En la planta de maíz transgénico en Malvinas Argentinas, Monsanto va a preparar semillas para aprovisionar los campos argentinos donde se cultiva maíz. Cada bolsa que saldrá de la fábrica, con 80.000 semillas, está destinada a sembrar una hectárea de terreno, alcanzaran para 3,4 millones de hectáreas, el 100% de la superficie cultivada actualmente con […]
En la planta de maíz transgénico en Malvinas Argentinas, Monsanto va a preparar semillas para aprovisionar los campos argentinos donde se cultiva maíz. Cada bolsa que saldrá de la fábrica, con 80.000 semillas, está destinada a sembrar una hectárea de terreno, alcanzaran para 3,4 millones de hectáreas, el 100% de la superficie cultivada actualmente con maíz.
El proceso de preparación de las semillas de maíz tiene varias etapas; la más importante es la que llaman «curado» del grano, aunque las semillas no están enfermas ni les pasa nada, consiste en impregnar las semillas de agrotóxicos muy persistentes (venenos de moléculas que no se degradan ni modifican) y peligrosos (clase toxicológica II) y luego, pintarlas de colores fluorescentes, a efectos de que nadie accidentalmente las ingiera por error, supuesto en que produciría resultados irremediablemente letales.
Los venenos que utilizan en esta etapa son insecticidas y fungicidas, el principal es clotianidina (Ponchoo fabricado por Bayer en Alemania), el volumen será de 1.750.000 litros /año, de clotianidina serian 875 mil litros.Este es un insecticida que recientemente se prohibió en todos los países miembros de la Unión Europea. Pero además se prohibieron las semillas tratadas con clotianidina y otros agrotóxicos similares. Es decir: en Europa, la semilla que preparará Monsanto en Malvinas no se puede sembrar porque es una grave amenaza para el ambiente. En Argentina, parece que sí se puede.
La clotianidina es un insecticida muy potente, 6750 veces más tóxico que el DDT que es absorbidos por la planta. Si se aplican a la semilla, como lo hace Monsanto, cuando aquella germina y crece la plántula, el veneno asciende por su savia, al florecer se concentra en el polen y néctar de manera que los insectos atraídos por sus flores se envenenarán por contacto.
Las colmenas de abejas en Europa y en todos los países donde se utilizan neonicotinoides (EEUU, Brasil, India, Argentina) han sido diezmadas durante la ultima década por el Síndrome de Despoblamiento de Colmenas, que reduce notablemente la densidad demográfica de las mismas (una colmena sana tiene entre 40 o 50 mil abejas pero hoy es muy difícil encontrar alguna que tenga más de 8 mil individuos en zonas agrícolas).
Los científicos creen que estos insecticidas afectan el cerebro del insecto polinizador y este un puede orientarse en el espacio y regresar a su colmena, panal o nido; intoxicados por estos venenos vuelan sin rumbo y mueren lejos de las mismas. Además de afectar a las abejas, la clotianidina y similares, dañan a todos los insectos silvestres polinizadores: abejas y avispas, moscas de todo tipo, arañuelas, mariposas y coleópteros, produciendo un grave daño al proceso de polinización.
La polinización es fundamental para que las plantas en flor produzcan cualquier tipo de semillas y de frutas. El intercambio de polen entre las flores, tiene el objetivo de la reproducción, es un proceso fundamental para el mantenimiento de la vida sobre la tierra. Los insectos polinizadores, sobretodo los silvestres, fecundan más de 70 % de los cultivos que proporcionan el 90% de los alimentos del mundo. En una sola jornada una abeja puede visitar miles de flores de una misma especie, recogiendo el néctar y el polen y esparciendo interminablemente los gránulos de polen por todas las flores.
Para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, la polinización es un «servicio gratuito» que la naturaleza otorga a los agricultores, pero la utilización progresiva y sistemática de agrotóxicos lo está poniendo en grave riesgo. La disminución de la población de polinizadores naturales tiene efectos graves sobre la seguridad alimentaria general poniendo en peligro la base alimenticia de la vida animal (que nos incluye).
La clotianidina, que utiliza Monsanto, contamina suelos y aguas
La empresa Bayer promueve el uso de su producto Poncho, a base de clotianidina, propagandizando que crea un halo de tierra absorbida por el veneno alrededor de la semilla cuando es plantada en la tierra. Como son moléculas muy estables que no se degradan fácilmente en el ambiente, y que persisten entre 2 y 6 años manteniendo su poder tóxico, es preocupante la contaminación de la tierra por estos productos y sus efectos deletéreos sobre la ecología y biodiversidad de los suelos, al dañar insectos y gérmenes fundamentales para la buena fecundidad de la tierra. Monsanto además de contaminar el área de Malvinas Argentinas, contaminara con aproximadamente 800.000 litros de clotianidina los suelos de 3,4 millones de hectáreas, donde persistirá por muchos años. En EEUU detectar estos insecticidas en aguas para consumo humano es muy frecuente por la estabilidad y penetración en la tierra y el agua.
Como si los riesgos ambientales fueran pocos, estudios recientemente publicados por un grupo de investigadores de la UNAM de México, demostraron efectos genotóxicos y citotóxicos muy importantes en células humanas (linfocitos) cultivados con microdosis de Ponchoo (clotianidina comercial). Este descubrimiento inscribe a la clotianidina en la lista de productos que generan las bases biológicas que explican los mecanismos a través de los cuales se generan casos humanos de malformaciones congénitas, abortos espontáneos, cánceres y tumores en personas expuestas a estos agrovenenos.
Dr. Medardo Avila Vazquez, Red de Médicos de Pueblos Fumigados
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