La región del valle de Río Negro abarca aproximadamente 135 mil hectáreas que comprenden el alto Valle de Río Negro, los valles medios de los ríos Negro y Neuquén y el valle inferior del Río Limay. La principal actividad que se desarrolla allí es la fruticultura, que provee el 80% de la producción de frutas […]
La región del valle de Río Negro abarca aproximadamente 135 mil hectáreas que comprenden el alto Valle de Río Negro, los valles medios de los ríos Negro y Neuquén y el valle inferior del Río Limay. La principal actividad que se desarrolla allí es la fruticultura, que provee el 80% de la producción de frutas de carozo (durazno, damasco, ciruela, cereza), manzanas, peras y en menor medida uvas a nivel nacional. Al igual que otras producciones agrícolas de nuestro país, la fruticultura de esta región se caracteriza por haberse insertado en el mercado exterior como proveedora de productos frescos de alto valor comercial, llegando a generar en 2007 un ingreso aproximado de 425 mil dólares sólo por manzanas, peras y ciruelas.(1)
¿Otra vez sopa?
A la par de los trabajadores rurales de otras producciones, los obreros de la fruta del Valle rionegrino han llevado adelante diferentes luchas por el salario. En 2005 se consiguió un aumento del 15,4% tras un proceso de cortes de ruta y bloqueo de quintas y galpones. Ya desde ese momento comenzó a manifestarse una táctica recurrente por parte de la burocracia sindical y la patronal local (la CAFI, Cámara Argentina de Fruticultores Integrados): ante la presión de los trabajadores debieron viajar a Buenos Aires a cerrar el acuerdo con el Ministerio de Trabajo lejos de los obreros movilizados.(2) Otro método para evitar las presiones por parte de los trabajadores fue expuesto en 2006, cuando las negociaciones se adelantaron para diciembre, un mes antes del comienzo de la cosecha de pera. En ese momento, mientras UATRE reclamaba 33,15 pesos por día, la Cámara de empresarios ofrecía 25,91 pesos.(3) Finalmente se consiguió un jornal de 32,59 pesos para los cosecheros. En 2007, las negociaciones volvieron a adelantarse, pero esta vez para pedir un 40% de aumento sobre los sueldos y un 35% sobre la productividad, lo que llevaría el salario de la primera categoría a 2.200 pesos, mientras que la CAFI ofreció un mísero aumento general del 6%.(4)
Para las negociaciones de 2008, los trabajadores reclamaban un aumento que elevara el jornal a 100 pesos por día, pero la patronal ofrecía sólo 60 pesos. Tras la oposición de las empresas, UATRE decidió disminuir el reclamo a 90 pesos diarios, de manera tal que se pudiese abrir la negociación. Ante esta situación, los trabajadores se concentraron frente a la delegación de la Secretaría de Trabajo donde realizaron una asamblea en la que decidieron realizar cortes de ruta que deberían planificarse en cada seccional.(5) Ese mismo día se sucedieron dos piquetes en la localidad de Roca, en Cervantes y en Tres Puentes, donde los cortes fueron totales para camiones de fruta y parciales para vehículos. Dos días después se sumaron a los cortes el resto de las seccionales y se incorporaron bloqueos a los principales galpones y frigoríficos. La dirigencia de UATRE se vio desbordada por el accionar de los trabajadores y nuevamente debió trasladarse a Buenos Aires donde, conciliación obligatoria de por medio, se cerró en un jornal de 75 pesos.
En el 2009 la experiencia acumulada llevó al gremio y a la patronal a actuar con precaución, por lo cual decidieron directamente trasladar las negociaciones de cosecha a la Capital, donde se acordó un jornal de 90 pesos.(6) Otro punto importante sobre el que se manifestaron los trabajadores de la fruta del valle durante el 2009 es el cobro del 20% por zona fría. En un principio UATRE propuso el envío masivo de telegramas de reclamo pero acotados a Expofrut, la principal empresa exportadora. Fue por ello que los trabajadores encararon un plan de cortes de ruta que duró 10 días, sin embargo las negociaciones entre el sindicato y la Cámara fallaron dejándole la capacidad de decisión al Ministerio de Trabajo, quien todavía no se ha expedido sobre esta cuestión.(7) Este año, a pesar de que el aumento pedido por los trabajadores era del 35% llevando el jornal básico a 85,05 pesos, se pactó para los cosecheros 75,91 pesos.(8)
Golondrinas en el Alto Valle
La temporada de cosecha de la región comprende todo el verano, extendiéndose entre los meses de enero y abril, y se estima que el número de trabajadores estacionales empleados asciende a 30 mil en la cosecha y 18 mil en el empaque. De los primeros se estima que gran parte proviene de las provincias y países limítrofes del norte ya que la población local no satisface la demanda de la actividad.(9) Históricamente el mayor componente fue chileno, para quienes la situación de precariedad es mayor a pesar de contar con un legislación que los favorece (un convenio firmado por Allende y Lanusse en 1971). El convenio estipula que los trabajadores pueden trasladarse con un contrato previo para tareas estacionales por 3 meses, aunque puede prorrogarse hasta un total de nueve meses. Sin embargo, al existir la posibilidad de conseguir empleo en otro lugar al finalizar la temporada, prefieren ingresar con una visa de turista por miedo a que una vez que expire el plazo de 9 meses los hagan regresar a su país, aunque aparentemente esto no sucede en la realidad. Sin embargo el carácter de turistas no les permite realizar tareas remuneradas, por lo cual la única forma de empleo posible es en negro, quedando totalmente expuestos en términos laborales y sociales.(10)
Sin embargo en los últimos años creció la migración tucumana proveniente de la zafra, ya que la temporada de cosecha de la fruta se complementa con aquella actividad (mayo a octubre). En este caso la situación provocó que el mismo gobierno provincial se haga cargo de su traslado.
Una vez que los golondrinas arribaron al Valle si lograron emplearse en las grandes empresas pueden asegurarse la provisión de los servicios mínimos de seguridad e higiene, pero los contratados por los pequeños capitales (en general en negro y a través de enganchadores) sólo van a contar con ranchos construidos por ellos mismos en las mediaciones de la chacra. A su vez, como veremos en la entrevista a un obrero frutícola, las posibilidades para que los locales consigan una vivienda propia son más que escasas.
El trabajo en la cosecha requiere mucho conocimiento acerca de la fruta, ya que se necesita que reconozcan cuándo está madura y puede ser cortada, tarea que en general se realiza en muchas pasadas para que la madurez sea homogénea. Además la manipulación de la fruta debe ser suave, sin apretarla, y el movimiento de corte preciso, en la unión del pedúnculo (pezón de la fruta) con la rama, dejándolo completo y sin hojas.(11)
Como podemos observar, la situación de los obreros rurales del Valle de Río Negro no es distinta de la de aquellos de otras producciones agrarias. Aquí y allá se repiten las precarias condiciones de trabajo, los salarios al filo de la canasta básica del INDEK y los manejos burocráticos de UATRE, que es cada vez más proclive a ser furgón de cola de las iniciativas de los trabajadores. Por otra parte a pesar de los «esfuerzos» progresistas(12) no se vislumbran mejoras ya que las leyes y reglamentaciones existentes tienden a atomizar no sólo a los obreros rurales en general sino a los obreros de la misma actividad que se emplean en distintas regiones del país.
Ante esta situación, los trabajadores de la fruta comprendieron la necesidad de levantar un programa independiente con el objetivo de recuperar la UATRE local y de imponer mejores condiciones de trabajo y de vida, tarea en la cual el papel de la izquierda es muy importante. El PCR y la CCC tienen fuerza principalmente en Huergo y en Roca mientras que en la zona de San Patricio del Chañar y en Cipoletti la tiene la Agrupación Obreros en Lucha. De esta última participan trabajadores de base, delegados y militantes del Partido Obrero. Según Oscar San Martín «decidimos formar esta agrupación porque entendemos que el sindicato tiene que ser nuestro y debe estar dirigido por un trabajador, no por un burócrata».(13) En un comunicado posterior se señalan como reclamos «un salario mínimo igual a la canasta familiar. Por mejores condiciones de trabajo. Para que se paguen los días de lluvias. No a la suspensiones arbitrarias. Bastas de despidos, reincorporación de todos los despedidos. No al estatuto del peón rural de la dictadura. Eliminación de la libreta del Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores (Renatre) que convierte al obrero rural en un changarín».(14)
Los trabajadores en el campo argentino no viven en una realidad paralela, si no que enfrentan las mismas condiciones de precariedad que sus pares que se emplean en negro en las grandes ciudades. En el campo, los peores patrones son las PyMES. Los dueños de las pequeñas chacras del Alto Valle, tantas veces presentados como un sector oprimido, son en realidad los que ofrecen peores condiciones laborales a sus obreros. Cómo en el resto del país, en esta región la izquierda crece entre el sector movilizado, y la acción directa prueba ser, nuevamente, la forma más eficaz de lucha.
Notas
(1) Cámara Argentina de Fruticultores Integrados, www.cafi.org.ar.
(2) Río Negro Online, 14/01/2005.
(3) Prensa Obrera, 19/01/2006.
(4) Prensa Obrera, 21/12/2006.
(5) Prensa Obrera, 17/01/2008.
(6) Escala salarial para la cosecha de fruta fresca, temporada 2008/2009, Cipoletti, Enero de 2009.
(7) Prensa Obrera, 27/08/2009.
(8) Prensa Obrera, 07/01/2010.
(9) La Verdad Obrera Neuquén-Alto Valle, n°3, Junio de 2008.
(10) Ozino Caligaris, María Sol y otros «Cosechando Temporadas. Trabajadores Migrantes Estacionales En La Fruticultura Del Alto Valle De Río Negro Y Neuquén Y Del Valle Medio», en 1º Congreso Internacional Pobres y Pobreza en la Sociedad Argentina, UNQui, 1997.
(11) Ver www.inta.gov.ar/altovalle/actividad/investigacion/poscosecha/pepita/cosecha_recom.htm
(12) Ver Egan, Julia: «Farsa sobre farsa», en El Aromo, n°56, 2010.
(13) Prensa Obrera, 01/03/2008.
(14) Prensa Obrera, 15/01/2009.