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Lo que importa de WikiLeaks

Fuentes: Debate

Luego de casi dos meses de la filtración de información, los casos más relevantes que quedaron tapados por el escándalo mediático y las «amenazas» de nuevas revelaciones. Más de cincuenta días pasaron desde la publicación de los documentos de WikiLeaks, a fines de noviembre de 2010, la divulgación centrada en los cables secretos de la […]

Luego de casi dos meses de la filtración de información, los casos más relevantes que quedaron tapados por el escándalo mediático y las «amenazas» de nuevas revelaciones.

Más de cincuenta días pasaron desde la publicación de los documentos de WikiLeaks, a fines de noviembre de 2010, la divulgación centrada en los cables secretos de la diplomacia norteamericana y rápidamente apodada «Cablegate». Hasta el momento, apenas tres mil cables de WikiLeaks, que al parecer tiene más de 251 mil documentos, fueron divulgados por el sitio o por sus diarios «socios», y es imposible saber si todo aquello de importancia central ya emergió en esta «caza de ofertas».
 
La próxima cita judicial de Julian Assange, creador de WikiLeaks en la causa de extradición por crímenes sexuales es recién el 7 de febrero y una importante nueva revelación -según los rumores, enfocada en el Bank of America- parece haberse retrasado, en parte por los problemas financieros del sitio.
Por lo tanto, es un momento oportuno para evaluar qué hemos aprendido hasta ahora sobre Assange y su presunto «filtrador», Bradley Manning (¿héroes?, ¿villanos?), la relación de amor-odio de WikiLeaks con la prensa y los límites a las libertades civiles de los periodistas y denunciantes.
Entonces, allí están las diversas amenazas y retrocesos inspirados en la última filtración: el probable procesamiento norteamericano de Assange, junto con los pedidos de algunos expertos y políticos por su ejecución o asesinato; empresas líderes como PayPal o Amazon cortando los servicios a WikiLeaks; la demanda del congresista Peter King, la semana última, de prohibir a las empresas norteamericanas que traten con WikiLeaks; y las citaciones secretas del Departamento de Justicia de Estados Unidos vía Twitter (y probablemente en otras redes sociales), en busca de información sobre partidarios de WikiLeaks.
Sin embargo, la forma en que todos estos y otros temas son vistos por el público depende significativamente del valor percibido de los cables filtrados. Funcionarios estadounidenses, incluso en falta, usualmente se centran en la vergonzosa pérdida de control y del secreto, pero no en el contenido perjudicial de los cables. Y, al igual que con las «granadas» anteriores lanzadas por WikiLeaks -como los masivos «registros de guerra» de Irak y Afganistán-, muchos críticos en la prensa rápidamente etiquetaron las revelaciones como menores, como «sombreros viejos». Algunos socios de WikiLeaks, después de una docena de días de intensa cobertura, redujeron drásticamente la publicación de los cables. Ahora, la mayoría surge a través del diario españo
El País o del noruego Aftenposten.

REVELACIONES CLAVE Para balancear, entonces, es importante revisar una pequeña muestra de lo que hemos aprendido gracias a WikiLeaks, desde abril, con la revelación del video del «Asesinato colateral», filmado desde un helicóptero norteamericano, que mostraba el homicidio de dos periodistas de la agencia Reuters, entre otros civiles. En necesario hacer este análisis porque la mayoría de los medios norteamericanos, luego de una breve cobertura, hicieron poco seguimiento del caso.

Observemos esta lista de revelaciones, incluso muy limitada (que no contiene, siquiera, los sobresaltos que algunos creen contribuyeron a desencadenar la revuelta en Túnez): – Los saudíes, nuestros aliados, están entre los principales financistas del terrorismo internacional. – La escala de corrupción en Afganistán supera, incluso, las peores estimaciones. El presidente Hamid Karzai publica regularmente los nombres de los principales narcotraficantes con conexiones políticas. Su medio hermano es un operador importante de la droga. – El Pentágono, básicamente, mintió en público al restar importancia a la violencia sectaria en Irak. Las fuerzas armadas estadounidenses entregaron varios detenidos a los iraquíes, a sabiendas de que iban a ser torturados. Las autoridades norteamericanas no investigaron los cientos de informes de tortura y abuso cometidos por la policía y el ejército iraquí. – Luego de la publicación de los registros iraquíes, los nuevos recuentos indican que el número de víctimas civiles no documentadas es superior a cien mil. En igual sentido, los registros en Afganistán también muestran una cifra mayor de civiles muertos que la conocida previamente, y revelan las misiones norteamericanas, alguna vez secretas, de asesinato de insurgentes. – El gobierno británico aseguró a Washington que sus intereses estarían resguardados en su investigación pública «independiente» sobre la guerra de Irak. – El gobierno paquistaní permitió a su servicio de inteligencia celebrar reuniones de estrategia junto con los talibanes. A pesar de haberlo negado largamente, Estados Unidos, en efecto, realizó operaciones especiales dentro de Pakistán y participó en operativos conjuntos con los paquistaníes. – Los yemeníes mintieron a su propio pueblo al tomar crédito por los ataques aéreos contra militantes de ese país, ya que Estados Unidos fue quien hizo el trabajo. El presidente yemení dejó a Estados Unidos la «puerta abierta» para combatir al terrorismo. Washington envió armas en secreto a los saudíes para usar en Yemen. – Los saudíes, en contra de sus declaraciones públicas, quieren llegar aún más lejos contra Irán. Lo mismo sucede con otros países de la región o, al menos, eso dicen en privado. – El Departamento de Estado norteamericano pidió a sus diplomáticos en las Naciones Unidas que espiaran a otros, incluido el secretario general, Ban Ki-moon. Obtener los números de sus tarjetas de crédito era uno de los objetivos. – Por fin pudimos leer el texto completo del histórico memorándum de 1990, de la entonces embajadora en Irak April Glaspie, justo antes de la invasión iraquí a Kuwait y de la primera Guerra del Golfo. – La administración Obama trabajó en conjunto con los republicanos para proteger a los funcionarios de Bush que enfrentaron una investigación penal en España por presuntas torturas. – El Papa Benedicto XVI impidió una investigación sobre supuesto abuso sexual infantil de miembros de la Iglesia Católica irlandesa. – El soborno y la corrupción marcaron la batalla entre Boeing y Airbus por la venta de aviones. «Diplomáticos norteamericanos actuaban como agentes de marketing, brindando ofertas a las cabezas de Estado y a los ejecutivos de las aerolíneas, cuyas decisiones podrían ser tomadas bajo la influencia del precio, el rendimiento y, al igual que con todos los clientes meticulosos con mucho dinero para gastar, de ‘beneficios'», publicó The New York Times a principios de mes. – Israel destruyó un reactor nuclear sirio en 2007. – Diplomáticos norteamericanos estuvieron en busca de países que pudieran albergar a detenidos de Guantánamo, en ocasiones negociando con ellos; el país que aceptara recibir detenidos podría conseguir una reunión cara a cara con Obama o algún otro beneficio. – Entre varias revelaciones alarmantes sobre el control de los suministros nucleares, durante más de tres años hubo uranio altamente enriquecido en Pakistán a la espera de remoción por parte de un equipo norteamericano. – La embajada de Estados Unidos en París aconsejó a Washington el inicio de una guerra comercial de estilo militar contra cualquier país de la Unión Europea que se opusiera a los cultivos genéticamente modificados. – Los británicos entrenaron fuerzas paramilitares en Bangladesh que los organismos de derechos humanos consideran «escuadrones de la muerte gubernamentales».

Las revelaciones siguen y siguen. Para ver una lista más larga y dividida por región, puede consultarse el reporte de Joshua Norman para CBS News. Como muchas cuestiones clave en torno de WikiLeaks se debatirán en las próximas semanas, debemos reconocer qué nos podríamos haber perdido en 2010 sin estos «documentos salidos de las alcantarillas». Y hay otro aspecto crucial. «La reacción que el episodio WikiLeaks más merece ha sido la menos evidente», observa el ex diplomático británico Canre Ross, quien ahora dirige el grupo consultivo Independent Diplomat. «La imagen del mundo retratada en los cables demanda una seria e informada reflexión sobre las formas reales en que se toman las decisiones políticas. Las reacciones ante WikiLeaks comparten una característica tan obvia que fácilmente puede ser pasada por alto. A saber, la falta de voluntad para hacer frente, con sofisticación y seriedad, al complejo y siempre cambiante mundo con el que Estados Unidos -y todos nosotros- debemos lidiar ahora. La reflexión perezosa y predominante que está implícita es muy clara: a la elite de la política exterior y al gobierno deberían dejarlos seguir adelante con el trabajo y guardar sus secretos», concluye Ross.

*Analista y editor del blog Media Fix, de The Nation, sobre medios y noticias digitales. Copyright The Nation y Debate

http://www.revistadebate.com.ar//2011/01/21/3542.php