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La deuda social argentina parece no distraer la campaña electoral oficialista

La nueva ola kirchnerista

Fuentes: Argenpress

El plan de gobierno no puede detener el incremento de los índices de pobreza. Mientras tanto sus funcionarios siguen pavoneándose por los canales de televisión. La crisis sindical y la búsqueda del control o alianza con los medios de comunicación dominantes. Hoy, dos Argentinas parecen surgir de la reestructuración institucional que intenta llevar adelante el […]

El plan de gobierno no puede detener el incremento de los índices de pobreza. Mientras tanto sus funcionarios siguen pavoneándose por los canales de televisión. La crisis sindical y la búsqueda del control o alianza con los medios de comunicación dominantes.

Hoy, dos Argentinas parecen surgir de la reestructuración institucional que intenta llevar adelante el gobierno de Néstor Kirchner desde su llegada al sillón de la Casa Rosada. Una Argentina posible, aunque poco probable, imaginada por la retórica triunfalista de los discursos oficiales. Y otra real que acaba de incrementar una vez más los índices de pobreza e indigencia de forma proporcional a los aumentos inflacionarios, dejando a esa franja de la población entre los más relegados en la distribución de las riquezas.

Por cada nuevo dígito de inflación este país suma alrededor de 100 mil nuevos pobres. No obstante, la preocupación oficial sigue distraída en diatribas verbales y deseos póstumos sobre la construcción de poder en la interna del partido Justicialista, encabezada por Eduardo Duhalde y su ejército de intendentes bonaerenses. Ayer, el clan Kirchner apuntó nuevamente sobre la gestión de los Duhalde en la Provincia de Buenos Aires, esta vez desde José C. Paz al señalar con el dedo acusador a ‘quienes quebraron y fundieron’ la mencionada localidad. Irónicamente esto ocurrió desde un distrito gobernado por Mario Ishii, un ex duhaldista ahora transversal.

La ola de conflictos suma como nuevos actores a la desprestigiada cúpula sindical que tiene en cartel como primera figura al líder camionero Hugo Moyano. El panorama de concertación inicial con la central obrera, antiguamente columna vertebral del partido de gobierno, ahora se desgaja debido a las incesantes luchas entre los principales gremios que la manejan. Un resabio del verticalismo en su estructura interna que copia de manera análoga las disputas en la conducción del justicialismo. De esta manera, los ‘gordos’ que componen la CGT han ingresado en una nueva espiral de alianzas internas para ocupar los espacios de control que generó el kirchnerismo por su insistencia en no promover la democratización de los sindicatos ni tampoco reconocer la personería jurídica de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Por eso el consejo directivo de la única confederación obrera reconocida sigue armando roscas para arribar a acuerdos con los ya históricos Armando Cavallieri (Empleados de Comercio), Carlos West Ocampo (Sanidad) y José Rodríguez (SMATA), entre otros.

Sin embargo, no pocos sindicatos tanto agrupados en la CGT como los disidentes, continúan en una tenaz batalla por lograr una recomposición salarial acorde con el incremento del PBI nacional obtenido luego del explosivo crecimiento de la economía post-devaluación. A los profesores universitarios que continúan con su largo plan de lucha por un aumento digno y el nombramiento de cientos de docentes que trabajan ad honorem en el contexto de una universidad pública precarizada por la escasa asignación presupuestaria, se suman el paro de los molineros, los llamativos actos del personal legislativo que desde hace más de una década no reciben ningún incremento salarial y el conflicto laboral del área de salud.

Rompe huelgas

En una práctica que en los ’70 habría sido considerada carneril, el gobierno en lugar de resolver los conflictos con los trabajadores del Hospital Garrahan a preferido sancionar al sindicato en huelga y emprender la búsqueda de nuevos empleados.

Mientras tanto los militantes sociales procesados están a punto de anotar en la lista el nombre de un nuevo mártir, el líder piquetero Raúl Castells (MIJD), procesado por una causa iniciada por la firma multinacional Mac Donald’s, donde se lo acusa de ‘tentativa de extorsión’ por el bloqueo del acceso a uno de sus locales de expendio en el que Castells reclamó la provisión de 50.000 combos conocidos como ‘cajitas feliz’.

A pesar de las discrepancias ideológicas Castells, quien lleva 58 días de ayuno ininterrumpido, ya recibió el apoyo solidario del supremo Eugenio Zaffaroni, de otros dirigentes como Jorge Altamira y Néstor Pitrola e incluso la visita de la mencionada cabeza gremial de la CGT, Hugo Moyano, junto a José Luis Lingieri y Julio Piumato, que sumaron adhesiones entre las que también se encuentran la del piquetero reformista y adversario directo de Castells, Luis D’Elía.

Todo poderosos

Cabe destacar que la política de gobierno inaugurada por la gestión Kirchner sigue con la coherencia inicial. Ratificación del ejercicio de la suma del poder público por vía de decretos y la obtención de superpoderes por parte de su jefe de ministros, concesiones similares a la época menemista en materia de medios de comunicación, y el cumplimiento sistemático con el Fondo Monetario Internacional, más allá de los discursos encendidos.

No es casualidad que los mismos que se enriquecieron luego de la irregular concesión de licencias y frecuencias del espacio radioeléctrico hayan logrado 10 años de gracia para la explotación de los monopólicos medios masivos de comunicación. Por último, cabe destacar que el páginadocista Martín Granovsky (o mejor dicho: cornetín oficial, luego de la absorción del diario Pagina 12 al Grupo Clarín, conducido por Héctor Magneto) acaba de asumir la presidencia de la agencia estatal de noticias TELAM y señalar que será ‘un empleado público’ al servicio de otro empleado público ‘de mayor rango’ como el presidente Néstor Kirchner.

Obviamente todo esto en el contexto de un sistema nacional de medios que entiende la radiodifusión como servicio de interés público sin participación ciudadana ni de los usuarios, utilizado desde los años ’40 como instrumento de propaganda de los gobiernos de turno.