«El culto a lo inmediato es el principal aliado de la desinformación». En estos términos se ha expresado el periodista Pascual Serrano, durante la conferencia sobre «El poder de la desinformación» impartida en Valencia por invitación del Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS). «Esto se traduce -ha añadido Pascual Serrano- en que el ciudadano medio […]
«El culto a lo inmediato es el principal aliado de la desinformación». En estos términos se ha expresado el periodista Pascual Serrano, durante la conferencia sobre «El poder de la desinformación» impartida en Valencia por invitación del Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS).
«Esto se traduce -ha añadido Pascual Serrano- en que el ciudadano medio piensa que llega tarde a una especie de culebrón que no alcanza a comprender; algo así ocurre, por ejemplo, con el conflicto entre Israel y Palestina; antes que rendirse a esta inmediatez de la noticia, que hace muy difícil su comprensión, es preferible apagar la televisión y leer un libro que analice los hechos en su contexto y antecedentes».
El autor de «La historia oculta de los grupos de comunicación españoles» y «El periodismo es noticia. Tendencias sobre comunicación en el siglo XXI» ha subrayado que, aunque a veces se desinforme deliberadamente, «en otras muchas ocasiones el formato ya conduce a la desinformación». «El ritmo frenético de los periodistas impide la comprensión de los hechos y el análisis de su complejidad», ha subrayado Serrano.
En este punto, el cofundador de Rebelión.org ha recordado unas palabras del teólogo brasileño Hélder Cámara, que explican la amenaza para los grupos de poder que supone poner la información en su contexto: «cuando doy de comer a los pobres me llaman santo, pero si hablo de las razones de la pobreza me llaman comunista».
Una de las causas de de la desinformación, a juicio de Pascual Serrano, es «la perversión del lenguaje audiovisual», argumento recurrente en sus conferencias sobre la comunicación de masas. «El culto a la imagen neutraliza la razón y el intelecto; maneja emociones y pasiones sin que deje al ciudadano espacio para la reflexión», ha señalado el periodista.
Fuera de los análisis estructurales, y preguntado por cuestiones de actualidad como el fenómeno Wikileaks, Serrano ha apuntado la «dificultad de sostener una posición uniforme, ya que si bien resulta loable el espíritu de transparencia que lo anima, lo cierto es que no ha estado a la altura de su discurso. Sobre todo, por haber facilitado la información diplomática a un cartel de medios del establishment, para que la presenten y jerarquicen según sus intereses». Según Pascual Serrano, «hemos pasado de la censura de Hillary Clinton, a la de Liberty Media, el grupo de brokers propietarios de El País».
Del mismo modo, preguntado por la potencialidad de Internet y las nuevas redes sociales -como Facebook- para los movimientos alternativos, el colaborador de «Mundo Obrero», «El Otro País» y «Pueblos» ha apostado por situarse «en un término razonable, entre la tecnofilia y la tecnofobia». Esto significa -ha añadido Serrano- utilizar Internet para informarse, sin caer en la trampa de que con la red podemos organizarnos y cambiar el mundo». «Para hacer la revolución hay que salir a la calle como se ha hecho siempre. Tenemos los ejemplos recientes de Túnez y Egipto, que así lo atestiguan».
Sobre las posibilidades de cambiar el modelo comunicativo hegemónico, Serrano ha señalado que hoy en día es «difícil» con la correlación de fuerzas existente. «Pero una de las vías estriba en reforzar el papel de los estados; en primer lugar, para controlar el rigor de la información y evitar la impunidad de las grandes empresas comunicativas; y, además, para garantizar el acceso de los ciudadanos a los medios».
Una de los peligros que corren los movimientos sociales es caer en el derrotismo y la impotencia. «Esto puede ocurrir cuando sobrevaloramos el poder de los grandes medios», ha subrayado el periodista valenciano. «Hay que superar la fase plañidera, en la que Bolivia y Venezuela han estado en algún momento, que consiste en llorar porque los emporios periodísticos quieren derribar a nuestros gobiernos, y pasar a la ofensiva: cambiar las leyes, crear nuevos medios públicos o exigir responsabilidades a los privados».
También en los medios alternativos hace falta autocrítica: «hemos de elaborar las informaciones con rigor, profundidad y explicando el contexto; no basta con llamar a Obama «asesino» o a Uribe «Paramilitar» para ofrecer una información de calidad».
Por último, frente al desánimo y la frustración, Pascual Serrano ha puesto los ejemplos de gobiernos progresistas en América Latina, como los de Bolivia o Venezuela, que constituyen una barrera frente a la ofensiva neoliberal. «O los acontecimientos de Túnez y Egipto, que señalan que cuando uno menos se lo espera, la gente explota y sale a la calle».
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