Juan Costa (1875-1927) «Intenta modificaciones del orden vigente. Abraza el pensamiento cooperativo a pesar que, por su condición social y económica, está al margen de las necesidades que viven los campesinos. Se aboca a esta tarea incentivando la educación en general y la doctrina cooperativista en particular, para que los agricultores tomen conciencia de su […]
Juan Costa (1875-1927) «Intenta modificaciones del orden vigente. Abraza el pensamiento cooperativo a pesar que, por su condición social y económica, está al margen de las necesidades que viven los campesinos. Se aboca a esta tarea incentivando la educación en general y la doctrina cooperativista en particular, para que los agricultores tomen conciencia de su rol social y sean capaces de decidir sus destinos».
Susana Bichsel y Martha Costa
Que duda cabe que los pueblos del mundo están exhaustos de tantas mentiras institucionalizadas por los políticos-partidarios corruptos que se han refugiado en consorcios de buenos negocios, para sí mismos.
Auscultar las ansias de libertad, del vivir en sociedades armónicas donde sea posible el desarrollo de las potencialidades y talentos humanos del pueblo, desde lo profundo de sus mentes y corazones, no es tarea difícil, sólo es necesario conversar abierta y sinceramente y pronto surgen y brotan las palabras que visibilizan las ansias cooperativas de un mejor vivir.
Es que la cooperación como modo de relación se ha configurado como cultura de los pueblos y Argentina es un claro ejemplo de ello y que el bombardeo de acción política neoliberal no ha podido destruir, sólo cercarla.
Los inmigrantes europeos que arribaron a la América Latina en los Siglos XIX y XX trajeron la cultura ideológica del cooperativismo y muy pronto encontró tierra fértil porque los hombres y mujeres laboriosas son personas solidarias y llenas de respeto y exudan confianza mutua.
La fuerza de esos hombres y mujeres imbuidos de la cooperación como cultura, como costumbre, alzaron la bandera utópica como idea-fuerza. He aquí la poderosa razón por la que Argentina fue conocida como «el granero del mundo».
Los detractores del cooperativismo tuvieron que llevar adelante un proceso pérfido para desarmar todo el entramado virtuoso de la organización productiva que alcanzó un grado superior y se perfilaba como modelo socio-económico predominante. Así cayó El Hogar Obrero y ahora SanCor.
Pero no se ha podido borrar la memoria colectiva de aquellos años, los abuelos, los padres ahora narran con auténtico sentimiento a sus descendientes y las historias se entrecruzan y alimentan aquellas epopeyas cooperativas, incluso la academia se hace eco y se agiganta la admiración, pero es que la añoranza está dando paso a intentos de replicar.
Un ejemplo de producción académica que es digno de abrevar y nutrirse es el trabajo de Susana Bichsel y Martha Costa, denominado «Juan Costa: un pionero del cooperativismo rural argentino». Páginas que rescatan del olvido la acción poderosa de un hombre que sembró las ideas cooperativas y del cual se alcanzaron cosechas seguras para fortalecerse en ellas.
En eso andamos, en rescatar experiencias culturales y educativas del cooperativismo con el claro entendimiento de que, aún en medio de la tormenta neoliberal, que pretende despojar al hombre de carne y huesos de su legado histórico educativo y cultural cooperativo, es posible recrear y ayudar a que encuentre causes libres las ansias cooperativas del pueblo.
En todo cuanto hemos anotado, emerge la necesidad de recrear y preservar la construcción identitaria en el campo de la Educación cooperativa escolar, en particular, en la Provincia de Formosa (Argentina).
Ninguna herramienta es más eficaz que la narrativa historiográfica para estimular la memoria dormida del pueblo que espera, por cierto, un mejor contexto para expresarse, para ello, es urgente romper el silencio historiográfico en torno al papel del cooperativismo escolar.
¡Y lo hemos hecho! Hemos roto ese silencio historiográfico con un tenaz proceso de búsquedas y hallazgos de documentos oficiales y testimonios valiosos de los protagonistas que marcaron huellas con sus aportes y acciones, y que, posteriormente, constituirán la base y sustento de la arquitectura en la construcción identitaria cooperativa.
En ese sentido, la elaboración de la «Historiografía de la educación cooperativa escolar en Formosa, a través de instrumentos oficiales» inicia un derrotero marcadamente ascendente en sus aportaciones sobre la temática, que se fortalece con el artículo denominado «Analogías de caminos cooperativos entre maestros libertarios».
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!
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