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Detrás de la creación de ENARSA pueden esconderse los intereses británicos sobre la cuenca oceánica de las islas Malvinas, con posibles reservas de 2.500 millones de barriles

La empresa energética oficial ¿una fachada para Gran Bretaña?

Fuentes: Agencia Periodística del Mercosur

Durante la reciente y quizá mal llamada crisis energética argentina, el gobierno anunció la creación de la empresa Energía Argentina Sociedad Anónima (ENARSA) como mejor representante de un drástico cambio en las políticas oficiales frente al oligopolio que controla el mercado energético nacional. Sin embargo, el proyecto de ley confeccionado por el gobierno y un […]

Durante la reciente y quizá mal llamada crisis energética argentina, el gobierno anunció la creación de la empresa Energía Argentina Sociedad Anónima (ENARSA) como mejor representante de un drástico cambio en las políticas oficiales frente al oligopolio que controla el mercado energético nacional. Sin embargo, el proyecto de ley confeccionado por el gobierno y un conjunto de informaciones confirmadas por Londres indican que la iniciativa estatal podría ser un Caballo de Troya de las corporaciones petroleras británicas.

Con la puesta en marcha de la petrolera oficial, el gobierno argentino se propone privatizar el último activo hidrocarburífero que todavía se mantiene en manos estatales.

Esta estrategia se centra en dos aspectos centrales. En primer lugar, la empresa sería una sociedad anónima de carácter privado y en segundo término, conforme al artículo 2 del proyecto de ley, se establece que ENARSA «tendrá la titularidad de los permisos de exploración y de las concesiones de explotación sobre la totalidad de las áreas marítimas nacionales.»

Al contrario de lo que se puede inferir a primera vista, el punto central a esclarecer no se refiere posibilidad o no de que la ENARSA pueda ser vendida a capitales privados. Lo relevante es analizar aquello que se pretende enajenar a favor de una empresa de derecho privado con socios mayoritarios de carácter transnacional.

En 1979, el entonces director de la Central Estadounidense de Inteligencia (CIA), el almirante Stansfield Turner, informó al Congreso de Estados Unidos que según estudios realizados el buque «Glomar Explorer «dentro de la zona incluida en las 200 millas que circundan a las islas Malvinas existen reservas petroleras nueve veces superiores a las yacentes en el Mar del Norte», cuenca ésta que abastece buena parte del consumo de Gran Bretaña de Noruega y de otros países de la Unión Europea (UE).

Gran Bretaña, por su parte, también posó su mirada sobre los yacimientos marinos de Atlántico Sur. Durante la década del ´70, el almirantazgo británico envió tres misiones de investigación oceanográfica, cuyos resultados se compilaron en el «Informe Shackleton». De nuevo, se hizo hincapié en que el en la certeza en torno a la riqueza petrolera del subsuelo atlántico, particularmente en el punto medio entre la costa argentina continental y la malvinense. Por esa razón, alegaba Lord Shackleton, cualquier intento de exploración y explotación necesitaría del consentimiento y cooperación del Estado argentino.

Ya en los años noventa, y como consecuencia de la caída en la producción pesquera, el interés por la búsqueda de hidrocarburos floreció con fuerza dentro del la administración colonial malvinense. Distintos grupos inversores recibieron la buena nueva del «British Geological Insitute»: se daba entonces por muy posible que en dicha zona se ubicase una reserva de petróleo un 50 por ciento mayor a la del Mar del Norte.

El 24 de junio último, en medio de la «crisis energética», la corporación «The Falkland Islands Holdings» (FIH), que a través de su subsidiaria, «The Falkland Islands Company» es dueña de casi todo lo que existe en las islas Malvinas, anunció la creación de su propia empresa petrolera.

La recién fundada «Falkland Oil and Gas Limited» (FOGL) surgió de una asociación entre FIH, «Global Petroleum» y la «RAB Capital». Según el comunicado de prensa al que pudo acceder APM, la primera iniciativa FOGL consiste en invertir unos 4,5 millones de dólares en el diseño de implementación e interpretación de sondeos sísmicos en el Atlántico Sur. Para ello se asoció con el grupo australiano «Hardman Resources».

Según consultas realizadas a expertos en la materia, ese tipo de investigaciones constituyen el primer paso en la búsqueda de pozos petroleros.

El citado comunicado de prensa informó que ese proyecto es la continuación de un mapeo sísmico realizado en el año 2003, sobre un área de mas de 4.000 kilómetros cuadrados y cuyos datos fueron adquiridos por FOGL. En ese estudio se identificaron varios «objetivos» tendientes a comprobar que la zona esconde en sus entrañas reservas de crudo de 2.500 millones de barriles, según reveló oportunamente el diario británico «Financial Times», uno de los más influyentes del mundo.

Si los estudios a realizarse confirman y amplían dicha pesquisa, la cuenca austral del Mar Argentino se convertiría en otro de los grandes reservorios petroleros del mundo, con todo lo que ello implica en términos políticos internacionales.

ENARSA luce muy distinta respecto de cómo la presentó el gobierno argentino. En primer lugar, queda claro que si hay algo que no puede realizar, es operar directamente y en forma inmediata sobre en el mercado energético nacional. Los proyectos de exploración submarina implican varios años de desarrollo antes de que se extraiga la primera gota de petróleo.

Nadie ha explicado todavía cómo se las apañará ENARSA para intervenir en un sector que fue privatizado de pies a cabeza, sin hacer una revisión de los contratos de concesión vigentes, a fin de tomar para sí aquellos que hayan que demuestren irregularidades por parte de los concesionarios privados.

En segundo lugar, llama la atención que nunca se haga mención alguna sobre las investigaciones antes mencionadas, pero que, por el otro lado, se incluya a la corporación «British Petroleum» como potencial «socia» de ENARSA.

El diario Clarín, de Buenos Aires, publicó la semana pasada un articulo en el cual un alto funcionario del gobierno argentino describe cómo se plantea la «alianza estratégica».

«Empezaremos con las áreas offshore hoy no concesionadas. El Estado se las cederá a ENARSA, y ésta convocará a licitaciones. Los que tienen mayor experiencia en esto son la «British Petroleum», la estatal venezolana PDVSA y la brasileña Petrobras. Se les propondrá asociarse a ENARSA en la exploración y explotación de esos yacimientos: nosotros ponemos el área, ellos todo el resto. Y ganará la concesión quien ceda a ENARSA mayor porcentaje del negocio», dijo esa fuente oficial aunque no identificada.

Por su parte, el diputado Héctor Polino (socialista) ofreció una descripción sumamente aguda de otros puntos oscuros del proyecto de ley que pretende crear a ENARSA. En declaraciones al diario La Nación, también de Buenos Aires, el legislador dijo que «evidentemente (ENARSA) se verá obligada a contratar la realización de esos trabajos con terceros o deberá asociarse a terceros. Es decir, con grandes empresas, fundamentalmente de capital extranjero. Y como ENARSA será una empresa privada, bajo la forma jurídica de sociedad anónima, hará esas contrataciones en forma directa, sin licitación pública. Y no tendrá control estatal a través de la SIGEN o de la Auditoria General (dos instituciones públicas encargadas de vigilar por la legalidad y la transparencia de los actos oficiales).

Así, parecen confirmarse la sospechas que en torno a la verdadera naturaleza de ENARSA instaló el artículo «El gas que falta en Argentina Repsol lo vende a Estados Unidos», publicada por APM el 20 de Mayo de este año.

La irrupción del Mar Argentino como área de gran potencial petrolífero abriría un nuevo escenario político de cara a las pretensiones del bloque hegemónico sobre los recursos naturales de América Latina. Asimismo, obligaría a nuevas reflexiones sobre los verdaderos alcances y posibilidades de ciertos discursos autonómicos aun no confirmados en los hechos.