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La madre del borrego...

La política hoy

Fuentes: Rebelión

Comenzando con la gran crisis de 2001, se fue adueñando en el país un proceso de vaciamiento de las instituciones tradicionales de la política dando lugar a la injerencia en la política de entes externos a ella misma. A pesar del clima social, muchas veces de evidente mejora, el discurso de la oposición y en […]

Comenzando con la gran crisis de 2001, se fue adueñando en el país un proceso de vaciamiento de las instituciones tradicionales de la política dando lugar a la injerencia en la política de entes externos a ella misma. A pesar del clima social, muchas veces de evidente mejora, el discurso de la oposición y en especial de los medios hegemónicos, que son la cabeza de dicha oposición, va por otro lado. Si solamente escucháramos estas voces sin mirar a nuestro alrededor, sentiríamos que todo está cada vez peor.

Estos elementos negadores de las circunstancias, atribuyen las marcas positivas de la economía nacional reflejadas en el consumo, producción, empleo, al «viento de cola». No pueden negar por evidente, el momento actual que atraviesa la opinión pública en relación al gobierno, pero no quieren darle mérito. Evitan mencionar la superación de las derivaciones de la crisis internacional en nuestra economía.

Los medios han reemplazado la actividad política. Rinde más a un seudo político un minuto de cámara que la militancia. Pero en el transcurso del devenir de un gobierno, la cosa no es tan así. Los hechos que no se muestran en la tele, se palpan en la sociedad. Aún en aquellos que repiten las frases huecas que se les impone. Aún en aquellos que repiten argumentos que no son los suyos, que han sido vaciados de su propio pensamiento.

Los que hacen esta política de pantalla y micrófono, han creído que no hace falta tener un partido político tradicional. Han visto que para tener popularidad, más vale obtener visibilidad en los medios. No importa si para esto deban defender los intereses económicos de este negocio llamado medios de comunicación.

Pero esa popularidad mediática de un pequeño grupo de personas, sin partido ni referentes respaldándolo, sin militancia, con el transcurrir del tiempo se queda vacía. Algunos hablan de gestión y no saben que gestionar, en política no se parece nada a gestionar una empresa, porque es política lo que deben hacer con dignidad los que trabajan en política (Macri). Hay otros que hablan de sociedades ideales, reclaman por lo no realizado, pero no aclaran el cómo. Enunciar un proyecto sin manifestar de qué modo y con que herramientas se proponen realizarlo, no es tampoco hacer política (Pino). Los que solamente se oponen a todo lo que venga del oficialismo sin proponer algo en cambio, no están haciendo política (UCR, CCC, GEN…).

La militancia, el partido político, la manifestación, es una construcción social plural. El político diseñado por los medios es un ser individual, coherente con una sociedad que fomenta al individualismo. Aprovechándose del desprestigio de la política en el 2001, ocuparon ese lugar los medios de información. De tal modo que se permiten hablar de la falta de credibilidad y descrédito de la política, siendo ellos mismos, los medios que así se expresan, grupos monopólicos con probados hechos de corrupción. Es tanta la influencia en la sociedad que se oye frecuentemente hablar de la descomposición de los políticos y muy rara vez, de la de los empresarios involucrados en la monopolización de las grandes empresas.

Esta realidad, hace que muchos de los políticos que se ubican en la oposición, cedan a esos grandes monopolios, a cambio de hacerse perceptibles para la población. Pero no se expresan libremente. No consienten para poder mostrar sus propuestas partidarias. Se convierten en voceros que defienden los intereses de dichos grupos empresariales que sustentan gran parte del poder en el país. Estos políticos hoy no hacen política.

Los políticos hoy

Es una época en que algunos que no tienen militancia y que la política la piensan como una empresa privada en que todo vale para conseguir el usufructo deseado. En que hacen el balance de la gestión, no en logros para la ciudadanía, sino en beneficios de unos pocos. Es el caso de Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires y sus adláteres.

Pero están los que, al contrario, retomaron la militancia y el hacer política social es su ocupación. Son los que recuperaron la política y se preocupan en poner a la economía a su servicio y no lo contrario, como fue en los 90.

Como resultados de este distinto proceder podemos ver cómo se enfrentaron al control nacional de la información por parte de los medios hegemónicos Clarín y La Nación. Esta distinta posición frente al poder constituido, permitirá escuchar surtidas y disímiles voces. Es un cambio cultural sin ninguna duda, haber puesto a la luz cómo fue construido este grupo. Esta nueva cultura es la desarrollada por un paradigma de político.

Una vez explicitado el carácter indecoroso y siniestro de este imperio parecería imposible seguir negándolo, pero esto sucede con la complicidad de los grupos políticos opositores unificados por el poder económico. Estos políticos forman otro modelo de político.

Estos dos grupos de políticos se diferenciaron muy claramente. El fracaso de uno de los más claros e importantes pasos hacia la redistribución del ingreso, como fue el intento de aplicar retenciones móviles a los productos agropecuarios exportados, que fue la 125, no fue aprobada. Las elecciones parlamentarias del 2009, en consecuencia, fueron una derrota para el oficialismo.

Los supuestamente derrotados, redoblaron la apuesta, ni se fueron ni se entregaron, al contrario, amplificaron la postura. Cuenta con el aval interesante de disposiciones tomadas en los últimos años. Posteriormente al fracaso de la 125 se tomó una medida fenomenal con consecuencias profundas en lo distributivo, la nacionalización de las AFJP y la inserción a la jubilación para un sin número de postergados. Se instaló una decidida política de memoria, verdad y justicia con los crímenes de lesa humanidad. Se consiguió, después de mucho debate en todo el país y por medio de distintos actores de la vida pública, una ley de medios modelo en todo el mundo que representa la democratización y derecho de la información. Se recuperó Aerolíneas Argentinas, línea de bandera y se recuperó la fábrica de aviones de Córdoba. En cuanto a la «inclusión», palabra que no falta en ninguno de los discursos adversarios, se avanzó concretamente con la Asignación Universal por Hijo, luego ampliado para mujeres desde el tercer mes de embarazo. El matrimonio igualitario, la ley nacional de salud mental, la ley en defensa de la mujer contra la violencia de género. También se tomaron medidas con derivaciones evidentes en la economía, como la recuperación del Banco Central a manos de Mercedes Marcó del Pont en lugar de Martín Redrado que prefería contraer más deuda con créditos onerosos antes de usar exceso de reservas acumuladas, defendido por toda la oposición. El no al ALCA y la clara contribución a la fundación de la Patria Latinoamericana. La decisión política de no reprimir la protesta social y la disposición de discutir cada gremio con el Ministerio de Trabajo sus condiciones laborales, también son una contribución a la calidad política del país.

Medidas todas que, lógicamente, preocupan a los intereses neoliberales y a sus representantes de la oposición, pero que deberían compartir, aunque sea como punto de partida, los adversarios autodenominados progresistas.

Los teóricamente ganadores, intentaron por todos los medios juntarse para oponerse, pero han demostrado que lo único común que los abriga es su postura servil con el poder económico.

La madre del borrego

Los que pretenden ser políticos y para esto declaman purismo, principios y eligen como enemigos a grandes grupos, asociados a problemas ecológicos de contaminación del planeta como el petróleo o la minería, no apoyaron al oficialismo a la hora de enfrentarse al poderío mediático o a las patronales rurales que son poderes a enfrentar palpables.

Priorizan el discurso de principios (muchas veces loables), a la acción política especifica. Es fundamental prevalecer las coaliciones potenciales para quebrantar las luchas de poder inmediatas y concretar lo que algunas veces parecen sólo ofrendas.

No reconocen que el kirchnerismo no es cosa del «matrimonio presidencial», que constituye un modo de pensamiento, una posición política, una actitud protagónica en la participación política de muchos argentinos que se identifican y reconocen como parte componente de esta corriente transformadora.

Los políticos que construyen el espacio hoy gobernante, parecen haber comprendido que para ser político hay que hacer política y ésta es la madre del borrego.