Dos apuntes iniciales: el primero: algunos datos de la situación de los jubilados griegos; el segundo: la definición de una noción ricardiana que aparece más tarde. Los datos de la situación [1]: Porcentaje de los jubilados griegos (unos 2,5 millones de personas) que perciben una pensión inferior de 665 euros (es decir, por debajo del […]
Dos apuntes iniciales: el primero: algunos datos de la situación de los jubilados griegos; el segundo: la definición de una noción ricardiana que aparece más tarde.
Los datos de la situación [1]:
Porcentaje de los jubilados griegos (unos 2,5 millones de personas) que perciben una pensión inferior de 665 euros (es decir, por debajo del umbral de pobreza fijado por la propia UE): el 45%. Porcentaje de jubilados en esa situación en 2009: el 20%. Incremento porcentual: 125%. Porcentaje de jubilados que cobra más de 1.050 euros mensuales: el 14%. Reducción de las pensiones principales de más de 1.000 euros en estos cinco últimos años (desde 2009): el 40%. Reducción del conjunto de todas las complementarias: un 60%. Porcentaje de los hogares griegos cuya principal fuente de ingresos para poder sobrevivir es la recepción de una pensión de algunos de sus miembros: más de la mitad, el 52%.
La noción según el «Diccionario de Economía y Empresas» [2]. Con «Renta de situación» se hace referencia a los beneficios económicos que se derivan para una zona de la proximidad con otra zona con mayor nivel de renta y bienestar. Los mecanismos por los que se materializa esta renta son a través de intercambios de bienes y servicios, inversiones, movilidad del trabajo, etc. Ejemplo ofrecido por el diccionario: la renta de situación de España en los años sesenta y setenta del pasado siglo respecto a Europa, favoreciendo las exportaciones, la asimilación de tecnología, las inversiones extranjeras y la emigración «de los excedentes de mano de obra» (el lenguaje insultante y antiobrero es del Diccionario) a los principales países de Europa. Tiene sus orígenes en la Renta de situación ricardiana (de David Ricardo): «referida a la renta del suelo agrícola, como aquella parte del valor de un suelo céntrico y productivo que está por encima del precio del suelo disponible para la expansión debido a que los nuevos terrenos son menos productivos que los que ya se explotaban con anterioridad»
Viene lo anterior a cuento del artículo [3] de este vomitivo intelectual orgánico: Xavier Vidal-Folch, un asiduo de la 8TV de don Cuní La Vanguardia. El título de su escrito: «Mal griego, mal de otros muchos». La entradilla: «Las abusivas (sic) pensiones de Grecia equivalen al corporativismo de taxistas y notarios».
El compás inicial golpea de entrada en la sien: «El papel es impresionante. Si sería mera táctica la táctica negociadora durante cinco meses, que los 11 folios de la última oferta de Grecia -del lunes- son una completa vuelta de calcetín a kilos de retórica antineoliberal». ¡Retórica antineoliberal! Prosigue el orgánico del global: si sería disparatado el sistema griego de jubilaciones, señala, el gran escollo de la polémica [¡recuerden los datos apuntados al inicio!], «que el ajuste asumido por Alexis Tsipras quintuplica el encajado en 2010 por José Luis Rodríguez Zapatero». Lean bien, insiste el orgánico: «lo quintuplica». Zapatero aceptó «un recorte de pensiones de 1.800 millones de euros, menos de dos décimas del PIB español. Tsipras asume ahora unos ajustes en este ámbito del 1,05% ya en 2016: sobre todo de las enloquecidas jubilaciones anticipadas a 52 años; pronto no se retirará nadie antes de los 67. Albricias». ¿Albricias? ¡Pronto no se retirará nadie antes de los 67! ¿Sabrá este intelectual de cuello limpito la dureza de muchos trabajos, los 40 años de duro curro en muchos casos!
Prosigue el sesudo intelectual, sin temblor en el pulso: «Ya pueden cantar misa quienes esgrimen que Syriza no ha cedido. Pura chatarra propagandística». ¡Pura chatarra…! Luego la prepotencia con un toque de aparente humanismo: «Es que ha hecho bien, cediendo en todo lo que era lógico: lo fundamental. Y a cambio, salvando su paquete de emergencia social (familias sin electricidad, pensionistas sin asistencia médica) que también era digno, y justo, y necesario». ¡Cediendo en todo lo que era lógico! ¿De qué lógica habla este intelectualillo bien remunerado que debe ingresar como 10 jubilados griegos al año?
No se queda aquí desde luego. Lo sorprendente, comenta, es que haya tardado tanto «en aceptar lo evidente, a costa del derrumbe económico, la caída del crecimiento recién iniciado, la pérdida del superávit presupuestario primario, la escapada de 30.000 millones de depósitos bancarios. ¿Ha esperado tanto por cálculo negociador? ¿Por infundado temor a ceder en otras cuestiones menos sensibles? ¿Por aparecer ante sus talibanes como el que forcejea hasta el último segundo?». ¿Sus talibanes, de qué talibanes habla este chulo talibán neoliberal? ¿Aceptar lo evidente? ¿Qué evidencia? ¿El poder sin réplica?
Quizás, responde él mismo a sus preguntas, pero «hay otra explicación más descarnada». Viene ahora el toque académico del experto: «Determinadas jubilaciones griegas (no todas), diseminadas hasta hace poco en más de 100 fondos de pensiones, consagraban situaciones de inequidad propias de las «rentas de situación» de David Ricardo: aquellas rentas diferenciales derivadas de la localización específica de un activo: de su proximidad geográfica o social a otras rentas superiores, de la casualidad, del azar-no-productivo. La resistencia a las reformas de verdad (no a la mera depresión salarial, que es lo fácil, y lo más injusto) es mayor cuanto más consolidadas están esas rentas de situación. Y cuando mejor se adornan con la coartada de la justificación social (a veces, religiosa), algo siempre muy sensible para el progresismo y la ética». ¿Sensible para el progresismo? ¿La ética? ¿Coartada de la justificación social? ¿Situaciones de inequidad comentadas por alguien que razona desde la más ortodoxa de las posiciones crematísticas ortodoxas?
Qué insidioso, concluye satisfecho y con más estocadas de muerte, mezclando situaciones absolutamente heterogéneas, «pues en su mayoría se trata de meros corporativismos. Cuando los jubilados griegos apenas pospúberes se jactan de causa justa, se equiparan a los taxistas y farmacéuticos italianos que se resistían a las reformas liberalizadoras de Mario Monti (abrir ¡en domingo!); a los notarios y comerciantes franceses que denigran a Manuel Valls porque predica la libertad de establecimiento y mayor libertad horaria; a los colegios profesionales españoles que rehuyen la competencia». ¿Se entiende la salvaje y servil cosmovisión desde la que piensa el autor? ¡Todo vale! Notarios, comerciantes, jubilados, taxistas,… Todo es uno y lo mismo.
Pero no le basta con eso: «El mal griego es mal nuestro. Es mal de otros muchos porque el corporativismo cerrado constituye la antesala de la autocracia (El corporativismo en España, M. P. Yruela y Salvador Giner, Ariel, 1988)». La sentencia: «Donde mandan los taxistas nunca imperan los Parlamentos». ¿Cómo se puede ser tan ruin intelectualmente (tras citar un libro de hace más de 27 años por cierto? ¿La defensa de conquistas ciudadanas y obreras como vía hacia la autocracia? ¿De eso habla este sesudo intelectual?
Un premio urgente, por favor, un premio urgente para uno de los textos más serviles y sumisos al poder de la reciente historia intelectual europea. ¡Tenía tanta razón Lewis Carroll! ¿Quiénes mandan aquí? Pues son ellos los que dan significado a las palabras. Sus siervos las usan con el sentido que ellos estipulan.
¿No les da una mica de fàstic (asco) tot plegat?
Notas
[1] Mi fuente es también el global-imperial: M. A. Sánchez Vallejo, «La línea Maginot de los pensionistas griegos». El País, 24 de junio de 2015, p. 5.
[2] Debo el apunte a la historiadora Soledad Bengoechea.
[3] http://internacional.elpais.com/internacional/2015/06/24/actualidad/1435135899_878106.html
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