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La inautenticidad de los nuevos republicanos y el peligro que acecha a la libertad de expresión

Fuentes: Rebelión

«No escojas solo una parte, tómame como me doy, entero y tal como soy, no vayas a equivocarte…» Si bien es cierto que la letra de esta admirable canción del Nano Serrat se refiere a algo tan hermoso y maravilloso como lo es el amor; no es menos cierto que al momento de escoger, en […]

«No escojas solo una parte, tómame como me doy, entero y tal como soy, no vayas a equivocarte…»



Si bien es cierto que la letra de esta admirable canción del Nano Serrat se refiere a algo tan hermoso y maravilloso como lo es el amor; no es menos cierto que al momento de escoger, en cualquier ámbito de la vida, siempre debemos hacerlo en función del todo y no de la parte. De lo contrario, existen elevadas probabilidades de sucumbir en el error.

Pues, algo de eso sucedió el 22 de noviembre pasado donde una franja apenas mayoritaria de la ciudadanía, pero mayoritaria al fin, escogió como presidente al candidato más representativo de la derecha conservadora en la Argentina: el Ing. Mauricio Macri.

Es dable suponer que muchos de esos electores lo hayan elegido por haber ponderado una faceta de su, prácticamente, inexistente propuesta. Lo concreto es que algunos analistas esgrimen que el éxito del candidato obedeció al hecho de no pedirle sacrificios a la ciudadanía; de todos modos, es preciso reconocer que hubiere resultado un poco incómodo sugerir esfuerzos colectivos sin explicar, previamente, un «para qué». Lo que, entre otras cosas, hubiere requerido esbozar, cuando menos, un diminuto programa de gobierno.

Otros, en cambio, señalan que el motivo de su triunfo se centró en la «estupenda» campaña marketinera que supo desarrollar en los espacios televisivos. La misma se asentó sobre tres pilares fundamentales: (1) No hacer público su proyecto de gobierno. (2) Mostrarse como un candidato morigerado que venía a plantear «la unidad de los argentinos». (3) Ofrecerse como el presidente capaz de mejorar la calidad institucional de la república.

Quizá la «genialidad» del candidato de «Cambiemos» haya consistido en ofrecer «bolsones vacíos» de propuestas para que el elector proyectara sobre cada uno de ellos sus eventuales deseos, sin reparar que los mismos eran fruto de su construcción imaginativa y no parte constitutiva del programa o proyecto que ocultaba el candidato conservador.

Sin embargo, demás esta señalar que el factor determinante de su consagración presidencial descansó -y lo hemos señalado infinidad de veces- en la protección y promoción mediática que los medios dominantes, a través del denodado esfuerzo del ejército de «periodistas independientes», supieron realizar.

Hoy esos mismos «informadores» que diariamente inundaban las pantallas televisivas con hechos delictivos, aterradoras predicciones en materia económica, o cuestionamientos banales y operaciones fraudulentas respecto del proceder de la anterior presidenta, Cristina Fernández de Kirchner; han pegado un giro copernicano en materia de información y ahora se dedican a «mostrar» la realidad local como sumamente apacible, donde «los delincuentes» sorprendentemente han desaparecido del escenario social, las turbulencias económicas ya no existen (a pesar de que los trabajadores puedan tener esa » amarga sensación» al efectuar sus compras), por lo tanto, tampoco existen predicciones atemorizantes de parte de los economistas mediáticos -muchos de ellos ya ocupando cargos en el gobierno- que visualizan que el país » ha retornado a la normalidad» y los encarnizados cuestionamientos que se le realizaban a Cristina Fernández de Kirchner, se han trocado por elogios banales que, al parecer, realzan la figura del nuevo mandatario. En cuanto a las falsas operaciones realizadas contra la ex presidenta ya no tienen razón de ser; si bien es de esperar que todavía se desate contra su figura una campaña de desprestigio tendiente a sepultar definitivamente el nombre de los Kirchner de la arena política argentina. Intento que, obviamente, está condenado al fracaso (basta contemplar la multitudinaria manifestación que acompañó a la ex mandataria en sus últimas horas en la Casa rosada) y que guarda una pasmosa similitud con aquel empeño de los militares en el año 1955 cuando por decreto intentaron borrar todo vestigio del gobierno popular al que habían derrocado.

Sin duda la irrespetuosa actitud de quien hasta hace poco se arrogaba ser «el heraldo de «la unidad de los argentinos», nos referimos al flamante presidente electo, obstaculizando mediante artilugios jurídicos el traspaso de la transmisión del mando; sumado a la fuerte represión sufrida por algunos militantes kirchneristas por parte de la policía provincial en un distrito de la provincia de Buenos aires, son signos de temer respecto de lo que se avecina.

Si a esto le sumamos las temerosas declaraciones del titular del recién creado por decreto Ministerio de Comunicaciones, Jorge Aguad, anunciando que se acabó «la locura de la controversia» (¿Acaso quiso decir la locura del disenso?), sosteniendo también que «en la Argentina no hay monopolios comunicacionales» y que la ley de servicios de comunicación audiovisual no puede sobrevivir con el actual gobierno. Añadiendo luego que «el marco regulatorio para los servicios de información va a estar dado por la libertad de mercado», es lógico inferir que el declamado «apagón informativo » está en pleno proceso de desarrollo. Lo que conduce inexorablemente a suprimir el derecho a la información veraz, para dejarlo definitivamente en manos de las grandes corporaciones. Menuda libertad de expresión la que se va modelando en los tiempos que recién se inician.

Claro que «la perlita» de estos primeros cuatro días de gobierno -si leyó bien primeros cuatro días- ha sido la reciente designación por decreto de necesidad y urgencia (DNU) de dos jueces en comisión para integrar la Corte Suprema de Justicia. Uno de los designados, casualmente, ha sido defensor del Grupo Clarín en la mentada ley de medios y denunciado oportunamente por hallarse involucrado en la creación de una ONG (supuestamente imparcial) para defender los intereses del grupo. Se trata del Dr. Carlos Rosenkrantz quien gustosamente patrocina a grandes grupos corporativos, entre ellos: Cablevisión, Clarín, La Sociedad Rural, CARBAP, el grupo Pegasus (cuyo CEO es integrante del flamante gabinete presidencial), etc., etc.

Lo que nadie puede poner en duda es que hay un hilo de coherencia al momento de designar funcionarios públicos; todos, casi sin excepción, estrechamente vinculados a los grandes grupos corporativos. No obstante, y prescindiendo de los «conspicuos» clientes del juez designado, es menester reparar en el procedimiento adoptado para su designación.

Así podemos contemplar que el anteriormente «candidato de la institucionalidad», ha decidido postergar sus convicciones republicanas, para convertirse en una suerte de presidente con marcada orientación -si bien por ahora es incipiente- hacia la concentración de la suma del poder público.

Lo cierto es que el respeto a los procedimientos establecidos por nuestra Carta Magna y el respeto a la legalidad no se muestran demasiado ostensibles por estos días. La presión que se ejerce sobre el Ministerio Público Fiscal, corporizado en la figura de la Dra. Gils Carbó, es una muestra más que evidente de la tentativa de uniformar los criterios y el accionar en el ámbito del poder judicial.

Para peor a la Procuradora General se la descalifica -con la complicidad de los medios mayoritarios- sobre la base de acusaciones falsas, como por ejemplo la de ser militante kirchnerista cuando en realidad no lo es. Y se evita de ese modo hablar de su impecable desempeño en la Procuraduría donde ha demostrado tanto a través de sus dictámenes, como a través del accionar de las fiscalías a su cargo una lucha incansable contra los delitos de toda índole. Pero aun si la Dra. Gils Carbó hubiere sido «K» en sus convicciones, cosa que no lo es, ¿donde es preciso poner la lupa para calificar su desempeño? En el ejercicio de sus funciones o en sus convicciones políticas. Sin duda un auténtico republicano nos diría en el ejercicio de sus funciones. Claro que la autenticidad no parece ser un atributo de los nuevos gobernantes, que bajo la fachada del republicanismo se encargan de pisotear reiteradamente la Constitución cuando nadie los mira.

Tal vez las sugerencias de su asesor estrella, Durán Barba, llevaron a desplegar, al Ing. Mauricio Macri, determinado comportamiento durante la campaña electoral que no se correspondía en los hechos con su verdadero «Ser». Tal vez ahora estemos presencia de la verdadera personalidad del actual presidente.

Tal vez, y para no llevarnos sorpresas, al momento de escoger deberíamos ser un poco más meticulosos. Vaya uno a saber, no obstante, lo que sí no hay que olvidar es otro destacado párrafo de esa hermosa canción del poeta catalán; específicamente cuando sostiene: «Del derecho y del revés, uno solo es lo que es y anda siempre con lo puesto. Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio».

Blog del autor: http://epistemesxxi.blogspot.com/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.