Cientos de personas participaron del 5º Congreso Internacional de Salud Socioambiental en la ciudad de Rosario los días 5, 6 y 7 de junio. Durante el mismo se desarrolló también el 2º Encuentro Intercontinental «Madre Tierra, una Sola Salud». Hubo actividades previas como el Tribunal Contra el Agronegocio el día 4; y cerrando la primer […]
Cientos de personas participaron del 5º Congreso Internacional de Salud Socioambiental en la ciudad de Rosario los días 5, 6 y 7 de junio. Durante el mismo se desarrolló también el 2º Encuentro Intercontinental «Madre Tierra, una Sola Salud». Hubo actividades previas como el Tribunal Contra el Agronegocio el día 4; y cerrando la primer jornada del congreso, en el Día Mundial de Medio Ambiente, la Marcha Plurinacional de los Barbijos.
Bajo la consigna Ciencia Digna para la Salud de la Madre Tierra , el encuentro buscó cruzar la producción de conocimiento de científico comprometido con la salud de los pueblos, con las luchas que se llevan a cabo en los territorios, y las iniciativas que visibilizan y fortalecen la búsqueda por un mundo sano, comprometido con el presente y el futuro de las generaciones venideras. Contó con la participación de cientificxs y organizaciones socioambientales de diversos países: Australia, Holanda, Ecuador, España, Estados Unidos, Perú, Colombia, Bolivia, Uruguay, Paraguay y Brasil, de varias provincias de Argentina, y personalidades como Nora Cortiñas.
El camino de Andrés Carrasco
Recuperando la historia el Dr. Damián Verseñazzi cuenta que «el Congreso Internacional de Salud Socioambiental nace en el año 2011 a partir de una propuesta que nos hace llegar un grupo de organizaciones sociales, que nos plantea a posibilidad de tener un espacio para que los que construyen conocimiento científico, los que están en las universidades investigando, puedan encontrarse cara a cara con ellas para intercambiar de saberes, y reconocer cuál es la situación de la investigación científica sobre los temas que estaban afectando directamente a la salud de las comunidades», con este objetivo desde la materia de Salud Socioambiental se lanzaron a construir ese primer encuentro y que se repite cada dos años hasta llegar a este 2019 donde «nos encontramos discutiendo explícitamente qué ciencia queremos, por eso lo de «Ciencia Digna para la Salud de la Madre Tierra».
«Cuando hablamos de la madre tierra y de una sola salud estamos hablando de integralidad; desde las relaciones, de los ecosistemas; desde el mundo microbiano a lo que vemos a simple vista». Para eso es fundamental «que la Universidad recupere la permeabilidad, la capilaridad con las organizaciones sociales y las personas que luchan en sus territorios justamente por tener territorios sanos, entendiendo que sin territorios sanos no pueden haber alimentos sanos, y sin alimentos sanos no pueden haber sociedades libres.»
Como parte de este camino en el Congreso del 2015 nació la UNCCSNAL – Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina.
¿Qué ciencia?
A partir de reconocer que la ciencia no tiene todas las respuestas y que la producción científica está atravesada por condicionamientos políticos; la escucha atenta y comprometida con las batallas cotidianas en territorios y cuerpos, es esencial para plantear un rumbo distinto al de la ciencia colonizada por el capital.
La supuesta «ausencia de rigurosidad científica» es el latiguillo repetido de quienes sostienen modelos de saqueo y contaminación en nuestros territorios y en ese sentido el Congreso de Rosario fue una contundente desmentida. También una plataforma donde reconocer la pluralidad de actores enredados en la denuncia de los efectos que los defensores de estos modelos ocultan, y en la construcción de alternativas. Repasemos algunxs:
Sobre el cuidado de la Tierra, el Dr. Damián Marino del EMISA (UNLP), que lleva años demostrando cómo los agrotóxicos llegan hasta nosotres y en el medioambiente, fue categórico: «la única buena práctica agrícola es la agroecología». Con números contundentes, Marino resaltó que Argentina tiene en las gotas de lluvia 30 veces más plaguicidas que en Estados Unidos y que a cada año se acumula 1mmg de Glifosato en el suelo argentino. Sobre la producción científica respecto de los agrotóxicos, Brasil y Argentina son líderes en la producción de artículos. Desde 2001, ha crecido el número de publicaciones científicas sobre el efecto del glifosato en medioambiente, sin embrago, los medios de comunicación hegemónicos tratan los resultados como si fueran una opinión y no una evidencia científica. «Nos trataran como opinólogos. Hay desprecio a los investigadores de la ciencia digna», relata el científico.
Si por un lado los medios tratan de opinólogos a los científicos comprometidos; por otro, validan la negación de la ciencia indigna financiada por las grandes corporaciones productoras de veneno. Esto es lo que expuso Anabel Pomar de la Cooperativa La Vaca responsable por la traducción de los documentos de Monsanto, conocidos como los «Monsato Papers«. En su exposición, Anabel devela como la empresa escondía información y también financiaba científicos para la publicación de investigaciones que desmentían la evidencia sobre la condición cancerígena de sus productos.
Durante el congreso se realizó la reunión anual de la ReAct Latinoamérica que genera acciones para la contención de la resistencia bacteriana a los antimicrobianos para toda Latinoamérica. El uso masivo de antibióticos para la producción de carnes, sobre todo en el Sur Global, está generando el desarrollo de «super bacterias» resistentes a esos antibióticos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) viene alertando hace tiempo al respecto, ante la posibilidad de volver a un tiempo donde cualquier infección pueda ser mortal. El peligro es enorme y viene siendo subestimado al tiempo que una parte importante de la población mundial empieza a incorporar grandes cantidades de carne a sus dietas.
«Aprender de las bacterias y resistir a los antibióticos y no declarar una guerra contra los microbios en el proceso de la vida que nos afecta y conecta», es lo que cuenta Mary Murray de ISIUM, Australia. Mary también habla del sistema de medicina dominante donde pareciera que hay sólo una forma de solucionar problemas: soluciones tecnológicas y médicas como única alternativa. En este sentido plantea la necesidad de poner en diálogo los saberes adquiridos en las estructuras educativas hegemónicas para reconectarnos: «Si nosotrxs hablamos solo entre nosotros mismos y con este sistema, nosotros no aprendemos nada. Si nosotros queremos aprender a escuchar a la Madre Tierra, de la cual somos parte, entonces tenemos que escuchar a todos aquellos que ya encontraran la forma de hacerlo.»
En conversación con Marianela Carrapizo , profesora tucumana y miembro de ReAct Argentina y participante del taller de mujeres, dijo: «tratamos de poner en discusión los tipos de violencia y cómo están transversalmente atravesadas y vinculadas con la violencia hacia la Madre Tierra, o sea, cómo impacta tanto en el cuerpo de la mujer como en la tierra todo lo que es este modelo capitalista, y antes que capitalista, patriarcal; que nos depreda, nos devora, nos arrasa, igual que el extractivismo a la Tierra.» Carrapizo también celebró el taller de violencia contra las mujeres y la Madre Tierra ya que la lucha feminista y la lucha por la tierra son inseparables.
Trabajadorxs de la tierra
Si pensar la salud humana es pensar la salud de la Madre Tierra y viceversa, avanzar hacia un modelo de producción agroecológica se hace urgente. Pasar de la dependencia de insumos a una red de contención desde abajo para salir de la lógica del mercado es lo que plantea el ingeniero agrónomo Nicolás Indelángelo , miembro de la Red de Técnicxs por la Agroecología del Litoral: «Mi laburo me enfrentó a la búsqueda de qué somos. Nací en la ciudad, y la agronomía fue la manera que tuve para poder acercarme al campo. (…) La tierra es nuestra identidad; mi abuelo no sabía que era campesino, en términos de sociología rural, él lo tenía en su cosmovisión, en su hacer, esto de ser la Tierra y cuidarla. ¿Cómo él la iba a dañar si él era esto?, ¿Cómo no iba a usar la luna para guiarse?, si él era un ser afectado por este biorritmo. Y yo creo que todo esto está todavía, que no se perdió, más allá de la erosión cultural fuerte. Se perdieron generaciones pero hoy estamos rascando y todo eso está apareciendo. (…) Estamos interpelados por esto de que comemos mal y empieza a aparecer esto de volver a la tierra como opción real, en esta zona hay mucho lugar, y se puede hacer también desde la ciudad politizando el consumo, redes de distribución, etc. Todo esto lo llevamos en el ADN que es mucho más que 23 cromosomas. Toda esta información está ahí.»
Sobre la articulación entre los distintos sectores que dan la pelea por un ambiente sano y por una producción justa, Beatriz de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) – Santa Fé nos cuenta «el productor necesita un lugar con un conjunto de personas que lo apoye para poder, justamente, hacer más visible la situación por la cual está atravesando. Somos 130 familias, aproximadamente, en distintas bases. Las familias no poseen tierras propias y están atravesadas por distintos problemas sociales que no son muy visibles y que necesitan ser problematizados y desnaturalizados.» Beatriz cuenta que está en la organización desde hace un año y sobre la participación en el Congreso dice «trabajar e interactuar con otras disciplinas es enriquecedor y también hace más visible nuestra situación. Creo que esto nos fortalece más y podemos ver la realidad de otros sectores y cómo estas medidas políticas, sociales o económicas nos atraviesa y genera distintos efectos sobre las personas.»
Un tribunal contra el agronegocio
Para Carlos Vicente, de GRAIN y Acción por la Biodiversidad nos cuenta que «el Tribunal nace como iniciativa de Acción Ecológica del Ecuador hace 1 año, al cumplirse 10 años de la modificación de la Constitución que introdujo los derechos de la naturaleza. La propuesta de estos tribunales es hacer una evaluación de lo que han pasado en estos 11 años con los derechos de la naturaleza.» Hasta hoy se hicieron 17 juicios en distintos países alrededor de 3 ejes o «rutas»: de la minería, petróleo e hidrocarburos y el agronegocio; esta última tuvo su primera instancia en Argentina y la apuesta es que siga viajando por Latinoamérica, por lo que llaman «La ruta del ceibo». «En Rosario estuvieron presentes 17 compañerxs de distintos países de Latinoamérica y Argentina, testimoniando sobre el impacto del agronegocio en sus territorios, tanto a nivel local como más en general a nivel país. El presidente del tribunal fue Carlos Matheu , un ex fiscal que en su momento llevó adelante la causa de las Madres de Barrio Ituzaingó Anexo en Córdoba y que logró la primera condena a fumigadores en ella. Fuimos 6 comisionados que escuchamos los 17 testimonios y que a partir de ellos elaboramos un dictamen que, al sumarse a estos otros dictámenes, van acumulando información que corrobora que el agronegocio está cometiendo un gravísimo ecocidio en nuestro continente. Que este ecocidio va acompañado de lo que podemos llamar un genocidio porque los pueblos son envenenados, son expulsados y son violentados por el agronegocio.»
Sobre su perspectiva del Congreso en general celebra que «la característica particular de este Congreso es la sinergia con otras instancias como el Tribunal. La proyección a futuro es muy potente y creo que la Marcha Plurinacional de los Barbijos fue el mejor emergente. Nunca hubo en 33 años una movilización de esta envergadura . Esto en una ciudad que es la capital del agronegocio es más que significativo y además hizo con que saliéremos de Buenos Aires que es donde siempre tenemos las marchas.«
Te prefiero así, ¡plurinacional!
La marcha fue enorme, colorida y combativa. Con Norita Cortiñas en la cabecera, más de 3.000 personas recorrimos las calles de Rosario bajo la consigna «La salud no se negocia», intervenimos la Bolsa de Comercio, y terminamos con un festival artístico que cerró Rubén Patagonia ante el monumento a la bandera y la enorme hidro-vía por donde salen los granos transgénicos de los desiertos verdes del agronegocio.
La reivindicación Plurinacional
Por si quedan algunas dudas del valor de ellas Jeremías Chauque, integrante de Desvío a la Raíz, Agricultura Ancestral nos dice: «Tenemos el gran desafío y responsabilidad de ser monte nuevamente. De recuperar esa identidad, esos sonidos, esa fortaleza que sucede de lo mínimo a lo máximo dentro de un monte. Esa sabiduría que le permitió a las culturas ancestrales mantenerse de pie a pesar de lo que significa este modelo productivo que comprende que ese legado, que esos sonidos, son subversivos y avanza en consecuencia. Este modelo productivo basa su éxito en desmontarnos, saquearnos, fumigarnos la memoria, la cultura y todos los caminos que nos lleven a retomar esa identidad de monte. Para eso vamos a tener que empezar a comprender esto del «avanzar retrocediendo» porque cuando un abuelo habla nos da la posibilidad de comprender mejor el presente y por sobre todas las cosas modificarlo. Necesitamos que nuestras abuelas y abuelos nos vuelvan a contar esas historias que nos formaban como hombres y mujeres de la tierra. Por eso cuando nos planteamos Plurinacional empezamos de a poco a hacer ese viaje hacia atrás para empezar a rebrotar esas respuestas antiguas que nos permitan comprender que la fuerza está en ser monte nuevamente; en ser hombres y mujeres de la tierra, y que en la diversidad de monte vamos a poder construir y reconstruir un presente y un futuro soberano, más fraterno, con el protagonismo en nuestras manos, siempre desde la memoria.»
Fuera de la Capital, Plurinacional, y masiva… no son detalles. Poner el blanco adonde duele, ampliar miradas, tener vocación de mayorías: rasgos de un movimiento diverso que, aún en un año electoral, es capaz de desbordar la posición testimonial del «pocos pero puros» y busca incidir concretamente en la realidad.
Tejiendo en marcha
En el plato de comida encontramos la punta de un ovillo, del que si nos decidimos a tironear empieza a revelar la complejidad de un mundo atravesado por opresiones de todo tipo sostenidas por sujetos concretos decididos a defender sus privilegios. Los privilegios de los poderosos que están dispuestos a llevarse puesto el mundo y toda la vida que alberga para maximizar ganancias, acumular poder, y que al decirlo nos aparece en imágenes a velocidad luz: caras y nombres, personas, corporaciones, organizaciones. El entramado de quienes sostienen la matriz capitalista, patriarcal y colonial que amenaza la continuidad de la vida; allá lejos y acá cerca.
Cuando desde la Universidad se avanza en el diálogo de saberes también se desanda el propio privilegio: el del saber construido en las academias de la modernidad ninguneando los saberes populares amasados por generaciones, y lo que conocen quienes ponen el cuerpo frente al saqueo y en la construcción de alternativas. Las que (seguro!) si no detenemos el colapso al que vamos tienen más posibilidades de quedar en pie.
¿Qué otros privilegios nos devela el ovillo de la soberanía alimentaria? ¿Qué potencias revela el hacer concreto cuando nos articulamos muchxs y distintxs? ¿Qué desafíos nos plantean la coyuntura? ¿Tenemos posibilidades de ampliar marcos de alianzas o sólo nos depara frustraciones? ¿Cómo nos preparamos para todo lo que viene?
Si este año fuimos capaces de construir el 1er Foro Agrario, el 5º Congreso de Salud Socioambiental y la Marcha Plurinacional sin dudas estamos ante un movimiento diverso que va al frente. Siguiendo el ovillo de la lucha por la Soberanía Alimentaria «nos van a sangrar los pies, pero vamos a crecer en el camino», lo piola es que sólo lo podemos hacer tejiendo juntxs.
Fuente: http://huerquen.com.