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La obesidad ataca a la infancia argentina

Fuentes: IPS

Los especialistas en pediatría y nutrición no tienen una explicación unívoca para el hecho de que Argentina ocupe el primer puesto en la escala de países latinoamericanos con mayor proporción de niñas y niños obesos. «En Argentina teníamos de 2,5 a tres por ciento de preescolares obesos en los años 80 y pasamos a 10 […]

Los especialistas en pediatría y nutrición no tienen una explicación unívoca para el hecho de que Argentina ocupe el primer puesto en la escala de países latinoamericanos con mayor proporción de niñas y niños obesos.

«En Argentina teníamos de 2,5 a tres por ciento de preescolares obesos en los años 80 y pasamos a 10 por ciento ahora. Estamos liderando la estadística en la región», detalló a IPS el médico Esteban Carmuega, del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI) (http://www.cesni.org.ar/).

El indicador elaborado por expertos del CESNI se ubica más alto que el promedio de América del Sur, que está en 6,8 por ciento, añadió Carmuega. No obstante, sostuvo que el aumento de la prevalencia se viene observando en toda la región.

Los casos de Chile y Uruguay, con índices apenas más bajos que Argentina, también preocupan a los expertos. «Es difícil encontrar una respuesta. Yo creo que más que un asesino aquí hay una confabulación de factores», graficó el médico.

En el diagnóstico coincide otra especialista, Miriam Tonietti, secretaria del Comité de Nutrición de la Sociedad Argentina de Pediatría. En diálogo con IPS, la médica señaló los graves riesgos asociados a la obesidad en edades tempranas.

«Estamos viendo que los más pequeños no escapan a enfermedades graves relacionadas con la obesidad, como la hipertensión, la alteración de lípidos sanguíneos o cambios del metabolismo de la glucosa, que precede a la diabetes», alertó.

«Estos síntomas no se veían antes a esta edad», remarcó la pediatra, quien trabaja en el Hospital de Niños de Buenos Aires Dr. Ricardo Gutiérrez. «El pronóstico se complica y la expectativa de vida de estos niños es muy pobre», añadió.

Las peores complicaciones, dijo, son la diabetes tipo II y las enfermedades cardiovasculares. Pero hay otros múltiples problemas asociados al exceso de peso en la infancia, incluyendo los de tipo traumatológicos y psicológicos, abundó.

Al igual que Carmuega, la médica se resiste a atribuir todo a una causa. «La obesidad es un fenómeno multifactorial donde lo genético condiciona», explicó. No obstante, dijo que, en el contexto de América Latina, lo que se destaca es la «transición nutricional».

Ese tránsito es el que llevó a muchos pobladores rurales a emigrar a las ciudades, donde hay mejores oportunidades de empleo. «La gente se desarraiga, pierde su cultura, su dieta y prevalecen los alimentos ricos en grasa y en azúcar», sintetizó.

Los expertos sostienen que los alimentos ricos en nutrientes son más caros y eso incrementa los riesgos de obesidad entre los más pobres. Aclaran, además, que la obesidad no es la contracara de la desnutrición, sino parte de un mismo desequilibrio.

«Durante mucho tiempo estuvimos preocupados en acelerar el crecimiento de los niños y les agregábamos comida apenas se detectaba una baja de peso. Lo que vemos ahora puede ser también consecuencia de eso», reconoció Carmuega.

Lo cierto es que la desnutrición infantil aguda cae en la región y se restringe a áreas muy marginales, dicen las fuentes consultadas, pero crecen los problemas de mala nutrición asociados al sobrepeso que, según Tonietti, «tienen más riesgo».

La especialista indicó que en su consultorio del hospital estatal detecta muchas veces «falta de registro» del problema entre los familiares del niño o la niña, como si el sobrepeso y aún la obesidad fueran fenómenos que se naturalizaran entre ellos.

«Un ejemplo: viene una pareja de padres obesos con el niño con gran sobrepeso y dicen que llegaron porque ‘los mandó el traumatólogo’. Y cuando se les pregunta si hay antecedentes de obesidad en la familia dicen que no», señaló.

Para Tonietti, eso significa que se está perdiendo capacidad de identificar el problema y, por lo tanto, se llega tarde a la solución.

Las probabilidades de que un preescolar obeso lo sea de adulto son de 25 por ciento. En el caso de escolares, la predisposición aumenta a 50 por ciento y, si llegan con sobrepeso a la adolescencia, el riesgo salta a 80 por ciento, según los especialistas.

En las Jornadas sobre Obesidad Infantil realizadas este mes en Buenos Aires, Carmuega llamó la atención a sus colegas acerca de la necesidad de una intervención temprana, incluso cuando la mujer está en edad fértil.

En el encuentro, organizado por el CESNI y la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios, el médico concluyó que «la única forma de tratar este problema es procurando que no aparezca».

Recomendó trabajar para que la mujer evite el sobrepeso en edad fértil y controle la calidad de su dieta durante el embarazo. Sostuvo, además, que la lactancia es «quizás la única vacuna» que protege a niños y niñas de la obesidad.

«Hay que tratar de empezar antes, trabajando con la mujer, interviniendo fuertemente durante los 1.000 días críticos del crecimiento de los niños», subrayó, aludiendo a la primera etapa de la infancia.

Carmuega opinó que Argentina dio «un gran paso» al aprobar, por impulso del gobierno centroizquierdista de Cristina Fernández, la Asignación Universal por Hijo, que transfiere ingresos mensuales a cada menor de 18 años hijo de padres sin empleo o con trabajo precario.

Pero es necesario, dijo, «adecuar todas las políticas de salud» a la obesidad que se detecta en los consultorios, apelando a las familias, a los médicos y a las escuelas para crear «entornos más saludables» de crecimiento para los más chicos.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=101748