El último informe había arrojado un 44%, lo que significa un crecimiento del 7,7%. La inseguridad alimentaria total pasó del 21,7 al 29,3%.
La pobreza infantil alcanzó el alarmante 51,7% mientras que la inseguridad alimentaria total (reducción de dieta o hambre por motivos económicos) pasó del 21,7 al 29,3%, en base a los datos de 2018. Así lo informó el último informe del Barómetro de Deuda Social de la Infancia de la Universidad Católica Argentina. En la anterior edición, la cifra había sido del 44%, lo que representa un aumento del 7,7%.
Además, el 14,9 por ciento de los chicos de entre 2 y 17 años -1,6 millones- no realiza al menos una de las cuatro comidas diarias y la última alimentación del día es la más frecuentemente salteada, dado que el 7% no la ingiere.
El informe «Infancias. Progresos y retrocesos en clave de desigualdad» elaborado por el Observatorio de la Deuda Social reveló además que el 37% de los chicos (4,1 millones) recibió una alimentación con déficit de al menos un nutriente esencial en 2018, lo que representa un aumento de 6,6 puntos porcentuales respecto al año anterior, cuando esta problemática afectaba a sólo el 30,4% de los chicos: «De 2017 a 2018, casi 900 mil chicos más tienen déficit de al menos un nutriente».
En cuanto al tipo de nutriente faltante en la estadística correspondiente al último año, el 14,5% de los chicos registró carencias de carne, pollo y pescado; el 22,6 de fruta; el 20.7 de verduras y el 9,9 de lácteos.
Al analizar la inseguridad alimentaria, es decir, población infantil que redujo su dieta o pasó hambre por problemas económicos en el último año, el informe muestra que los chicos que pertenecen al estrato socioeconómico «muy bajo» tienen 13 veces más chances de no cubrir sus necesidades alimentarias que los que pertenecen al sector «medio alto» y esa brecha sufrió un incremento respecto a 2017, cuando era de 11,4 veces.
La incidencia de la inseguridad alimentaria total o extrema -experiencia de hambre- es mayor entre los niños de 0 a 12 años, los que viven en hogares extensos y monoparentales, los que se sostienen con fuentes de trabajo marginales u obrero y los que viven en el conurbano bonaerense.
Los niños y adolescentes con problemas de acceso a la alimentación, es decir, que viven en hogares que redujeron su dieta o pasaron hambre «por problemas económicos», se incrementó un 35% entre 2017 y 2018, afectando hoy a tres de cada 10 chicos de entre 0 y 17 años (unos 3.4 millones), la cifra más elevada en los últimos ocho años, según el nuevo informe de la Universidad Católica Argentina (UCA).
«El riesgo alimentario se incrementó de modo significativo en los niños: esto quiere decir que viven en hogares que tuvieron que bajar sus consumos alimentarios por problemas económicos», aseguró Ianina Tuñón, investigadora de la UCA y responsable del informe. «En general en esos hogares los primeros que dejan de acceder a esos alimentos son los adultos: las mujeres primero, los hombres después para finalmente ser los niños», agregó.