M.H.: Confirmaron el sobreseimiento de Macri, Vidal y Rodríguez Larreta por la represión en el Borda. Un tema que hemos comentado en más de una oportunidad y que te tuvo como protagonista. ¿Cómo viviste esta situación? A.B.: En primer lugar ya no es sorpresa, sino la ratificación de una impunidad agobiante. Sinceramente ya se da […]
M.H.: Confirmaron el sobreseimiento de Macri, Vidal y Rodríguez Larreta por la represión en el Borda. Un tema que hemos comentado en más de una oportunidad y que te tuvo como protagonista. ¿Cómo viviste esta situación?
A.B.: En primer lugar ya no es sorpresa, sino la ratificación de una impunidad agobiante. Sinceramente ya se da por culminado un proceso que tendría que haber sido totalmente inverso en cuanto a las responsabilidades de lo que ese día ocurrió dentro del Hospital Borda. Con este fallo se saca por fuera de las responsabilidades políticas a Macri, a Vidal, al Ministro Guillermo Montenegro. Si bien el fallo deja fuera al Jefe y al Subjefe de la Policía Metropolitana de ese momento, Giménez y Pedace.
Genera una sensación extraña leer los fundamentos de este sobreseimiento, donde directamente dicen que ni el Jefe de gobierno, ni Vidal ni Montenegro podían estar al tanto de lo que ocurría, porque si bien hubo y se determinaron llamadas de los jefes policiales con Montenegro, no se sabe lo que se dijeron, así que hasta Montenegro queda exento. Es una tomadura de pelo, como ciudadano, como seres humanos, que la justicia, con minúscula y totalmente devaluada que ha generado este fallo, utilice estos términos.
M.H.: La última vez que te entrevisté, hace un par de semanas, quedó picando un tema, en relación a la medicalización de los niños. Mencionaste que vamos a tener en Buenos Aires al Dr. Allen Frances que es el autor de «¿Somos todos enfermos mentales? Manifiesto contra los abusos de la psiquiatría». Pero hay otro tema que se ha instalado fuertemente en los últimos años, que es el auge de las llamadas «neurociencias», con autores como Facundo Manes, que es ahora funcionario de la Provincia de Buenos Aires, del área de Educación, Diego Golombek o Andrés Rieznik, que recorren asiduamente programas de radio, televisión, llenan teatros y salones, están al tope en la venta de libros y comienzan a tener injerencia en el diseño de políticas públicas. ¿Qué nos podés comentar?
A.B.: Dentro de la avanzada del neoliberalismo hay una perspectiva política que está muy ligada a la perspectiva científica. El neoliberalismo es justamente eso, hacer de todas las cuestiones humanas un negocio y generar necesidades que no deberían ser consideradas como tales. Cuestiones normales como pueden ser el nacimiento, la sexualidad, la felicidad; se somete todo a ser mediatizable o tratable con medicación. Esto de la medicalización es avanzar en todas las esferas de la vida humana desde la perspectiva de medicar y encontrar respuesta en determinados fármacos y psicofármacos. Desde esta cuestión económica y política, es indudable que la tecnología y lo científico están íntimamente ligados, entonces ya no es solamente la cuestión de la informática, sino que la investigación científica de alguna manera está subordinada. Puede ser privada o pública, obviamente la que verdaderamente tiene recorrido es la privada porque es donde van las inversiones y allí se desarrollan todas estas nuevas percepciones o reconocimientos de moléculas que primero inventan y luego asignan a enfermedades.
Es el caso del Manual de Diagnóstico que tiene la medicina norteamericana, el DCM que tuvo su primera aparición en los años ´80. Ese manual en los ´80 tenía reconocidas 120 manifestaciones psicopatológicas, pero en el DCM 4, que es el penúltimo, ya pasaban las 800 patologías o síntomas que se reconocen. Con lo cual hay una exacerbación en encontrar aún en las cuestiones más «normales» de la vida, como desajuste de un sistema. Entonces la enfermedad, que en el caso de la locura es una ruptura con el orden de racionalidad y normalidad impuesto por las sociedades y los sistemas políticos y económicos, también se manifiesta en otras formas del sufrimiento y el padecimiento. Es el caso de las adicciones, es cómo cada uno recurre, ante lo que le resulta imposible de resolver, a una sustancia equis.
Indudablemente el fondo de la cuestión no es un problema neuroanatómico, ni del cerebro, sino que con toda esta cuestión de las neurociencias lo que se hace es adjudicarle un exclusivo origen orgánico o genético, cuando todos sabemos que la mayoría de los padecimientos tienen que ver con el atravesamiento de una persona en un momento histórico, en una sociedad, en una cultura y en el marco de un sistema económico y político.
M.H.: Empecé a leer el libro de Frances y marqué algunas cosas, por ejemplo: «¿Es mejor diagnosticar y tratar agresivamente como enfermedad un cáncer de próstata que se desarrolla lentamente en una persona mayor o es mejor no tocarlo porque no hacer nada puede ser mucho menos peligroso que el tratamiento?». «La falta de memoria es normal en los ancianos, ¿es demencia senil o se trata de la inevitable degeneración de un cerebro que envejece?». «Un niño muy bajo, ¿es necesariamente bajo o necesita inyecciones de crecimiento?». Son algunas de las preguntas que se hace el Dr. Frances. También habla de una población originaria que consume hormigas y dice: «para los aborígenes, desesperadamente necesitados de proteína, las hormigas son una fuente de alimento perfectamente normal. Mientras que comerlas habitualmente en Los Ángeles, indicaría según el DCM que se padece el trastorno conocido como Pica».
A.B.: Cuando hablamos de salud mental, no es lo mismo lo que le pasa a un habitante de una ciudad urbana, de alguien que proviene de otra cultura y en un territorio particular. Intervenir en salud mental en la Puna, por ejemplo, corresponde respetar la idiosincrasia de los habitantes de los pueblos originarios, entonces, qué manual de diagnóstico podemos establecer si está hecho con pautas que no concuerdan con la subjetividad humana.
Lo importante a tener en cuenta, es que con estos manuales de diagnóstico, nos están controlando y midiendo, porque con ellos hacen que seas una persona apta o no para el sistema productivo. Con estos manuales suprimen la subjetividad humana, que es la capacidad de expresarse en el orden de la diferencia. Lo que requiere un sistema como el capitalismo y con esta avanzada neoliberal de copar absolutamente todas las áreas humanas, es que haya una masificación, porque lo diferente, lo que genera ruptura, molesta. Por eso molestan los locos, los desempleados, los chicos en la calle sin salida laboral ni de estudio. Todo aquello que es molesto hay que controlarlo, y llegamos al límite de la infancia donde a un chico que puede resultar molesto en la clase y no se concentra, se le adjudica uno de estos síndromes que lo clasifican como déficit de atención o de síndrome de rebeldía.
Este es un llamado de atención muy grande, porque la medicalización de la vida, no solo de los niños sino de los adultos, está avanzando cada vez más y queda reafirmado en el poder de la industria farmacéutica. Es tan grande el poder que enfrentamos, que es independiente del poder político o del gobierno de turno. Porque desde esa perspectiva el poder está en las manos de este neoliberalismo que es una concepción economicista para la cual no hay ni naciones, ni pueblos, ni cultura, ni tradiciones, ni sujetos, solo existe el mercado y ahí hay que imponer las leyes por cualquier medio y reconocerlas como lícitas.
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