El hallazgo del cuerpo en el Río Chubut en la zona de Leleque, que como un secreto a voces todos sabemos es el de Santiago Maldonado, ha expuesto, una vez más la desorientación, la confusión y en algunos casos la mezquindad de gran parte de la izquierda de este país. No hace falta que la […]
El hallazgo del cuerpo en el Río Chubut en la zona de Leleque, que como un secreto a voces todos sabemos es el de Santiago Maldonado, ha expuesto, una vez más la desorientación, la confusión y en algunos casos la mezquindad de gran parte de la izquierda de este país.
No hace falta que la «justicia» burguesa pruebe nada, para confirmar lo que todos sabemos: que a Santiago lo asesinó el aparato represor del Estado, en este caso encarnado por la gendarmería. Santiago desapareció en el marco de una represión ordenada por el juez Otranto y encabezada por Pablo Nocetti, segundo de la deplorable Patricia Bullrich en el Ministerio de Seguridad; el gobierno en pleno, a partir de aquél momento y en la voz principal de la Bullrich, puso en duda el hecho de que el chico de 28 años haya estado en el lugar, para lo cual contó con la escandalosa colaboración de los medios de comunicación masivos de los monopolios: esos que sin la más mínima vergüenza inventaban a un Maldonado nuevo en cada lugar del país y hasta de países vecinos. También, rastreramente, se ocuparon -oficialismo y medios- de demonizar a la víctima.
El cuerpo aparecido en el río derrumbó todas las mentiras gubernamentales, y dejó en evidencia la responsabilidad del Estado y de quien lo administra en el asesinato de Santiago. Hasta comenzaron a aparecer fotos ¡tomadas por la gendarmería! que ubicaban al joven artesano en el lugar y en el momento de la represión, dejando a la luz el ocultamiento de pruebas por parte de los uniformados, del mismísimo juez Otranto que supo de su existencia luego del allanamiento que ordenó al cuartel y la complicidad del gobierno, que también supo siempre la verdad y la quiso tergiversar.
Ante semejante cuadro, la política correcta, necesaria e imprescindible, debería haber sido convocar inmediatamente a una manifestación a Plaza de Mayo y a todas las plazas del país, para demostrarle al gobierno que hay un sector muy activo de la población que no va a permitir que profundice sus políticas de hambre, miseria, tarifazos, despidos, salarios miserables, destrucción de derechos y represión que ha tenido hasta ahora. La manifestación, sin dudas, hubiese sido masiva, ante un gobierno preocupadísimo por el desbarranque de su farsa a pocos días de las elecciones.
Sin embargo, lo que primó en las dirigencias del campo popular y de la izquierda fue el mismo temor que el del oficialismo: la pérdida de votos. Y entonces, boicotearon una convocatoria que debió haberse realizado y no fue. Desde una postura mezquina y vergonzante, pusieron como excusa «que la familia de Santiago no quería que hubiese una manifestación y había que respetarla». Por supuesto que quienes nos consideramos militantes de la vida y le ponemos el pecho a la maquinaria de muerte del Estado Burgués, respetamos el dolor ajeno y en este caso a los familiares y su sufrimiento, y los acompañamos en ello. Pero nuestra política no puede estar subordinada al dolor ni al estado de ánimo de los deudos, sino que tiene que ser consecuencia del análisis del escenario político concreto. Lo concreto, desde el interés de clase de los explotados, era golpear al gobierno en su momento de debilidad.
No fue lo que pasó. Del kirchnerismo no puede sorprendernos, porque si bien su composición es de sectores asalariados, su ideología pequeñoburguesa es parte del sistema y su concepción «de poder» es llegar al gobierno a través de las urnas. No extrañan entonces, los ruegos plañideros para que nadie se movilice, temerosos de que ocurriera algún disturbio y como consecuencia se perdieran votos el domingo 22. La izquierda electoralera, demostrando su aggiornamiento al sistema, su claudicación ideológica y su conformación como pata izquierda del estado burgués, siguió los pasos del kirchnerismo y se bajó de la movilización, hiriéndola de manera irreversible.
El que respiró aliviado por tal decisión fue el oficialismo en pleno. Macri, el gran responsable de la represión en nuestro país, salió huyendo hacia Uruguay por las dudas, pero se podría haber quedado tranquilamente. Los gerentes de los monopolios sonrieron satisfechos. Como Benetton, que hoy goza de su latifundio lejos de toda mención y sospecha en los tribunales y en los medios de comunicación, a pesar de que la represión y asesinato se produjeron en el territorio que usurpa desde hace décadas, donde ciertamente pudo haber estado escondido el cuerpo de Santiago durante todo este tiempo. Una posibilidad que nadie – o muy pocos- parecen tener en cuenta.
En definitiva, con esta izquierda que se ha organizado para limitarse a la lucha economicista y la electoral pero nunca por el poder, lo que la lleva a este tipo de mezquindades propias de la pequeñaburguesía, el Estado de los patrones y por ende los patrones mismos, están y estarán bien tranquilos y seguirán cometiendo, a través de sus fuerzas de represión, actos aberrantes como el asesinato de Santiago.
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