Hacer radio es encontrarse con uno mismo en medio de una población que votó por un “león” perverso que goza cuando nos oprime y nos envía a la sala de terapia intensiva de la intemperie social..: allí “por comunistas” merecemos ser castigados, mientras “los hombres y mujeres de bien” –parece exclamar el facho de mercado– “avanzan en libertad”…
Hacer radio es preguntarse si la primicia noticiosa no debe ser reemplazada por una premisa fundamental de la radio participación/grupo de reflexión: es imprescindible volver a narrar. Y narrar en radio es el arte poético de unir gestos, actitudes, palabras y silencios más la ética de escuchar y comprender aquello que es importante y se diferencia de lo banal.
Hacer radio es acercar los oídos y el corazón a las voces (y silencios) de los que hoy se sienten aprisionados y padecen despidos laborales, un empobrecimiento que no cede, la inflación de los precios de alimentos, medicamentos, servicios y transportes, la falta de empleo, salarios míseros, la guita que no alcanza, los alquileres por las nubes, el sentirse estar viviendo de prestado y sin destino cierto, sin más que llegar a sobrevivir como sea… Hacer radio es acercarse a ellos, a esos sonidos de un pueblo trabajador que se “ilusionó” con los gritos y las mentiras de dos gerentes aviesos de las corporaciones del poder y del dinero: el “león” Milei (presidente de Argentina) y la “serpiente” Pullaro (gobernador de Santa Fe, Argentina). Ambos se asemejan al “zorro” Roca y la “rata” Menem: una mixtura de animales políticos de una selva oligárquica de políticas y decisiones crueles.
Hacer radio es articular verbos, adjetivos, sustantivos…y demás clases de palabras, a modo de oraciones y textos que narren a partir de lo concreto y con la tarea de pensar juntos- emisores y receptores- por qué y cómo hemos llegado hasta aquí.
Así que hoy aparte de los entrevistados por un nuevo aniversario de la guerra de Malvinas de 1982; venimos a editorializar con las manos pegoteadas de telarañas y polvo (sentido metafórico e histórico), por lo tanto, es conveniente limpiar esas telarañas y polvos antes de narrar: ¿o será que la radio cuando narra –al decir de Oliverio Girondo- nos debería quitar las telarañas de los ojos y los oídos?
Insistimos –volver a narrar (en el mejor sentido de Fernando Ulloa)- es ese cruce del decir y el hacer radiofónico como intervención de desalienación social- para que el asombro y la curiosidad nos mueva de la paralización colectiva frente al “león” y la “serpiente”…
No somos ni hacemos un magazine… si no un programa de radio producido con preguntas y mucho silencio… un silencio activo para que quepamos todos, vosotros, y dar la lucha necesaria cuando estalle en rebeldía…
Al leer el libro “Rey de los caminos. Ernesto Guevara antes de ser el CHE” de Horacio López Das Eiras, en el capítulo “México: el revolucionario vence al aventurero”, nos encontramos (yo y ustedes al oírlo se sumarán a la lectura) con un tramo intrínsecamente radiable, que merece ser puesto al aire, narrado, dicho: “Ahora, sin abandonar la fotografía callejera, consigue un puesto en el departamento de Alergia del Hospital Central de México”. Así, un día el Che, trabajando sin paga en ese Hospital, se encuentra con “una anciana vencida por los años, el asma y una vida de privaciones”. Y en medio de una “cultura del silencio” (Paulo Freire) Ernesto Guevara traduce su indignación con formato de poesía:
“Vieja María, vas a morir, quiero hablarte en serio:
Tu vida fue un rosario completo de agonías,
No hubo hombre amado, ni salud, ni dinero,
apenas el hambre para ser compartida (…).
Toma esta mano de hombre que parece de niño
en las tuyas pulidas por el jabón amarillo.
Restriega tus callos duros y los nudillos puros
en la suave vergüenza de mis manos de médico:
Escucha abuela proletaria:
Cree en el hombre que llega,
cree en el futuro que nunca verás.
Ni rece al dios inclemente
que toda una vida mintió tu esperanza.
Tu vida fue horriblemente vestida de hambre,
acaba vestida de asma.
Pero quiero anunciarte,
en voz baja y viril de las esperanzas,
la más roja y viril de las venganzas
quiero jurarlo por la exacta
dimensión de mis ideales.
Descansa en paz, Vieja María,
descansa en paz vieja, vieja luchadora,
Tus nietos todos vivirán la aurora. LO JURO”.
En síntesis, la radio debe recuperar su semblante poético: hacer de los silenciados su agenda de aurora y rebeldías: para que las “Marías” no vivan de los versos de los “leones” y las “serpientes”: si no de la medicina del CHE: “al imperialismo ni un tantico así”… Y con ese gesto adusto y fotográfico y sus dedos achicando la distancia iba señalando el camino de la revolución… ¡A parirla cual radio materia materna!
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