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Las artes agónicas del progresismo cromagñónico

Fuentes: Red Libertaria Argentina

Hace unos pocos días vivimos un hecho singular en Buenos Aires, singular dado los tiempos que corren, tiempos de «caída de la credibilidad», para la política partidista. Se realizó una manifestación a favor del «Jefe de gobierno» Aníbal Ibarra. Intentaremos decir algo más sobre el tema, sofocando la repugnancia que provoca el hecho. La marcha […]

Hace unos pocos días vivimos un hecho singular en Buenos Aires, singular dado los tiempos que corren, tiempos de «caída de la credibilidad», para la política partidista. Se realizó una manifestación a favor del «Jefe de gobierno» Aníbal Ibarra. Intentaremos decir algo más sobre el tema, sofocando la repugnancia que provoca el hecho.

La marcha se convocó con una solicitada en los diarios, en ella, y posteriormente en la marcha hubo nombres interesantes para pensar. Muchos de ellos firmaron dicha solicitada convencidos genuinamente de estar haciéndolo por una causa «correcta»: detener una maniobra de la derecha. Otros lo hicieron con el argumento de defender nuestras «valiosas instituciones», esas mismas instituciones que tanto bienestar e igualdad garantizan a nuestros ciudadanos. Algunos firmantes lo hicieron desde organizaciones sociales y/o populares, muchos otros, lo hicieron desde «la cultura».

Todo esto responde a dos lógicas subyacentes. No está de más mencionar que los propagandistas y organizadores de la movida fueran Bordó Comunicación y Consultora AR. Ambas empresas beneficiarias directas del uso discrecional de los fondos del GCBA amén de ser sus el principal accionista de una de ellas, el esposo de la Jefa de Gabinete porteña y la titular de la otra, una operadora de medios de Moneta y Hadad. (Aquella que hizo la operación de publicar en el diario de Hadad la versión de que quién encendió la bengala de Cromagñón fue el hijo del abogado José Iglesias)1

Pero volvamos a las lógicas que otorgan sentido al comportamiento del progresismo local, éstas como ya mencionáramos son dos: una, derivada de la lógica corporativa que mantiene a la clase política, cohesionada como clase y alejada de otras instancias de la vida social, la otra, no es más que la lógica de la devolución de favores.

Vamos por partes, analicemos ambas cuestiones sin perder de vista que el caso particular no hace más que ejemplificar modos de funcionamiento generales del sistema. Malos anarcos seríamos si no hiciéramos el esfuerzo de encontrar aquellas razones estructurales que hacen de fundamento a la opresión, y nos quedáramos en el terreno de la indignación moral.

En primer término, la lógica corporativa:

Esta no es exclusiva del progresismo, sino, de la clase política en general y se basa en un cálculo sencillo de autoprotección. El razonamiento es similar al que sigue: «si permitimos que un alto cargo ejecutivo del Estado sea responsabilizable por las acciones y omisiones del accionar de ese mismo Estado, cuando nos toque a cualquiera de nosotros una función de esas características, vamos a ser responsables de cualquier cosa que ocurra. Para evitar que ocurran «accidentes» es preciso en primer término eliminar la corrupción y eliminar la influencia de los lobbys empresariales, es decir, desfinanciar nuestra vida política y condenarnos a compartir la pobreza con el resto de los ciudadanos. Por lo tanto, la mejor opción, es dejar asentado, que gobierno y responsabilidad no van juntas: el gobierno lo ejercemos nosotros, las víctimas las pone el pueblo y la responsabilidad la tendrá exclusivamente el chivo expiatorio de turno, el cual en contadas excepciones será uno de los nuestros.»

Una muestra: lobby o corrupción empresaria mediante las licencias de funcionamiento de los micros escolares fueron extendidas en un 40 %, dado que hoy los micros son más caros y no existen créditos baratos para reemplazarlos. El día que ojalá nunca llegue, que un micro lleno de infantes se incruste en una vivienda por un fallo en los frenos o la dirección, toda la pantomima de cromagñón será repetida. El gobierno endilgará la responsabilidad a funcionarios de planta menores y al chofer o a la empresa de transportes, las víctimas las habrá puesto el pueblo y la responsabilidad…

Creo que podríamos mencionar muchosejemplos si quisiéramos y nos diera el espacio.

En segundo término, la devolución de favores: ¿Por qué casualidad de nuestra vida social, el grueso de los firmantes de la solicitada se corresponde con el grueso de nuestro «escenario cultural porteño»?

¿Por qué motivo el gobierno porteño es valorado tan altamente con relación a «lo cultural»? pregunta que está relacionada con el porqué es tan central «lo cultural» para el gobierno de la ciudad.

Una por una: El grueso de los firmantes come del plato del gobierno. Tener trabajo es algo altamente apreciado sobre todo por el sector cultural que en un país con las tremendas necesidades sociales como tiene éste, no podría jamás sostenerse a costa de un público por varias razones escaso y/o pobre.

Por otra parte, aquellos que construyen la opinión sobre «lo cultural» son la avanzada de la clase hacia la cual esa actividad cultural está dirigida: la clase media alta porteña y ésta clase es central para el gobierno, pues ella construye la opinión política desde sus atrios culturales y periodísticos. Es decir, el rédito simbólico se capitaliza como rédito político de manera directa. Una obra de teatro prestigiosa se traduce en muchos más votos, que una inspección molesta y angustiante a un boliche, un hotel o un teatro.

Es por eso que los «sin techo» porteños son hacinados en hoteles al borde del derrumbe, pero tenemos coquetos parques y jardines enrejados por toda la ciudad. Es por eso que no existe un plan de viviendas económicas para solucionar los problemas de quienes viven hacinados en villas miserias y sí hay un canal de cable del gobierno dirigido a unos pocos. Aquí también, como en el caso anterior el listado de ejemplos puede ser extremadamente alto.

Y decíamos antes que éstas lógicas subyacen a modos generales de funcionamiento del sistema: La lógica corporativa y la construcción de consenso mediante la distribución de favores funcionan en diferentes escalas, ámbitos, y temporalidades. Son cuestiones estructurales del sistema.

Para la corporación política EL CAPITAL ES EL VOTO, y ya sabemos que el capital reconoce una tendencia a la acumulación y la ampliación. Es por ello, que todo partido que participe de la lógica electoral, por mucho que afirme ser obrero o de los trabajadores participa necesariamente de la misma lógica. Acumular y ampliar su capital es decir los votos, es su misión fundamental.

¿Entonces que ocurre con los trabajadores?

Sencillamente no cuajan con la lógica de partido. Lo único que posee el trabajador es su fuerza de trabajo, la cual tiende a conservar y reproducir, la lógica del capital le es ajena y extraña, sea capital empresario o capital político. Lo único que beneficia al trabajador es la destrucción del capital, es decir, el acceso total a los medios de producción y los bienes producidos.

Ningún otro sector o clase está dispuesto a destruir capital. Durruti decía que los trabajadores no temen destruir porque son ellos los que lo han construido todo y son los únicos que saben y pueden volver a construirlo.

¿Ahora, qué podemos hacer las víctimas de las lógicas del capital con respecto a todo esto?

Luchar, y exigir por el control social de la totalidad del presupuesto público sería un buen comienzo.

Que federaciones de asambleas territoriales y federaciones de asambleas de trabajadores se vinculen en una confederación que asigne el presupuesto de modo directo sería un objetivo.

Mientras tanto los artistas e intelectuales burgueses que sientan que sus geniales creaciones deben ser imperiosamente conocidas por el resto de los mortales que se asocien y hagan sus propios esfuerzos. Que trabajen por la subsistencia como el resto de los mortales y que en su tiempo libre hagan lo que más les plazca ( o el sistema les permita)

¿Signifíca esto que no nos importa «la cultura»?

Significa que en primer lugar, no tenemos porque compartir el significado que la palabra cultura tiene para los burgueses.

En segundo lugar, es parte de una definición posible de cultura, el impulsar el tipo de relaciones políticas que nos permitan decidir sobre el excedente de lo que los trabajadores producimos. Que aquél que sienta necesidad de manifestarse pueda hacerlo sin comprometer los recursos que en otras áreas resulten indispensables.

En definitiva, queremos que el pueblo imponga su escala de valores y no que los valores del mercado (mercado electoral incluido) determinen las prioridades.

Entre otras cosas ésta nueva cultura que llevamos en nuestros corazones, éste nuevo mundo que late, será una cultura de la responsabilidad y no de la agachada y el rédito. Un mundo en donde por supuesto podrán ocurrir accidentes, pero ya no «accidentes».

Un mundo en dónde la cromagñónica puesta en escena de la burguesía y el progresismo sean sólo la amarga pesadilla de un artista basada en el recuerdo de un mundo muerto y frío, casi olvidado en las ruinas del pasado.

1 – Ver la nota de opinión de H. Verbitsky del diario «Página 12» del 27/11/05