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Frente a la Casa de Gobierno

La represión que nadie vió

Fuentes: lavaca.org

Trescientos obreros del frigorífico Yaguané fueron reprimidos el lunes 18 de octubre frente a la Casa de Gobierno por la Guardia de Infantería, con un saldo de siete heridos y cuatro hospitalizados (entre los obreros). Ningún diario publicó nada. Reclamaban por la cuota exportadora de Yaguané, que el gobierno había adjudicado a grandes frigoríficos y […]

Trescientos obreros del frigorífico Yaguané fueron reprimidos el lunes 18 de octubre frente a la Casa de Gobierno por la Guardia de Infantería, con un saldo de siete heridos y cuatro hospitalizados (entre los obreros). Ningún diario publicó nada. Reclamaban por la cuota exportadora de Yaguané, que el gobierno había adjudicado a grandes frigoríficos y a empresas quebradas. Luis Caro responsabiliza al ministro Aníbal Fernández y asegura que la represión demuestra un cambio de actitud del gobierno.

«Cuando le ví la cara ensangrentada al compañero Marcos Godoy, y que a los otros compañeros les pegaban en el piso, ahí frente a la Casa de Gobierno, se me presentó el 19 y 20 de diciembre» dice Luis Caro, abogado y presidente del Movimiento de Fábricas Recuperadas, sobreponiéndose aún de la sorpresa (usa la palabra «consternación») que le provocó la represión desatada contra el grupo de 300 obreros del frigorífico Yaguané, que el lunes 18 reclamaban pacíficamente la devolución de su porción de la Cuota Hilton, que les permite figurar entre los exportadores de cortes de alta calidad a la Comunidad Económica Europea.

Con cinco puntos en la cabeza y la pérdida del conocimiento durante varios minutos, el secretario de la cooperativa Marcos Godoy llevó la peor parte: «Hubo otro compañero al que le aplicaron tres puntos de sutura también en la cabeza, y al compañero Ramón Valdez, presidente de la cooperativa, casi le fracturan el brazo de un palazo. Hubo varios golpeados, con marcas en el cuerpo de los bastonazos, pero por suerte ya están todos mejor» explica Caro.
«Responsabilizo al ministro del Interior, Aníbal Fernández. Estaba al tanto de lo que ocurría y la orden de reprimir tiene que haber sido suya. Es clarísimo. Como cuando reprimieron en Brukman el 18 de abril del 2003» dice Caro, quien considera que la represión fue totalmente programada: «Para mí esto representa un cambio total de actitud de parte del gobierno. Yo defiendo todas las formas de reclamo de cada movimiento o cada organización. No acepto que se las reprima. Pero este -además- era un reclamo totalmente pacífico. No había ni un palo, ni una goma quemada. Pero sin ningún aviso previo la infantería se plantó delante de los trabajadores a pegarles con los palos largos, incluso a los que estaban ya caídos en el suelo».

La acción policial se produjo bajo el argumento de que los trabajadores impedían el tránsito sobre Rivadavia, y que en ese lugar no se puede manifestar. «Yo no sabía que había lugares especiales de manifestaciones» aduce Caro.
Conviene aclarar que además de la aberración que la represión representó en sí misma, los manifestantes tenían razón, como suele ocurrir. Tanto, que del propio gobierno los llamaron esa misma noche para anunciarles que estaban reconsiderando el caso, tras descubrir que se le había adjudicado la cuota exportadora a una empresa quebrada, según el testimonio del presidente del MNFR.

Caro considera que la represión dejó una enseñanza: «Le dije a la gente de la policía y del gobierno que ellos hicieron lo que hicieron, cuando nosotros no estábamos preparados para un ataque de ese tipo. Pero de este modo, la próxima vamos a volver con más compañeros. Y preparados. Y así vamos a entrar en una escala de violencia terrible. No se solucionan así las cosas. Nosotros fuimos indefensos, pero ya no nos va a pasar. Vamos a estar preparados para resistir algo así».

¿Cómo se llegó a esta situación? Según el relato de Caro, la Cuota Hilton representa el cupo de cortes de alta calidad que se exportan a la Comunidad Económica Europea. Yaguané ya venía exportando una porción de 300 toneladas, poco más del 1% sobre las 28.000 que la CE otorgó a la Argentina. Pero la anterior conducción de Yaguané había vendido a precio vil su parte, cosa no permitida pero que el gobierno facilitó (ver nota aparte), a favor de grandes exportadores e incluso de frigoríficos en quiebra.

Los obreros se encontraron en San Justo, hace 20 días, con el presidente Néstor Kirchner quien esa misma tarde hizo que el secretario general de la presidencia, Oscar Parrilli, los recibiera. Dice Caro:

«Le pedimos tres cosas: primero, solución del concurso preventivo, que el juez no quería abrir. Nos dijeron que no se metían con decisiones judiciales. Segundo, pedimos subsidios para poder empezar a trabajar con faena propia. Tampoco ofrecieron ninguna solución. Tercero, adjudicación de la cuota Hilton. Eso sí era lo único que estaba al alcance directo y con exclusiva competencia del gobierno. Parrilli dijo: de eso sí que nos podemos ocupar».

Lo hizo. El gobierno ya había enviado controles de la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (ONCCA) y del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) que confirmaron la habilitación de Yaguané para comenzar a exportar. «Pero el jueves pasado, el 14, se conoció la resolución 1108 de la Secretaría de Agricultura excluyendo a Yaguané de la Cuota Hilton -informa Caro- en donde sí habían incluido a grandes frigoríficos y exportadores».
Esa situación motivó la manifestación de trabajadores en Plaza de Mayo, quienes pedían una reunión con Parrilli para saber por qué se había hecho lo contrario de lo que se había dicho.

Luego del choque con la policía, Patricio Griffin, presidente del Inaes (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social) llamó a Caro anunciando que tras una reunión con Parrilli y el subsecretario de Política Agropecuaria y Alimentos, Claudio Sabsay, «habían descubierto una empresa que podían sacar porque era una quiebra, y así otorgarle las 300 toneladas a Yaguané», cuenta Caro, a quien los trabajadores le dijeron: por lo menos los palos sirvieron para algo. «Yo creo que no, que no sirven para nada», dice el presidente del MNFR.

-¿Por qué el gobierno estuvo a punto de quitarle la cuota al frigorífico?

-Sabemos que hay muchas presiones de parte de la oligarquía argentina, que siempre manejó el campo, y a la que le cuesta mucho admitir que una cooperativa de trabajo pueda exportar.

-¿Por qué cree que los medios ignoraron el tema?

-Había algunos móviles de radio, y algún canal de televisión que filmó, pero no transmitió nada. Me parece que todos hablan del gran crecimiento de la economía, de la industria, y sólo dan noticias de ese tipo. Si leemos lo que decían en el primer tramo del gobierno de De la Rúa, los diarios decían exactamente lo mismo. Son operaciones y pagos que se hacen a través de la prensa, y lamentablemente siempre se termina demostrando que la realidad es otra.

En los próximos días se conocerá el final de este caso

El otro movimiento

Eduardo Murúa, presidente de otro de los movimientos, el de Empresas Recuperadas, relató ayer que tampoco se había enterado de lo ocurrido en Plaza de Mayo: «Pero nosotros creemos que los trabajadores tienen que reclamar por sus derechos, no importa si son o no del movimiento. La semana pasada fuimos a hablar con el presidente y mencionamos el caso de Gatic, pero mencionamos también el caso de Gatic Corrientes, que no está con nosotros. También pedimos que interceda con Solá por la expropiación de las plantas de Pigüé y San Martín. Porque el Estado fue cómplice. El ministro de Trabajo diseñó un plan para joder a cuatro mil trabajadores».

-¿Qué opina de la represión en Plaza de Mayo a los obreros de Yaguané?

-Mi opinión es que estas acciones no resuelven los conflictos. Por eso, ante
el presidente Kirchner también reclamamos por los presos políticos y repudiamos la judicialización de la protesta. Ni con presos ni con palos se solucionan estos problemas. Se solucionan con una política de Estado.


Yaguané, desde Samid hasta la represión
El frigorífico que salió de la muerte

Detalles de una de las primeras fábricas recuperadas, propiedad de Alberto Samid, que está en condiciones de convertirse en un frigorífico floreciente. Sin embargo, heredó todos los desfalcos de la empresa anterior, y de una primera etapa en cooperativa a cuyo presidente los propios trabajadores tuvieron que destituir.

El frigorífico Yaguané es una ciudad a escala: en un terrero de 23 mil metros cuadrados, en un rincón de La Matanza, se mueven hombres vestidos de blanco -desde los pies hasta la cabeza- y manchados de rojo, que van hacia la cafetería, el servicio médico, la cabina de seguridad, las cámaras de frío… La historia de esta cooperativa integrada por casi 500 trabajadores está cruzada por las posibilidades, pero también las dificultades, que surgen del manejo de una de las empresas recuperadas más grandes del país.

Yaguané inició sus actividades en la década del 50 y se consolidó como frigorífico hasta comienzos de los 90 cuando un proceso de vacimiento terminó por llevarlo a la quiebra, declarada en 2003. Aún hoy es uno de los frigoríficos más grandes de Sudamérica, con grandes posibilidades de trabajo tanto en el mercado interno como en el externo, panorama que no tienen muchas empresas de faenamiento

El pagaré de Samid para Samid

Entre otras maniobras, Alberto Samid -el dueño- hizo firmar un pagaré en perjuicio de la empresa por 700 mil pesos en favor de una segunda firma también controlada por él. Así, un día, los trabajadores se encontraron con que a la mañana siguiente las máquinas irían a subasta. Lo frenaron con una manifestación en la puerta, que impidió la entrada del martillero y los posibles compradores. En ese contexto nació la cooperativa, luego de una discusión en la que el empresario insistió con despedir a 200 personas.

En 1997 Samid se fue y un socio minoritario quedó al frente del frigorífico un tiempo más. Cuando este último cerró, la cooperativa ocupó la planta. Sus integrantes esperaban conseguir un nuevo dueño o interesar al gobierno en una estatización, pero como nada de eso ocurrió se pusieron a trabajar por ellos mismos.

Yaguané fue la primera empresa recuperada y la tercera en conseguir la ley de expropiación del lugar (prorrogada recientemente por cinco años) de modo que tiene el invalorable mérito de haber abierto un camino. Son muchas las cooperativas que le agradecen haber sido asesoradas y haberles servido de modelo, incluso para los errores que sabían que no debían repetir. Pero sus trabajadores todavía pagan el precio de esa falta de experiencia previa, por ejemplo el haber asumido las deudas (por 354 millones de pesos) que no eran de ellos sino de Samid.

Rebelión en la cooperativa

A esto se le suman las secuelas que dejó Daniel Flores, un antiguo delegado que estuvo en la presidencia de la cooperativa hasta que en abril de 2004 fue destituido en una votación de los asociados. «Hubo un período, bajo su gestión, que el frigorífico creció: se faenaba, se exporta, se pedían créditos… Se llegaron a matar 6000 cabezas de ganado por semana pero los trabajadores estábamos en las mismas condiciones paupérrimas de salario y de trato de siempre, despidos incluidos», cuenta Hernán Ares, vocal suplente en la nueva comisión.

Yaguané quedó enredada en la forma que eligió para constituirse que fue conformarse, a la vez, como cooperativa y como
sociedad anónima (los ex empleados cedieron sus créditos laborales para tener las acciones) y ello hizo – entre otras cosas- que tuvieran que hacerse cargo de las deudas heredadas.

Pero, tal como denuncian ahora, esa elección terminó por transformarse en corrupción: Flores era, a la vez, el presidente de la cooperativa y de la sociedad anónima. Lo mismo que el abogado, que -según denuncia el Movimientos de Fábricas Recuperadas por sus trabajadores- cobraba dos dólares por cada cabeza faenada. Algo más de 2.000.000 de dólares, más intereses.

Siempre hubo cierto núcleo de trabajadores disconformes pero nunca llegaban a expresarse hasta que la reacción fue madurando, con el asesoramiento de Luis Caro y el apoyo del Inaes, que mandó un veedor para que se hicieran elecciones democráticas.

En lo que llaman un proceso de re-recuperación, el 22 de abril de 2004 se realizó una asamblea en la que por primera vez se decidió cambiar de comisión. Ganaron con solo 17 votos de diferencia, pero es la primera vez -dicen- que se vota sin fraude.

Yaguané fue diseñado con capacidad para faenar 25 mil animales por mes. Pero ese es un sueño todavía lejano; los trabajadores ahora están tratando de salir de donde están. Arrancaron la nueva etapa faenando dos mil animales mensuales, luego 4000, después tuvieron que detener la actividad para pelear con los embargos heredados y desde hace poco están nuevamente en marcha. Sacan entre 100 y 120 pesos por semana por socio, contando que tienen que dejar un fondo para deudas e inversiones. Los retiros provienen de las ventas que hacen de los subproductos (huesos, grasas, menudencias) y lo complicado es que su precio bajó en el mercado, un 50 por ciento en el último tiempo.

«Tenemos deudas, no tenemos capital y nadie se hace cargo de nuestra realidad. Necesitaríamos de unos préstamos estatales para poder saldar lo que debemos y poder invertir», sintetiza Ares.
Además, según denuncia la nueva Comisión:

* Las deudas de la cooperativa son de por lo menos 12 millones de pesos
* No hay certificaciones de las deudas
* No están los balances de 2002 y 2003, por eso quieren hacer una auditoría de entrada y salida de dinero
* Uno solo de los embargo de una consignataria fue por 780 mil pesos

Para colmo la comisión anterior vendió -sin autorización- la cuota Hilton a un previo vil. El gobierno lo aceptó de un modo llamativamente oscuro, y ofició como intermediario para conseguir nuevos adjudicatarios, según aseguran en el Movimiento de Fábricas Recuperadas. Finalmente corrigió esa situación ante la conversación de los obreros con el propio presidente Néstor Kirchner, se ordenó inspeccionar Yaguané y se confirmó que la planta está plenamente habilitada y produciendo, como para recuperar su porción en el cupo de ventas a la Comunidad Europea.
Sin embargo la excluyeron.

Por eso los trabajadores se manifestaban frente a la Casa Rosada, donde fueron reprimidos.