Lo que sigue es una versión corregida del reportaje que me realizó Mario Hernández y que se publicó en Rebelión, en: http://rebelion.org/noticia.php?id=265048 (consultado el 01/02/2020). En un escrito del diario Página12 [1] se sugiere que la titular del FMI «…comparte los principales postulados económicos y sociales del gobierno de Alberto Fernández: cobrar más impuestos […]
Lo que sigue es una versión corregida del reportaje que me realizó Mario Hernández y que se publicó en Rebelión, en: http://rebelion.org/noticia.
En un escrito del diario Página12 [1] se sugiere que la titular del FMI «…comparte los principales postulados económicos y sociales del gobierno de Alberto Fernández: cobrar más impuestos a los sectores de mayor capacidad contributiva, transferir más recursos a los grupos sociales que se ubican en la base de la pirámide de ingresos y aumentar, si es necesario, el gasto social.» Agrega el autor: «Con esas ideas Georgieva estaría en condiciones de afiliarse al peronismo, pero, se sabe, la última palabra en el Fondo la tiene Estados Unidos.» Es obvio que se trata de una ironía, evidente en la confirmación de EEUU detrás de cualquier decisión, más cuando en Washington habita la Casa Blanca Donald Trump.
Ocurre que la nueva titular del FMI reemplaza a Christine Lagarde, ahora al frente del Banco Central europeo. Lagarde fue la responsable del préstamo más grande que otorgó el FMI en su historia, el préstamo a la Argentina por 57.000 millones de dólares, otorgado a mediados de 2018 y que alcanzó a liquidar algo más de 44.000 millones de dólares. Puede considerarse a la operación de crédito como un gran fracaso, ya que el objetivo del FMI y EEUU, era favorecer que Mauricio Macri lograra un segundo período de gobierno, entre 2019 y 2023; que utilizara ese dinero para lubricar la situación económica de la Argentina y avanzar con las tareas pendientes de ajuste y reestructuración regresiva en un segundo mandato. Eso no se logró y hay muchas dificultades para que la Argentina devuelva su deuda. Por eso es que el «riesgo país» de la Argentina creció hasta los 2.500 puntos ante la incertidumbre del resultado electoral y curiosamente se redujo ante las primeras declaraciones, aun antes de asumir el nuevo gobierno: «No quiero hacerle quitas a nadie ni dejar de pagar lo que debemos» [2] .
La tendencia a la baja del riesgo país se sostuvo ante las primeras medidas del gobierno, algo que sorprendió ante una opinión mayoritaria que daba por descontado el default. Ahora, cuando se difundió el Proyecto de ley de «restauración de la sostenibilidad de la deuda pública externa», con media sanción en Diputados desde el 29/01/2020, donde lo que se propone es una reestructuración de la deuda en dólares y de legislación extranjera para modificar los plazos, o las tasas de interés, o los montos; los inversores internacionales de deuda externa en divisas, y bajo legislación externa tienen temor de que la Argentina haga quita de capital, o disminución de tasas de intereses y/o reestructuración de los plazos. En razón de ello es que bajan las cotizaciones de los títulos de la deuda y, por ende, vuelve a subir el riesgo país, por encima de los 2000 puntos.
Entonces, el primer dato es que el FMI tenía que cambiar de titular porque estaba muy expuesto con el fracaso en términos financieros de la gestión Lagarde. Por lo tanto, el FMI está atrapado sin salida y obligado a negociar con la Argentina. Es más, Martín Guzmán, ministro de Economía de la Argentina dice con relación al FMI que «la Argentina tiene el control» [3] , porque el que está preocupado por cobrar es ahora el FMI. El FMI es corresponsable de un préstamo que no funcionó para lo que se imaginó, es responsable del potencial default en que está la Argentina en la actualidad y, por lo tanto, Kristalina Georgieva viene a generar las condiciones para un diálogo dirigiendo un Directorio donde ya no está la responsable de ese préstamo impagable.
No nos engañemos, atrás del Directorio del FMI están los accionistas, sobre todo el principal, que es EEUU, nada menos que el gobierno de Donald Trump. El crédito fue otorgado por decisión de EEUU para que Argentina acompañe la política exterior estadounidense en la región, especialmente sobre y en contra de Venezuela, sobre el petróleo venezolano, sobre Cuba y la alianza Cuba-Venezuela. Así, se propone obstaculizar todo proceso de crítica a la política en defensa del orden capitalista. Ese es el marco general de la «nueva situación» en la relación de la Argentina con el FMI.
Hacia el Foro Económico Mundial de Davos, en Suiza, donde participa el FMI, el pasado 17 de enero la directora gerente del FMI hizo un discurso sobre las condiciones del funcionamiento de la economía mundial [4] y allí sostuvo los conceptos que son asimilables o en sintonía con el discurso oficial en la Argentina de Alberto Fernández, por eso la ironía de una titular del Fondo «peronista». Ahí, Kristalina Georgieva señala con mucha preocupación que la característica de la economía mundial es la incertidumbre, pero hay factores que agravan la incertidumbre mundial como el cambio climático. Aludiendo a los incendios forestales en Australia como tema central, un tema eje en el debate en Davos.
Está claro que no se le ocurre a la titular del FMI asociar el cambio climático al modelo del capitalismo contemporáneo. En todo caso es una cuestión tomada como si hubiera una «crisis en el clima», por eso la llaman «cambio climático» como si no fuera que la afectación del clima tiene que ver con el modelo productivo, con la exacerbación de la explotación de la fuerza de trabajo y la depredación de los recursos naturales por parte del capitalismo contemporáneo. Pero al mismo tiempo señala Georgieva que el problema es la guerra comercial entre EEUU y China, aunque señala como dato positivo que se suscribió la fase uno de un acuerdo, que posterga la fase dos, los temas más importantes de la negociación entre EEUU y China, para el futuro. Esos temas de fondo son los tecnológicos, de comunicación, donde evidentemente China le está sacando ventaja a EEUU. Un dato importante es que el déficit comercial de EEUU con China es de 420.000 millones de dólares. China le vendió a EEUU el año pasado por 539.000 millones de dólares y EE UU solo vendió a China por 120.000 millones de dólares.
No es correcto hablar de nueva Guerra Fría. El 2020 es un año electoral en EEUU y por eso Trump firmó este acuerdo de fase uno. Está perdiendo en el plano de la economía. Inició la guerra comercial porque está perdiendo en el plano de la producción. Mantiene EEUU el poderío militar y el ideológico cultural, con China intentando acortar diferencias en ambos planos. China aventaja productivamente, está haciendo muchos esfuerzos por mundializar el Yuan, su moneda local, para internacionalizarla; está profundizando sus alianzas internacionales, especialmente con Rusia, Irán; del mismo modo que alienta nuevos circuitos financieros y tecnológicos alternativos a los hegemonizados por EEUU. En el mismo sentido intenta Europa para eludir los mecanismos de control financiero establecidos por EEUU. De hecho, entonces, no hay muchas condiciones para repetir la Guerra Fría, Socialismo vs Capitalismo, que imperó en el sistema mundial entre 1945 y 1991, pero sí hay una discusión de dos grandes potencias que están disputando quién domina la organización del sistema económico mundial.
Agenda de sugerencias sobre política económica del FMI
Volviendo al FMI, Georgieva dice que en este clima de incertidumbre el principal problema que hay es que ha crecido la desigualdad y ahí es donde se procesa la asociación al «peronismo» o a cierta concepción socialdemócrata en el plano de las ideas, especialmente en economía y política económica. En este sentido propone llamar la atención en tres cuestiones. En primer lugar impulsar políticas tributarias progresistas, eso llama la atención, a muchos les gusta oír eso, yo lo traduzco como un «que paguen los ricos» pero es difícil que lo hagan cuando en el propio Foro Económico Mundial, Oxfam difundió los datos de la desigualdad en el sistema mundial, en donde se verifica que 2.153 personas, multimillonarios, tienen la misma riqueza acumulada que el 60% de la población mundial. [5]
Hay un nivel de desigualdad en el mundo muy importante. La propia titular del FMI dio en su discurso del 17 de enero el ejemplo de que un porcentaje muy reducido de la población británica, el 10% más rico del Reino Unido, tiene la misma riqueza que el 50% de la población más pobre del país. Señala que algo similar pasa en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El tema de la desigualdad que aparece como una novedad en el FMI, ya fue asumido por el Banco Mundial. Mario Hernández, quien originó estas notas colaboró en la difusión de una crítica al libro de Thomas Piketty, que publicó en 2013, «El Capital en el Siglo XXI», para mostrar que en la historia del capitalismo lo que crece es la desigualdad. Uno puede hacerle muchas críticas teóricas al libro del economista francés, y a su nuevo libro de reciente aparición «Capital e ideología», pero si hay algo en lo que se pone el acento es en la desigualdad. Kristalina Georgieva pone el acento allí. El FMI sostiene ahora «vamos a impuestos progresivos», afirmación contrapuesta con el escrito en el reciente acuerdo con la Argentina. En segundo lugar, dice «preocupémonos por el gasto público social. Especialmente educación y salud». No tiene nada que ver con el ajuste que empuja en Argentina, en Grecia, Turquía o cualquier país que ha hecho acuerdos crediticios con el FMI. En tercer lugar, dice que hay que hacer reformas estructurales, y se refiere a la reforma laboral, la reforma previsional, que apuntan a quitar derechos históricamente conquistados por la población trabajadora.
Resulta importante leer lo que está diciendo el FMI, porque Georgieva compara en esa intervención a la economía actual con la de hace un siglo y sostiene que «en 1920 el mundo estaba de fiesta, y 10 años después vino la gran crisis del 30», abriendo el paraguas de una crisis de la profundidad que supuso aquella crisis del 1929/32, que fue una gran conmoción y que estuvo acompañada, desde el punto de vista civilizatorio e histórico de una revolución, la bolchevique en 1917, constituyéndose la URSS en la década del 20 y proyectándose como poder global de bipolaridad hacia 1945. Por eso Georgieva dice que si no toman medidas correctivas en el capitalismo en crisis, lo que se viene es el «populismo y la agitación política». Diría que están mirando con seriedad lo que acontece en Francia, o en Chile, o en Colombia o en Haití, para mencionar luchas muy visibles y que han aparecido en todos los medios en los últimos tiempos, pero que se proyectan en Asia, África, América Latina, en todo el planeta.
Este es el momento de mayor acumulación de poder de la ofensiva del capital con la hegemonía neoliberal, pero al mismo tiempo se expresa el mayor nivel de descontento de este tiempo histórico con movilizaciones explicitadas de distinto nivel entre las cuales está el estímulo a los «nacionalismos proteccionistas» de Donald Trump o el Brexit en Gran Bretaña o salidas hacia la derecha como Brasil con Bolsonaro o en otros casos europeos como el de Polonia y la propia Liga en Italia.
Lo que se está viendo es un mundo convulsionado donde la materialidad de los asuntos económicos está en vísperas de un estallido, de un potencial problema. Entonces deben tomar algunas medidas de carácter preventivo, medidas por las que algunos irónicamente dicen que podría afiliarse al Partido Peronista. Pero es una ironía porque el Peronismo también ha sido el Menemismo en los ´90, es un conglomerado que expresa diferentes cuestiones, hay muchos peronismos, se puede pensar en los peronismos en el gobierno y vas a encontrar matices diferenciados, incluso se puede ubicar la dinámica social de acumulación del peronismo en la resistencia, desde el 55 en adelante hasta el 73 con el retorno de Perón, incluso mucha dinámica cultural, social, política organizativa de tradición en el peronismo, nacionalismo popular, nacionalismo popular revolucionario. Es una diversidad muy grande, pero me parece que hay que tomar nota que el principal problema lo tiene hoy el FMI que está obligado a negociar y no es sólo el FMI, sino que atrás de él se mueven otros intereses económicos, políticos, globales como el propio Vaticano. Luego del Foro Económico Mundial hay una reunión convocada en Roma por el Vaticano, donde el tema central va a ser la situación de la Argentina, de la deuda.
La deuda es odiosa porque no fue a favor del pueblo argentino, el deudor sabía que no podía pagar y el acreedor que no podía cobrar. A la reunión concurrirán, entre otros, Kristalina Georgieva, Martín Guzmán y Joseph Stiglitz. Vale recordar que el año pasado, por primera vez se reunieron el Papa Francisco y Joseph Stiglitz, encuentro en el que coincidieron en varios asuntos, especialmente en la crítica a la ortodoxia neoliberal. De modo didáctico, sostengo que en el orden capitalista hay dos grandes propuestas para gestionar el capitalismo contemporáneo.
Una es la hegemónica, mayoritaria, la corriente principal, que es la que se constituyó en los últimos 40 años la liberalización de la economía. Es lo que se identifica en términos globales como neoliberalismo, que tiene matices, contradicciones muy variadas, que ahora aparecen hasta variantes proteccionistas a lo Trump, que curiosamente este acuerdo con China supone el retorno a los acuerdos de liberalización de la economía; pero esta es una, la que ha construido la globalización de los últimos 40 años, desde 1973 para acá, desde el ensayo de las dictaduras militares del Cono Sur, del terrorismo de estado en el Cono Sur en adelante, el tiempo de constitución del neoliberalismo.
La otra corriente que pretende administrar el orden capitalista es la que congenia y concilia en la ideología de la Encíclica papal «Laudato Sí», en la concepción del Papa Francisco y Stiglitz, quienes sustentan una vuelta al período previo a la hegemonía neoliberal. Se proponen reinstalar las concepciones del Estado de bienestar. En rigor, hubo Estado de bienestar porque había intento de construcción socialista desde la revolución rusa. Sin esa contracara de la URSS era muy difícil que hubiera construcción de capitalismo reformista o Estado de bienestar. Por eso, decía que no veo ahora condiciones de Guerra Fría, porque lo que está ahora en disputa es la gestión del capitalismo. Mientras que entre el 1945-1991, aunque se discuta cuánto de socialista tenía el «campo socialista», sí había un debate civilizatorio entre capitalismo y socialismo.
Se van a encontrar en esta reunión el FMI, Stiglitz que viene de los organismos internacionales, fue economista jefe del Banco Mundial. Pero junto con él, que es premio Nobel de Economía del 2001, en esa concepción también está Paul Krugman premio Nobel de Economía de 2008 y te menciono las fechas porque en los años de las crisis capitalistas los Nobel son reformistas. Ambos años, 2001 y 2008, son años de gran crisis de EEUU. Por eso, los Nobel de Economía son personajes críticos de la ideología principal neoliberal, pero que están dentro de la restauración del orden capitalista.
Joseph Stiglitz es el padrino/mentor de Martín Guzmán, el ministro de Economía de la Argentina. La gran sorpresa de Alberto Fernández fue demorar la designación de su ministro de Economía, que en los primeros tiempos de su función generó buena aceptación en el mercado de capitales, entre los inversores y especuladores, por eso comentaba que bajó el riesgo país de la Argentina. En los primeros días de gobierno se hizo una restructuración de la deuda en pesos, de unos 100.000 millones de pesos, modificando plazos, intereses, y alargando tiempos de cancelación. Fue una señal de confianza a los acreedores de que la Argentina, al menos su deuda en pesos, no irá al default. El problema es la deuda en moneda extranjera, por lo que se acaba de otorgar media sanción a una ley para darle sostenibilidad al pago de la deuda externa, la deuda en divisas y bajo legislación extranjera. Eso es lo que los inversores externos ahora ven con cierta desconfianza y van a querer condicionar para que no se vaya tan largo el plazo, para que no se modifique tanto la tasa de interés, para que los montos no tengan quitas. Negociar en las mejores condiciones posibles para los acreedores será la presión a soportar.
Pero este es un momento de mucha complejidad en cuanto a la situación de la economía mundial, y la Argentina está en el foco del debate mundial por el temor al default. El propio Ministro señala cuando presenta la ley, que la deuda externa argentina es impagable. Dice que tiene voluntad de pago y, por lo tanto, quiere renegociar y para eso demanda el aval del Parlamento argentino, logrado con 224 votos a favor, 2 en contra y una abstención.
Nuevamente se pierde la oportunidad de avanzar en la investigación a fondo de la deuda, porque esta legislación no incluye en sus 9 artículos la posibilidad de una Auditoria. La ley otorga facultades al Ministerio de Economía para reestructurar la deuda. En ningún lugar aparece el tema de investigarla, ya que muchos sostenemos que esta es una deuda odiosa, aunque haya sido tomada por gobiernos electos constitucionalmente. Es odiosa porque no fue a favor del pueblo argentino, porque el deudor sabía que no podía pagar y el acreedor sabía que no podía cobrar.
Entonces, es una gran estafa al pueblo argentino y por esto merecería ser declarada como deuda odiosa, para lo cual requiere una investigación muy amplia, no solo de sectores parlamentarios, de una comisión del propio gobierno, sino que la propia sociedad debería intervenir en esa investigación a fondo. Y mientras se investiga no hay que pagar. Ahora mientras se presenta esta ley al mismo tiempo se paga la deuda. Por eso la ley de solidaridad y desarrollo productivo incluyó la posibilidad de poder utilizar más de 4.500 millones de dólares de reservas internacionales para cancelar deuda dolarizada que es lo que viene haciendo el gobierno desde que asumió el 10 de diciembre.
Para un balance de los primeros días de gobierno
Creo que el gran tema que hemos estado hablando es el gran condicionante de esta etapa, y es el endeudamiento público. Por otro lado, creo que el gobierno asume con una gran expectativa de la población argentina para que se modifiquen las políticas que se implementaron en los últimos 4 años del gobierno de Macri. Pongo por delante este gran condicionante de la deuda en primer lugar.
La realidad es que se ha generado mucha sorpresa a todo nivel, por un lado, los opositores esperaban que se declarase el default de la Argentina. No solo no se ha declarado, sino que se han generado condiciones para el pago y restructuración de la deuda. Eso ha caído bien en los sectores financieros internacionales y por eso este guiño y acuerdo previsible con el FMI y atrás de eso con EEUU.
Por otra parte y respondiendo a las expectativas sociales se han generado algunas medidas donde, por ejemplo, si hablamos en materia de ajuste, viene por el lado del ingreso, o sea más que reducir el gasto público se han hecho medidas para incrementar la recaudación tributaria, entre otras cosas actualizaron las retenciones, se han mantenido algunas exenciones pero eso ha generado un descontento del sector agro exportador, intentando recuperar la crítica de lo que se llamó el conflicto con el campo en 2008.
Se modificaron algunos impuestos como el impuesto a los bienes personales, que supone gravar a los sectores de más capacidad económica. Se mantuvieron los controles cambiarios, pero se establecieron impuestos a lo que se conoce como dólar turista, para gravar los viajes al exterior, por ejemplo, por compra-venta de divisas. Se han tomado una cantidad de medidas que han servido para favorecer a una política de distribución del ingreso expresada en un bono para los jubilados beneficiarios de la mínima en diciembre y enero. Una medida que genera mucha polémica es la suspensión de la fórmula de actualización jubilatoria que todavía no se sabe cómo se va a reemplazar. Hay una especulación a partir de información oficial del gobierno, de que en marzo como no se va a utilizar la fórmula de actualización de los ingresos previsionales, va a haber una suma fija donde se va a mejorar el ingreso de la mínima, pero se afectará la actualización de jubilaciones normales, no estoy hablando de las de privilegio.
Hay un conjunto de medidas a las que se podría sumar la extensión de los precios cuidados, pero como al mismo tiempo se suspendió la exención del IVA, el tema del incremento de los precios sigue siendo un tema preocupante. Los datos de inflación y recesión de diciembre fueron muy elevados. Habrá que ver cómo este conjunto de medidas impacta en este contexto de inflación y recesión. Vale discutir el tema salarial, ya que muchos infieren que la recomposición de ingresos salariales constituye condición de aumento de precios, es decir, son inflacionarios. De ninguna manera la recomposición salarial es responsable de la inflación. Lo que ocurre es que el gobierno plantea que el tema debe resolverse en las Convenciones Colectivas de Trabajo, o sea, que es una cuestión entre privados, entre trabajadores y patrones. Entre trabajadores que están en Convenio Colectivo con sus empresas. Son muy pocos los trabajadores de la Argentina que están bajo Convenio Colectivo de Trabajo. En todo caso el Estado va a acompañar ese proceso.
Se otorgó un bono para el sector privado, que se extendió al sector estatal, a cuenta de futuras negociaciones. Lo que pasa es que en el lenguaje de Martín Guzmán lo que está planteando es «tranquilizar» la economía, frenar el alza de precios y bajar la inflación. Para ello sostienen que hay que atemperar la puja distributiva. De ninguna manera el salario es generador de inflación. La inflación es el aumento de precios y la capacidad que tienen algunos sectores en la economía para imponer precios. Todos sabemos, y la estadística lo comprueba, que los salarios van por detrás de la inflación. Muy pocos trabajadores reciben actualización de salarios por encima de la inflación. O sea, que la inflación es una cuestión de poder. Pueden aumentar los precios las petroleras, no los aumentan ahora porque están controlados, pero están en negociación con el gobierno para volver a aumentar el combustible. Están congeladas las tarifas de servicios públicos, otra medida bien receptada por la población respecto del gobierno de Alberto Fernández. Pero hay que ver cómo continúa. La inflación ha sido generada en los últimos años y desde siempre, por los que pueden aumentar precios. Los jubilados no pueden aumentar el precio de su asignación, los trabajadores no tienen capacidad de imponer precios a las patronales. El salario no es causante de inflación, la inflación es una cuestión de poder. Son responsables aquellos en condiciones de imponer los precios, incluido el propio Estado.
Un dato relevante es que el gobierno asume con el 48% de los votos, contra un 41% obtenido por el macrismo y un 4% más a otras propuestas de derecha, lo que totaliza un consenso de derecha del 45%. El condicionante para transformar es muy fuerte, y el gobierno que ganó, el de los Fernández, no se propuso ni en campaña electoral ni en su discurso inaugural un proceso de reestructuración de la economía argentina, sino revertir algunas condiciones muy regresivas de la política económica aplicada en los últimos 4 años. De aquí proviene la expectativa que hay en la población.
La pregunta es qué capacidad de aguante tiene esa expectativa. Juan Grabois sostuvo en su momento «que tenemos mecha corta», en el sentido que, si no se satisfacen las necesidades de empleo popular, de las necesidades sociales, puede haber un estallido soccial. Entre las medidas tomadas para paliar la situación del hambre, en tanto y en cuanto son urgentes, parecen efectivas como la entrega de la tarjeta alimentaria que se está haciendo ahora. Pero esa no es solución para el problema alimentario de la Argentina, no resuelve los problemas nutricionales, no saca a la población de la pobreza. Pero me animo a decir que todavía estamos en el tiempo de gracia que en general se le otorga a todo gobierno que trata de asentarse y descubrir los problemas y qué caminos tomar para avanzar. Lo más importante es el nivel de la organización social popular para sostener la demanda reivindicativa y ejercer presión para que las expectativas sociales y populares se cumplan.
Existen varias organizaciones populares que organizan una Campaña Popular por la suspensión de los pagos de la deuda pública externa y se investigue a fondo. Se busca generar condiciones para desplegar mecanismos alternativos de un desarrollo económico diferenciado en la Argentina. Sin movilización popular es muy difícil que avance. Por eso vale la pena mencionar el caso de Mendoza, donde con acuerdo de oposición y oficialismo, provincial y nacional, quisieron afectar la Ley de defensa del agua y la población mendocina movilizada desarmó ese intento de mercantilizar el agua. Lo que demuestra que la política no solo es el Parlamento, ni los votos, sino que la política es también la movilización popular organizada.
Notas:
[1] Alfredo Zaiat. «Kristalina Georgieva peronista: impuestos progresivos y más gasto social», publicado el 19/01/2020. (consultado el 01/02/2020)
[2] Declaraciones de Alberto Fernandez ante la Unión Industrial de la Argetnina, UIA, recogidas por el Diario La Nación del 29/11/2019, en: https://www.lanacion.com.ar/
[3] Ámbito Financiero del 21/01/2020: «Guzmán, sobre el FMI: «Nosotros estamos en control», en: https://www.ambito.com/
[4] FMI, en: https://www.imf.org/es/News/
[5] OXFAM, en: https://www.oxfam.org/es/
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