En su visita a las Islas Malvinas, la Comisión por la Memoria (CPM) rindió homenaje a los caídos durante la guerra, y marcó los lugares donde los soldados argentinos fueron sometidos a torturas y malos tratos por parte de sus superiores. En Monte Longdon, lugar donde tuvo lugar una de las batallas más duras del […]
En su visita a las Islas Malvinas, la Comisión por la Memoria (CPM) rindió homenaje a los caídos durante la guerra, y marcó los lugares donde los soldados argentinos fueron sometidos a torturas y malos tratos por parte de sus superiores. En Monte Longdon, lugar donde tuvo lugar una de las batallas más duras del conflicto, Adolfo Pérez Esquivel dijo «las Fuerzas Armadas no estaban preparadas para la guerra: estaban preparadas para torturar y matar».
Una de las acciones de la CPM durante su visita a las Islas Malvinas fue apoyar el reclamo de justicia por los crímenes de lesa humanidad ocurridos durante la guerra, en los que los soldados argentinos fueron víctimas de torturas y/o malos tratos por parte de sus superiores. En este sentido, la delegación de la CPM visitó diferentes lugares en las islas donde estuvieron apostadas tropas argentinas: el faro cabo San Felipe, el Monte Wirless Rige y Monte Longdon.
En estos lugares los soldados argentinos denunciaron que fueron sometidos a torturas y tratos humanos degradantes como estaqueamientos, enterramientos, haber sido sumergidos en pozos de agua helada y exposición al frío y hambre extremo que produjeron mutilaciones y, en algunos casos, la muerte.
En la visita al faro, la CPM pegó en diferentes lugares carteles con la inscripción «En este sitio las Fuerzas Armadas argentinas torturaron soldados argentinos». El señalamiento fue acompañado además por un pañuelo blanco, emblema de la lucha de las Madres de Plaza de Mayo, que Nora Cortiñas decidió dejar en el lugar en señal de solidaridad y de identificación de su dolor con el de las madres de los soldados.
Conmovida por la acción de señalamiento, Nora comentó: «Los militares torturaron en Argentina al pueblo y torturaron acá a los jóvenes que ellos mismos trajeron. Esto fue un espanto. Es imperdonable. Hay que seguir adelante con los juicios».
Todavía hoy, a 35 años de la guerra, estos crímenes de lesa humanidad siguen impunes. A pesar de los múltiples testimonios presentados y documentación propia de las Fuerzas Armadas que fue desclasificada en los últimos años, la causa iniciada hace ya diez años ante el Juzgado Federal de primera instancia de Río Grande no ha tenidos avances.
Al respecto, Roberto Cipriano García, el secretario de la CPM que formó parte de la delegación, manifestó que «las torturas sufridas por los soldados en Malvinas fueron crímenes de lesa humanidad que deben ser condenados. Muchos soldados padecen hoy la revictimización que produce la impunidad: saber que el Estado no sólo los mandó a la locura de una guerra desigual, sino que allí sus superiores les dieron el peor de los tratos, violentaron su dignidad e integridad personal. Esas marcas condicionaron sus vidas, nunca recibieron atención psicológica especializada y debieron esperar décadas hasta ser destinatarios de políticas reparatorias. Más de 600 soldados se suicidaron luego del conflicto, sumergidos en el dolor y la desesperación provocada por la tortura, los malos tratos, la muerte y la negación estatal. Estos crímenes deben juzgarse ya, como forma de reparar tanto padecimiento. La sociedad argentina está en deuda con los ex combatientes de Malvinas».
La misma acción de señalamiento se repitió en el Monte Wirless Rige y Monte Longdon, a unos pocos kilómetros de Puerto Argentino. En este último lugar, escenario de una de las batallas más crueles de la guerra, la CPM colocó junto a la cruz que permanece en lo alto una placa con la siguiente inscripción: «En reconocimiento a los soldados argentinos que fueron víctimas de crímenes de lesa humanidad. Memoria, verdad, justicia y soberanía». Luego el padre Pepe di Paola ofició un responso en el que se pidió por los soldados muertos y Ernesto Alonso, ex combatiente integrante de la CPM, leyó poemas de sus compañeros que describen los padecimientos que sus superiores les hicieron sufrir durante la guerra.
Antes de finalizar las actividades, Adolfo Pérez Esquivel comentó: «En Malvinas sucedieron muchas cosas que todavía están sin esclarecer, como los soldados argentinos torturados por sus jefes durante la guerra. Es algo insólito. La mayoría de esas torturas se debieron al hambre, a no tener qué comer, por ir a un depósito por dos paquetes de galletitas o carnear una oveja. Y eso fue suficiente para el castigo de los torturadores. Las Fuerzas Armadas argentinas no estaban preparadas para una guerra: estaban preparadas para torturar y para matar. Entonces la CPM viene a reivindicar un derecho que es que se haga justicia por estos crímenes».