El gobierno pretende intervenir en el uso de los dólares no declarados, que según fuentes oficiales alcanzan a 271.000 millones de dólares. La intención es favorecer el consumo de sectores de altos ingresos. El objetivo llegar a las elecciones con datos de crecimiento económico aun con deterioro en la situación de la mayoría empobrecida.
La idea es fortalecer el mensaje oficial, coincidente con el FMI respecto del crecimiento económico del país. Dice el FMI que se crecerá 5,5% en 2025 y el presidente Milei señala que se está creciendo al 10%. Desde economía se informa una expansión del PBI del 6%. Se alude a los dólares del colchón, en rigor, dólares que están en cajas de seguridad, probablemente en cajas fuertes de empresas, domicilios particulares, o en depósitos en el exterior, no regularizados. La cifra es muy importante, 271.000 millones de dólares, algo así como la mitad del Producto Bruto Interno, de la capacidad de producir en el año por parte del país. Son más de 10 veces lo que se regularizó en el blanqueo del año pasado, recordemos, 21.000 millones de dólares que se depositaron en los bancos.
El propio Caputo ha dicho que probablemente sean 300.000 millones de dólares. Hay otras estimaciones que dan por encima, pero este es el dato oficial que aparece en la información del INDEC, del Banco Central, del Ministerio de Economía. Incluso, Kristalina Georgieva dijo en la reunión conjunta del Fondo Monetario y el Banco Mundial que según ella entiende (curioso la forma de decirlo porque lo sabe) que Argentina tendría unos 200.000 millones de dólares dando vuelta y dice que sería muy importante que se vuelquen a la producción. En realidad, para volcarse a la inversión tendría que haber seguridades de la apuesta productiva del gobierno, y en general, el propio Javier Milei señala que la perspectiva de la Argentina es ofrecer los bienes comunes, los recursos naturales a la inversión externa disponible, y en todo caso, desarrollar en la Argentina una fuerte intervención para el sostenimiento logístico, algo así como una economía de servicios.
Una economía de servicios es lo que aconteció en Estados Unidos en los últimos 40 años y ahí tenemos el resultado. Más allá de que sea posible o no, el gobierno de Donald Trump está planteando una reindustrialización de Estados Unidos para disputarle competitividad a la economía china. Está por verse si será verdad lo que dice Trump, si lo puede lograr, si los capitales son tan fáciles de relocalizarse de su destino en China, en India, en Corea, en el sudeste asiático en general, a relocalizarse en Estados Unidos, pero ese es otro problema.
Argentina está definiendo un rumbo para explotación productiva con capitales transnacionales que no necesariamente están interesados en reinvertir sus excedentes en la Argentina. Pueden utilizar la producción y explotación de recursos naturales en el país para generar excedentes que se relocalicen en función de las estrategias de inversión de las corporaciones transnacionales en los sectores claves, sea la producción agraria, minera, los hidrocarburos, el litio, entre los sectores de interés principal para los inversores internacionales.
Por eso esta medida en la coyuntura apunta al consumo de sectores de altos ingresos y patrimonio, con capacidad de ahorro. Se está apostando a que una parte de esos dólares del colchón, como se dice vulgarmente, se vuelquen a comprar automotores, inmuebles, artefactos del hogar, y, por lo tanto, no está destinado al consumo popular. Alguien de escasos recursos podrá haber ahorrado en divisas, pero no suman la gigantesca masa de divisas no declaradas que se informa oficialmente.
La activación del consumo permitirá que la ecuación macroeconómica de crecimiento de la economía, como en febrero, 5,7%, de lo cual el 30% fue el sector financiero: bancos y billeteras virtuales, medios de pago que ponen en funcionamiento ese indicador de que la economía crece. Al mismo tiempo que hay retracción del consumo popular, incluso cierre de empresas, el relato tiene que destacar el crecimiento económico, aun cuando no se difunda a escala de la totalidad de la población.
Por lo tanto, la medida que se está anunciando, que probablemente se oficialice en los próximos días, tiene que ver con una señal de crecimiento de la economía que permita hacer campaña, que fortalezca el relato oficialista en la disputa electoral, especialmente en octubre para consolidar un peso legislativo que le permita continuar con las reaccionarias reformas estructurales, especialmente la reforma tributaria, la reforma laboral y la reforma previsional.
Julio C. Gambina. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.