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La reconciliación con Estados Unidos marcha a ritmo veloz y Wayne está otra vez como amigo

Fuentes: La Arena

La pelea que comenzó en diciembre último entre los gobiernos de Argentina y Estados Unidos por las derivaciones del caso de la valija voladora parece haber sido una tormenta de verano, pasajera. Amigos son los amigos.La fecha del cortocircuito fue el 12 de diciembre último, cuando la justicia de Miami y el Departamento de Justicia […]


La pelea que comenzó en diciembre último entre los gobiernos de Argentina y Estados Unidos por las derivaciones del caso de la valija voladora parece haber sido una tormenta de verano, pasajera. Amigos son los amigos.

La fecha del cortocircuito fue el 12 de diciembre último, cuando la justicia de Miami y el Departamento de Justicia norteamericano filtraron que los 800.000 dólares portados por Guido Antonini Wilson habrían tenido por destino la campaña de Cristina Fernández de Kirchner.

Y el entuerto terminó en lo esencial el 31 de enero, cuando la presidenta recibió en su despacho al embajador Earl A. Wayne y fumaron la pipa de la paz. Como cada uno se mantuvo en sus posiciones originales, puede suponerse que según como evolucione esa causa en Miami, habría algún coletazo ulterior. Hoy la distensión parece consolidada pues el juicio contra los supuestos espías venezolanos pasó para junio, y algunos de los letrados aseguraron que puede ir más allá.

En ese paréntesis político, los dos gobiernos acordaron volver a una relación estrecha no exenta de diferencias por la línea belicista de George Bush o por cuestiones de comercio mundial caras tanto a demócratas y republicanos, y que mantienen paralizada a la Ronda de Doha.

El artífice de la reconciliación fue de este lado el jefe de Gabinete, invitado junto al canciller Jorge Taiana a visitar «el gran país del Norte» como se solía mentar a EEUU en las crónicas obsecuentes. De allá vendrá el subsecretario de asuntos hemisféricos del Departamento de Estado, Thomas Shannon, quien tenía fecha anterior de viaje y debió desarmar las valijas.

En este ambiente relajado de principios de año, volvió a moverse como pez en el agua el embajador Wayne, quien reanudó sus visitas de lobbista de lujo a varios ministerios. En medio del diferendo le habían recortado las alas y sólo podía entrar a Cancillería; ahora vuela alto otra vez y se mete en todos los huecos oficiales. Se entrevistó con Aníbal Fernández y Martín Lousteau, por separado.

Con el primero analizó la cooperación en justicia y lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, como dice la jerga norteamericana hábil para pintar enemigos y anudar negocios con quienes tendrían esos problemas. Con el ruludo ministro de Economía, estudió alternativas para el pago de la deuda con el Club de París, lo que habla por sí mismo. El interés es que nuestro país pague esa factura de 6.200 millones de dólares, parte de los cuales irán a Washington y no a la Ciudad Luz. El otro tópico fue favorecer la exportación de empresas de servicios. ¿De qué empresas? Obviamente de las 450 que tienen matriz norteamericana y están agrupadas en Buenos Aires en la Amcham (Cámara de Comercio Argentino-Americana), presidida por Juan Brochou, titular del Citibank. Como los pistoleros famosos del Far West, este Wayne donde pone el ojo, pone la bala y se lleva el botín.

Divisas que se van

El accionar de Wayne no lo explica todo, pero contribuye a que las perspectivas de las multinacionales radicadas en Argentina sean en 2008 aún más favorables. Y lo que a éstas les conviene no necesariamente le cae bien al país. La teoría de la dependencia, mal que les pese a los que viven a la sombra de la superpotencia, mantiene su vigencia.

Una información del Banco Central, a cargo de un político para nada sospechado de antiimperialista, como Martín Redrado, y en un diario que tampoco tiene mínima conexión con esa tendencia, como «La Nación», lo plantea descarnadamente. «En 2007, el giro al exterior de utilidades y dividendos y otras rentas -a las casas matrices de las multinacionales instaladas aquí y, en menor medida, a los accionistas no residentes de empresas locales- alcanzó los 1921 millones de dólares, un 21,1 por ciento más que el año anterior», se lee allí.

Esa sangría de dólares permite visualizar quiénes son los grandes ganadores de este modelo que la presidenta maquilla como «de inclusión social y de matriz diversificada». Esa descapitalización es siempre preocupante, pero mucho más lo es ahora, cuando la economía mundial crecerá menos según los pronósticos optimistas y directamente puede entrar en recesión, según los pesimistas.

El director gerente del FMI, Dominique Strauss-Khan, ha hecho declaraciones asegurando que las conmociones económicas serán globales y no dejarán ninguna playa tranquila. En particular criticó la teoría del «desacople», tan reivindicada por economistas cercanos al gobierno K y/o a las entidades del empresariado más concentrado. Estos habían asegurado que esos ventarrones nacidos en la geografía estadounidense apenas despeinarán a la economía doméstica, supuestamente robusta por los altos precios de la soja, petróleo y demás commodities.

Hablando del poroto famoso, emblema del modelo agroexportador, las últimas noticias dan cuenta de que la siembra volvió a aumentar hasta las 17 millones de hectáreas, la mitad de la superficie cultivada del país. Pero en granos no todo lo que se siembra se cosecha, o dicho en otros términos, no todo lo que se cosecha paga los impuestos correspondientes. Esto se desprende de la palabra de Santiago Montoya, el recaudador de Buenos Aires, que aseguró que en el campo se evaden dos tercios de la producción. El monto que falta en el pago de impuestos oscila entre los 800 y los mil millones de pesos anuales, dijo, y se ofendieron Luciano Miguens y otros directivos de la Sociedad Rural.

Tienen que repartir

Si por remisión de utilidades a las casas matrices se van casi 2.000 millones de dólares anuales y el campo evade por más de 300 millones de esa moneda, es lógico que en la caja del Estado haya muchos agujeros.

En esa circunstancia podrían caber los argumentos de las provincias y la Nación, en el sentido que no pueden satisfacer los reclamos salariales de sus agentes, por ejemplo en materia educativa.

Acaba de fracasar la audiencia de CTERA con las autoridades de Educación, a las que solicitaron un sueldo de 1.400 pesos para el cargo inicial. El ofrecimiento oficial se quedó en 1.200, lo que equivaldría a un 15 por ciento. Los gremios de la educación piden 34 por ciento y esta semana tendrán asambleas para decidir el curso a seguir, que amaga con un comienzo irregular de las clases.

Si el gobierno no mejora su oferta, el panorama se poblará de paros aunque a Cristina de Kirchner no le agraden, tal como se lo hizo saber a la conducción de CTA semanas atrás. También les dijo que no compartía la metodología de los cortes de rutas a los ambientalistas de Gualeguaychú, recibidos esta semana, pero tampoco podrá impedir que persista el corte contra Botnia. Al menos en este caso la jefa de Estado tiene un freno de última instancia en el tribunal de La Haya, cuyo fallo habrá que atender, aunque duela, si resulta adverso.

Pero en el tema salarial y social, la presidenta no tiene más «airbag» que los que puedan y quieran proporcionarle Hugo Moyano y los dirigentes de la CGT, si aquellos reclamos se hacen más extendidos.

En cierto modo Cristina es prisionera de sus propias palabras. En su visita a Mendoza, donde siguió repartiendo subsidios a grandes empresas -a los productores de vinos espumantes-, ella se congratuló que 2007 había cerrado con un aumento del 8,7 por ciento del Producto Bruto Interno. La oradora subrayó que en los últimos cinco años la economía había crecido con porcentajes similares, lo que redondeaba un 45 por ciento de crecimiento, batiendo el récord de los últimos cien años.

Si esto es así, al margen de la cuota de falibilidad que tienen desde hace algún tiempo las estadísticas del Indec, entonces se convierte en un bumerán para los argumentos oficiales de que no hay plata para atender la más que razonable requisitoria de los docentes.

Si el PBI ahora es de 255.000 millones de dólares, 100.000 millones más que en los años anteriores, quiere decir que recursos hay. Lo que discuten la CTA, Proyecto Sur, la izquierda en sus distintas variantes, la centroizquierda y otros sectores políticos y sociales nacionales y populares, etc, es qué se hace con esa plata. El debate sobre cómo se distribuye el ingreso y cómo se invierte y se gasta luego de un quinquenio de prosperidad, se dará con más fuerza que antes.

Y encima, sin que aquél se haya librado en su totalidad, el cambio de dirección del viento internacional, con la amenaza de decaimiento del comercio mundial, puede añadirle un toque distinto. En tal caso se luchará para que con esa excusa o circunstancia internacional no se vuelva al remanido discurso del ajuste, sobre las mismas y ya pauperizadas cabezas.

El ex presidente Néstor Kirchner está tejiendo desde Puerto Madero una coalición amplia del oficialismo, que tendrá como núcleo duro al Partido Justicialista y acompañamiento «transversal». El variado arco incluye desde los cotizados ex radicales K, ex duhaldistas, ex frepasistas, ex piqueteros y ex todo, que secundarán al kirchnerismo. El amontonamiento, aunque luce con objetivos muy elevados de presunta renovación política, tendrá como tarea urgente inhibir y en la medida de lo posible deglutir a lo que luce como un peligro para aquel proyecto: el conflicto social y la construcción política a la izquierda de Kirchner. Para éste no debe haber nada a su izquierda, tal es su presupuesto básico para que las ofertas de Mauricio Macri y Elisa Carrió queden desubicadas como más reaccionarias. La suya quedaría como la única progresista aunque las multis tengan sus mayores ganancias y Pan American nade en el petróleo argentino.