Los vaticinios tienen algo de insólito o enigmático de algo generalmente no bueno que va a pasar en el futuro, como lo demuestra una de las tantas profecías conocidas de Nostradamus del fin del mundo en 1999.
En tiempos del Corona también se han hecho profecías y unas de las más impactantes provienen del premio Nóbel de Medicina y no hace mucho fallecido, Luc Montagnier, que no son buenas y ojalá no se cumplan por el bien de la humanidad entera.
Luc Montagnier, médico y virólogo francés, no es una figura sin manchas: su hallazgo del virus VIH, por lo que fue galardonado con el Premio Nóbel en 2008, fue cuestionado después por otros científicos, y en estos últimos dos años ha sido incriminado de “negacionista” o “antivacunas” por haberse opuesto públicamente a la política global de inoculación de seres humanos contra el covid-19. Sus tesis chocantes de que el coronavirus sars-cov-2 se originó en laboratorio y que además contiene un fragmento del virus VIH, junto a su aserción del efecto tóxico de la proteína espiga en las vacunas ARNm, de carácter mortal o grave en seres humanos, fue objeto de “chequeo” de los cientos de correctivos que nadan como peces en internet, listos para desacreditarlas como “fake news”. Pero mientras estas tesis esperan su confirmación, negación o superación por los científicos, quienes en base a nuevas investigaciones pueden desautorizarlas, hay otras declaraciones aún más espeluznantes como aterradoras referidas al futuro, las que merecen ser pensadas, estudiadas, y de ser el caso, reflexionadas antes de ser descartadas como “falsas” o “desvíos” de un hombre senil.
Después de exigir el cese de las inoculaciones en varias apariciones públicas, y de advertir de que su persistencia traerá muchas más muertes a seres humanos, Montagnier vaticinó en una entrevista de televisión de que “cierto número de vacunados sufrirán de los efectos de las vacunas”. A más de dos años de vacunación masiva global aún no se ha desvelado cuántos son ese “cierto número”. La idea de que alrededor de un 60% de la población mundial vacunada con muchas dosis, no enfermaremos o moriremos por designo propio sino por una sustancia que se suponía que salvaría nuestras vidas, es decir, por intervención del hombre, es insoportable; ¡la sola idea de esta posibilidad es abominable! Sería el fin de casi la totalidad de la población mundial, teniendo en cuenta que las farmacéuticas intentan seguir inoculando contra el covid-19 cada 6 meses. ¡Pero en este hilo de pensamiento debe haber un error!
Aún más impactantes son sus predicciones en un discurso de enero de 2022 en Milán, Italia, de que “Son los no vacunados los que podrán salvar a la humanidad mañana” y “sólo ellos pueden salvar a los vacunados”. Aquí uno se pregunta primero si no hay un error de cambio en los términos de vacunados/no-vacunados porque, según el conocimiento común, tienen que ser los vacunados los que salvarían a los no vacunados. Pero no, Luc Montagnier, que gozaba plenamente de su sano juicio y estuvo investigando el virus sars-cov-2 hasta el fin de sus días, no cambió los términos accidentalmente. El peligro inminente que vio en las vacunas genéticas es la extinción de la raza humana como tal, es decir, la extinción del hombre en su integridad natural, sin reprogramación o modificación genética; y sólo en los no vacunados su preservación. Se requerirán mayores estudios para resolver esta cuestión que ojalá no sea muy tarde para entonces.
Sus advertencias, junto con su calificación de las vacunas genéticas de “no seguras” aparte de peligrosas y hasta de “veneno” para el ser humano, sólo deben ser conocidas sin caer en el pánico. Al cumplirse más de dos años de repetidas inoculaciones contra el covid-19 en una pandemia aún no terminada oficialmente por la Organización Mundial de la salud, urge suspender las campañas nacionales de inoculación para hacer una revisión, examen y memoria de lo ocurrido desde el comienzo de la crisis sanitaria. Sólo así se podrá ver dónde se cometieron errores para no volver a repetirlos y evitar más sufrimientos. La política del “borrón y cuenta nueva” en toda sociedad que ha experimentado por un buen tiempo estados críticos y de excepción con numerosas pérdidas de vida, es una trampa que impide a esa sociedad superar el pasado; lo duro de ello es que son las futuras generaciones quienes tendrán que pagar la cuenta.
Esta revisión del pasado requiere la creación de una Comisión de investigación de la pandemia del covid-19 en cada Estado que incluya la investigación de las muertes masivas, de las medidas sanitarias, del virus, del contenido, eficacia y seguridad de las vacunas genéticas y de sus efectos adversos en la población inoculada; hecho aún inexistente por no estar en los intereses de las farmacéuticas internacionales ni de quienes ganan con el negocio de las vacunas. Una de sus tareas apremiantes sería el examen de la seguridad de las vacunas, que fue descartada por los gobiernos en sus campañas de vacunación, pero que recientemente ha sido puesta en duda por el mismo CEO de Pfizer Albert Bourla, en vista de la existencia de muchos refuerzos y de los diversos efectos adversos que causan. El tema sigue siendo actual y delicado puesto que se seguirá inoculando a la población mundial con vacunas genéticas en los años que vienen.
Pero, independientemente de la existencia de tal Comisión, las advertencias de Luc Montagnier han de ser tomadas sobre todo como estímulo para recuperar la soberanía y autonomía en nuestra salud, capacitándonos cada uno para comprender cómo funciona nuestro cuerpo con miras a una medicina preventiva. Ello incluye hacer uso cabal del derecho que toda persona tiene de dar su consentimiento, sólo si ha sido previa y debidamente informada del contenido de la vacuna, de sus beneficios y desventajas, de todos sus posibles efectos adversos y de la responsabilidad en caso de producirse un grave daño; derecho respaldado por las leyes sanitarias de la gran mayoría de Estados y por el Derecho Internacional que, sin embargo, fue letra muerta estos tres años. Éstos serían los primeros pasos para superar el pasado. Sólo de nosotros dependerá que los vaticinios de Luc Montagnier no se hagan realidad.
Dra. M. C. Añaños M., LL.M (Kiel) es abogada e investigadora en Derechos Humanos y Derecho Internacional Público.
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