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Conmemoracion del 40° aniversario del golpe cívico militar genocida

«Los juicios se van a llevar adelante hasta que sea juzgado el último de los genocidas»

Fuentes: Rebelión

Presentación del libro «El juicio que no se vio» de Pablo Llonto. Faro de la memoria, Mar del Plata (25 de marzo de 2016)

Un agradecimiento a las Madres que están hoy aquí y que estuvieron en la marcha. La información que nos llega de todos los organismos del país es que la cantidad de gente convocada en las marchas se duplicó en comparación a la de años anteriores.

Nos pone muy contentos que no haya sido un 24 de marzo más, es una muestra de que estamos más fuertes que nunca, a pesar de los intentos de algunos miserables de ir en contra de los movimientos por los Derechos Humanos, hemos comprobado que el grito de «nunca más» es para siempre y el grito por cada uno de nuestros compañeros y compañeras desaparecidos también.

Agradecer también la iniciativa de todos los compañeros que han generado actividades y presentaciones aquí en Mar del Plata. Nos causó un gran impacto recibir las fotografías rescatadas del día del golpe tomadas por los reporteros gráficos marplatenses, con escenas de detenciones de compañeras y compañeros donde se ven sus rostros, el mismo 24 de marzo subiéndolos a las camionetas del Ejército. Eso generó en Buenos Aires que los reporteros gráficos tomen esa iniciativa de ir a buscar el rollo de esas fotos, porque la que se publicó en ese entonces fue seleccionado, pero el resto quedó para revelarlo. Una excelente iniciativa que ojalá se replique en el resto del país.

Vengo con la fuerza que nos ha dado la marcha de ayer, con la fuerza que representa todo lo que se hace durante el mes de marzo en todo el país, a contarles la historia de por qué la Argentina está en el lugar que está en el juicio y castigo a los culpables. Como esta historia tiene un inicio formal que es el Juicio a las Juntas, esa historia tiene una mirada más atrás que empieza con la lucha de las Madres, las Abuelas y los Familiares, primero por la aparición con vida, segundo por el juicio y castigo a los culpables; y es esa movilización que impulsa y llevan adelante las Madres, los Familiares y los organismos la que finalmente logra que se haga el primer juicio que es del que vamos a hablar hoy.

Vamos a hablar del rol de Mar del Plata en ese juicio, vamos a mostrarles imágenes nunca vistas de algo que ocurrió y vamos a contarles sobre el desarrollo posterior, las leyes de impunidad, el indulto y la recuperación del escenario judicial a partir de 2003 que permite que hoy podamos gritar muy fuerte que los juicios se van a llevar adelante hasta que sea juzgado el último de los genocidas. Nos lleve los años que nos lleve. Nuestra tarea es que el Estado haga los juicios lo más pronto posible, problema que tenemos actualmente. La lentitud en algunos casos es por elementos intencionales del Poder Judicial, en otros por la burocracia judicial, por la falta de trabajo de muchos jueces para investigar a fondo. Este año, están previstos 20 juicios de lesa humanidad. La cifra parece grande, y si bien lo es, necesitamos más.

En la ESMA llevamos 4 años de juicio oral, es el más largo de la historia judicial argentina, tal vez termine a fin de año, pero no se pueden desarrollar con tanta lentitud los juicios. Para que se den una idea, el juicio ESMA 3 que se está llevando a cabo ahora, que lleva más de 4 años, empezó con 68 imputados y en el camino se restaron 13, quedaron 55. Esos genocidas mueren sin condena. Más nos preocupa que nuestras compañeras y compañeros quedan en el camino durante los juicios y eso no solo es una falta de respeto, es un atropello más a las Madres, Abuelas y Familiares que han bregado durante años y años por los juicios, por conocer la verdad sobre los desaparecidos, por buscar un dato que nos lleve a encontrar los restos o al menos conocer el destino y lo más importante, algún dato para descubrir a dónde están los casi 400 nietos y nietas que todavía nos falta recuperar.

La cobertura del juicio a las Juntas en Clarín consistió en crónicas, poca opinión y poco comentario

En 1985 yo trabajaba, disculpen la mala palabra, para el diario Clarín. Trabajé muchos años en ese diario, fue mi primer trabajo. Entré a los 17 años y con el tiempo formé parte de una generación que impulsó la lucha gremial, fui delegado de los trabajadores del diario Clarín desde 1984 hasta 1999, cuando la empresa me despide luego de un fallo de la Corte Suprema menemista. En ese período me tocó trabajar en dos secciones, la de deportes y la de política. Cuando yo ya era abogado y estaba colaborando con el equipo del CELS en las causas de lesa humanidad, en la sección de política, el que era el jefe (y disculpen por la segunda mala palabra) Joaquín Morales Solá me pide que cubra el Juicio a las Juntas.

Clarín y otros diarios en aquellos tiempos tenían sección de Derechos Humanos, en algún momento llegamos a ser 4 periodistas en esa sección, hoy la inmensa mayoría de los medios no la tienen y Clarín hace años que tampoco, no hay ni un periodista destinado a seguir la cobertura de los juicios o a investigar las historias todavía ocultas y nefastas de la dictadura. Me llaman para cubrir los juicios, en ese momento había otros juicios que se habían iniciado a lo largo del país, pero el que más convocaba y atraía era éste que vamos a comentar ahora. Era la primera vez que en Latinoamérica se estaba saliendo de las dictaduras, y digo primera vez porque había países que todavía seguían bajo ese régimen, Chile tenía a Pinochet, por ejemplo, pero Argentina había recuperado la democracia el 10 de diciembre del `83.

El libro se llama «El juicio que no se vio», no decimos que hay otra historia oculta para contar, sino que hay una historia no relatada por los medios. Y me hago cargo de la parte que me toca en eso, yo en ese entonces tenía 25 años y cuando me convocaron a la cobertura del juicio fui entusiasmado desde lo político hasta lo personal, pero a nosotros, los dos periodistas de Clarín acreditados para cubrir el juicio, Claudio Astrada, periodista tucumano y yo, nos dieron una orden, Clarín lo va a cubrir con crónicas, no con opinión. Teníamos que registrar, no opinar lo que escuchábamos y veíamos, yo acaté esa orden, maldito sea ese momento, no me negué a hacerlo de esa manera y esa es una de las lecciones aprendidas. Por eso el consejo para cualquier joven periodista que recién se inicia es: hay que rebelarse o ver de qué manera se organiza y protesta en contra de ordenes de ese tipo.

Hago referencia a esto porque la cobertura a los juicios en el diario Clarín consistió en crónicas, contar lo que se veía y ocurría. Poca opinión y poco comentario. En cambio hubo otros periodistas que sí hicieron el trabajo que había que hacer, analizarlo, comentarlo, ser crítico con cosas que pasaban, etc. Por ejemplo el diario La Voz, que salió en 1982 y duró hasta 1986, publicó crónicas y también opiniones y comentarios escritas por el ya fallecido ex Secretario de DD. HH., Eduardo Luis Duhalde. O la revista El periodista, los más veteranos la conocerán, era una revista en la que se escribía en color amarillo, que en ese momento tenía otro significado que el actual, de resistencia, donde los artículos de análisis sobre el Juicio a las Juntas los escribía Horacio Verbitsky. Parte de esos artículos están para consultar, junto con los míos que eran solo crónicas y son una burrada al lado de los análisis críticos de estos dos grandes periodistas y compañeros que tenían mucho más fogueo político y una extraordinaria pluma para explicar por qué sucedían algunas cosas en el juicio.

El primer decreto de Raúl Alfonsín que ordena los juicios, es para perseguir a la dirigencia de Montoneros y el ERP

Se llama así el libro porque en la historia del juicio a las juntas, en su desarrollo y en su futuro, ocurrieron cosas que están a la vista de todos y todas pero que no las decimos, tal vez porque no las sabemos o no las sabíamos, o no le dimos importancia en su momento, pero que explican muchas de las cosas que estamos viendo ahora. Una de ésas es que aparecen energúmenos que reflotan «la teoría de los dos demonios», tratando de reinstalarla entre el periodismo y la opinión pública. Si uno se remonta al Juicio a las Juntas, a 1985, encuentra una explicación que está contada en el libro, como debería haber sido contada en aquel momento. Raúl Alfonsín en diciembre de 1983 saca dos decretos, el 156 y el 157 que ordenan los juicios, pero el primer decreto es para la persecución judicial de la dirigencia de Montoneros y del ERP. Primera gran señal de la teoría de los dos demonios. Entre los compañeros que figuran con nombre y apellido en el primer decreto está Obregón Cano, gobernador de la democracia, que es detenido, juzgado y condenado en 1985 por, según el decreto y lo que impulsó el radicalismo en aquel momento, haber formado parte de la conducción de Montoneros.

Entonces, en agosto del año ´85, siendo que el Juicio a las Juntas comenzó en abril de ese año y terminó el 9 de diciembre del mismo; pero antes de que se condenaran a algunos de los ex Comandantes y estuviera en pie la primera sentencia, ya había sido condenado Obregón Cano. En el libro está la noticia de la condena de Obregón y lo que significa para esta revisión histórica, cuando vuelven a poner en la mesa la teoría de los dos demonios uno comprende cosas que están en la cabeza de un sector de la política argentina, que así como lo hizo en 1983/84 y 85 vuelve ahora a reflotarlo.

Ante esta postura hay que intentar explicar con tranquilidad y dar los argumentos de por qué la teoría de los dos demonios ha sido dejada de lado judicialmente en todo el mundo. Se juzga al Estado, al terrorismo de Estado, a que el Estado «Nunca más» haga lo que hizo. Nosotros no entramos en la discusión de si guerrilla o no guerrilla. No le tenemos miedo a la discusión histórica sobre el rol de la guerrilla y el por qué, qué pasaba en el mundo, en la Argentina, los 18 años de proscripción del peronismo, etc. Todo eso es información riquísima para entender cómo estaba el mundo y cómo estaba la Argentina, y por qué centenares de miles de jóvenes se volcaron a organizaciones guerrilleras en todo el mundo. Esa es una discusión histórica, pero la quieren aplicar a la discusión jurídica. Ante lo cual la explicación es sencilla: el mundo entero ante el genocidio juzga centralmente el rol del Estado perpetrando delitos de lesa humanidad. La lección que el mundo quiere dar, porque por suerte son cada vez más los países que están avanzando con los juicios en el mismo sentido que la Argentina, es que los Estados del mundo firmaron en 1946 la Declaración Universal de los Derechos Humanos y allí se dijo que los Estados iban a preservar el derecho a la vida, a la libertad, al proceso justo, etc. Por lo tanto, los Estados no pueden cometer terrorismo de Estado y lo juzgan. Durante el gobierno de Kirchner intentaron volver a instalar esa teoría, iniciando juicios en contra de compañeros y compañeras militantes, por suerte hasta ahora los jueces se vienen negando a juzgarlos porque esas causas prescribieron, pero lo que no prescribió es el crimen de lesa humanidad ejecutado por funcionarios del Estado, que es lo que estamos juzgando ahora. Con esto voy a que el radicalismo tenía la teoría de los dos demonios en sus manos y la ejecuta con esos decretos y luego la lleva adelante en el propio Juicio a las Juntas.

Hay varias cosas que señalar en el juicio, por ejemplo, en este juicio fueron juzgados 9 ex Comandantes, sin embargo, tuvimos 4 juntas, o sea, que faltan juzgar 3 Comandantes. Se juzgó a las tres primeras juntas, con sus 9 ex comandantes. No se juzgó a la última, y el secreto de por qué no se hizo se lo llevó Alfonsín a la tumba. Hablando con los radicales para hacer este libro, nos decían que como deducción política, sin hablar en nombre de Alfonsín, no quiso enjuiciar a la última junta porque era con la que se negoció la transición democrática después de Malvinas. De hecho los argentinos lamentablemente tenemos una imagen que ya no se puede borrar, que es la entrega del mando a Alfonsín donde está Bignone y es una vergüenza ver hoy a un dictador condenado a delitos de lesa humanidad, que ya ha recibido 6 condenas, actualmente en prisión domiciliaria, entregando el bastón presidencial para el retorno de la democracia.

El Juicio a las Juntas se desarrolla del 22 de abril al 9 de diciembre del ´85. Pasan 833 testigos a declarar y el libro quiere rescatar a los testigos, porque veíamos siempre homenajes, conferencias, a los 6 camaristas y a los fiscales. ¿Por qué nunca un reconocimiento a los testigos? Si son los que arriesgaron todo, porque en ese momento los genocidas estaban en los cuarteles. Obviamente, no estaban ni Videla ni Massera, pero el resto sí.

En el juicio se acusaba de secuestro y tortura con nombre, apellido, apodo, cargo de genocidas que habían torturado a esos testigos y que eran tenientes, suboficiales, capitanes, y que en ese momento estaban armados en los cuarteles acechando constantemente a la democracia, sin embargo, los testigos se presentaron y dieron testimonio sin programa de protección a testigos, sin comisión de protección a testigos como hay en algunas provincias, sin centro de atención a las víctimas como hay en la Provincia de Buenos Aires, sin un Estado como hubo desde 2003.

Con el nuevo gobierno, sigue el programa de protección al testigo, pero al frente está un Teniente de caballería, entonces lo que está pasando es que los compañeros se van del programa. Aclaro que es un Teniente joven que no había nacido cuando fue el golpe, pero igualmente que en Argentina habiendo vivido lo que vivimos, tener al frente del programa de protección a testigos a un Teniente de Caballería, por más que sea un experto en seguridad, no es lo mejor.

Es parte de los reclamos que se le están haciendo al gobierno, además de los despidos que generó el macrismo en muchos de los lugares del Estado que estaban colaborando tanto con los juicios como en los sitios de memoria, como en la Secretaría de DD.HH.

Muchas testigos fueron madres, familiares, sobrevivientes, que declararon por primera vez. Los más veteranos recordarán el impacto que causó en 1985 el testimonio de Víctor Basterra, sobreviviente de la ESMA, que había logrado llevarse negativos y fotografías de quienes estuvieron secuestrados en la ESMA y fueron parte de la prueba del Juicio a las Juntas.

El Juicio a las Juntas sirvió para que la sociedad argentina tomara conocimiento de lo sucedido

El libro se llama «El juicio que no se vio» también, porque justamente, el juicio no se vio. La orden de Alfonsín fue «se televisa solamente la sentencia», fue lo único que se transmitió, el resto del juicio fue grabado y se emitía a la noche en un compacto de 2 o 3 minutos sin audio. La razón que dio en ese momento Alfonsín fue que no quería irritar a los militares que estaban en los cuarteles.

Ciertamente el impacto que iba a causar en la sociedad argentina, que todos los días se conocieran testimonios del horror iba a tener impacto adverso en los cuarteles, también es cierto que el impacto que causó en la sociedad fue enorme. El Juicio a las Juntas sirvió para que la sociedad argentina tomara conocimiento por los medios y los periodistas de lo sucedido.

Lo que teníamos que hacer los periodistas en ese momento era entrar a la sala, tomar anotación, no podíamos grabar, salir y pasar a transmitir, ya sea para radios o diarios, lo que habíamos escrito. Por eso en el libro puse una hoja original de esa época donde están mis anotaciones, que era lo que después teníamos que pasar a máquina para el diario, por supuesto no eran palabras textuales de las declaraciones de los testigos, no teníamos la velocidad como para anotar textualmente. Por lo tanto, lo que sale en los diarios de aquella época no es lo que textualmente se dijo, es lo que pudimos anotar lo más rápido posible. Por eso quien quiera las actas exactas de lo que se dijo, puede recurrir a todos los videos que están en el Archivo Nacional de la Memoria o en el organismo Memoria Abierta, donde se puede pedir copia del juicio completo o alguna audiencia en particular. Está todo a disposición de cualquier ciudadano argentino gracias al gobierno anterior.

Otra cosa de los testigos que no se vio es que tenían que venir por su cuenta. Por ejemplo, el caso de un testigo cordobés, el «Toto» López, que se tomó el tren desde Córdoba a Buenos Aires, se bajó en Retiro, se tomó el colectivo hasta la sede de Tribunales, declaró casi a la madrugada, porque las audiencias del Juicio a las Juntas se hicieron de lunes a viernes, empezaban a las 15:30 todos los días y terminaban a veces, como es el caso de la audiencia en la que declaró el «Toto», a las 4 de la mañana. Se tomaban casi 30 testimonios todos los días, porque había decisión política de que el juicio tenía que hacerse y rápido. Cuando llegó la feria judicial, ese privilegio que tienen los jueces con 30 días de vacaciones en enero y 15 en la feria, en el ´85 se trabajó todos los días. En vez de hacerla de 15:30 a la madrugada, comenzaban a la mañana, hacían doble jornada.

Nosotros siempre les recordamos esto a los jueces actuales, cuando argumentan que hay que tomar una o dos audiencias por semana. En aquel entonces los genocidas estaban cerca de los 60 años, ahora los pocos que quedan, tienen más de 80.

El genocida más conocido vivo que queda es Santiago Omar Riveros, jefe de la vida y la muerte en Campo de Mayo, que en agosto, por si alguien quiere mandarle un regalo, cumple 93 años. El Juicio a las Juntas se hizo de abril a diciembre, la sentencia se dio el 9 de diciembre, no fueron condenados los 9 ex comandantes, sólo 5, entre ellos un brigadier que todavía esta vivo, fue absuelto y dentro de muy pocos días, 31 años después, va a tener su primer juicio en esta etapa y esperamos reciba la condena que no recibió por el Juicio a las Juntas. Omar Graffigna, brigadier de la Fuerza Aérea que fue absuelto en el Juicio a las Juntas y que va a tener su juicio el 2 de abril en el que las víctimas son Pérez Rojo y Patricia Roisinblit, la hija de Rosita Roisinblit, la Vice presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.

Quiero hacer referencia a algunas cuestiones de Mar del Plata que se encuentran en la página 257 del libro. Como les decía antes la intención fue hacerle un homenaje a los testigos, pero incluir las declaraciones de todos los testigos se hizo imposible porque hubiera llevado tomos.

Los compañeros encargados de la impresión, que fueron de 4 cooperativas de empresas recuperadas, me sugirieron que elija algunos. Lo que hice fue poner el nombre de todos, los 833 testigos y a qué se refirieron sintetizado en un par de líneas. El único testimonio completo que pusimos en el libro fue el de una compañera, Adriana Calvo de Laborde que fue titular de la Asociación de ex Detenidos Desaparecidos (AEDD). Fue la primer sobreviviente que declara en el Juicio a las Juntas. Fue secuestrada en la zona sur de la provincia de Buenos Aires, su testimonio fue conmovedor e impactante, relata cómo la hicieron parir en cautiverio. La hicieron limpiar lo que quedó después del parto en esa mesa de cemento donde tuvo que alumbrar a su hija y donde los represores estuvieron burlándose de ella mientras tanto. Adriana Calvo cuenta eso durante dos horas ante el Tribunal y ante 23 abogados defensores para 9 acusados, cada uno tenía más de un abogado que pagamos nosotros, porque el Estado de ese momento, además de sostener la teoría de los dos demonios, permitía que las Fuerzas Armadas pagaran los honorarios de los abogados de los militares genocidas. Uno de ellos era particular, Jorge Rafael Videla, había dicho que no reconocía este juicio, por lo tanto no iba a ponerse un abogado, por lo tanto, el Estado tuvo que ponerle un defensor oficial. Cuando termina de declarar Adriana, el presidente del Tribunal se dirige a los fiscales, Julio César Strassera y Moreno Ocampo, y les dice «¿alguna pregunta señores fiscales?» «No, ninguna», contestan y se dirige a los defensores con la misma pregunta y tampoco, no hubo una sola pregunta para Adriana Calvo. En las imágenes se ve cómo tambalea Adriana al levantarse tras la situación traumática que se había vivido en la sala y se retira. Adriana murió hace unos años, pero creo que el homenaje que había que hacerle era la transcripción de su testimonio. Adriana cuenta en su testimonio que un tiempo después de ser liberada se viene a Mar del Plata a hacer su exilio interno.

«Usted me está haciendo las mismas preguntas que me hacían en la sala de tortura»

Respecto de Mar del Plata, la compañera Marta Candeloro, que hoy no pudo venir, fue testigo también en el Juicio a las Juntas. Había un abogado defensor que era una verdadera basura, todavía vive, se llama Orgeira, embalado con la teoría de los dos demonios, hacía preguntas dirigidas como: «¿Usted a dónde militó? «¿Qué armas tenía?». Recuerden que en aquel momento estaba vigente el decreto de Alfonsín, entonces muchos compañeros en el Juicio a las Juntas no dijeron, lo que hoy sí pueden decir con orgullo y dignidad, que es dónde militaron. Porque decir eso, con el decreto que perseguía a la militancia vigente, era asegurarse que un juez o un fiscal les iniciaran una causa, y no una causa más, se arriesgaban a que los detuvieran, juzgaran y condenaran.

Marta Candeloro en un momento en que Orgeira ametrallaba con preguntas de ese tipo, le dice «usted me esta haciendo las mismas preguntas que me hacían en la sala de tortura». Por eso quería rendirle a ella y a los testigos que fueron de Mar del Plata el homenaje que el Estado aún les debe.

El 11 de junio del ´85 el juicio rondó en torno a los hechos sucedidos en Mar del Plata, por supuesto el que más se ventiló fue el caso de «la noche de las corbatas», pero también hubo mención a los centros clandestinos de aquí, y eso está también en el libro. Mar del Plata formó parte del Juicio a las Juntas y parte de la condena fue recibida por los hechos sucedidos en esta ciudad.

Todo el país fue recorrido por ese juicio, que nos conmovió, nos sacudió, que tuvo escenas tremendas, que fue una lección de vida, que nos cambió la vida a muchos. Que conmovió también a los jueces, pero dos de ellos hoy defienden a genocidas. Valerga Aráoz, por ejemplo, que defiende a Blaquier. Strassera falleció el año pasado pero es bueno que sepamos, porque hay algunos compañeros que fueron sus víctimas. Durante la dictadura fue fiscal y juez, la compañera Barbich, militante del PRT, fue asesinada a fines del ´75 en un hecho en el que fueron secuestrados 7 compañeros. Esa causa cayó en manos de Strassera en el ´76 y en vez de tomarle declaración a los secuestrados que estaban vivos, citó a los policías, ellos dieron su versión de los hechos y la causa fue sobreseída. Jamás llamó a los compañeros que fueron secuestrados junto a ella, llevados a un centro clandestino, que por suerte sobrevivieron y contaron esto. Pero Strassera quedó como el gran fiscal. Con esto no desconozco el rol que cumplió la fiscalía en el Juicio a las Juntas, que sin dudas fue muy bueno, tal es así que Strassera cuando termina el famoso alegato diciendo: «Vengo a decir una frase que no me pertenece a mí sino a todo el pueblo argentino: Señores jueces, nunca más», y había comenzado diciendo «aquí en Argentina se cometió un genocidio». Usó el término genocidio.

Esto forma parte de todo lo que pasó en este juicio, que incluyó momentos donde nos emocionamos profundamente, donde también nos reímos, donde escuchamos declaraciones de detenidos sobrevivientes contando aquellas cosas que los hacían poder esbozar una sonrisa entre tanto dolor. De hecho se dio por primera vez que un juicio de lesa humanidad se tenga que suspender por carcajadas. En el juicio declararon sobrevivientes, familiares, madres, amigos, kiosqueros, porteros, vecinos, ex colimbas, hijos de militares; declara una chica compañera de la hija de un genocida a la que llevaban a la ESMA a tomar la leche y hacer la tarea a la tarde, y ve un día que se llevan a una chica encapuchada adentro de la ESMA. Declaró el común de la gente, demostrando que hay miles y miles de argentinos y argentinas que tienen mucho para contar de lo que vieron, vivieron y supieron.

Pablo Llonto periodista argentino y abogado de Derechos Humanos. Durante 1985, formó parte como abogado ad honorem del equipo que colaboró con el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) en los juicios a las Juntas Militares. Sigue representando a familiares de desaparecidos en las causas penales de los campos de concentración ESMA, Campo de Mayo, Automotores Orletti, La Tablada y Superintendencia de Seguridad Federal. Licenciado en periodismo, entre 1978 y 1997 fue redactor del Diario Clarín, donde entre 1984 y 1999 fue representante sindical de los trabajadores. Se desempeñó como redactor en diferentes medios gráficos, entre otros, Noticias, El Gráfico, Somos, Veintitrés y los diarios El Expreso y La Razón. También trabajó en televisión (VCC, Telefé, Canal 9 y 7) y en radio (Libertad y La Red). Uno de sus trabajos, «El invencible Bilardo», fue seleccionado finalista en la Tercera Convocatoria del Premio Nuevo Periodismo de la Fundación Gabriel García Márquez. Publicó los libros «La Noble Ernestina», «La vergüenza de todos» y «El juicio que no se vio».

Desgrabación: Ana Laura Xiques. Edición: Mario Hernandez

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.