En Andalgalá, Catamarca, se denomina licencia social a las diferentes formas por medio de las cuales las empresas mineras y sus proveedores buscan legitimarse en la dinámica comunitaria. Por caso, la entrega de beneficios para las escuelas y la organización de competencias deportivas y talleres artísticos. La reacción de los andalgalenses nucleados en la asamblea […]
En Andalgalá, Catamarca, se denomina licencia social a las diferentes formas por medio de las cuales las empresas mineras y sus proveedores buscan legitimarse en la dinámica comunitaria. Por caso, la entrega de beneficios para las escuelas y la organización de competencias deportivas y talleres artísticos.
La reacción de los andalgalenses nucleados en la asamblea de vecinos autoconvocados El Algarrobo, el 14 de febrero de 2010, impidió el desarrollo de Agua Rica, adjudicada a la canadiense Yamana Gold, y de Pilciao 16, por el cual los 17 mil andalgalenses, indemnización mediante, hubieran tenido que abandonar su lugar para que la multinacional Billington pudiera extraer el oro y el cobre que yacen bajo la superficie de la ciudad.
Tras la represión sufrida durante esa jornada de febrero, mientras cortaban el camino comunero que lleva a El Potrero, los vecinos -así se definen- que conforman El Algarrobo desplegaron un repertorio de acciones para que se prohíba la megaminería en Andalgalá.
En su lucha, con Esquel como norte, El Algarrobo se ha visto obligado a convertirse en un productor simbólico complejo para poder enfrentar tanto al poder económico como a la inacción gubernamental.
Lo hecho por esta asamblea de autoconvocados se puede esquematizar en tres momentos.
En el primero, el objetivo fue visibilizar a la minería a cielo abierto como el núcleo del problema. Establecieron como origen la explotación de Bajo Minera La Alumbrera a fines de la década del ’90. En diciembre de 2009, decidieron instalar una guardia en el lugar del corte, los cuales, luego, pasaron a ser selectivos. A su vez, comenzaron a realizar, cada sábado, las «Caminatas por la Vida». Acto seguido, ante el avance de la judicialización de los asambleístas, las marchas se complementaron con las llevadas a cabo por «Las Mujeres del Silencio», que transitaban con los ojos vendados, la boca tapada y las manos atadas.
En el segundo, aparte de sumarse a la UAC, red de redes de las diversas asambleas de autoconvocados del país, se produjo la regionalización de la protesta. En este sentido, quizá uno de los puntos más altos fue la organización de la 14ª UAC, que se desarrolló en Andalgalá a fines de 2010. A lo que se suma, también, las acciones concertadas interprovincialmente entre asambleas de Catamarca, La Rioja y Tucumán.
Por último, el tercer momento expuso su adaptabilidad a distintos lenguajes. En esta etapa, juega un papel clave el aspecto comunicacional. Inicialmente, crearon la «Televisión pública» que consiste en la emisión de, por ejemplo, documentales realizados por integrantes de la asamblea. Se dan en una pantalla gigante, situada en la plaza 9 de Julio, la principal de Andalgalá.
Este rasgo clave tiene dos complementos cuya distinta circulación enfatiza la diversidad del receptor: el blog y la radio. El primero, a través del cual llegan a los jóvenes y en donde suben diferentes videos, como el de la represión, que fue tomada con un teléfono celular.
El segundo es la radio. Su incursión en el éter tiene dos etapas. La primera fue el programa que El Algarrobo tenía en FM La Perla. La siguiente es la reciente puesta en funcionamiento de la propia radio de la asamblea, en el dial 105.3, cuyo lema es «La lucha que se hizo audible».
Con el objetivo de penetrar en otro nivel, se añadió la función didáctica para la cual organizaron diferentes encuentros con la finalidad de explicar que los proyectos de megaminería son parte de un modelo extractivista, el cual enfoca a los recursos naturales desde una perspectiva exclusivamente productivista.
La penetración del mensaje de El Algarrobo-materializado a través de las distintas acciones- labró otra clase de legitimidad, que interpela al vecino y propone que los pueblos tengan el derecho de decidir sobre su territorio.
Con el resultado de las elecciones de marzo, que a nivel local impuso a Alejandro Páez (emergente de la alianza entre la UCR, MST y Proyecto Sur), considerado el candidato que supo interpretar el «No a la megaminería», se abre una nueva etapa para la asamblea, en la que su relación con el gobierno municipal, desde el inicio al menos, será muy otra.
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