Recomiendo:
0

¿Lo menos malo es bueno?

Fuentes: Rebelión

Es comprensible la ansiedad y la urgencia del pueblo argentino para echar del gobierno a Macri y su equipo de incompetentes. Porque no solo gobiernan para las élites dominantes y al servicio de las organizaciones financieras internacionales, sino que además lo hacen desde una incapacidad notoria y casi incomprensible. Estos últimos cuatro años del macrismo […]

Es comprensible la ansiedad y la urgencia del pueblo argentino para echar del gobierno a Macri y su equipo de incompetentes. Porque no solo gobiernan para las élites dominantes y al servicio de las organizaciones financieras internacionales, sino que además lo hacen desde una incapacidad notoria y casi incomprensible.

Estos últimos cuatro años del macrismo significaron para la clase trabajadora y las capas populares miseria, despidos, incremento de la pobreza, aumentos inconcebibles de las tarifas y los servicios sociales, inflación, depreciación del peso y muy especialmente una desesperanza en aumento.

Además el país fue entregado totalmente al Fondo Monetario y otros organismos económicos mundiales, de forma vergonzosa, asumiendo deudas infinitas que solo sirven para pagar otras deudas. Dinero que de ninguna manera está destinado al pueblo que es, finalmente, el que debe pagarlas.

También el macrismo resultó altamente perjudicial para la democracia, que disminuyó su calidad hasta límites muy próximos a una dictadura disimulada. Represión de las manifestaciones populares, encarcelamientos injustificados, influencias nefastas en el poder judicial, desapariciones de militantes sin explicaciones claras, gatillo fácil para la policía, y una ministra del Interior al mando de la mano dura que nada tiene que ver en un sistema auténticamente democrático.

Por todo esto, muy sintetizado, y por muchas cosas más como por ejemplo hacer todo lo contrario de lo prometido en campaña electoral y repetido decenas de veces por el mismo Macri, alineado por si algo faltaba con lo mas rancio del neofascismo, Trump y Bolsonaro, se justifica la necesidad de tener un alivio lo mas pronto posible y desprenderse del peso abrumador de tanta injusticia.

Entonces aparece como la única tabla de salvación Cristina Fernández, posiblemente la única política capaz de reunir los votos necesarios para quitarse de encima a estos verdugos de los últimos 4 años.

Sabemos que de ningún modo su propuesta se refiere a superar el capitalismo dependiente, última causa de tantos sufrimientos. Ni mucho menos. Estando en el poder dijo que lo que pretendía era construir un «capitalismo serio». O en otras palabras, un capitalismo bueno. Es decir, y parafraseando a Sartre, «una pasión inútil». El capitalismo en su etapa actual es simplemente demencial: destruye el planeta y la naturaleza para seguir su carrera de acumulación de riqueza por parte de una élite cada vez menor, a costa del sufrimiento y la muerte de millones de personas.

Pero no para ahí la cosa. A dedo limpio un día apareció nombrado por ella, por supuesto sin ningún debate de sus militantes y contando, eso si, con el apoyo incondicional de quienes la rodean incluyendo a un periodismo partidario que nada cuestiona, un tal Alberto Fernández.

El desconocido para el pueblo, es un elemento muy importante del capital financiero, para el cual trabaja desde hace mucho tiempo. Digamos como muestra que estuvo ligado a Domingo Cavallo, uno de los 3 economistas más terribles para los intereses de la mayoría: Alvaro Alsogaray y José Martínez de Hoz, son los otros 2, cuya sola mención hace temblar a casi todo el mundo, menos a los que mandan, naturalmente.

Alberto Fernández, llamado el unificador por la prensa que todo lo consiente, tuvo serias diferencias con la política económica del gobierno de Cristina Fernández, a quien criticó muy duramente. Especialmente aquellas medidas que favorecían a los más necesitados y no respondían a la ortodoxia del neoliberalismo, religión de la cual él es uno de sus más cualificados predicadores.

Por lo tanto y para no entrar en más detalles, que son muchos, es inconcebible pensar que el tal Alberto Fernández tenga como objetivo solucionar los problemas de la clase trabajadora. Y, en cambio, es muy fácil deducir que cumplirá el rol de pacificador de la ira popular, para seguir con el mandato del Fondo Monetario, de Trump y en última instancia también de la oligarquía argentina que a pesar de todo, no tiene demasiada confianza en Cristina Fernández.

Puede sospecharse, también, que la aparición inesperada de Alberto Fernández ha sido un arreglo con las clases dominantes para, por un lado entusiasmar a las masas con Cristina Fernández y lograr su «buen comportamiento» y por el otro asegurarle a los dueños del circo que nada alterará su acumulación de riqueza.

Muchas voces no del todo convencidas de la maniobra sorpresiva de la expresidenta, la aceptan de todos modos «porque es lo que hay» o «porque así se va Macri» y «porque es lo menos malo».

Entendible. Pero habría que decir que sin bien Macri se tiene que ir del gobierno y para siempre, no es lo más importante. Lo esencial es superar el sistema que puso y sostiene a Macri y con esa fórmula es muy difícil pensar que ese sea el objetivo.

Y por otra parte es lícito preguntarse, después de tantísimas veces que se planteó lo mismo, si será bueno lo menos malo.

Lamentablemente para la ilusión de la mayoría tenemos tanta experiencia en ese sentido, que la respuesta es contundente: NO.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.