La algarabía asumida y las expectativas ante el triunfo del Macrismo a partir de 2015 y las aspiraciones de superación ante 12 años de gesta nacional y popular, dieron lugar a la ilusión de un progreso clasista segregado de esa multitud incorporada al circuito laboral y de consumo. Las míticas acusaciones -exacerbadas desde lo mediático- […]
La algarabía asumida y las expectativas ante el triunfo del Macrismo a partir de 2015 y las aspiraciones de superación ante 12 años de gesta nacional y popular, dieron lugar a la ilusión de un progreso clasista segregado de esa multitud incorporada al circuito laboral y de consumo.
Las míticas acusaciones -exacerbadas desde lo mediático- de falta de ética pública fue quizás el principal factor de cambio de rumbo de dicho sector social y cierta necesidad de realizar correcciones al que era el modelo económico imperante.
El cariz mentiroso publicitado por el actual presidente Macri -que fuera plenamente evidenciado en el debate presidencial- durante toda su campaña, obro como un mensaje encantador, pero a casi 2 años la verdad de sus intenciones se impone.
La tan esquivada devaluación acumula casi un 200 por ciento, la inflación del periodo cerraría con un 2018 incluido en mas del 100 por ciento, la relación deuda/PBI en un 89 por ciento (el año 2015 cerro en un 35 por ciento), la tasa de interés de referencia en mas del 40 por ciento con déficits récords en materia comercial y de cuenta corriente.
Mientras la gestión pone el acento en la reducción del gasto y déficit fiscal publico como eje gubernamental, las variables anteriormente señaladas, obedecen al real propósito de transferir recursos desde esas mismas clases medias hacia los sectores dominantes de la economía.
Las consecuencias han empezado a sentirse fuertemente en el alza de la cotización del dólar, en los precios de los bienes de consumo y en el estancado mercado laboral.
La instauración de una plaza de valorización financiera en revés de una productiva va asemejándose a una geografía ya conocida y cuyo final es conocido por muchos argentinos- La cesación de pagos acompañada por conflictos sociales.
No en vano el acuerdo con el FMI expresa el cierre de los mercados de financiación para la Argentina mientras que se multiplica la asistencia de esos otros argentinos que se alimentan en comedores comunitarios o solo ingieren alimentos una vez al día.
Este es el cuadro actual donde a 14 meses de la elección presidencial, dicho sector social se transforma en clave para el éxito tanto del gobierno como de algunas de las variantes del Peronismo.
Como afirma el sociólogo y rector de la Universidad Nacional Arturo Jauretche -Lic. Ernesto Villanueva- el Peronismo solo es exitoso si conlleva en su interior a las clases medias, lo que para ello requerirá una estrategia que desmonte los mitos creados a su alrededor y demuestre de todas las virtudes que dicho espacio es capaz de generar al conjunto de la población argentina.
Los mejores periodos de poder adquisitivo y movilidad social ascendente se corresponden con dicho movimiento, pero se debe luchar también contra el fenómeno instalado por el Neoliberalismo de la anti-política o el que todos son lo mismo.
No solo resta esperar los programas de gobierno ante esta difícil coyuntura geopolítica mundial sino la definición de las candidaturas que puede ser un elemento clave del éxito final de la contienda.
En apariencia el mecanismo debería ser la presentación de precandidaturas en las PASO, pero la ultima experiencia en la Provincia de Bs As en el año 2015 dejo más heridos que aliados.
Quizás el mecanismo de reiterados y agudos sondeos de opinión sobre los precandidatos e integración de estos en distintos niveles en las listas puede ser una solución.
La instalación de un candidato lleva su tiempo y ese recurso es el más escaso actualmente.
La población tendrá la última palabra.
Ezequiel Beer. Geógrafo UBA y analista político.
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