La política es una actividad humana tendiente a regular la vida social, cultural o económica de una comunidad. La política se organiza y se desenvuelve como parte de una disputa permanente por el poder social. Los Partidos Políticos son voluntades colectivas de organización del poder. Su finalidad dependerá de su composición y de sus objetivos […]
La política es una actividad humana tendiente a regular la vida social, cultural o económica de una comunidad. La política se organiza y se desenvuelve como parte de una disputa permanente por el poder social.
Los Partidos Políticos son voluntades colectivas de organización del poder. Su finalidad dependerá de su composición y de sus objetivos originarios, históricos o coyunturales. Para definir la tarea de un Partido Político se debe identificar su composición de clase, racial, étnica, de género y su articulación con otros factores de poder externo o interno como son la iglesia o los militares.
Comprendiendo dicha articulación se puede procurar un análisis de su tarea histórica.
La Revolución justicialista articuló un entramado político pluri-clasista que hizo eje en la emancipación de la clase obrera, el mediano productor rural, los sectores medios y la burguesía industrial. Con la revolución la mujer logró derechos políticos (a elegir y ser elegida). La clase trabajadora fue objeto de políticas de Estado de salud, educación o empleo y sus tradiciones culturales fueron incluidas como parte de la gesta emancipadora. Además, y de manera inestable, el proceso político tradujo los intereses de otros factores de poder como eran la iglesia o los militares. La revolución boliviana que conduce Evo Morales es la expresión política de las organizaciones campesinas, sindicales, de mujeres y de pequeños y medianos productores de Bolivia. La revolución nacionalista y antiimperialista recuperó los principales resortes económicos en manos del extranjero, como es el caso de los hidrocarburos y el agua y los puso al servicio de los programas sociales y de infraestructura del conjunto del país.
Partidos Políticos Liberales
En el siglo XIX las clases dominantes argentinas y extranjeras impulsaron los Partidos Políticos Liberales. Su finalidad fue mantener el orden racial, económico, social, cultural y de género establecido. Con dicho propósito, sus dirigentes asesinaron a indios y negros, desmovilizaron al resto del pueblo e impidieron el acceso a la política a los trabajadores pobres. Por mucho tiempo también bloquearon la participación de la mujer, que recién pudo votar a partir de la reforma del código electoral del año 1947.
En la óptica liberal, los Partidos son meros instrumentos electorales. La acumulación de activistas se obtiene distribuyendo cargos públicos y el Estado pasa a ser un botín electoral que se reparte entre los ganadores de la formula. El Estado carece de finalidades trascendentes más allá de mantener el orden existente y de financiar la estructura partidaria.
El capital económico de los factores de poder extranjeros e internos, estipulan en buena medida su funcionamiento. Al carecer de estructuras de base y de activistas, actúan por intermedio de otros factores de poder como son el judicial, el mediático o el militar.
Su agenda de discusión se organiza a partir de la ideología de las potencias occidentales y de los factores de poder establecido y se transmite en la población con la acción de los medios de comunicación de masas. En su versión actual, los partidos liberales no hacen pública su ideología, sino que su relato se construye a partir de encuestas de opinión. Con un mismo objetivo que es el de favorecer a una oligarquía económica y a una reducida estructura partidaria, van modificando su posición frente a los debates públicos de cada etapa y tiempo histórico.
El Movimiento Nacional
Para contrarrestar la acción de las clases dominantes, en el siglo XX se crearon nuevas herramientas políticas. Un caso fue el Movimiento Nacional que articuló un frente económico, social y político que propuso cambiar el modelo de acumulación y de distribución de la riqueza propio de la oligarquía y los liberales. Dichas expresiones políticas, impulsaron una demanda de:
– recuperación del patrimonio material y cultural nacional en manos extranjeras;
– resolución de agenda de problemas sociales, de géneros y étnicos postergados.
Desde su origen, el objetivo transformador del Movimiento excede ampliamente las tareas meramente electorales del Partido Liberal. Estas expresiones desarrollan un entramado diverso de actores que ingresan al espacio desde los sindicatos, las agrupaciones sociales, las centrales económicas, los ámbitos educativos (secundarios o universitarios) o de los frentes de la cultura (intelectuales o frentes de profesionales y artistas). Vamos a denominar a los ámbitos de actuación mencionados como «organizaciones libres del pueblo» (OLP).
La movilización política contra el sistema no fue ocasionada en el Partido Liberal tradicional, sino que los trabajadores, campesinos o miembros de los militares desde sus propias organizaciones, protagonizaron las reivindicaciones. Los Partidos Políticos tradicionales no expresaron la profundidad de las demandas no satisfechas de la sociedad de masas.
En Iberoamérica la agenda de emancipación social reclamada por el pueblo, fue impedida por el manejo discrecional de las empresas extranjeras. Es por eso, que es habitual que los Movimientos Nacionales impulsen expropiaciones de la tierra o de los recursos naturales en manos extranjeras y que el resultado de estas acciones derive en la distribución social de la riqueza.
A la OLP el Movimiento suma un Partido Electoral, que traduce la fuerza social en institucionalidad del Estado. Su ámbito de actuación es la comunidad nacional y es habitual que los procesos políticos sean profundamente movilizadores y masivos.
La revolución boliviana de Evo Morales está centrada en el accionar de las OLP campesinas o mineras, que son el resultado de décadas e incluso siglos, de lucha y de articulación. Las OLP se presentan a elecciones con el Movimiento al Socialismo (MAS) que permite que los grupos sociales ocupen legislaturas, Departamentos o Ministerios. Los cargos públicos no son el fin de la revolución, sino que actúan como un medio para la emancipación social, cultural o de género del pueblo boliviano e iberoamericano. La revolución justicialista en la década del cuarenta, se organizó con un Movimiento Nacional que diagramó un frente electoral (laborismo y UCR JR que derivó en Partido Único de la Revolución y luego en el Partido Justicialista o Peronista) y un conjunto de OLP que le dieron materialidad en todo el territorio nacional. El Movimiento se organizó con trabajadores industriales (CGT o JTP en los sesenta), profesionales y hombres de la cultura (CGP o Comandos tecnológicos en los setenta), universitarios (CGU o JUP en los setenta), empresarios (CGE) o grupos juveniles (UES). Lo integraron sectores militares y la iglesia. Dentro del dispositivo político de Perón, el Partido Justicialista no fue el eje fundamental, sino que son los trabajadores industriales (CGT) los pilares del proceso político. Los trabajadores impulsaron a Perón (17 de octubre), ocuparon lugares de gobierno en los cuarenta e intervinieron activamente en la resistencia a la dictadura de 1955.
La diversidad de los reclamos y la incapacidad de las instituciones liberales de canalizar demandas, explican en parte, la tendencia a la formación de Movimientos en lugar de Partidos.
La división internacional del trabajo y la resistencia al cambio ejercida por los poderes internacionales, supo oficiar como un factor aglutinador de clases dentro de un mismo país.
Un empresario podía acompañar a un gobierno que lo proteja y lo apoye frente a la importación extranjera y la falta de crédito. Un trabajador puede apoyar al mismo gobierno por la defensa de su empleo y por la capacidad de ampliar sus ingresos (bajar la rentabilidad del capital vía derechos sociales o paritarias). Ambos actores pueden encontrarse en un programa nacional de desarrollo, que postula la recuperación del patrimonio en manos del extranjero. También y como demostró la historia, van a enfrentarse. El Movimiento Nacional no propició la desaparición de clases y de conflictos (dictadura capitalista o del proletariado), sino que propuso una institucionalización del mismo evitando la guerra social. La revolución justicialista creó tribunales del trabajo y favoreció las organizaciones sindicales (CGT) y empresarias nacionales (CGE).
Movimiento, Partido y Estado
Por intermedio de los Partidos las OLP van a traducir su poder social, de género o cultural en representación estatal. Como resultado de la disputa electoral, van a ocupar lugares en el sistema de instituciones públicas y van a ejercer la regulación y/o modificación de las cuestiones privadas.
Como parte de la disputa y del conflicto, el Estado cumple tareas particulares en el terreno educativo, militar, de salud o de esparcimiento.
En Iberoamérica el avance del Movimiento Nacional impulsó:
– la construcción del Estado de Bienestar;
– la transferencia de los recursos económicos de la esfera privada extranjera, a la nacional pública;
– el pasaje de recursos del capital al trabajo.
La revolución justicialista permitió el ingreso a las legislaturas a los trabajadores y a las mujeres. Al mando del Estado, los trabajadores recuperaron el capital en manos de la oligarquía y el extranjero nacionalizando bancos, depósitos bancarios, comercio exterior, servicios públicos y recursos naturales. La revolución organizó un nuevo pacto histórico con la Constitución de 1949 que institucionalizó los derechos sociales, la propiedad social y la defensa de los recursos naturales. La revolución boliviana modificó la Constitución nacional y el nuevo pacto social permitió la representación política, judicial, cultural y social de las organizaciones indígenas campesinas. La Constitución estableció que «Dada la existencia precolonial de las naciones y pueblos indígena originario campesinos y su dominio ancestral sobre sus territorios, se garantiza su libre determinación en el marco de la unidad del Estado, que consiste en su derecho a la autonomía, al autogobierno, a su cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la consolidación de sus entidades territoriales, conforme a esta Constitución y la ley».
El gobierno y la disputa por la conducción del Estado
Las OLP organizadas como Movimiento Nacional pueden crear un Partido electoral e iniciar la toma del poder del gobierno. La tarea de modificación del Estado para ponerlo al servicio de la mayoría social, implica una reeducación ideológica y técnica de los funcionarios de carrera que hacen funcionar el aparato gubernativo.
Las clases dominantes postulan que la conducción del Estado puede otorgarse a los técnicos sin ideología. Dicha aseveración no es correcta y conduce a que el Estado reproduzca la relación de poder existente, ya que el supuesto de la inexistencia de ideología cristaliza la situación social establecida.
Para garantizar la transformación, las OLP tienen que contar con cuadros políticos que dispongan de doctrina, de vocación de servicio al pueblo y de una moral nacional. A las tres cuestiones se le debe agregar el manejo de una ciencia y de una técnica con fines nacionales y sociales.
El hecho de que El Movimiento Nacional alcance el gobierno, no es garantía de la modificación del Estado y de la redefinición radical de las relaciones sociales. Para poder cambiar el sistema, la actividad política tiene que incluir a las OLP que son las encargadas de acompañar la tarea de refundación moral, política, económica y cultural del conjunto del tejido social.
La modificación de las relaciones sociales institucionalizadas es un paso impostergable. Asimismo, si las OLP no forman los cuadros políticos para la toma, conducción y proyección estratégica del gobierno y del Estado, los cambios pueden fracasar. Si la oligarquía y el imperialismo controlan la ciencia y la tecnología de los países, a la corta o a la larga, van a manejar el desarrollo económico y político del continente.
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