A propósito de la embestida del establishment mediático y del arco político opositor contra Hebe de Bonafini y Eugenio Zaffaroni, el autor opina que la discusión de fondo es el modelo que permitió -entre otras cosas- que «el salario recupere un 7% de participación en el PBI, llegando al 43%».
En Europa descubren las maniobras de los medios de comunicación para manipular la información e influir en el ánimo de la sociedad. Quedaron al desnudo las pinchaduras de teléfonos de famosos, artistas y políticos, que fueron descuartizados por los medios.
Investigan a Murdoch y sus adelantados, entre ellos la blonda Rebekah Brooks , paradigma del escalamiento sin escrúpulos en la sociedad capitalista. Mientras más conciencia se tome de la desinformación mediática, mayor declive tendrán los gobiernos que se basan en ella, como la Italia de Berlusconi.
En Argentina comenzamos a palpitar el verdadero partido que juegan los medios luego del conflicto con «el campo» por la célebre resolución 125. En aquel entonces me tocó enfrentar dialécticamente a compañeros de trabajo que habían mutado de empleados públicos a terratenientes y devinieron fundamentalistas de la protección «al campo».
Aquel enfrentamiento con la corporación desinformativa culminó con la traición del vicepresidente y la victoria «del campo» (aunque se terminó perjudicando a los pequeños y medianos productores).Y el gobierno aprendió que debía darse una política de medios para comunicar de otra manera sus actos y sus logros.
La recuperación de los aportes de los trabajadores para el Estado y el beneficio de la asignación universal por hijo, entre otras, fueron medidas debidamente comunicadas a la población.
Los medios oligopólicos mandaron a sus desinformadores públicos a cuestionar estas medidas por ser un manotazo a la «caja» y una política «prebendaría» y «clientelista». Apenas comenzó el año electoral, el caso Schocklender y las acusaciones al juez Zaffaroni ocuparon los titulares.
Leyendo los diarios llegué a dudar si Hebe de Bonafini ocupaba algún ministerio o era la presidenta de Madres de Plaza de Mayo. Ninguno de estos medios explicó que Schocklender abusó de la confianza ciega que supo ganarse ocupando un espacio trágicamente vacío en el corazón de una mujer cuya integridad está fuera de duda.
Ahora los medios masivos presentan a Zaffaroni no como un miembro de la Corte Suprema, sino como un proxeneta que administra burdeles en departamentos de su propiedad.
El coro de imbéciles mediáticos repite que el juez debería dar explicaciones a la sociedad, que debería renunciar, que hay que hacerle juicio político. Incluso algunos candidatos de los multimedios se han prendido en estas paparruchadas y vociferan sin convicción lo que sus bajos instintos les indican podría sumarles un puñado de votos, sin meditar sobre el absurdo de la acusación.
Quienes tengan memoria recordarán que Hebe de Bonafini, junto con otras madres, salió en el momento más álgido de la masacre desatada por el Proceso Militar a rondar la Plaza de Mayo en busca de sus familiares desaparecidos, poniendo al régimen en el papelón de tener que dar explicaciones internacionales, que en poco tiempo redundó en el retiro del apoyo político de los países centrales, fundamentalmente los Estados Unidos, y marcó el principio del final de la aventura genocida.
Zaffaroni fue designado en la cúspide del poder judicial luego de que el primer presidente de los argentinos que ejerció el poder en forma independiente barriera con los integrantes de la más oprobiosa Corte Suprema de Justicia que conociera la historia reciente.
Néstor Kirchner jugó una carta fuerte a favor de la reconstrucción institucional del país al designar a Eugenio Zaffaroni en una Corte Suprema que, en poco tiempo, se llenaría de juristas reconocidos en todos los estamentos del derecho nacional con probada independencia funcional y política.
Leí recientemente su voto en el fallo «Romina Tejerina», donde Zaffaroni enseña cuales son los lineamientos básicos que debiera contener una pericia psicológica como prueba de envergadura y determinación en un proceso judicial.
La cantidad de pescado podrido que nos entregan a diario los multimedios afines a la oposición, a través de sus chirolitas televisivos y radiales, intenta crear una corriente de pensamiento contraria al gobierno para que Cristina Fernández de Kirchner no pueda repetir otro mandato. Han intentado pegar sobre dos estandartes del modelo -como lo son Hebe de Bonafini y Eugenio Zaffaroni-, con argumentos verdaderamente estrafalarios.
Debemos tener claro que es el modelo lo que está en discusión, y no las personas que lo llevan adelante; un modelo que nos ha permitido que el salario recupere un 7% de participación en el PBI, llegando al 43%.
Nos faltan aún siete puntos para llegar al «fifty-fifty» de los años del mejor peronismo; un modelo de país que tienda a la eliminación de la deuda externa, a partir del desendeudamiento con el pago de reservas y no con el dinero de los jubilados; donde los argentinos tengan garantizado el acceso a la alimentación, a la salud, a la educación y a la vivienda; donde los aportes de los trabajadores los maneje el Estado y no un grupo de CEOS dedicados a la timba repartiéndose millones como premio por su desmadrada administración y empobrecimiento de los jubilados como premio todos los fines de año. Un modelo que integra a nuestro país con los países hermanos, para conformar un bloque sólido en Sudamérica.
Debajo de la piel del cordero de los maquillados Macri y Del Sel trabaja la derecha más recalcitrante con la intención de volver a los peores años del neoliberalismo. No lo dicen, porque como Menem en el ´89, saben que la gente no los votaría. Por eso trabajan escudados en discursos huecos, en el amor y la paz, la no confrontación y la no «crispación», buscando el voto del elector desprevenido sin ahondar en sus propuestas y su historia.
Somos muchos, muchísimos, los que recordamos como estaba este país al terminar el siglo XX. Reconocemos los cambios y luchamos por más, pero no tenemos dudas que volver atrás resultaría perjudicial para el pueblo argentino.
Miguel Hugo Vaca Narvaja. Abogado querellante en la causa Videla (UP1)
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