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Entrevista al ecologista Antonio E. Brailovsky

«La salud es un bien público y no puede estar sujeta a los intereses de los laboratorios internacionales»

Fuentes: Rebelión

Sobre el tratado de Escazú, la conferencia por el clima convocada por Biden y las vacunas.

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M.H.: ¿Se ha retomado la agenda del cambio climático a partir de la cumbre virtual convocada por Joe Biden? 

A.E.B.: Digamos que han hecho reuniones, esto siempre es muy importante para cualquier presidente, reunir gente y sacarse fotos. Nuestro presidente hizo una cantidad de discursos que son muy buenos pero lo que tendría que haber hecho es renunciar a Vaca Muerta, si no lo hace no hay que creerle los buenos propósitos respecto al cambio climático. 

M.H.: Durante estos días he oído y leído mucho hablar sobre el Tratado de Escazú. ¿De qué se trata? 

A.E.B.: El tratado de Escazú es un muy buen texto en el que algunos países latinoamericanos se comprometen a respetar los movimientos ambientalistas y la participación ciudadana en cuestiones de medio ambiente. Ahora, es muy buen texto, obviamente siempre que los gobiernos estén dispuestos a hacerlos cumplir. En países como México, Guatemala, Honduras y, por supuesto, Colombia, donde los ambientalistas son asesinados sistemáticamente, el tratado de Escazú no ayuda demasiado. 

M.H.: Se me ocurre pensar en lo que vivimos días atrás en nuestra localidad catamarqueña de Andalgalá.  

A.E.B.: Al lado de esos países donde a la gente que discrepa la asesinan, uno puede agradecer que simplemente a la gente le peguen. Pero el hecho es que cuando los ciudadanos reclaman ante intereses internacionales poderosos, cuando a esos intereses se les acaban los argumentos, siempre les queda la represión policial. 

M.H.: Me gustaría una reflexión suya sobre el tema de la liberación de las patentes de las vacunas por la pandemia. 

A.E.B.: Hay un reclamo de la OMS, 30 países y 150 premios Nobel, que han pedido que se liberen las patentes de las vacunas, es decir, que esas vacunas puedan ser fabricadas en cualquier laboratorio idóneo, esto permitiría producir más vacunas y salvar más vidas en medio de una emergencia.  

Hasta ahora, hay una respuesta favorable del presidente de EE UU, y yo creo que sería bueno que más países se sumaran al reclamo. Argentina no reclamó todavía formalmente a través de Cancillería y sería bueno que lo hiciera, que se liberaran esas patentes y se pudieran fabricar en cualquier laboratorio idóneo. Creo que es una asignatura pendiente nuestra y es bueno recordarlo.  

No solo hay que comprar vacunas y asociarse con grandes laboratorios, también hay que abrir la posibilidad de que esto se fabrique de una manera mucho más libre. Obviamente hay que empezar a discutir el rol de los grandes laboratorios en cuanto a la salud. Yo creo que la salud en la medida que es un bien público no puede estar sujeta a los intereses de los laboratorios internacionales. 

M.H.: ¿Estamos en condiciones de producir y envasar esas vacunas? 

A.E.B.: Aparentemente sí. Si hay un acuerdo con un laboratorio para hacerlo acá no se entiende por qué se cayó el acuerdo con otro laboratorio que hace unos meses prometió hacerlo y después dijo que no podía envasar en Argentina. Pero es cuestión de hacer una auditoría no solo guiarnos por las noticias de prensa que pueden ser distorsionadas. 

M.H.: ¿Qué opinión le merece la Ley de educación ambiental? 

A.E.B.: Yo creo que cuando una ley se aprueba por unanimidad hay que empezar a dudar. Porque siempre hay algún interés al que no le guste, entonces, para que se apruebe así tiene que estar tan pero tan lavada, para ser una serie de principios genéricos.  

Cuando uno habla de educación ambiental ¿está hablando de convencer a los niños de que no tiren papelitos en el suelo o de que hay intereses económicos que están destruyendo el mundo en el que vivimos? Si vamos a decir que la culpa la tenemos todos, estamos desviando la atención y sobre eso hay mucha bibliografía interesada. 

Hay un libro “50 cosas que pueden hacer los niños para salvar el mundo” que dice cosas como “no uses el carro, cierra el grifo del agua, apaga la luz” y ese tipo de cosas, pero en ningún momento actúa como ciudadano y reclama lo que hay que reclamar. Entonces si la educación ambiental es para distraer a la gente y desviar la atención de los problemas graves va a ser otro fracaso.