Cristina está. Esa es su condición política. Las elecciones de medio término de 2017 la obligaran a posicionarse, ya sea como candidata a senadora por la Provincia de Buenos Aires, como promotora de una candidatura e inclusive en un lugar de prescindencia. Su cuerpo es política concentrada mientras mantenga su cuota de poder electoral y […]
Cristina está. Esa es su condición política. Las elecciones de medio término de 2017 la obligaran a posicionarse, ya sea como candidata a senadora por la Provincia de Buenos Aires, como promotora de una candidatura e inclusive en un lugar de prescindencia. Su cuerpo es política concentrada mientras mantenga su cuota de poder electoral y su presencia en el escenario. Esto condiciona -de alguna manera- las estrategias de campaña de Cambiemos y del Frente Renovador. La «herencia» se actualiza como competidora y deja de tener efectos retrospectivos.
Macri y Vidal se sienten más fuertes si compiten con CFK. Sería su rival perfecto y por otro lado, quien le garantice una fragmentación del universo peronista. Para Massa sería una bendición que se mantenga por fuera de la pelea en la Provincia de Buenos Aires y pueda permitir concentrar el voto peronista y lograr hegemonizar su reunificación y conducción. Massa no es el dirigente Hugo Moyano quien puede mostrar la capacidad de formar un triunvirato que hoy gobierna la Confederación General del Trabajo. Está tensionado por las acciones de Cristina y por un conglomerado peronista que se divide entre aquellos que esperan una decisión de la expresidenta, otros decididos a acordar con su propuesta; como por no pocos que sueñan con la voluntad de presentarse y salvar al partido justicialista de las versiones posperonistas de Massa y Cristina.
El conglomerado peronista -hoy más parecido a una federación anárquica- necesita un jefe o jefa que los reposicione, aunque desconfíe de ellos. El peronismo se ha convertido en un espacio que juega, que mueve y prueba pero que también se plantea como un territorio a disciplinar y organizar. El acercamiento de Massa con Stolbizer y los enojos de los Moyanos (Facundo y Hugo) con este dirigente -por su coqueteo con el stablishment -han profundizado ciertas distancias con dicho conglomerado. Cristina carga con lo suyo. Es mirada con recelo por dirigentes territoriales que han padecido su intervención constante en los territorios y le cobran la última derrota electoral. Massa y Cristina la tienen difícil con el peronismo. Las encuestas, el humor territorial y -en el caso de la provincia de Buenos Aires- la acción de Vidal ayudarán a configurar lealtades o migraciones. Mientras tanto, el peronismo se valoriza.
Pese a que carga con importantes logros de su gestión, CFK está obligada a reconstruir una nueva confiabilidad frente a los dirigentes peronistas e inclusive frente a los suyos. Massa se encuentra más condicionado a trabajar en una estrategia que busque recortar un pedazo del electorado que votaba al kirchnerismo, algo del poder electoral y territorial de los intendentes y de otros espacios no peronistas como el liderado por Margarita Stolbizer. Está obligado a una estrategia Pac Man. Comer, recortar y legitimar hacia dentro del Frente Renovador dicha estrategia.
Ningún escenario es ideal para competir en territorio bonaerense. Una posible candidatura a senadora por la provincia de Buenos Aires podría colocarla en un lugar incierto sino logra subordinar al partido justicialista. No sirve de mucho para su futuro político si se presenta y no logra sacar más votos que las candidaturas que proponga el Frente Renovador de Sergio Massa o de una casi imposible candidatura peronista pura. Ella está pero puede perder si no logra traccionar a un peronismo coaligado en el partido justicialista y en el Grupo Esmeralda. Una derrota electoral podría marcar la pérdida de influencia en el escenario político y demostrar su escasa capacidad de conducción del peronismo. Medirse para perder no sería la opción más acertada.
Promover la candidatura de otro candidato podría ser un juego peligroso para CFK, ella sabe que su promoción «no transfiere» votos y eso ya lo hemos visto en anteriores ocasiones. Cristina es una gran creadora de candidatos sin votos. Ella los guarda y no los suelta. Su otra opción, prescindir de actuar frente al 2017 puede «preservarla» de la campaña del macrismo y de las imágenes de la herencia, pero puede correrla rápido del escenario frente a un posible avance del Frente Renovador de Sergio Massa.
Hay dos campañas en marcha. Una la que se desatará para las bancas del 2017 y otra que se iniciará en el gran universo peronista. Cristina está encerrada en una pequeña porción del mercado electoral que la vuelve importante y vulnerable. Esa cuota la condiciona, tanto para avanzar como para retroceder.
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