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La herencia sigue vacante

Fuentes: Rebelión

La gran eclosion popular del 19 y 29 de diciembre del 2001 en la Argentina todavía no ha podido gestar su heredero: un proyecto popular que haga realidad la vocación transformadora que se expresó en la consigna «que se vayan todos» Quien se presenta como tal, el presidente Kirchner, es hijo en realidad de la […]

La gran eclosion popular del 19 y 29 de diciembre del 2001 en la Argentina todavía no ha podido gestar su heredero: un proyecto popular que haga realidad la vocación transformadora que se expresó en la consigna «que se vayan todos»

Quien se presenta como tal, el presidente Kirchner, es hijo en realidad de la vieja politica del Partido Justicialista de los 80 y los 90. Un hijo que debe hacerse un lifhting progre para adaptarse a los nuevos tiempos, pero que se mantiene fiel a los mandatos familiares.

El país productivo al que apela, no es la naciente burguesía industrial que en 1945 encarnaba Miranda, sino la burguesía multinacional saqueadora cuyos exponentes son las petroleras, el grupo Techint, y el complejo sojero. Por lo que históricamente esta mas cercano al conservadurismo del «fraude patriótico», que al primer peronismo.

Enancado en las expectativas que genera la recuperación economica post-devaluación ganará las próximas elecciones, pero ha perdido el escenario donde se sentía mas cómodo: simular ser una alternativa popular frente a las viejas mafias de la politica encarnadas en Duhalde y su esposa.

El plan de lucha de los movimientos de desocupados y el creciente conflicto laboral de sectores ocupados por aumento de salarios, cambiaron el escenario y la agenda de discusión. Hoy en la Argentina se ha empezado a discutir si el salario de un trabajador debe ser de $1800 ( 600 dolares) y si un desocupado que recibe $150( 50 dolares) tiene derecho a recibir un subsidio de 350 (150 dolares), y si este gobierno del Justicialismo, puede o no reprimir la protesta social.

En resumen ha empezado a discutirse como va a repartirse el crecimiento económico, y a nadie se le ocurre que el gobierno pueda promover la movilización popular.

Los trabajadores y el movimiento popular todavía estan a la defensiva. En particular el movimiento piquetero esta fuertemente desligitimado en sus reclamos, pero esto no le ha impedido luchar y alcanzar niveles de unidad politica que el conjunto de las fuerzas de izquierda no pudo alcanzar en el plano electoral.

Esa defensiva que va a mantenerse mientras no se vertebre un nuevo proyecto popular en la Argentina, tiene dos aristas que vale la pena resaltar.

Los seis meses posteriores a las elecciones de octubre serán decisivos para que el gobierno, aprovechando el respaldo electoral, pueda lanzar una ofensiva dirigida a desarticular a los movimientos piqueteros en particular y al conjunto del movimiento popular en lucha. Si no consigue su objetivo, los tiempos le van a empezar a correr en contra.

Hay señales y expresiones de una maduración de movimientos autonomos preexistentes al 2001, pero que en los últimos años han hecho un recorrido muy sólido y creativo desde los desocupados, los movimientos campesinos, territoriales, estudiantiles y desde las nuevas experiencias sindicales. En la confluencia de esos procesos puede estar el germen de una herramienta politica y social capaz de liderar, articular y coordinar las resistencias fragmentadas y poner en marcha un proyecto popular.

En la valoración de este proceso hay que poner mas atención en la solidez y vocación transformadora de estos procesos, que en los apuros, casi siempre fogoneados por «urgencias patrióticas».

La experiencia de Venezuela es bastante ejemplificadora. Desde el Caracazo hasta la llegada al gobierno de Chavez pasaron 10 años, y otros 3 años para que ese proceso, sustentado en el dinamismo y creatividad de los movimientos sociales, tomara un rumbo transformador.