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Los beneficios del progreso

Fuentes: Revista Sudestada

En Dock Sud, el mapa ecológico es también un mapa de la exclusión. 5 mil personas viven en el barrio Villa Inflamable con el Polo Petroquímico frente a sus rostros, y respiran aire tóxico, caminan sobre tierra contaminada y beben agua exquisita en hidrocarburos. La respuesta de las autoridades es una relocalización dentro del mismo […]

En Dock Sud, el mapa ecológico es también un mapa de la exclusión. 5 mil personas viven en el barrio Villa Inflamable con el Polo Petroquímico frente a sus rostros, y respiran aire tóxico, caminan sobre tierra contaminada y beben agua exquisita en hidrocarburos. La respuesta de las autoridades es una relocalización dentro del mismo territorio, pero con la promesa de instalación de nuevas empresas en la zona. Mientras, los vecinos buscan una solución en conjunto para demostrar que también pueden decidir por ellos mismos.

Teodora busca. Ya van varias bolsas que logró llenar con su marido, Gregorio, que la ayuda con la recolección. El paisaje no es precisamente un retrato impresionista, con bellas flores que crecen a la ribera de un arroyo cristalino. Para nada.

Teodora busca y revuelve entre la basura. Algo más va a encontrar. Algún material que le sirva para llevar al corralón y conseguir algo de plata. «Nosotros no tenemos laburo. Nosotros laburamos para nosotros mismos, para poder sobrevivir, para tener algo que comer. Todos los dias: es la única manera que queda», dice, entre la indignación y la resignación.

Un gran descampado se despliega ante sus ojos, que sirve de vertedero para los camiones que no paran de entrar y arrojar escombros y basura. El humo de la quema de esos residuos por un lado y la fragancia indescriptible y esotérica del arroyo Sarandí por el otro, hacen de ese sitio un lugar que debiera estar prohibido a todo eso que se llama Humanidad.

Sin embargo, allí vive gente. Como Teodora y Gregorio.

Para cruzar el arroyo, un puente digno de una película de Indiana Jones conecta ambas orillas. Dar un paso en aquel piso hecho de maderas y chapas oxidadas casi arrojadas al azar, provoca la inevitable sensación de caída a esas aguas ricas en plomo, cromo, petróleo y mierda. Mucha.

Una vez del otro lado, la calle Sargento Ponce da lugar al enorme Polo Petroquímico y sus gigantescas chimeneas, principales focos de contaminación que aquejan a los habitantes de Villa Inflamable, en el barrio de Dock Sud, Partido de Avellaneda.

«El Asesino Invisible», lo llaman algunos vecinos. Otros prefieren algo más moderado: «bomba de tiempo».

1. El barrio

  Villa Inflamable está a tan solo 3 Km de Casa Rosada, y es de esas realidades que no se ven mucho en la televisión. La creatividad cínica de su nombre se debe a la denominación de las boletas de luz que llegaban al barrio, producto de la construcción de una dársena para productos inflamables. Por lo menos, reconoce el principal atributo del lugar: su capacidad de combustión.

Antes era Villa Porst o Costa Sarandí, una zona de quintas y lagunas, donde los vecinos pescaban, tenían viñedos y cultivaban. A partir del advenimiento de las empresas, la cosa cambió, y las viejas zonas de lagunas sirvieron de base para los futuros rellenos y construcciones de las personas que venían a buscar un lugar para vivir, acechados por el desempleo, la marginalidad y el neoliberalismo. Para contextualizar: post-dictadura, década del 90, menemismo.

Hoy en día viven alrededor de 5 mil personas en el barrio

2. Agua

  Nolberto Moron tiene 58 años y vivió toda su vida en Dock Sud. Trabaja en la secretaría de Obras Publicas de la Municipalidad de Avellaneda y fue candidato a primer concejal por el Frente de Izquierda en las últimas elecciones, pero no entró. Tiene pelo largo y seguridad en la voz, propia de un tipo que hace mucho que viene luchando y que no se va a rendir así nomás.

No llega a caminar tres pasos y se detiene a dialogar con algún vecino que se le cruza. Le reitera la importancia de la lucha, la concientización y que hay que resistir.

¿Resistir a qué?

«Yo no estoy dispuesto a negociar la salud de mi nieto», afirma tajantemente. A su hija la operaron de un quiste de ovario, y de vez en cuando le salen algunas ronchas en la piel, producto de la contaminación del agua, la tierra y el aire. No es el único caso.

Francisco camina al lado de Nolberto, está casado, tiene cinco hijos y cuenta que desde hace 20 años vive en Villa Inflamable: «A mi nena la operaron de quiste en los ovarios cuando iba a cumplir 14 años. Mi mujer también tuvo y se rehabilitó por tratamiento. A mi nene lo operaron de los testículos, y después sé que mi otra nena tiene arsénico».

Un fugaz cuadro: los vecinos respiran cotidianamente la emanación de gases tóxicos y cancerígenos provenientes del Polo Petroquímico, mientras caminan pisando la tierra contaminada por el agua contaminada, con la que beben y se bañan. Hace unos años el municipio hizo una cañería nueva, pero con caños de asbesto: material cancerigeno. Por allí viajaba el agua, que también tenia hidrocarburos. Todo mal.

Hoy en día, para poder tomar algo «bueno», Villa Inflamable recibe bidones de agua por parte de un convenio de una empresa con ACUMAR (Autoridad Cuenca Matanza-Riachuelo), el organismo que debe encargarse del saneamiento de la Cuenca y promover la construcción de obras de infraestructura, limpieza y mantenimiento del espacio público y el medio ambiente. Según el dictamen de evaluación Nº21/2010, ACUMAR procedió a un tipo de «contratación directa» de la empresa Hermida Vida para la «provisión de agua potable en bidones para consumo de la población de Villa Inflamable». Los vecinos se quejan de la calidad del agua, que la reciben en bidones de plástico dejados en las veredas a pleno sol primaveral.

Un rápido vistazo por Internet da cuenta de una nota del diario Hoy, de La Plata, fechada el 7 de diciembre de 2002: «Clausuran fábrica de soda de La Plata. Se trata de la fábrica de soda Hermida. Recomiendan a la población no consumir sus productos, y a los comerciantes retirarlos de la venta». Había sido una decisión del Ministerio de Salud bonaerense, por la «ineptitud del agua». Sin embargo, desde Hermida aseguran a Sudestada que la fábrica nunca se clausuró, y «que fue un error del Ministerio que ya se rectificó». Afirman que «está todo en línea» y que no hay ningún problema porque el agua también es vendida a hospitales y tomada por «toda La Plata». Inclusive los bebés.

3. El Polo

  Surge en septiembre de 1914 con el arribo del Grupo Royal Dutch Shell, a través de su filial Anglo Mexican Petroleum. En 1931, Shell instaló la primera refinería de la zona, y luego las empresas fueron sucediéndose de manera gradual. En la actualidad, el Polo Petroquímico tiene 42 empresas. Una de ellas, la incineradora de residuos patogénicos Tri-Eco S.A, fue definida por Greenpeace como una «fabrica de cáncer». Otra, la polémica Planta de Coque, llegó al país en agosto de 1993 durante la gobernación de Eduardo Duhalde tras haber sido desmontada en Holanda por sus productos tóxicos.

Por orden de ACUMAR, las empresas contaminantes deben someterse a un Plan de Reconversión Industrial (PRI) para dictaminar diagnósticos, monitoreos y planes de trabajo en conjunto que sirvan para optimizar recursos y garantizar un crecimiento económico, al mismo tiempo que la preservación del medio ambiente. Según ACUMAR, por el momento nada más dos empresas del Polo presentan el PRI aprobado: Blinki S.A y Exolgan S.A.

Otro ejemplo de la falta de regulación de la zona es un cableado de alta tensión que transporta 132 mil voltios a unos escasos 10 metros de las casas de los habitantes y los cientos de tanques de combustible que existen en el Polo. Por si fuera poco, los vecinos juran ver helicópteros sobrevolar la zona, lo que no debería hacerse en un parque industrial. De ocurrir una catástrofe, se calcula que la onda expansiva abarcaría un radio de 3 km, y la dispersión de las nubes toxicas alcanzaría unos 60 km. No solo eso: el poder destructivo del Polo Petroquímico sería equivalente a dos bombas de Hiroshima.

4. Veneno

En el año 2003, la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) realizó un estudio a 144 chicos de Villa Inflamable para la identificación de un perfil epidemiológico de niños de entre 7 y 11 años. Los resultados fueron alarmantes:

-Un 50% de los chicos tenían plomo en sangre. El plomo afecta al sistema nervioso, disminuye el coeficiente intelectual, provoca abortos espontáneos, cefaleas, convulsiones. Una vez que se asienta en la sangre, es prácticamente imposible eliminarlo.

-A un 38% de los niños se les detectó cromo. Produce irritación de mucosas; problemas gastrointestinales, renales, hepáticos. Cáncer.

-Un 11% tenía benceno. Sus consecuencias: daños respiratorios; tumores en el cerebro, estómago, pulmones, piel y distintos tipos de leucemia; daño en el sistema inmunológico; alteraciones en la función respiratoria; cambios cromosomáticos y malformaciones congénitas

-Un 88% tenía tolueno. Produce: mutaciones en células vivas y afecta el desarrollo de embriones y fetos humanos; alteraciones del sistema nervioso; debilidad y perdida de memoria.

5. ¿Relocalización?

En el año 2006, ACUMAR lanzó el Plan de Urbanización de Villas y Asentamiento Precarios en Riesgo Ambiental de la Cuenca Matanza Riachuelo, orientado a dar solución habitacional a las más de 17 mil familias que se encuentren en alto riesgo ambiental. En septiembre del 2010, se produjo un Convenio Marco para el cumplimiento del Plan, que tomaba como una de sus prioridades, según el organismo, «relocalizar las familias en Villa Inflamable».

Sin embargo, la prioritaria relocalización de los vecinos es a nada más que 300 metros del lugar donde actualmente viven. De yapa, el intendente reelecto de Avellaneda, Jorge Ferraresi, ya anunció que el partido «tendrá un nuevo Parque Industrial» que será, según dice, «no contaminante». Lo curioso es que el emprendimiento tendrá lugar en la mismísima Villa Inflamable, en el mismismo lugar en el que hoy en día viven los vecinos, cuyas tierras quieren ser expropiadas en pos de su «salud».

Es decir, la solución al problema de la contaminación ocasionada por el Polo es una relocalización de los habitantes dentro del mismo Polo, con sus viejas tierras como sitio para el emplazamiento de nuevas empresas.

Ajá.

6. Acorralados

» En una palabra, esto es un genocidio. Acá, si querés que tu familia siga viviendo, te tenés que ir», sentencia Juan Carlos Longhi, presidente de la ONG Ambiente Sur e integrante del Foro Regional Ribereño en Defensa del Rió de La Plata y Medio Ambiente. Les comenta a los vecinos que, con la relocalización, van a estar sobrecargados con el Arroyo Sarandi, el Polo Petroquímico, la Autopista Buenos Aires-La Plata, el nuevo Parque Industrial y la próxima construcción del flamante EcoPunto.

El EcoPunto es un proyecto que se enmarca dentro del Plan Maestro de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos de la Cuenca Matanza Riachuelo. Este plan lo propuso ACUMAR con la intención de reducir los basurales clandestinos, y se estima una recepción semanal de 17 mil toneladas de desechos. Longhi explica: «Van a recuperar lo que se pueda reciclar y lo que no, lo van a enterrar. Lo que no te explican es cómo lo van a enterrar, con qué sistema, porque si lo van a enterrar como el CEAMSE, es otro fracaso». Longhi cuenta el CEAMSE fracasó porque hicieron mal los sistemas de asiento para el enterrado, por lo que se perforó el material que debía soportar la basura, y los lixiviados (líquido que se produce cuando el agua se filtra a través los desechos) se percolaron en las napas subterráneas. Por eso, mantiene sus reservas.

Acerca de los Planes de Reconversión Industrial, el ecologista explica: «Va muy lento. Más bien hasta ahora es una cuestión política que real. Todavía en algunos sectores no se ha logrado. El tema más grave que tiene el Secretario de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación y titular de ACUMAR Juan José Mussi, es que está chocando con las empresas que no quieren invertir el dinero en reconvertirse y no se quieren ir aduciendo que si se van se corta la mano de obra».

7. Territorios y negocios.

  Nolberto cuenta que el barrio se convierte en una odisea cuando llueve, y que a los vecinos los tapa el agua. Por si fuera poco, una orden judicial impide que puedan ingresar materiales a sus casas para poder construir y no nadar en la inmundicia durante los días de lluvia. Prefectura es la encargada de frenar a los vecinos, que lo único que quieren es que sus hogares no se inunden.

Nolberto va al punto: «El tema es así, para ser bien clarito. ¿Cómo hago yo para sacar gente de acá? Yo pienso como estos tipos: ´no le doy agua, no le doy luz, que se ahoguen, si es posible que no entre el colectivo´. Cosa que vos digas: ´me tienen re podrido, me quiero ir´, y vos te agarrás aunque sea de un cable de alta tensión, pero te vas. Entonces el tema es que ellos tienen su negociado, con todo este polo industrial, y lo que nosotros estamos tratando de hacer entender y queremos que el vecino entienda, es que ellos tienen que ser los dueños de la tierra».

Y no es un razonamiento alocado: basta un recorrido por el barrio para ver el estado de esas casitas que se sostienen vaya uno a saber cómo, con postes de luz inclinados que no se desploman porque los sujeta nada más que una reja, una salita que no funciona ni tiene ambulancias disponibles ante cualquier inconveniente, o un basural justo enfrente de sus narices.

«Nosotros tratamos de hacer entender. A todo aquel que quiera, nosotros no obligamos a nadie. Tenemos que defender esto y, principalmente, la salud de los chicos. Eso le decimos a la gente: por más que nos den un chalet pago en pleno centro de Avellaneda, con un laburo de 20 lucas, me siguen matando a mis nietos.», dice Nolberto, e insiste una y otra vez con que, si bien la situación es alarmante, la contaminación no es solo un problema exclusivo de Villa Inflamable, sino de toda Avellaneda.

Ernesto Maradona Blanco es otro vecino de Inflamable, y tiene su puestito de películas y cds de música en una esquina del barrio. Al preguntarle por su apodo, se ríe, y dice que si jugara bien al futbol estaría en Dubai haciendo plata, y no en Dock Sud. Cuenta que en el barrio las opiniones con respectos al traslado de las familias son diversas: «Yo entiendo un poco a la gente, porque te sacan de la mugre, que estás al lado del olor a podrido y te llevan a otro lugar. Pero es como en invierno, cuando le dan un gorrito o un matecocido a la gente que está en la calle: al otro día siguen estando en la calle. Les tenés que dar una solución definitiva».

Además, las casas a las que los vecinos serán trasladados tienen un valor de 60 mil dólares, que tienen que ser pagadas en un plazo de 30 años, lo que deja una cuota mensual de casi 700 pesos por mes. «Yo te cambio este bolsón por el tuyo, y me lo quedo. Ahora, el que yo te doy lo tenés que pagar», razona Nolberto. Luego, se mete la mano en el bolsillo y saca un papel doblado en cuatro, que al desplegarse se convierte en su recibo de sueldo. Lo muestra: 1647 pesos. «¿Te parece que puedo mantener una casa con eso?».

8. ¿Solución?

  Nolberto esboza una idea: «Esto tiene que estar bajo control de una asamblea: gente que controle una vivienda, los desagües, los cables que van a poner, las chapas, todo. Porque la guita es porquería. Si yo tengo a mis nietos que tienen una enfermedad terminal, por más plata que tengas se va a morir igual».

Juan Carlos Longhi también sigue esa sintonía: «La solución es que la gente se ponga de acuerdo y diga que no. Esto es sencillo. Esto es un gobierno democrático, eso es lo que todo el mundo te dice. Si es un gobierno democrático, es un gobierno de la gente. Si la gente dice que no, es no, como a la erradicación de los vecinos por el Polo, más allá del capital de cualquier empresa».

La salida parece ser esa, y es la razón por la que Nolberto no camina tres pasos sin detenerse a hablar con algún vecino, para decirle que hay que juntarse, luchar, resistir.

Y decir no.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.