Un claro indicio de lo que podría suceder en el año 2015, si el kirchnerismo abandona la conducción de la nave del Estado, es lo que en estos días expusieron dos «destacados» dirigentes del arco opositor en las Jornadas de la Asociación Argentina de Televisión por Cable (ATVC). Ambos dirigentes, presuntamente «inconciliables» en el plano […]
Un claro indicio de lo que podría suceder en el año 2015, si el kirchnerismo abandona la conducción de la nave del Estado, es lo que en estos días expusieron dos «destacados» dirigentes del arco opositor en las Jornadas de la Asociación Argentina de Televisión por Cable (ATVC). Ambos dirigentes, presuntamente «inconciliables» en el plano ideológico -aunque, si uno observa sus propuestas y posturas políticas de estos últimos tiempos, tienen muchas más cosas en común de lo que imaginamos- , lanzaron la propuesta de «reformular» la actual ley de medios audiovisuales.
Cualquier ciudadano medianamente informado podría argumentar que la opinión del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, no es motivo de sorpresa debido a que, en virtud de su presunto acuerdo con los grandes medios hegemónicos, goza de una protección inusual ante las cámaras de televisión que suelen no difundir muchas de sus «medidas antipopulares», ni los juicios que recaen sobre su persona, ni las denuncias que pesan sobre su altamente ineficaz gestión como mandatario porteño.
Es por ello que bajo el amparo de esa «inmunidad mediática» (e ignorando que el proyecto de ley fue discutido durante largos años en distintos foros comunicacionales) sugirió en dichas jornadas que: «El país se merece un real debate de la ley de medios fuera del contexto de una pugna por el poder».
Lo curioso es, no solo que nos proponga debatir una ley que ya fue lo suficientemente debatida en el Congreso de la Nación; sino que además se muestre como un dirigente «imparcial» que promueve la ampliación del debate cuando, desconociendo las atribuciones del Congreso y violentando la Constitución Nacional, sancionó un decreto «ad hoc» (por no decir un mamarracho jurídico) con el propósito de beneficiar al Grupo Clarín. Lo que evidencia una clara toma de posición en favor de la concentración mediática.
Obviamente, más reprobable es la actitud de «Pino» Solanas, quien se arrogaba ser defensor de las mayorías populares y hoy nos habla de «realizar ajustes sobre la ley de medios». Sin aclarar por cierto, en qué consisten esos «ajustes» y porqué no los formuló en el momento oportuno; es decir, en la previa discusión parlamentaria. Al parecer, la alianza con «Carrió» selló definitivamente la posición adoptada por las huestes del «cineasta» que ahora se ha tornado casi un panelista de los programas políticos del «gran multimedio argentino».
Por otro lado, un tercer candidato, Hermes Binner, según la página de ATVC se comprometió a trabajar para cambiar la ley de medios. Ante las últimas posturas políticas del dirigente «socialista» no es complejo deducir la tendencia de esos cambios.
En cuanto a, Sergio Massa (el candidato oficial del «periodismo independiente»), no tiene necesidad de explayarse sobre este tema; pues, ya se sobreentiende su postura y por eso, quizá no haya sido necesario difundir su opinión nuevamente.
Lo concreto es que no se requiere ser un observador minucioso para verificar las coincidentes posiciones que asumen los distintos referentes opositores en «rever» la mentada ley de medios. De ahí que no resulte descabellado suponer que, en el futuro, la intención de los dirigentes de la oposición sea «reformular» la mayoría de las leyes promulgadas por el actual gobierno.
Es sintomático, por ejemplo, que ningún opositor haya elogiado el discurso de la Presidenta en el foro de la ONU rechazando la pretendida intervención militar en Siria y responsabilizando a las grandes potencias que «abastecieron al gobierno de Siria y a los grupos rebeldes de las armas convencionales que provocaron el 99,99 % de los 150.000 muertos de los últimos dos años».
Sus palabras configuraron una clara expresión en favor de la Paz y en procura de la democratización de semejante organismo internacional. Particularmente el Consejo de Seguridad que concentra el poder de veto en un número reducidísimo de naciones; quienes disponen en última instancia del «poder decisional» por sobre el resto de los Estados miembros.
Al parecer a nuestros «dirigentes de la oposición» poco les interesan las posturas asumidas por nuestra nación en el terreno de las relaciones internacionales. Es más, desconocen tanto el tema que solo se atreven a señalar, sin fundamento alguno por cierto (o en su defecto ocultando sus propósitos), que «Argentina está aislada del mundo».
La fábula del aislamiento es otra de las definiciones que expresan futuras posturas. Ya que no resulta complejo inferir que, si la pertenencia al Mercosur, Unasur, nuestra alianza estratégica con Brasil, y nuestro papel protagónico en la región implican estar «aislados del mundo»; el camino inverso del «aislamiento» sería la alineación incondicional con la potencia militar más desarrollada del planeta. Algo muy similar a «las relaciones carnales» de los años noventa.
Párrafo aparte, pero que guarda relación con lo que estamos sosteniendo, merece la reciente aprobación del gobierno iraní del Memorándum de Entendimiento por la causa AMIA que tanto criticaron los miembros de la oposición (muchos de ellos funcionarios de gobiernos que demostraron poca o nula voluntad política de profundizar las investigaciones) aun a sabiendas de la inmovilidad de la causa. Hecho éste que aconteció en simultáneo con el nuevo reclamo que, al respecto, realizaba la Presidente, Cristina Fernández de Kirchner, en el seno de la ONU.
Lo cierto es que, a pesar de «los agoreros» se abre una luz de esperanza en lo que se refiere a poner en movimiento algo que parecía definitivamente paralizado. Quien suponga que esto es poco, esta simplificando en extremo las dificultades del caso; sin embargo, si el gobierno argentino no hubiere mantenido su firme posición de querer ir un paso más en la investigación judicial este acuerdo, que ignoramos en que podrá concluir, no hubiera tenido lugar.
Por cierto, si como resultado del acuerdo en cuestión se llegase a obtener, en el futuro, algún aporte efectivo para el esclarecimiento de los hechos; los opositores políticos y comunicacionales se encargarán de dejar en el olvido sus tenaces críticas sobre el mismo.
Precisamente, el reciente encuentro entre el presidente estadounidense, Barak Obama, y el presidente iraní, Hassan Rohani, ha dejado en silencio al arco opositor local que solo alza su voz para dejar sentado su absoluta predisposición a congraciarse con la política exterior que despliega la mayor potencia del hemisferio norte. Y, por lo tanto, no han salido como en otros momentos, a denunciar la aprobación de «un acuerdo deleznable» entre Argentina y lo que ellos denominaban un «Estado terrorista».
Como podemos apreciar, y por ahora, el futuro de nuestro país sin la presencia del «kirchnerismo» es fácilmente predecible; lo que no significa, evidentemente, que sea una predicción saludable. Por suerte, el oficialismo todavía tiene mucho para dar y para reivindicar en todos estos años de gestión.
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