A pesar del discurso inflamado, el gobierno kirchnerista ha mostrado con creces su voluntad de satisfacer al capital extranjero exportador y financiero. Contra lo que pretenden algunos de sus defensores, la ruta de entrega al capital está en curso desde hace más de un año. Luego de las elecciones legislativas de 2013, la oposición partidaria […]
A pesar del discurso inflamado, el gobierno kirchnerista ha mostrado con creces su voluntad de satisfacer al capital extranjero exportador y financiero. Contra lo que pretenden algunos de sus defensores, la ruta de entrega al capital está en curso desde hace más de un año.
Luego de las elecciones legislativas de 2013, la oposición partidaria patronal y el multimedios Clarín decidieron que el kirchnerismo había llegado a su final. Desde entonces, no han cesado su campaña para hablar de un fin de ciclo, en el que el gobierno debería reducirse a aceptar la derrota y dejarse llevar hasta… dentro de un año más. Los pedidos de inmovilidad se chocaron contra una clara vitalidad del kirchnerismo, que aprovecha su mayoría en ambas cámaras del Congreso para legislar según sus propios criterios. Además de poner en evidencia el pésimo análisis de los actores referidos, la mayoría legislativa deja ver con nitidez el proyecto económico del gobierno, que no enfrenta resistencias ni frenos parlamentarios.
Si un año atrás dudábamos cuánta tolerancia iba a tener el capital al arbitraje del Estado para contener las demandas del pueblo argentino, el gobierno decidió aclarar su mensaje. Debemos dejar claro que lo que estará en juego en 2015 entre los candidatos del poder no es el proyecto de ajuste social o el de desarrollo nacional: el gobierno ya inició el primer camino.
Desde fines de 2013, no se han escatimado esfuerzos en complacer al capital extranjero, productivo y financiero. No debe confundirse en el análisis: el fallo de Griesa y el conflicto con el fondo buitre MNL Capital de Paul Singer representa un escollo en este camino de amistad con el capital foráneo. La presidenta se ha cansado de repetir que «queremos pagar pero no nos dejan», apuntalando la idea de «pagadores seriales». Hemos ya detallado la enorme cantidad de apoyos políticos que recibe el gobierno argentino por parte de grandes buitres financieros, como Soros o el Citibank. La acción de Singer pone en riesgo la lógica de expoliación del capital financiero que el gobierno argentino defiende: se trata de un exceso que irrita hasta al propio capital.
En total, se pagaron más de US$ 192.000 millones en la última década, y como resultado, la deuda no disminuyó: creció y cambió de composición. La deuda total a fines de 2013 era de US$ 302.000 millones, considerando sólo el Estado Central (sin contar Provincias/Municipios, BCRA, Empresas del Estado, Organismos Nacionales, Fondos Fiduciarios y Juicios contra el Estado con Sentencia en firme). El gobierno argentino arregló con las demandas en el CIADI (US$ 677 millones), con REPSOL (US$ 6.000 millones, más otros US$5.000 de intereses) y con el Club de París (US$ 9.700 millones, 62% más de lo que se tenía previsto pagar) antes de que MNL Capital interrumpiera su voluntad de pago. Se garantizaron pagos a todo el sistema financiero internacional, a cambio de desfinanciar al Estado. El presupuesto de este año tenía previsto un aumento de deuda de US$ 12.700 millones, y el que se aprobó para 2015 supone otros US$ 17.700 millones, lo que daría una deuda total al momento de recambio gubernamental de al menos US$ 347.777 millones: no hace falta esperar a la derecha para reiniciar el endeudamiento, ese proceso ya está en marcha.
El Tesoro ya está emitiendo nuevos bonos de deuda para dilatar el problema: se negocian los BONAR 2016 y 2017 por $ 20.000 millones, y BONAD 2016 por US$ 1.000 millones. Este último bono es muy interesante, pues está diseñado para tomar dólares de los fondos de inversión, bancos y aseguradoras, a quienes el Banco Central les requirió reducir las tenencias de dólares para reservas. Obligados a vender dólares, se les tienta con un bono que los compra, pero les paga en pesos: rinde 1,75% anual en dólares (muy por encima de lo que pagan los bonos estadounidenses, por ejemplo) más cualquier modificación cambiaria. En el marco de una devaluación mínima del 12%, según la baja estimación del presupuesto oficial, el rendimiento es un fabuloso negocio financiero. Nótese que no se penaliza u expropian las tenencias de dólares sino que se sigue endeudando al Estado con el sistema financiero para pagarle… al sistema financiero. La primera reunión del flamante presidente del Banco Central, Vanoli, fue con el JP Morgan, una clara señal al mercado. Las recientes declaraciones de Kicillof respecto de la voluntad de pagar a MNL van en el mismo sentido.
El 2014 se inició además con una fuerte devaluación que recrudeció la inflación. Los aumentos por decreto de la AUH o las jubilaciones no alcanzan a compensar lo que el pueblo argentino perdió. No sólo implicó menores ingresos, sino que no tuvo los efectos positivos esperados: la actividad no se reanimó, las exportaciones de hecho cayeron. Es que el capital exportador se ve alentado a continuar especulando mientras el gobierno le esté prometiendo mejorías futuras: ¿por qué ceder ante un gobierno que muestra voluntad de atender todos sus caprichos? Ejemplos claros de ello son el nuevo Código Civil, que quitó al agua como derecho humano, y la ley de Hidrocarburos que extiende los beneficios de los decretos menemistas, ratificando varios Tratados de Promoción y Protección de Inversiones Extranjeras que protegen a las trasnacionales mineras, y habilitando las técnicas de fractura hidráulica. El gobierno tiene menos complacencia con el capital agrario, por la elevada belicosidad de éste, pero eso no le impide ceder con todas las demás fracciones.
En lugar de avanzar en el control estatal del comercio exterior, el gobierno se somete al vaivén de las decisiones especulativas de los exportadores. Le ofrece todas las prendas posibles para que el capital avance en la forma predatoria primarizante: se le otorga el uso del agua, la posibilidad de usar técnicas de elevado riesgo ambiental, la libre disponibilidad de divisas, el arbitraje de tribunales extranjeros siempre desfavorables al país. En lugar de investigar y repudiar la deuda, el gobierno paga desfinanciando a todo el Estado. Más allá de ataques especulativos, el peso pierde valor porque el respaldo en moneda fuerte se pierde en pagos de deuda, de utilidades y fuga de capitales. Un estudio de la Tax Justice Network señala que argentinos tienen US$ 400.000 millones en paraísos fiscales, el equivalente al PBI de un año. Incluso restando la deuda total -privada y pública- Argentina es acreedora del mundo por US$ 250.000 millones. ¿Por qué no ir por esos fondos, en lugar de las jubilaciones o los salarios?
El gobierno kirchnerista, dilapidando su legitimidad ante sectores progresistas de su propia fuerza, no se ha detenido en el esfuerzo por satisfacer las demandas del capital extranjero, el financiero y el exportador. A pesar del discurso inflamado contra algunos actores muy específicos, el proyecto, expresado en la fuerza de la ley, es satisfacer las demandas del capital.
Fuente: http://matrizur.org/index.php?option=com_content&view=article&id=33209