha reiterado que no tomará ese sistema de transporte esencial, al que amagó asumir según el acta firmada en enero.

En ese desencuentro entre la voluntad de transferencia de Nación y la negativa de la Ciudad, ha medrado la concesionaria privada Metrovías, eterna receptora de subsidios de esas dos administraciones. Y ha resultado muy perjudicado el público que realiza un millón de viajes diarios bajo tierra.

¿Hasta cuándo van a insistir Cristina y Florencio Randazzo en el traspaso? El presupuesto macrista 2013 no prevé ni un peso para afectar a ese servicio, lo que ratifica un pétreo negacionismo.

La lógica aconsejaría matar dos pájaros de un tiro. Reestatizar el Subte, para que orbite dentro del Estado nacional, apartando a Macri de este servicio, que no es un negocio. Y terminar con las subvenciones a Metrovías-Roggio, que además de los cheques estatales gana con las concesiones comerciales instaladas en la red porteña.

Esta conclusión política puede ser interesante más allá del ejemplo puntual y servir para otra batalla en ciernes, que por ahora se libra más que nada en el plano judicial y mediático: la aplicación de la ley de medios.

Como muchos conocen, la ley Nº 26.522 de servicios de comunicación audiovisuales tiene suspendido para el grupo Clarín el artículo 161, que prevé el desprendimiento del exceso de licencias por parte de los grupos más concentrados. Esta limitación apunta sobre todo a se holding, acusado de tener entre 240 y 260 licencias de televisión por cable (Cablevisión) en todo el territorio nacional, cuando el tope legal es de 24.

Por fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el 7 de diciembre vence la medida cautelar que favoreció al monopolio. En vez de un año de plazo, de hecho habrá tenido tres.

Sin embargo es dudoso que Héctor Magnetto acate la ley democrática y el fallo de la CSJN. Podría plantear que a partir del 7 de diciembre le den otro año para adecuarse al artículo mencionado.

A estar por las declaraciones del vocero presidencial, Alfredo Scoccimarro, ese día vencen todas las prórrogas y el monopolio tendrá que haber puesto sus negocios en regla con la norma. La misma presidenta ya había anticipado ese criterio en declaraciones anteriores. Ahora parece confirmarse ese firme punto de vista con la designación del diputado Martín Sabbatella al frente de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca).

Un amplio espectro político, que va más allá del oficialismo e incluye a variados sectores democráticos, dio un franco apoyo a la designación de Sabbatella. Ese abanico tiene la esperanza de que ahora Afsca tome las medidas adecuadas para derrotar la resistencia de Clarinete. Esto requerirá no sólo de un funcionario y equipo decidido, con respaldo del gobierno, sino también de la participación ciudadana en muchas demostraciones en la calle, como cuando se pudo votar la ley. Ahora ponerla en marcha efectivamente requiere de ese mismo recurso. La ley-la justicia y la gente en la calle, no hay terceros caminos.

Fuente original: http://www.laarena.com.ar/opinion-las_cacerolas_y_la_respuesta_de_la_gestion-82280-111.html